27 mayo 2007

La ciudad sentida


Manuel Longares.
La ciudad sentida.
Alfaguara. Madrid, 2007.

La ciudad sentida es el segundo libro de relatos de Manuel Longares. El primero, Extravíos (1999), también se recoge en el volumen que publica Alfaguara.

Cincuenta y tres textos agrupados en tres apartados: Leyendas, Personajes e Historias para descubrir a través del cuento la cara oculta de Madrid, que es un bubón en la meseta y un antro de insatisfechos, el lugar de la violencia y la corrupción, un lugar bien lejano de esa antesala del paraíso que evoca el dicho castizo.

Mediante la superposición constante de la ciudad de ayer y la de hoy, a través de la intersección de tiempos y clases sociales, de épocas y ambientes de la ciudad, se evoca el Madrid absurdo, brillante y hambriento de Valle, la capital de la gloria de Eduardo Zúñiga o la capital de la bulla.

De la reja de las Comendadoras a los rascacielos de Azca, de Lope a Barbieri, de Luces de bohemia a La Verbena de la Paloma, de 1808 a 1936, de La Celsa a Recoletos, la niebla funde épocas y espacios, el recuerdo y el presente, la ficción y la certeza, el costumbrismo del cocido o el rabo de toro y la lírica rilkeana del sfumatto y la fantasmagoría en un Madrid de carteristas y paletos, barquilleros e inmigrantes.

Una ciudad sobre la que Longares proyecta su afecto castizo, su mirada compasiva y la agudeza de bisturí de un estilo inimitable para describir un paisaje humano que, como el de sus calles, está lleno de sombras y luces, de tristeza y socarronería.

La ciudad se convierte así en el personaje que protagoniza el libro, en el eje de referencia que lo articula y lo vertebra, con relaciones sutiles que conectan unos textos con otros, a través de leyendas que mezclan pasado y presente y de personajes que desde distintos ámbitos sociales y espacios, desde diversas edades desarrollan sus estrategias de supervivencia entre el Madrid austriaco, el goyesco, el galdosiano de Puerta Cerrada o el de Max Aub y la calle de Valverde.

Como uno de sus personajes, el autor contempla el mundo a través de la rejilla de sus ojos entornados: un Madrid solanesco o con nubes de Velázquez sobre el monte del Pardo, en el que conviven el tipo pintoresco y el anodino contribuyente con hipoteca, los carteristas que desvalijan a los guiris en las Vistillas y quienes recurren al agua milagrosa y genital de la Fuente del Berro.

Y Longares convoca aquí también diversos modelos y diversas miradas: la del Goya de los cartones para tapices o de la Quinta del Sordo, Arniches y Rosa Chacel, Chueca y Benet, Baroja y Aldecoa, Valle y Kafka, el ripio extravagante de Zorrilla y el maestro Barbieri.

Porque Madrid es todo eso y más, a esos modelos suma Longares un evidente entronque con la experimentación vanguardista de los años veinte, más que en el lenguaje, en el enfoque, en el tratamiento del tiempo y el espacio y en la elección de la ciudad como tema y como protagonista de la narración.

Sin nostalgia por un Madrid que ya no existe, o que quizá sólo existe en la literatura y sus alrededores, la prosa de Longares, ágil y retrechera, castiza y posmoderna, disciplinada en el ritmo y rigurosa en el acento se coloca a veces muy cerca del apunte carpetovetónico de las fotografías al minuto y del cuadro costumbrista en el que aparecían los españoles pintados por sí mismos.

El asfalto de Madrid, que es pasarela del garbo, se resquebraja de gusto cuando el torero castizo Exuperancio Posturas —un hombre para dar hambre a cualquier clase de hembra que decida echarse al hombro— va con su mozo de espadas por la calle de Encomienda a esta hora de sobremesa en que, sin ganas de siesta ni de tertulias taurinas busca aliviarse la pelvis y no un trivial pasatiempo. «Cual arcipreste o lotero», rememorará el cronista, «el lidiador demandaba la preferencia de paso». Un macho es sexualidad y propende al disparate si se le niega el desahogo. No se achaque a prepotencia el capricho de Posturas cuando en la calle del Oso delega en su subalterno el manejo de la aldaba. La resonancia de bronce estremece a proxenetas y pupilas del burdel. Pero aún más la pretensión que el torero reivindica sin equívoco posible: «Me calzo a la Machaquita y no me avengo a suplentes».

Así comienza Casticismo, uno de los textos escritos con el ritmo inconfundiblemente romanceril del octosílabo blanco:

¡Olé con ole Posturas en la Puerta de Toledo!: su sentido de la fiesta alerta al chisgarabís y emociona a los cabales. De rodillas y elocuente, Posturas brinda al monarca —aupado a una talanquera como un demócrata más— y dibuja con la izquierda cinco naturales, cinco, y un lento pase de pecho que la cátedra jalea. Vuelan cigarros, billetes, castoreños y botijos alrededor del artista. «Eres macho, maricón», le grita un despendolado. Un sublime afarolado y el desplante oro molido descomponen al morlaco y rematan la faena, si breve dos veces buena, como elogia el alguacil, paisano del gran Gracián.

