6/2/23

Octavio Paz. Versiones de Oriente


 Octavio Paz.
Versiones de Oriente.
Prólogo de Alberto Ruy Sánchez.
Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2022.

Despedida

 Desmonto. Mientras bebemos vino: 
¿adónde irás? El mundo me ha engañado: 
a mi colina del mediodía me vuelvo.
Ve, vete. No pregunto más:
nubes blancas sin fin, nubes.

En la versión de Octavio Paz, ese es uno de los poemas de Wang Wei que forman parte de sus Versiones de Oriente, que publica Galaxia Gutenberg con un prólogo en el que Alberto Ruy Sánchez señala que  “toda traducción, desde la lengua que sea, implica para Octavio Paz una inmersión en las poéticas de esa cultura, de ese poeta, en ese poema. Una expedición de descubrimientos.”

“No más afán que regresar, / desaprender entre los árboles”, escribió el gran poeta chino en otro poema memorable que recoge este volumen, como este otro de Li Po:

Ante el monte Ching-t’ing

Pájaros que se pierden en la altura. 
Pasa una nube, quieta, a la deriva.
Solos y frente a frente, el monte y yo 
no nos hemos cansado de mirarnos.

O este -‘Escrito en el muro de la ermita de Chang’- de Tu Fu:

Es primavera en las montañas. 
Vine sólo en tu busca.
Entre las crestas silenciosas
El eco de las hachas: talan árboles. 
Los arroyos helados todavía.
Hay nieve en el sendero.
Bajo un sol indeciso
Llego a tu choza, entre dos rocas 
colgada. Nada pides, nada esperas.
No ves siquiera el halo que te envuelve, 
vaga luz oro y plata. Manso
Como los ciervos que has domado. 
¡Olvidar el camino de regreso,
Ser como tú, flotar,
Barca sin remo, a la deriva!

La segunda sección del volumen se dedica al Tanka y al haikú, formas características de la poesía japonesa. El mejor de sus poetas, Matsuo Basho, resumió en sus Sendas de Oku un recorrido vital que le dio pie para escribir uno de los libros más memorables de la poesía universal. Un libro en el que, como señaló Paz, “no pasa nada, salvo el sol, la lluvia, las nubes, una cortesana, una niña, otros peregrinos. No pasa nada, excepto la vida y la muerte.” 

De él son estos dos haikus:

Este camino
nadie ya lo recorre, 
salvo el crepúsculo.

Un relámpago
y el grito de la garza, 
hondo en lo obscuro.

Junto con la amplia muestra de poesía clásica china y japonesa, se recogen en Versiones de Oriente en la sección Kavya veinticinco epigramas en sánscrito de la poesía clásica de la India.

“La poesía clásica [de la India] -escribe Paz-, a un tiempo sutil y compleja, fue escrita para una minoría de cortesanos, brahmanes y guerreros, esto es, para una aristocracia refinada y sensual, amiga de las especulaciones intelectuales y de los placeres de los sentidos, especialmente los eróticos. […] A pesar de haber sido escritos hace más de mil años, estos poemas son modernos. La suya es una modernidad sin fechas.”

Y como muestra, este texto de Bhartrihari, que Paz tituló ‘Las dos vías’:

¿Para qué toda esta hueca palabrería?
Sólo dos mundos valen la devoción de un hombre:
la juventud de una mujer de pechos generosos, 
inflamada por el vino del ardiente deseo,
o la selva del anacoreta.

En estas versiones de poemas de India, Japón y China suena la voz inconfundible de Octavio Paz, que explicaba en 1973 en la nota preliminar de sus Versiones y diversiones: “La traducción poética exige el empleo de recursos análogos a los de la creación, sólo que en dirección distinta. Por eso pido que este libro no sea leído ni juzgado como un trabajo de in­vestigación o de información literaria. También por eso no he incluido los textos originales: a partir de poemas en otras lenguas quise hacer poemas en la mía.”

La intuición del instante, eternizado por encima del tiempo en unos versos intemporales, la mirada espiritual a la naturaleza, el paisaje como proyección de los estados de ánimo, la concentración expresiva, la sugerencia sutil, la leve melancolía hacen de estos textos orientales una de las manifestaciones más estilizadas de la poesía universal.

Ezra Pound, que lo sabía, asumió esos rasgos en su escritura poética, como Octavio Paz entre nosotros. La indeterminación elusiva, la concentración de la sugerencia (“No hay que decirlo todo: el poema está en lo no dicho”), la potencia connotativa son características diferenciales del lenguaje poético. Y por eso Pound y Paz encontraron en la poesía oriental –china o japonesa- una de las raíces fundamentales de su obra.

Porque eso es lo fundamental: Paz no aspira en estas versiones de poesía oriental al rigor filológico, sino a un ejercicio de escritura y de creación a partir de otros tonos, otras formas y otros registros estilísticos que acabaron dejando una huella profunda en su poesía a partir de los años sesenta. 
 
“Mis traducciones -explicaba Paz en el prefacio de sus traducciones de la poesía clásica de la India- son traducciones de traducciones y no tienen valor filológico. Quise que tuviesen, por lo menos, algún valor literario y aun poético. El lector decidirá.”

Porque Octavio Paz no hacía traducciones directas de esas lenguas orientales que desconocía, sino que utilizaba traducciones interlineares, transcripciones fonéticas y traducciones al inglés o al francés como base de sus versiones, a las que supo transmitir la evanescente levedad de la poesía oriental, sus resonancias esenciales, su tonalidad sugerente y su concentración verbal.

En 1995, en una nota final, añadía esta certera reflexión: “Muchos de esos poemas fueron compuestos en otros siglos; en mis versiones quise que tuviesen la antigüedad de todas las obras de arte: la de hoy mismo.”

La intemporalidad y la universalidad, la disolución del sujeto en el paisaje, la impersonalidad o la experiencia espiritual de la naturaleza con la que se funde el poeta son algunas de las claves no sólo de estos poemas intensos y delicados, sino de la gran poesía en la que ocupan un lugar privilegiado. Por eso esta poesía está tan próxima a la sensibilidad del lector contemporáneo.

Santos Domínguez