12 mayo 2025

Espido Freire. Dos tardes con Jane Austen

  


Espido Freire.
 Dos tardes con Jane Austen.
 Alianza Editorial. Madrid, 2025.


 Desde la semblanza de la niña que fue Jane Austen hasta el legado literario que dejó a su muerte, Espido Freire organiza en diez capítulos su Dos tardes con Jane Austen, que publica Alianza Editorial en su colección Dos tardes, dirigida por Sergio del Molino, que señala en su introducción, ‘Dos tardes para leer juntos’, que “con esta colección queremos llevar las grandes conversaciones literarias a las manos de todos los lectores. Y pasar juntos dos tardes que no olvidarán.”

Espido Freire intenta rastrear en sus Dos tardes con Jane Austen las claves ocultas de una vida irrelevante en lo privado y en lo público, lo que provoca perplejidad por su contraste con autoras como Mary Shelley, las hermanas Brontë, Edith Wharton o Virginia Woolf, en las que hay vínculos visibles entre vida y obra. Esa biografía plana y casi invisible “nos obliga a conciliar la posibilidad de que una mujer absolutamente corriente en comportamiento y hechos sea al mismo tiempo una escritora extraordinaria.”

Y por esa misma razón, “en la joven Jane se busca de manera frenética la existencia de un romance, o dos, o tres, que salpimenten su juventud y la alejen de la desesperante falta de acontecimientos épicos que fue su vida. En la segunda, en la Jane de madurez, se intenta hallar el poso de la genialidad, las claves por las que esta escritora inmersa en un contexto tan gris logró escribir como lo hizo: un secreto, un código. Algo.”

Y ese “algo” está presente en el universo complejo y contradictorio que refleja la sutileza de su mirada hacia el mundo, sospecha Espido Freire, que sitúa a Jane Austen, nacida en 1775, en su momento histórico, en su contexto social y en su ambiente familiar para destacar dos claves determinantes de su vida y su obra: por un lado, su pertenencia a la minor gentry, “la zona más empobrecida de la nobleza rural”, en la que se sitúa el entorno social de sus novelas y que explica también la educación a la que accedió Jane Austen, su formación y su relación con la literatura, la música  y la cultura.

Y por otro lado, la aparición y el desarrollo de un mercado literario en el que la abundancia de lectoras favoreció la aparición de escritoras profesionales que respondieron a esa demanda creciente de novelas como las suyas.

 Por la conversación literaria de Espido Freire con Jane Austen pasan las diversas facetas de la novelista inglesa: la hermana controlada por sus hermanos varones y su limitada vida social de adolescente; la lectora afortunada y reinterpretativa que tenía acceso a dos muy diversas bibliotecas de una familia como la suya, amante de la lectura y del estudio: la paterna y la que heredó su hermano Edward; la mujer errante que nunca tuvo una casa propia y apenas una habitación propia en Steventon, en Bath, en Southampton, en Hampshire, en Kent, en Londres, en Winchester; la escritora compulsiva, obsesiva y casi secreta de Mansfield Park, Emma o Juicio y sentimiento; la solterona enferma, encerrada en sí misma y refugiada en su espacio de mujeres solas, o la promesa que “arrancaba entonces, exactamente después de su muerte”. Con esas claves delimita Espido Freire el perfil completo de la autora de Orgullo y prejuicio, de Persuasión o La abadía de Northanger. Una escritora que, como señala en su prólogo, “se ha convertido en uno de esos autores clásicos amados, reeditados e inconfundibles y, dada la escasez de mujeres en esa categoría, su caso resulta aún más excepcional: sin embargo, gran parte de la amable impresión que su figura causa se debe a una confusión heterogénea y caótica entre su vida y el carácter de sus personajes, en especial el de Elizabeth Bennet, la protagonista de Orgullo y prejuicio; y sus circunstancias y la de su época han sido interpretadas de manera tan errónea que casi podríamos hablar del periodo de la Regencia como una caricatura, o, al menos, como un marco en el que cabe cualquier tema atractivo (romance, sexo, feminismo, conspiraciones, posiciones políticas sobre la identidad sexual o racial, intrigas palaciegas), por anacrónico que sea.”

Un legado en el que sorprende -añade Espido Freire- “la hondura con la que ha calado en lectores no especializados, en aquellos que buscan en la literatura belleza, evasión, una obra bien escrita y un espejo en el que verse reflejados.”


Santos Domínguez