En Extravíos, reunión de relatos escritos entre 1984 y 1996, que se publicó en 1999 y ahora forma la segunda parte de este libro espléndido, el autor escribía a modo de prólogo un Perfil del que forman parte estas líneas, que nos parecen válidas también para La ciudad sentida:

Se sabe que la literatura es una apuesta en el tiempo y lo que hoy disgusta por artificioso mañana agrada. Quizá el nuevo siglo recupere el afán experimental que predominó a principios del que ahora termina. En cualquier caso, esa voluntad de romper moldes goza de la complicidad, si no del favor, del género de la narración breve. Ya muchos consideran el cuento un laboratorio de pruebas donde si no hay riesgo es como si faltara el aire.
(...) este libro se sitúa en zona de nadie y a contraluz, como corresponde a su carácter neutro, poroso y fronterizo, renuente a la franqueza y pródigo en disfraces. Inmerso en la ambigüedad del simulacro, parece realista sin serlo, y da frutos entreverados.

Lo habitual en Longares es el asombro incesante, el deslumbramiento gozoso que provoca su literatura en el lector. Y La ciudad sentida es una nueva demostración de un talento narrativo y un virtuosismo estilístico que le sitúan en el nivel más alto de la prosa española del último cuarto de siglo.

Quien conoce sus libros anteriores sabe que no exagero.
Santos Domínguez

25 mayo 2007

Especial Feria del libro


Propuestas

Narrativa


Andrés Trapiello.
La cosa en sí.

Pre-Textos. Valencia, 2006.

Diario y novela en marcha, La cosa en sí es la decimocuarta entrega del Salón de pasos perdidos.

Sandor Márai.
La hermana.

Salamandra. Barcelona, 2007.


Apareció en 1946 y fue la última de las novelas de Márai antes de empezar su largo y definitivo exilio. Una reflexión intensa sobre la enfermedad y la muerte, el arte y la pasión con la prosa elegante y profunda que caracteriza toda la obra del húngaro.


Jorge M. Reverte.
Triple agente.

Espasa. Madrid, 2007.

Narrada en primera persona, esta novela es el relato de las aventuras de Mariano Fernández, un modesto periodista que, en un momento decisivo de la Guerra Civil, cuando todavía nada estaba decidido, se ve forzado a asumir el papel de espía.


Luis Landero.
Hoy, Júpiter.
Tusquets. Barcelona, 2007.


Tras cinco años de silencio, vuelve el mejor Landero con esta excelente novela que le confirma como uno de los mejores intérpretes contemporáneos de la tradición cervantina. Una fiesta total.


Manuel Longares.
La ciudad sentida.
Alfaguara. Madrid, 2007.

La ciudad sentida reúne cincuenta y tres relatos sobre las leyendas, los personajes y las peripecias de una ciudad que, pese a presentarse tal cual es, sin modificar el nombre de sus calles ni la ubicación de sus monumentos, no parece la misma cuando el retratista la refleja.



Ernest Hemingway.
Cuentos.

Lumen. Barcelona, 2007.


Con una evocación en forma de prólogo de García Márquez y traducciones revisadas por Damián Alou, Lumen recupera The Forty-nine First Stories (Cuarenta y nueve primeros cuentos) de Ernest Hemingway, una selección de relatos que se publicó en 1938. Los asesinos, Las nieves del Kilimanjaro o Un gato bajo la lluvia son algunas de las cimas de las que han aprendido varias generaciones de escritores. La traducción de Damián Alou pone por primera vez estos cuentos a la altura que no tenían otras versiones, descuidadas y repletas de errores.




Wu Jingzi.
Los mandarines. Historia del Bosque de los Letrados.

Traducción, notas y presentación de Laureano Ramírez Bellerín.
Seix Barral. Barcelona, 2007.


Escrita en China en el siglo XVIII por Wu Jingzi, un letrado inconformista muerto en la miseria, esta ambiciosa narración está considerada como una de las grandes creaciones novelescas de la literatura universal, comparable en su capacidad abarcadora y precisión a Balzac, y en su impecable don de observación irónica a Gógol.



Javier Pascual.
Periplos y derrotas del Chancro de Azamor
.
Caballo de Troya. Barcelona, 2007.

Como quien camina en busca de su destino, Ismael sobrevive a un naufragio, a la voracidad de las fieras y a la crueldad de las tribus. Una novela que establece lazos literarios con Las minas del rey Salomón o con las aventuras de Salgari pero desde una escritura que remite al Conrad de El corazón de las tinieblas.

Ensayo, biografía, memorias

Edwin Williamson.
Borges. Una vida.
Seix Barral. Barcelona, 2007.


Un Borges turbio y contradictorio en esta biografía intensa y original, en palabras de Harold Bloom, que es también una inmejorable introducción a su obra.



James Boswell.
La vida de Samuel Johnson.
Espasa Calpe. Madrid, 2007.

James Boswell recoge en esta biografía no solo los acontecimientos clave de la vida de Johnson, sino su poderío intelectual, la originalidad de sus planteamientos, la fuerza de su conversación, que a nadie dejaba indiferente, la honestidad de sus sentimientos... Boswell se convierte así en el mejor retratista posible de una de las figuras literarias más deslumbrantes del siglo XVIII, un siglo en el que brilló con luz propia gracias al portentoso poder de su mente privilegiada.


Günter Grass.
Pelando la cebolla.
Alfaguara. Madrid, 2007.

