Vengo del norte.
Fondo de Cultura Económica. Madrid, 2017.
Vengo del norte,
y sé un poco del trayecto de la muerte
porque allí desembarcan sus galeras.
Escuchadme y seguidme,
os traigo grana verde de la palabra
que sangran los manzanos
y dentro de unos años nuestra felicidad podrá estar
muy madura,
escribe Aurelio González Ovies en uno de los veinte poemas en los que se organiza Vengo del norte, el libro con el que obtuvo el accésit de Adonáis en 1992. Un libro en el que “la poesía es palabra cuidada y ritmo y canto y creación de un mundo propio que nos ayudará a sus lectores a entender el nuestro”, como explica Francisco Álvarez Velasco en el prólogo a la reedición que acaba de publicar el Fondo de Cultura Económica.
En Vengo del norte –un verso que recorre vertebralmente los poemas de este libro- la poesía se arraiga en el paisaje y se enraíza en el recuerdo, entre la melancolía y la esperanza, la elegía y la emoción celebrativa, la mirada a la naturaleza y el sentimiento del tiempo.
En sus versos la poesía defiende la memoria contra el olvido y a favor de la luz, celebra el instante desde la aceptación de la fugacidad y así el recuerdo se convierte en “la poética imperecedera del mundo”, en “memoria sonora del tiempo”, como señala Juan Carlos Mestre en su introducción.
Entre la mirada y el ensueño, la evocación y la contemplación, la poesía se alza en Vengo del norte como lugar de resistencia frente a la destrucción y el futuro se reivindica como regreso al origen, como afirmación de la vida y de la identidad:
Quedaremos aquí definitivamente cerca del origen del agua.
Un muro de palabras en las que el poeta convoca lo aéreo y lo mineral, lo ancestral y lo telúrico, el pájaro y el árbol en un descenso a las raíces que culmina en el espléndido epílogo en el que Aurelio González Ovies explica su concepción de la poesía:
“No entiendo la poesía sin emoción, en muchas ocasiones sinónima de verdad o de pensamiento. Vivo con la palabra tanto como con la vida misma. Porque la palabra es discernimiento y hondura, lenguaje nuevo, sacralización y asombro y pureza.”
Palabra que es la expresión de una voz que canta -“antes de que anochezca”- en busca del sentido y en medio del vacío de un mundo sin dioses:
Hoy estarán los dioses maldiciendo su nombre.
Hemos aprovechado la media noche
para salir del mito a oscuras
como el pecado.
No tenemos nada. Nuestros cuerpos desnudos
y la palabra en fuga.
Palabra que canta el fragor poderoso del Cantábrico en las tardes de otoño, la espesura verde de los bosques, el olor de los membrillos, la niebla blanda, los helechos enterrados o el canto de los grillos, con
Hoy estarán los dioses maldiciendo su nombre.
Hemos aprovechado la media noche
para salir del mito a oscuras
como el pecado.
No tenemos nada. Nuestros cuerpos desnudos
y la palabra en fuga.
Una voz, un alma, una palabra,
que es lo mismo que hablar de un hombre entero.
Santos Domínguez