8/12/15

Chéjov. Cuentos completos (1887-1893)


Antón P. Chéjov. 
Cuentos completos (1887-1893).
Edición de Paul Viejo.
Páginas de Espuma. Madrid, 2015.

Acaba de aparecer el tercer volumen de la monumental edición de los Cuentos completos de Chéjov en Páginas de Espuma, que recoge, con edición de Paul Viejo y las versiones de sus mejores traductores al español, los relatos escritos entre 1887 y 1893. 

Tras una decisiva evolución estilística y con la nueva conciencia estética que se instala en su obra a partir de 1886, fueron estos unos años de máxima creatividad de Chéjov, en los que publicó algunos de sus mejores relatos, con los que obtuvo el reconocimiento de la crítica y los lectores. 

Escribe Paul Viejo en su Introducción a este volumen: “Chéjov no crece más porque, con el tiempo, haya escrito más páginas y ya pasamos de tres mil. Crece porque en estos años –en los que ha visto sufrir a niños, hombres, mujeres y locos; ha visto enamorarse a niños, hombres, mujeres y locos- las habrá escrito mejores. Es ahora, en el periodo que cubre este libro, cuando Chéjov nos desbaratará las ideas que teníamos de sus años anteriores, pero reconoceremos, ahora sí, al Chéjov de los detalles, de las descripciones, de los finales como si nada. Al Chéjov que merece una camiseta hoy y los agasajos de sus colegas ayer. Al Chéjov que ha pasado a la historia de la literatura. La literatura. Lo más importante y lo menos importante de su vida.”

Chéjov escribió a partir de 1886 cuentos menos ligeros y más reflexivos, con un mayor nivel de autoexigencia que le obligaba a ser menos torrencial. Porque también en estos años se dedicó más a vivir y menos a escribir, redujo mucho sus colaboraciones en revistas, y además también se dedicó al teatro y a sus amantes.

Era un descenso que afectó a la cantidad, no a la calidad de unos "relatos cada vez más grandes -en todos los sentidos-, cada vez más lentos de escribir", como explica Paul Viejo. Por eso las docenas de relatos que publicó en 1887 se van reduciendo en número y en 1893 sólo escribe dos, uno de ellos el espléndido Relato de un desconocido. 

Más que cuentos sueltos en revistas, Chéjov publica ya colecciones de relatos como En el crepúsculo (1887), que obtuvo al año siguiente el Premio Pushkin de la Academia, o Gente sombría (1890), con relatos como Una historia aburrida.

Son los años en que escribe algunos de sus textos imprescindibles :La estepa (1888), El duelo (1891) o La sala número 6 (1892). A partir de entonces, junto con un gran número de lectores que compran las sucesivas reediciones de sus libros de cuentos, aparecen inevitablemente detractores que o no lo comprenden y le recriminan que no estaba contando nada o simplemente lo envidian sin más argumento que su propia pequeñez.

Pero está aquí ya el Chéjov imprescindible y minimalista, capaz de sugerir con una enorme economía de medios, un Chéjov con menos humor y más melancolía, a caballo siempre entre la crítica y la emoción, entre la compasión y la ironía, un autor que proyecta su mirada sobre un mundo habitado por personajes que se mueven entre la esperanza y las frustraciones, incapaces de comprender la reglas opacas con las que funciona el mundo.

Alguna vez se ha dicho que sus relatos son una enciclopedia de la vida rusa. No es verdad. Son una enciclopedia de la vida. Y eso es lo que lo convierte en un clásico universal.

Lo resume con brillantez Paul Viejo en su Introducción -Reconocer a Chéjov-: “Reconocemos a Chéjov. Que fue el escritor del siglo XX y no le va a quedar más remedio, de tanto como lo reconocemos, que serlo también del siglo XXI." 

Santos Domínguez