Un ejercicio de memoria crítica, de intensa sinceridad y alto valor literario: El recuerdo se asemeja a una cebolla que quisiera ser pelada para dejar al descubierto lo que, letra por letra, puede leerse en ella.


Elias Canetti.
Apuntes (1942-1993).

Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores. Barcelona, 2007.

El cuarto tomo de las Obras completas de Elias Canetti recoge la totalidad de los apuntes que se publicaron en vida del autor, así como aquellos que dejó seleccionados y ordenados para su publicación. La edición más rigurosa y amplia de los Apuntes de Canetti se completa con una extensa introducción de Ignacio Echevarría sobre la génesis y la escritura de la obra, un ensayo de Peter von Matt acerca del aforismo fantástico en Canetti y un índice temático y analítico de José Manuel de Prada Samper.


Claribel Alegría.
Mágica tribu.

Berenice. Córdoba, 2007.

Rulfo y Cortázar, Juan Ramón y Monterroso, Graves y Asturias pasean por estas páginas convocados por la pluma amiga de Claribel Alegría. Diez semblanzas y un homenaje escrito por quien compartió con ellos amistad y pasión literaria.


Ricardo García Cárcel.
El sueño de la nación indomable.
Temas de hoy. Madrid, 2007.


Los mitos de la Guerra de la Independencia es el subtítulo de este libro en el que Ricardo García Cárcel somete a revisión una serie de lugares comunes en torno a aquellos acontecimientos de los que pronto se cumplirá el segundo centenario.



Léon Bloy.
Exégesis de los lugares comunes.
Traducción de Manuel Arranz.
Acantilado. Barcelona, 2007.


Léon Bloy(1846-1917) fue uno de los escritores antimodernos de los que habló Compagnon y uno de los referentes constantes de Borges. Gran parte de su inteligencia, de su ingenio y de su intemperancia la proyectó en esta Exégesis de los lugares comunes (1902), que acaba de publicar Acantilado con traducción de Manuel Arranz.



Fernando Ortiz.
Lírica andaluza contemporánea.

Almuzara. Córdoba, 2007.

En su serie Clásicos andaluces de la literatura, Almuzara publica veinte artículos en los que el poeta Fernando Ortiz ejerce de manera ejemplar la crítica. Alguno de estos textos, como el dedicado a Cernuda, entre los más brillante que se ha escrito sobre el sevillano.





Enid Starkie.
Arthur Rimbaud. Una biografía.
Traducción de José Luis López Muñoz.
Siruela. Madrid, 2007.

Biografía ampliamente ilustrada, considerada una de las mejores obras sobre Rimbaud. Un recorrido completo por la obra y la vida de uno de los mitos fundacionales de la literatura moderna.

Susan Sontag.
Al mismo tiempo. Ensayos y conferencias.
Literatura Mondadori. Barcelona, 2007.

Al mismo tiempo reúne dieciséis ensayos y conferencias escritos en los últimos años de su vida por Susan Sontag. La naturaleza liberadora de la literatura, sobre el activismo político y sobre la resistencia a la injusticia como deber ético. El último texto, que da título al libro, resume la vinculación entre política y literatura, ética y estética, el mundo interior y el exterior.


Poesía



Antonio Gamoneda.
Antología poética.

Edición de Tomás Sánchez Santiago.
Libros Singulares. Alianza. Madrid, 2007.

Reedición en Libros singulares de una antología esencial del último Cervantes.


Philip Larkin.
Las bodas de Pentecostés.
Traducción y prólogo de Damián Alou.
Lumen. Barcelona, 2007.


En 1964, diez años antes de publicar Ventanas altas, Philip Larkin (1922-1985) se convirtió con Las bodas de Pentecostés en una de las voces más personales y renovadoras de la poesía inglesa.


Giovanni Quessep.
Metamorfosis del jardín. Poesía reunida (1968-2006).
Edición de Nicanor Vélez.
Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores. Barcelona, 2007.

Casi desconocido en España, en donde no había editado ningún libro hasta ahora, Giovanni Quessep (1939), ocupa con Álvaro Mutis, Darío Jaramillo o Juan Gustavo Cobo Borda, y probablemente por encima de ellos, un lugar fundamental en la poesía colombiana del siglo XX.



José Manuel Caballero Bonald.
Descrédito del héroe.
Lectura de Joaquín Pérez Azaústre
Bartleby. Madrid, 2007.


Cuando se cumplen treinta años de su primera edición, Bartleby recupera una de las obras fundamentales de Caballero Bonald. Visionaria y potente, su autor la escribió a la vez que Ágata ojo de gato, la novela que acaba de reeditar Seix Barral, que está recuperando toda la obra en prosa del jerezano. Dos visiones de lo que el autor ha llamado su memorial nocturno.




Al Berto.
El miedo.
Pre-Textos. Valencia, 2007.

El miedo reúne los poemas escogidos de Al Berto(1948-1997), uno de los autores fundamentales de la poesía portuguesa contemporánea. La intensidad de una poesía que se hace sentir en todas las páginas de este libro, traducido por Javier García Rodríguez y Cidália Alves dos Santos.



Bolsillo


Ian Gibson.
Ligero de equipaje.
Punto de lectura. Barcelona, 2007.

Reedición en formato de bolsillo de la completa biografía de Antonio Machado que Gibson publicó el año pasado.


Emilio Cecchi.
México
.
Traducción de Mª Ángeles Cabré.
Minúscula. Barcelona, 2007.


