Sistemas inestables.
Bartleby Editores. Madrid, 2015.
La mirada de nadie / en la pared. Sin dejar rastro. No: / sin dejar rostro. Ni sombra / ni residuo. Solo pared, y el infinito ahora.
Esa mirada despojada a la pared, ese mirar y no mirar desde fuera del tiempo y de sí mismo al vacío y lo blanco son el punto de partida de Sistemas inestables, el libro de Rubén Martín que publica Bartleby Editores.
Con fragmentos de diario intercalados, Sistemas inestables es un pentágono en el que se conjuran las palabras que ya no significan pero están para hacer un esfuerzo verbal de reconstruccion desde el recuerdo de un estado de disolución de la conciencia, para expresar lo inefable y hacer comprensible una experiencia irracional en la que se funden contrarios: escribir y no escribir, estar y no estar, dentro y fuera, no pensar y no ser en la sombra en la que se reúnen lo visible y lo invisible, la mente y las convalecencias de un cuerpo deshabitado de su identidad física y un lenguaje desposeído de su potencia conceptual, la ausencia de sí mismo en esa mirada de nadie ajena a la realidad y la palabra.
Frente a esa pared en blanco que se convierte en metáfora de la deconstruccion del yo, desde el miedo y el vértigo de la inconsciencia y el vacío de otros seres sin rostro, Rubén Martín recupera la conciencia del cuerpo y el lenguaje por medio del redescubrimiento del yo y de la palabra a partir de la enfermedad, el arte, el fármaco o la música como experiencias de desintegración de la identidad personal, la memoria, la percepción o el lenguaje.
Un libro que se levanta desde la conciencia de la fractura con el mundo, con el propio yo y la ruptura del lenguaje desde la noción de tiempo y fugacidad: Respira, sigue respirando, no dejes de intercambiar, de mantener | esta máquina de voces, rostros, superficies. Pronto no habrá lugares, nada que nos persista, nada que nos | perdure, todo es tránsito: mira por vez primera estas paredes, porque será la última. Ha sido, han ido siendo hasta ser | otras. Hasta que fueron – sustituidas, arrancadas de la raíz-cimiento fluyen venas de agua muerta, noche líquida, su nombre es evicción, es purga | esta es la ley para la lepra de las casas | estamos en el centro de un espacio en que no estamos, en que no arraigamos
“Palabra que renace de sus propias cenizas para volver a arder. Incesante memoria, residuo, resto cantable: “Singbarer Rest”, en expresión de Paul Celan. Pues, en definitiva, todo libro debe arder, quedar quemado, dejar solo un residuo de fuego”, escribía Valente a propósito de la poesía de Jabès.
Y eso es en gran medida Sistemas inestables, el esfuerzo de integración desde la desintegración, la reconstrucción de la identidad y el sentido a partir de un descenso vertiginoso a otro realismo para remontar desde el vacío con otro lenguaje y otra mirada levantada con un puñado de palabras | una idea, una célula, una imagen | dime qué no has destruido, olvidado | qué queda de este cuerpo, esta escritura | en minúsculas| un tajo en el abismo, un corte transversal | el cuerpo que no es sino | esta certidumbre hecha astillas, y sin embargo – respira, sigue respirando, aún respira.
Santos Domínguez