Mathilde Albisson.
El proceso al libro.
La censura inquisitorial en la España del siglo XVII.
Cátedra Historia. Madrid, 2024.
“Durante más de tres siglos, la censura ejercida por el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición española constituyó un potente instrumento de control ideológico y de represión cultural. Mediante el índice de libros prohibidos y múltiples actuaciones de vigilancia, el Santo Oficio ejerció una coerción férrea sobre uno de los principales medios de difusión de la cultura moderna: el libro. Restringió y condicionó el acceso a las producciones intelectuales, coartó la libertad de expresión y de pensamiento e influyó de manera duradera en las formas de leer y acercarse a los textos, así como en la labor de los escritores, impresores y libreros.
La censura inquisitorial se asentaba en un presupuesto que atribuía al libro un fuerte poder cultural e ideológico, capaz de acarrear consecuencias potencialmente nefastas en la esfera pública y social. El cometido de la censura, tal y como se percibía y ejercía, era imponer una ideología y una forma de pensar única, preservar el sistema de valores considerado constitutivo de la comunidad y asegurar la conformidad de los individuos con dichos valores, silenciando las voces discordantes que pudiesen quebrar esa cohesión. En este sentido, la censura inquisitorial formaba parte de una estrategia de control y de disciplinamiento no solo religiosa, sino también política y social, que buscaba asentar el Estado moderno mediante la eliminación de las discrepancias ideológicas. […] Progresivamente, se forjó en el seno del Santo Oficio un complejo sistema de control de la cultura escrita, que estuvo vigente hasta la extinción del Tribunal en 1834”, escribe Mathilde Albisson en la introducción de El proceso al libro. La censura inquisitorial en la España del siglo XVII, que publica Cátedra en su colección Historia. Serie mayor.
Se aborda en esta monografía, que tiene como base la tesis doctoral que la autora leyó en la Universidad Sorbonne Nnouvelle en 2020, un riguroso examen de la censura desde la orilla del censor, la concepción de la censura como método de control de la cultura escrita y las formas de ejecutar su práctica, los criterios de actuación de los censores y la vertiente intelectual de la censura de libros durante el siglo XVII, menos estudiada que la del siglo anterior.
Elaborado con una perspectiva diacrónica, el estudio refleja la evolución en el control de la actividad intelectual a través de la vigilancia estricta de la producción impresa y muestra los cambios de sus objetivos: desde la lucha contra la amenaza exterior del protestantismo al control de la heterodoxia interna y a la denuncia de las desviaciones de la ortodoxia fijada por el concilio de Trento. Lo resume así Mathilde Albisson:
El cometido de esta investigación es analizar el proceso de transformación que experimentó la censura inquisitorial durante un largo siglo XVII: estudia cómo esta herramienta de represión cultural e ideológica, focalizada originalmente en impedir la penetración en España de libros protestantes (y la circulación de obras que vehiculaban ideas consideradas afines), se fue centrando poco a poco en la represión de los disensos internos a la Iglesia católica, con el objetivo de disciplinar la cultura escrita de acuerdo con los principios contrarreformistas y de confesionalización.
Organizado en cuatro amplios capítulos, el primero de ellos delimita los procedimientos de la actividad censora y de sus herramientas, sus instrumentos y sus modos de actuación, de vigilancia y de ejecución de la censura de la palabra escrita. Se fijan así las tres etapas (denuncia, calificación y sentencia) del proceso inquisitorial, generador de un procedimiento judicial apoyado en diligencias policiales y administrativas; se caracteriza a los agentes de la censura (tanto los miembros de las órdenes religiosas que aportaban a los censores como aquellos que en las universidades elaboraban los índices de libros prohibidos) y se traza el retrato sociológico y el perfil intelectual de los denunciantes y de los censores.
El segundo capítulo se centra en los aspectos intelectuales de la censura, especialmente en las notas teológicas y en sus herramientas terminológicas y conceptuales que usaban los censores para identificar y nombrar las desviaciones de la ortodoxia y para cimentar la base de la condena. A partir de la fijación de los criterios religiosos, políticos, morales y lingüísticos en los que se sustentaba el procedimiento inquisitorial. las notas teológicas fijaban las desviaciones de la ortodoxia tridentina: lo herético y lo erróneo, lo escandaloso o lo malsonante, lo blasfemo o lo injurioso.
Planteado como estudio diacrónico, El proceso al Iibro se marca como límites cronológicos dos índices: el catálogo del inquisidor Quiroga (1583-1584) y el de los inquisidores Sarmiento y Vidal (1707). Entre ambos, tres índices (Sandoval, 1612; Zapata, 1632 y Sotomayor, 1640, que junto con el de Sarmiento y Vidal son el objeto de estudio de la segunda mitad (capítulos tercero y cuarto) del libro.
El capítulo tercero estudia las distintas etapas en el proceso de elaboración de cada uno de los índices de libros prohibidos, sus aspectos formales (edición, estructura, frontispicio) y su base doctrinal: la Normativa censoria que se desarrolla en una serie de reglas generales que fijaban el criterio de actuación del censor: Herejía, Islam y judaísmo, Superstición, Adivinación y ciencias ocultas, Irreverencia o Anonimia.
Por último, el capítulo cuarto analiza el contenido de los cuatro índices, de 1612 a 1707, el corpus de autores y libros censurados en ellos y traza una cartografía del contenido de las materias prohibidas, las razones de la censura y los motivos de exclusión desde el protestantismo a la astrología, desde los textos de carácter espiritual, religiosos y doctrinales a los de opinión, polémicos, críticos y propagandísticos a la teoría política o a la literatura de ficción y entretenimiento: de La Celestina a Maquiavelo, de Justo Lipsio al Quijote, de la Silva de varia lección de Pero Mexía a Góngora, de la Floresta española de apotegmas y sentencias de Melchor de Santa Cruz.
“La presente monografía -resume la autora- pretende contribuir a la historiografía sobre la censura inquisitorial ofreciendo un estudio con una perspectiva diacrónica de las principales facetas prácticas y teóricas de la censura de libros ejercida por el Tribunal de la Inquisición española durante el siglo XVII. Examina no solo el resultado de la represión y vigilancia ejercida sobre la actividad intelectual y la producción impresa (i.e., los libros y autores censurados), sino también los mecanismos internos, los actores y los criterios de actuación de la censura. En otras palabras, este estudio indaga en el «laboratorio» del censor con el objetivo de responder a diferentes interrogantes atinentes tanto a la materia prohibida y a las razones censorias como a la praxis de la censura: ¿quiénes eran los agentes de la censura y cómo se repartían el poder censorio?; ¿cuáles eran los instrumentos y modalidades de administración y ejecución de la censura?; ¿de qué manera se concebían los objetivos y herramientas del control de la palabra escrita?; ¿cómo evolucionó la idea que se hacía de la censura inquisitorial y de sus cometidos?; ¿sobre qué problemáticas se basaba su actuación y a qué problemas se enfrentó?; ¿en qué consistían los criterios de corrección (religiosa, política, moral, lingüística) que guiaban la valoración de un libro?; ¿cuáles fueron los contenidos censurados? Son esas cuestiones a las que este libro pretende responder.”
Santos Domínguez