México no es alegre. Pero es mejor que alegre: está lleno de una furia profunda, señala Emilio Cecchi en México, un libro que edita Minúscula en la colección Viajes narrados, con traducción de Mª Ángeles Cabré y presentación de Italo Calvino.



Julio Ramón Ribeyro.
Cuentos.
Edición e introducción de Ángel Esteban.
Austral Narrativa. Madrid, 2007.

Hace casi diez años que Espasa Calpe publicaba la primera edición de esta antología de cuentos de Julio Ramón Ribeyro, que reaparece ahora en la rediseñada colección Austral narrativa.



Juan Ramón Jiménez.
Antología de prosa lírica.
Edición de M.ª Ángeles Sanz Manzano.
Cátedra Letras Hispánicas. Madrid, 2007.

Menos editada que su obra en verso, la abundantísima obra en prosa de Juan Ramón Jiménez fue fruto de una dedicación tan intensa y constante como la que dio lugar a su poesía. Editada con el rigor característico de la colección Letras Hispánicas, será una obra de referencia ineludible a partir de ahora.




Marcela de Juan.
Segunda antología de poesía china.
Alianza Editorial. Madrid, 2007.


El libro de bolsillo de Alianza Editorial rescata la Segunda antología de poesía china, de Marcela de Juan, una antología que publicó Revista de Occidente en 1962 y que se ha convertido en obra de referencia por dos razones: por la selección de los textos y por la traducción, hecha -decía Foxá- con finura oriental y claridad de Occidente.


Juan Pedro Aparicio, Luis Mateo Díez y José María Merino.
Palabras en la nieve. [Un filandón]
Prólogo de Sabino Ordás.
Rey Lear. Madrid, 2007.

Tres de nuestros mejores narradores se han reunido en la empresa común de contar historias breves con la precisión característica del género y el valor añadido de su demostrada maestría.


Clásicos para regalo



William Shakespeare.
Teatro Completo.
Epílogo y selección de las traducciones de Ángel-Luis Pujante.
Ilustraciones de Jaume Plensa.
Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores. Barcelona, 2007.


Galaxia Gutenberg /Círculo de Lectores reúne el teatro completo de Shakespeare en un volumen que recoge las mejores traducciones al castellano desde el siglo XVIII hasta la actualidad. Ángel-Luis Pujante, premio Nacional de Traducción y miembro de la International Shakespeare Association, ha seleccionado los trabajos de autores como Leandro Fernández de Moratín, Luis Cernuda, Jacinto Benavente o Vicente Molina Foix para ilustrar la influencia del autor inglés en España. Jaume Plensa, inspirado por la palabra de William Shakespeare, ha realizado una serie completa de 52 obras en las que aúna técnicas como la pintura y la fotografía y atrapa el alma y la esencia de algunos de los textos más altos de la historia de la literatura.




El libro de las mil noches y una noche.
Cátedra. Biblioteca Avrea. Madrid, 2007.

Cuento de cuentos, novela de novelas, un libro de arena sin fin, cuya circularidad deslumbró a Borges, en la traducción directa y literal del árabe de J. C. Mardrus y con versión española de Blasco Ibáñez.




Baltasar Gracián. El arte de la prudencia.
Edición de J. Ignacio Díez Fernández
Temas de hoy. Madrid, 2007.


Reedición de un clásico del pensamiento aforístico. El intelectual discreto y profundo que fue Gracián, uno de nuestros mejores prosistas, en trescientos aforismos que resumen su sabiduría prudente y desengañada.

Santos Domínguez

24 mayo 2007

El sueño de la nación indomable

Ricardo García Cárcel.
El sueño de la nación indomable.
Ediciones Temas de Hoy. Madrid, 2007.

Con el pretexto del segundo centenario del dos de mayo de 1808 (que de aquí a pocos meses dará lugar a festejos y celebraciones varias, siempre a costa de los dineros públicos) se están empezando a publicar obras que revisan los históricos episodios que se sucedieron en las dos primeras décadas del siglo XIX y que son considerados fundamentales en la construcción de nuestra historia contemporánea.

Entre estos libros recientemente publicados destaca El sueño de la nación indomable, de Ricardo García Cárcel, catedrático de Historia Moderna de la Universidad Autónoma de Barcelona, y que acomete el análisis de “los mitos de la Guerra de la Independencia” (al menos ese es su subtítulo).

En realidad el libro es mucho más, pues dedica abundantes páginas a describir la España del último cuarto del siglo XVIII y proyecta biografías y acontecimientos de los protagonistas de la Guerra de la Independencia hasta mediados del siglo XIX recogiendo de forma concisa pero rigurosa la evolución de la historiografía en el tratamiento de estos hechos históricos.

Quizás las dos fechas más señaladas sean 1808 que dará origen al mito de la nación (indomable) española, y 1812 marcada por el nacimiento de la primera Constitución, origen del liberalismo y de una profunda división ideológica de los españoles que llega hasta nuestros días, aunque hoy reducida a la mutua, retórica e irrebatible acusación de que es el otro el que intenta resucitar la división de España. Quizás hemos superado buena parte de las diferencias que separaban a liberales y reaccionarios, a europeístas y castizos, a laicos y a integristas; pero hemos conservado la costumbre de querer excluir a los disidentes.

