2/5/11

¿Por qué Mahler?


Norman Lebrecht.
¿Por qué Mahler?
Cómo un hombre y diez sinfonías cambiaron el mundo.
Traducción de Bárbara Zitman.
Alianza Música. Madrid, 2011.

¿Por qué Mahler? ¿Por qué su música nos afecta tanto? ¿Escuchamos lo que él pretendía o un producto de la interpretación? ¿Por qué Mahler nos hace llorar? ¿Dónde colocamos a Mahler entre los grandes compositores?, se pregunta Norman Lebrecht en el prólogo del libro que acaba de publicar Alianza Música para conmemorar el centenario de la muerte de un hombre cuyas diez sinfonías cambiaron el mundo.

Igual que el prólogo, el libro de Lebrecht está lleno de preguntas como ¿Quién mató a Mahler?, ¿El Mahler de quién? o ¿Cómo comenzar?, pero también de respuestas e incitaciones:

Compre, mendigue o pida prestada una entrada para el próximo concierto de la Sinfonía Resurrección. No se siente en los mejores asientos con los corporativos, busque más bien un asiento en la parte superior de la sala; la música es muy espacial y se aprecia mejor desde lejos. No vaya con ideas preconcebidas o prejuicios religiosos. No lea las notas del programa de mano. Vaya solo. Espere a ver si ocurre algo. Hable con la gente a su alrededor. No juzgue hasta la mañana siguiente (a menos que sea usted un crítico de prensa y tenga que entregar su reseña). Si no ocurre nada es probable que Mahler no sea para usted. Pero no se rinda todavía.

Espere hasta algún acontecimiento importante. Si nace un niño, invite a los padres a escuchar la Cuarta Sinfonía — su agitado comienzo y su generoso Adagio abren ventanas a un mundo de inocente alegría. Si ha encontrado el trabajo de sus sueños, escuche los movimientos Nachtmusik de la Séptima Sinfonía: le darán coraje y perspectiva. El estudiante al que le espera un curso frenético puede encontrar estímulo en los brutales ritmos de la Sexta Sinfonía. Si son malas noticias, elija la Novena Sinfonía. Si es la peor de todas, escuche el finale de la Décima.

Estos son remedios generales, y Mahler no es una medicina que se vende sin receta. Lo que funciona para una persona puede no funcionar para otra. Depende mucho de la interpretación que elija y del estado de ánimo en que se encuentre.

¿Por qué Mahler? es el resultado de una larga búsqueda y de un intenso encuentro con el músico y con su obra, un meticuloso recorrido narrativo por la biografía del artista, por las circunstancias de su vida y su época, por su relación con Alma y sus angustias personales, por sus dudas y su plenitud creativa.

Apátrida, judío y angustiado como Kafka, las obras decisivas de los dos son una síntesis y una profecía dramática de los horrores. Quizá nadie influyó tanto como ellos en la música y la literatura del siglo XX.

Norman Lebrecht, el autor de ¿Por qué Mahler?, es un experto crítico musical y su enfoque, a la vez cercano y riguroso, propone el profundo análisis de una obra que, como explica el subtítulo, cambió el mundo.

Este libro es una iluminación apasionada del mundo intenso de Mahler, la mejor introducción al universo inabarcable de quien sabía que su tiempo llegaría después de su muerte.

¡Mi tiempo llegará!, afirmaba. Y ese tiempo que finalmente le ha dado la razón ha llegado y ha hecho de Mahler un músico actual. Por eso Norman Lebrecht se pregunta ¿Quién es Mahler?, no ¿Quién fue?, y analiza en una excelente guía las grabaciones que recogen las interpretaciones más memorables de su obra. Versiones demoniacas o veraniegas, refinadas o combustibles, entusiastas o meditativas de una obra que probablemente es la más significativa e influyente de la música contemporánea.

El 18 de mayo de hace un siglo fue un jueves tormentoso en Viena. En la Ópera se representaba con éxito la Elektra de Strauss y aquella noche, a las once y cinco, moría Gustav Mahler. Le faltaba poco más de un mes para cumplir 51 años y sobre su tumba sólo quería una lápida con su nombre: El que venga a verme sabrá quién fui –decía-. Y el resto no necesita saberlo.

No toda persona civilizada es sensible a Mahler –concluye Norman Lebrecht-, pero dentro del monumental edificio de sus obras hay resquicios que permiten al oyente estar en paz consigo mismo. Esos son los lugares en los que la fortaleza Mahler se convierte en un refugio privado.

Santos Domínguez