Francisco García Pavón.
Una semana de lluvia.
Prólogo de Juan Bolea.
Rey Lear. Madrid, 2012.
Las tormentas de finales de agosto, cuando pintan las uvas y está a punto de empezar la vendimia y se celebran las fiestas de Tomelloso, son el telón de fondo de la intriga policiaca de Una semana de lluvia, la novela de García Pavón que acaba de rescatar Rey Lear con prólogo de Juan Bolea.
Sobre ese telón de fondo de la España rural de los sesenta, Plinio y don Lotario se enfrentan a una epidemia de embarazos y suicidios femeninos. Como en otras novelas de la serie, la rutina cotidiana queda alterada por situaciones que introducen el desorden del mal: crímenes rurales, oscuros y primitivos como los de algunas novelas provinciales de Simenon o Camilleri, cuyas claves tiene que reconstruir un Plinio confuso y perplejo que resuelve los casos con sentido común, con intuición y con la ayuda de don Lotario, un evidente homenaje a Cervantes, más Sancho que Watson. Una ayuda eficiente para desentrañar los móviles de los asesinatos, las claves psicológicas o morales del asesino, la importancia del ambiente en esa explicación de un secreto que es siempre la narración policiaca.
Una semana de lluvia no es una novela más del ciclo protagonizado por el jefe de la guardia municipal de Tomelloso y por su ayudante espontáneo. Publicada en 1971, un año después de Las hermanas coloradas, es una de las mejores muestras de la plenitud del mundo narrativo de García Pavón, de su espléndida prosa y su solvencia narrativa.
Santos Domínguez