Todavía hoy los historiadores están lejos del acuerdo en cuestiones centrales como el papel de los afrancesados, las intenciones de Napoleón, el carácter espontáneo de la revuelta popular del dos de mayo…

Las cosas no parecen tan simples como tradicionalmente se consideraba y García Cárcel nos cuenta como los afrancesados eran en muchos casos tan honestos como los patriotas (además hubo numerosos cambios de bando), que José I venía cargado de buenas intenciones (no tanto su egregio hermano), y que el dos de mayo es más que probable que fuese estimulado por los franceses para, con la excusa de la anarquía, tomar el control total de la situación.

En esta línea García Cárcel huye de las simplificaciones y desmenuza capítulo tras capítulo la complejidad ideológica de nuestra historia y la fuerza de los acontecimientos que llevó a algunos afrancesados a colaborar en la redacción de la Constitución de Cádiz, a no pocos liberales a acabar aceptando a Fernando VII como un mal menor comparado con el integrismo carlista, y a antiguos ilustrados progresistas a defender las virtudes estabilizadoras del Antiguo Régimen.

La potencia de algunos de los mitos que analiza el profesor García Cárcel queda ilustrada con el mito del dos de mayo, fecha que reivindicaron los reaccionarios porque creían que con ella comenzó el rechazo castizo a la modernidad; los liberales porque pensaban que quien se rebeló fue la nación ansiosa de libertades; los franquistas que quisieron ver en los franceses un precedente de la sucia pezuña estalinista encubierta tras la España republicana; los republicanos que pensaban que las ambiciones napoleónicas eran precursoras de las peludas orejas de Hitler y Mussolini ocultas tras los golpistas de julio de 1936…

Todavía, y en forma de coda postmoderna, la víspera del dos de mayo de 2007 grupos de jóvenes provocaron altercados en Madrid reclamando su derecho a conmemorar la fiesta patriótica bebiendo, vomitando y gritando (no necesariamente en ese orden) en la calle. Al final hubo carga policial y heridos, pero Goya no estaba y no sabría decirles en qué bando luchaban los mamelucos.
Jesús Tapia

Borges. Una vida


Edwin Williamson.Borges. Una vida.
Traducción de Elvio E. Gandolfo.
Seix Barral. Barcelona, 2007.

Huelga decir que las incontables sutilezas e invenciones de un texto literario no pueden reducirse a las meras circunstancias vitales de un escritor. Una biografía no pretende explicar el misterio de la creación artística. Al mismo tiempo, como una vez observó Borges, “sería ridículo negar las posibilidades de la biografía.” Después de todo, la biografía es una rama de la crítica literaria, y su valor, a mi juicio, reside en la evaluación de las posibles correspondencias entre texto literario y contexto personal, lo cual ayuda a definir la idiosincrasia del estilo y la temática de un autor, y a explicar las distintas etapas de su evolución. De hecho, creo que mi aproximación crítico-biográfica abre nuevas vías interpretativas en la obra de Borges y multiplica las posibilidades de nuevas lecturas.

Titular de la Cátedra de Estudios Hispánicos de la Universidad de Oxford, Edwin Williamson publicó esta biografía de Borges en inglés en 2004. La edición que ahora publica Seix Barral, en su colección Los Tres Mundos, es una versión corregida y aumentada del original inglés de hace tres años.

Borges fue uno de los grandes escritores del siglo XX y el más influyente de los que escribieron en español en la época contemporánea. Influencia que ejerció no sólo sobre la literatura hispanoamericana y española, sino sobre autores de EEUU, Inglaterra, Francia o Italia.
Poesía y ficción fueron sus cauces creativos, y con esos materiales se fue tejiendo no sólo un mito sino la leyenda de un escritor sin vida, de un hombre al margen del mundo, encerrado en su ceguera y en las bibliotecas totales que le ponían al margen del tiempo, en su torre de marfil y palabras.
A destruir esa leyenda contribuyó el libro de memorias de Estela Canto que presentaba a un Borges conflictivo, desgraciado y contradictorio, acosado por sombras que no vienen sólo de la ceguera. O el polémico Esplendor y derrota de Mª Esther Vázquez.
Empresa ardua la de escribir una nueva biografía de Borges, en busca del lugar en donde se juntan vida y obra, el puñal y la espada, el tigre y el espejo en el contexto de la experiencia personal, porque, como dejó escrito en su Profesión de fe literaria, toda literatura es autobiográfica finalmente.

La civilización y la barbarie en conflicto en una época en que familia y nación confunden sus destinos, la espada del honor y el puñal del gaucho decoran las muertes militares de algunos antepasados. Sus padres, Leonor Acevedo y el padre, el intruso, el hijo anarquista de una viuda inglesa, proyectaron en su hijo frustraciones y esperanzas en una infancia con tigres y libros y evocaciones de ancestros familiares heroicos. Un puñal, un tigre y una biblioteca pueblan su infancia y el recuerdo de su infancia. Una obsesión, la de los tigres que le acompañaría toda su vida, como las bibliotecas.

Si tuviera que señalar el hecho capital de mi vida, diría la biblioteca de mi padre.
Borges fue entre 1921 y 1934 un poeta enamorado que tras escribir Fervor de Buenos Aires bajo la influencia de Macedonio Fernández, descubrió la vanguardia y la incertidumbre ideológica, vital y literaria. Es el enamorado inseguro y titubeante ante Norah Lange. El peso de aquella tarde en que Borges la llevó a una fiesta de la que salió para acostarse con Oliverio Girondo lo acompañó siempre. La humillación y la depresión acompañaron a un Borges que incurrió en el escepticismo desilusionado y algo kafkiano de sus textos más característicos.

