5/7/08

José Tomás. De lo espiritual en el arte


Fernando González Viñas.
José Tomás.
De lo espiritual en el arte.

Berenice. Córdoba, 2008.

En el extremo del vértice más alto a veces se halla un solo hombre. Su contemplación gozosa es igual a su desmedida tristeza interior. Los que se encuentran cerca de él no lo entienden, y con indignación, lo acusan de loco o impostor. De esta manera vivió Beethoven, denostado y solo en la cumbre.

Como un discurso intelectual, como si Kandinsky -de quien son esas líneas y de quien toma título este libro que publica Berenice- hubiera debutado en la Maestranza, aborda Fernando González Viñas la tauromaquia de José Tomás.

La actitud de este torero ante la vida y ante la muerte, su recogimiento ensimismado, convierten su toreo no sólo en un peligro y en una verdad incómoda, sino en un ejercicio espiritual en el que olvidarse del cuerpo es el primer paso hacia una mística similar a la del samurái, con el que le familiarizó, a través de la lectura de Mishima, Antonio Corbacho , la persona que más ha influido en la formación de José Tomás.

Entre la interpretación y la biografía, entre lo filosófico y lo artístico, el aficionado sólido que es Fernando González Viñas ha escrito un libro que compagina la documentación de unas imágenes no siempre bien reproducidas con un paciente trabajo en las hemerotecas. Y esa doble labor la ha pasado por el tamiz de su experiencia como espectador de las faenas de José Tomás.

La autenticidad de su toreo, la guerra fría con Ponce, que le vetó repetidamente para evitar comparaciones enojosas, la diferencia entre el toreo superficial y de ventaja y la tauromaquia profunda de José Tomás son algunos de los capítulos que aborda finalmente la distancia entre el tomismo y el tomasismo para concluir con estas líneas resumen el sentido del libro y lo conectan con la cita de Kandinsky:

Sí, José Tomás es un loco. No cabe duda. Y es un sueño del que hace partícipes a muchos locos que coinciden con él en señalar lo espiritual del arte como un motivo para vivir y para, si es preciso, dejarse la vida en una plaza de toros.

Santos Domínguez