Pere Gimferrer.
Rapsodia.
Seix Barral. Barcelona, 2011.
Rapsodia.
Seix Barral. Barcelona, 2011.
Cuanto pueda decirse –en cualquier sentido- respecto al poema lo dice ya, a su modo, el poema mismo, escribe Pere Gimferrer en la nota que abre Rapsodia (Seix Barral), el libro que escribió en seis días de escritura inspirada, entre el 25 y el 31 de enero de 2010.
Durante unos meses de corrección acabó de perfilar este poema unitario articulado en diecisiete movimientos en los que el diseño musical y la metáfora se convierten en instrumento para reflejar el mundo y para evocar la vida (cuando lo que viví se convierte en metáfora).
La juventud baldía y solitaria, el amor y la literatura, París y Bagdad como ciudades vividas o soñadas, la pintura y la música, la temporalidad, el cine y la poesía son algunas de las constantes temáticas que recorren unos textos en los que la vida se filtra a través del recuerdo y el tamiz de la cultura en una llamativa síntesis de experiencia vital y artística que reúne a Matisse y Góngora, a Browning y Apolo.
Una síntesis que convoca en el mismo poema una pelota de pingpong con Caronte, un balón de goma con Tiépolo y evoca en versos sucesivos la carbonilla de un portal de Londres y la risa junto al Tajo de las ninfas de Garcilaso.
Música e imagen, ritmo y mirada se conjugan en sus versos visionarios y potentes:
Nuestra vida son cartas de una baraja rota:
no la baza de espadas o la dama,
sino el ahorcado de los tarotistas,
cabeza abajo en el turbión de azufre,
navegador de la tormenta negra.
Un espléndido libro esta Rapsodia en la que la vida ya es metáfora de la vida y las imágenes visuales se van sucediendo y encauzando en el ritmo enumerativo del endecasílabo flexible y el alejandrino solemne, porque
Durante unos meses de corrección acabó de perfilar este poema unitario articulado en diecisiete movimientos en los que el diseño musical y la metáfora se convierten en instrumento para reflejar el mundo y para evocar la vida (cuando lo que viví se convierte en metáfora).
La juventud baldía y solitaria, el amor y la literatura, París y Bagdad como ciudades vividas o soñadas, la pintura y la música, la temporalidad, el cine y la poesía son algunas de las constantes temáticas que recorren unos textos en los que la vida se filtra a través del recuerdo y el tamiz de la cultura en una llamativa síntesis de experiencia vital y artística que reúne a Matisse y Góngora, a Browning y Apolo.
Una síntesis que convoca en el mismo poema una pelota de pingpong con Caronte, un balón de goma con Tiépolo y evoca en versos sucesivos la carbonilla de un portal de Londres y la risa junto al Tajo de las ninfas de Garcilaso.
Música e imagen, ritmo y mirada se conjugan en sus versos visionarios y potentes:
Nuestra vida son cartas de una baraja rota:
no la baza de espadas o la dama,
sino el ahorcado de los tarotistas,
cabeza abajo en el turbión de azufre,
navegador de la tormenta negra.
Un espléndido libro esta Rapsodia en la que la vida ya es metáfora de la vida y las imágenes visuales se van sucediendo y encauzando en el ritmo enumerativo del endecasílabo flexible y el alejandrino solemne, porque
Al explicarse, el verso nos explica.
Santos Domínguez