La relación entre autobiografía y textos es constante no sólo en su poesía sino en sus relatos. El material que los alimenta es menos la literatura que la vida. Lo explica Williamson a propósito de El hacedor, o desvelando las claves autobiográficas de El Aleph, en el que persiste la desolación humillada por el rechazo de Norah Lange.
Borges pasa una temporada en el infierno entre 1934 y 1944, una década de insomnios, pesadillas y tentaciones suicidas de las que le salvaron la literatura y la amistad con Bioy Casares. Fue la época de la muerte del padre y su primer empleo con casi cuarenta años en una biblioteca llena de funcionarios que ignoraban la literatura y despreciaban los libros.

Hay en esta biografía un análisis excelente y pormenorizado de El Congreso y de El jardín de senderos que se bifurcan, dos relatos centrales en Borges, y de las claves de la desilusión en tres cuentos: Las ruinas circulares, La lotería de Babilonia y La biblioteca de Babel, escritos entre 1940 y 1941.

Vendrán después los años de relación con la nueva Beatriz que pudo ser Estela Canto, relación que frustró la madre absorbente e imposible de un Borges al que trataba como un niño. Un Borges inhibido en lo sexual y cohibido en lo personal al que dejó Estela Canto casi a la vez que Perón arrasaba en las urnas.

Surgen como consecuencia de aquellos episodios una serie de textos marcados por la frustración y la desesperación, el sentimiento elegiaco del tiempo y las pérdidas. Y la literatura con la que intenta convertir el ultraje de los años en una música, un rumor y un símbolo.

La literatura como salvación. Sobre todo a partir de aquel mayo de 1961 en que el Premio Internacional de los Editores supone el reconocimiento universal de Borges, que a partir de entonces entra en un torbellino de giras, ediciones y traducciones.

María Kodama, la Ulrika que da título al cuento más confesional de Borges, las ambiguas relaciones con aquella Junta militar de asesinos a los que en su ceguera y sus supersticiones confundió con un grupo de caballeros, son el telón de fondo de unos últimos años no menos infelices que los anteriores.
Es esta una excelente introducción a la obra total de Borges, una explicación de sus claves y un motivo para releer la altísima literatura con la que el argentino contestó a sus desdichas, que a juzgar por sus últimos libros se incrementaron en su decrepitud física.

Y es que posiblemente hay un vínculo secreto que conecta las humillaciones y derrotas de aquel hombre desgraciado y cohibido con su dedicación a la literatura. De aquella infelicidad, de aquella angustia surge el mundo narrativo y poético de quien en un arranque autocompasivo escribió:

He cometido el peor de los pecados que un hombre puede cometer. No he sido feliz.


Santos Domínguez

23 mayo 2007

Canetti. Apuntes



Elias Canetti.
Obras completas IV.
Apuntes (1942-1993)

Traducciones de Juan José del Solar,
Cristina García Ohlrich, Genoveva Dieterich y Beatriz Galán.
Prólogo de Peter von Matt.
Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores. Barcelona, 2007.

Galaxia Gutenberg /Círculo de Lectores empezó a publicar en 2002 las Obras completas de Elias Canetti en una prestigiosa edición dirigida por Juan José del Solar, con el asesoramiento de Ignacio Echevarría y la colaboración de un equipo excelente de traductores.

Hasta ahora habían aparecido tres tomos: Masa y poder, Historia de una vida y La escuela del buen oír. El cuarto recoge la totalidad de los Apuntes que se publicaron en vida del autor, además de los
que Canetti dejó seleccionados y ordenados para su publicación y aparecieron póstumamente.

Están aquí reunidos La provincia del hombre, El suplicio de las moscas y El corazón secreto del reloj, los apuntes rescatados de Hamsptead, que estaban a punto de aparecer cuando murió en agosto de 1994, y las dos colecciones que dejó preparadas, aunque sin título específico, con anotaciones de los años 1973-1984 y 1992-1993.

Durante décadas tuvieron carácter privado y vocación de inéditos. Canetti empezó a escribir estos apuntes en 1942 como una válvula de escape a la presión absorbente de Masa y poder. Desde esa fecha hasta 1959, en que culmina su obra más ambiciosa, los fue compaginando con ella y dándoles el sentido vertebrador que acabaron teniendo en el conjunto de su obra.

Textos para leer a saltos, que constituyen, según todos los especialistas en Canetti, la cima de la obra de un autor que, después de Masa y poder, renegó de los sistemas de pensamiento cerrados y se centró en estos textos de escritura plural y proteica.

Hanuschek, biógrafo de Canetti, señalaba que estos Apuntes son "la única obra, entre todas las suyas, que lo contiene por entero." Y en la nota preliminar de 1973 a La provincia del hombre, escribía Canetti: la verdadera unidad de una vida es secreta y allí donde se oculta sin proponérselo resulta más eficaz.

