4/10/24

Luis Ramos de la Torre. Lo que funda el silencio



 Luis Ramos de la Torre.
Lo que funda el silencio.
Lastura. Madrid, 2024.

Entrar despacio, 
           casi de puntillas, 
como quien nunca sabe 
que tras de sí se olvida de algo.

Como si de la estancia
quisiera huir sin prisa el conjuro del tiempo.

Y así, sin dudas y en silencio, 
                                 alzarse, entrar.

Ese poema abre Lo que funda el silencio, el libro de Luis Ramos de la Torre que publica Lastura.

Ya en ese umbral poético se perfilan algunos de los rasgos esenciales de la obra: el tono sereno y transitivo de su voz, la contención verbal de sus versos, la palabra meditada y precisa, transparente y pulida con paciente esmero, la reivindicación de la inmovilidad y el sosiego, de la lentitud y el silencio creador, cimientos consistentes de una poesía contemplativa y meditativa por ese orden. Una poesía que viaja hacia la raíz de un pensamiento que indaga en lo esencial y explora hacia dentro en busca de la luz de las revelaciones.

Con su concentración expresiva y de fondo, el tiempo y el misterio flotan sobre unos poemas que buscan el centro esencial del ser y el estar a través de los frecuentes infinitivos intemporales que recorren Lo que funda el silencio:

Cernir el canto, 
               rescatar 
de la congoja la palabra, 
tornarla en asombro y regocijo 
                                             y después, 
de aliento o cálamo vestirla. 
Izarla, 
       hacerla únicamente 
participar de la sorpresa 
y atender a los vientos que la amparan.

Alto propósito.

Es esta una poesía del conocimiento, pero sobre todo de la conciencia existencial del yo en el mundo, expresada con un difícil equilibrio entre la solidez de la palabra que pesa y la levedad aérea de sus sugerentes imágenes. Como en este poema:

Lo que escribe el agua en el árbol tras la lluvia, 
lo que no se repite pero impregna, 
lo inadvertido.
                Ser el aire 
que aviva y unce la palabra, 
o simplemente ser tempero y claro. 
Abrir la aurora, 
                  el olor del aún.

Y siempre al fondo, frente a la desazón existencial, el asombro, la proclamación de la luz y la aspiración a la claridad, como en este texto, del que procede el título del libro:

La luz, 
     la voz serena, 
tras la palabra llena de otra voz.  

Hilos de sombra que tejen su haz, 
                                                presagios. 
  
Lo que funda el silencio,  
                               lo que espera. 
Cunde la incertidumbre. 

Nunca las esperanzas 
fueron tan álgidas y el miedo tanto.  

Célula loca en ristre alzado y cómputo.