Espontáneos, fulminantes y asistemáticos, expresan no sólo una manera de escribir, caracterizada por la brevedad y una concentración progresiva, sino una forma de pensar, un pensamiento aforístico en el que toman cuerpo la impaciencia y el desahogo una vez que se libera de la disciplina agotadora de una obra tan gigantesca como Masa y poder y renuncia al sistema cerrado y al enunciado de la totalidad cuando escribe en un apunte de 1975, que la esperanza ya sólo radica en los fragmentario, que ya una totalidad de la vida sólo se halla en lo fragmentario.

En el interior de un libro como La provincia del hombre se observa esa evolución, ese adelgazamiento progresivo de la frase. Desde las décadas de los 40 y 50 en que la escritura es paralela a la solidez de Masa y poder, hasta los apuntes más sutiles y breves de los 60 y 70, Canetti busca la exactitud de los aforismos hechos de silencio derretido a los que se refería en 1992.

Y como en todo pensamiento exigente, este deja siempre una puerta abierta a la duda, al recelo de estar construyendo rimas artificiales en ausencia de plan, de dirección y de objetivo, y con una ascética verbal excesiva y peligrosamente radical.

Influidos por Confucio, por los maestros chinos antiguos y por los presocráticos y otros modelos modernos como Pascal, Lichtenberg o Joubert, estos libros hechos de anotaciones que aspiran a la impersonalidad o a la despersonalización del pensamiento, trazan la autobiografía intelectual y humana de Canetti, los fragmentos de un hombre, mucho más valiosos que él.

Lo explicaba el autor en la nota preliminar a los apuntes que publicó en 1965:

Poco a poco empecé a sentir que una parte muy importante de mi vida pasaba a integrarse en ellos.

Esta magnífica edición del mejor Canetti, la más rigurosa y amplia de los Apuntes, se completa con una extensa introducción de Ignacio Echevarría sobre la génesis y la escritura de la obra, un ensayo de Peter von Matt acerca del aforismo fantástico en Canetti y un índice analítico y temático, cuya importancia queremos destacar para finalizar esta reseña.

Si, como ha señalado el propio Canetti, esta es literatura de saltos y no de pasos, esta edición incorpora un instrumento impagable para la travesía: el trabajadísimo índice de nombres y conceptos que ha elaborado José Manuel de Prada Samper que ofrece al lector una brújula inmejorable para internarse en el territorio continental de estos libros.

Santos Domínguez

22 mayo 2007

Prosa lírica de JRJ


Juan Ramón Jiménez.
Antología de prosa lírica.
Edición de M.ª Ángeles Sanz Manzano.
Cátedra Letras Hispánicas. Madrid, 2007.

Menos editada que su obra en verso, la abundantísima obra en prosa de Juan Ramón Jiménez fue fruto de una dedicación tan intensa y constante como la que dio lugar a su poesía. Lo explicaba el propio poeta:

Mi prosa es tan abundante- escribía en Crítica paralela- como mi verso, o más, y ha sido siempre como paralela a mi verso, a su verso.

Elaborada a la vez que su poesía, la evolución de la prosa de Juan Ramón refleja las mismas etapas que aquella, con la que confluyó en la prosificación de Espacio o en el proyecto último de Leyenda, en el que pretendía culminar su obra en verso poniéndola en prosa. Son muy abundantes, por tanto, las zonas de contacto, los lugares de encuentro entre el verso y la prosa. No hay más que recordar el Diario de un poeta recién casado para subrayar esos vínculos entre ambos modos de expresión.

Esta Antología de prosa lírica que ha preparado Mª Ángeles Sanz y acaba de publicar Cátedra Letras Hispánicas es una muestra, abundante en páginas y representativa en calidad, de una escritura a la que Juan Ramón dedicó más de cincuenta años de intensa actividad creativa.

Propensa a la dispersión de materiales, muchos de ellos inéditos a la muerte del poeta, desorganizados y laberínticos, tuvieron que pasar cuarenta y siete años desde su muerte hasta la publicación en dos tomos de la prosa juanramoniana casi completa en los tomos tercero y cuatro de su Obra poética en 2005.

Casi completa, subrayo, porque en esa edición faltan libros como Miss Conciencia o Guerra en España, de los que aquí se recogen algunos textos.

En el plan general de su obra Juan Ramón pensaba en un tomo, Historia, que debía ser la reunión de su prosa lírica, así como Leyenda debía agrupar su obra en verso. Cuando trazó ese plan, Juan Ramón articuló Historia en una serie de subdivisiones internas que se han respetado en la organización de esta esta estupenda antología: de las Primeras prosas a los Poemas en prosa, es decir, de Bécquer a Rubén, y luego el simbolismo de las Elegías andaluzas.

De ahí a la depuración intelectual de los Libros de Madrid y la autobiografía lírica del ciclo Recuerdos, en transición de la segunda época a su época suficiente y verdadera que fragua en la prosa del exilio, el de Guerra en España y Vida o el de K.Q.K., el creador sin escape.

Alguien tan poco generoso con Juan Ramón Jiménez como Cernuda hacía suya la afirmación del poeta de que con él nacía la prosa española contemporánea. Una prosa que, como el resto de su obra, está orientada por una alta exigencia estética y una búsqueda constante de belleza y perfección. Ética y estética, ejemplo y lección.

Santos Domínguez

21 mayo 2007

La hermana


Sándor Márai.
La hermana.
Traducción de María Szijj y J. M. González.
Salamandra. Barcelona, 2007.


Sandor Márai publicó La hermana, que acaba de editar en España Salamandra, hace algo más de sesenta años. Fue la última novela que escribió antes de salir de Hungría para un exilio definitivo en EEUU.

Con una excusa narrativa que recuerda a la de La montaña mágica, hay en su narrador y protagonista, un concertista de piano seriamente enfermo y afectado de una enfermedad degenerativa que le ocasiona la parálisis de una mano, una proyección autobiográfica e intelectual del autor húngaro.

Márai se desdobla en ese pianista que reflexiona, a través del diálogo con el médico que lo atiende y con un escritor, acerca de los temas que siempre han ocupado la mente de los hombres y su inquietud o su angustia existencial: la enfermedad y el dolor, el arte y la pasión amorosa, la muerte y el sentido de la vida.

Quien acabó siendo víctima de una enfermedad que lo llevó al suicidio en 1989 refleja en esta novela un complejo mundo interior lleno de tensiones, angustias, secretos y esperanzas.Con su prosa elegante y profunda, llena de matices que han sabido conservar los traductores, con la capacidad narrativa que ya le había hecho famoso en 1946 y con la fuerza de su temática, Márai construye una reflexión sobre la experiencia física e intelectual del dolor y sobre la muerte con el telón de fondo de aquella Europa y una civilización que desaparecieron durante la Segunda guerra mundial:

En el destino de una sola persona- se lee en La hermana- la fatalidad puede condensarse con la misma intensidad que en el de pueblos enteros.

Navidad del año 41. Z, un músico famoso años atrás, ha desaparecido de las salas de conciertos como consecuencia de una parálisis progresiva que se le empezó a manifestar en Florencia tres años antes. Afronta su desgracia con entereza y sin rencor, con una calma que viene de la lucidez y de la conciencia de su destino.

Ahora coincide con otros náufragos en un pequeño hotel transilvano, un balneario terapéutico en el que otro de esos náufragos es un escritor que se convierte en el primer narrador.

Tras la muerte del pianista, el narrador recibe un manuscrito del músico. A partir de ese momento, la novela consiste en la transcripción del manuscrito en el que relata su estancia en un hospital de Florencia y reflexiona sobre la enfermedad y el dolor, una violación del orden del mundo.

El papel de narrador en primera persona pasa entonces al pianista, al que Márai usa como sujeto de sus reflexiones sobre la vida, la pasión y el arte, la belleza y la muerte:

Por primera vez para mí, el arte y la vida se fundieron en ese silencio; comprendí entonces, con un pie casi en el otro mundo, que tanto en la música como en la vida existe una especie de contacto final, una última armonía matemática, y es precisamente en ese instante cuando la armonía se resuelve convirtiéndose en vida o en muerte...

No se trata de un asunto privado sino de una reflexión general, válida para otros hombres y lúcida, porque está escrita ya casi desde la otra orilla, que va más allá de lo personal:

Cuando alguien habla desde la otra orilla sobre las cuestiones de la vida y la muerte, sobre las grandes emociones que mueven al hombre, como la fe, el amor y la pasión, los que aún están en esta orilla no pueden responder. Deben callar y escuchar. Con este silencio y esta curiosidad impotente leí el manuscrito de Z. Sus páginas no dan respuesta a las interrelaciones entre vida y muerte, pero ¿existe acaso otra respuesta que la humildad con que aceptamos nuestro destino?



Santos Domínguez

20 mayo 2007

Del poeta nació el amor




Rolando Gabrielli.
Entre paréntesis, amor.
Ediciones Cisne Color Ltda.
Colombia, 2007.


Qué raro ver impreso a un poeta inédito hasta la médula del poema, polvo y hueso de su palabra convertida en letra impresa real. Repetido en la virtualidad de Internet, archivado en el trópico, y a veces, la fiesta de la palabra pasa de rodillas, miserable altar de unos cuervos cojos ciegos, que no hacen sombras. El poema nace detrás de la palabra, donde el verbo es sombra lúcida de su propio silencio. El poema convoca en su nombre a todo y nada.
El abecedario, el diccionario, los escaparates están llenos de palabras y papel. Desde siempre y mucho antes, la “manía” fue poetizar la palabra o el lenguaje fue la palabra real en el poema de lo cotidiano. Aire, oxígeno de aquel hombre y mujer, que el hielo y las cavernas convirtieron en primavera. Hablaron todos los elementos por su boca y palabras. Años a, el cosmos era un huevo gaseoso a punto de estallar.
Entre paréntesis, amor, poemario de Rolando Gabrielli editado el 14 de abril en Colombia, impreso por Ediciones Cisne Color Ltda., ha estallado por fin en 92 poemas y tres cadáveres exquisitos, con lo que el autor resuelve su propio olvido. Poesía de amor, poesía en la poesía y poesía palabra: un solo lenguaje.
No es difícil abandonar el momento cumbre del olvido de sí mismo, ha dicho el autor de Entre paréntesis, amor, arrastrando las húmedas vocales y consonantes.
Una edición muy cuidada, con una portada en rojo, muy sugerente, ilustrada por una mujer de espalda desnuda, silueteada, con una bata roja que cae informalmente hacia su cintura sobre una cama. Al fondo, en un gran primer plano, una ventana cubierta en parte por una cortina. La contraportada es una fotografía muy sensual de unas largas y hermosas piernas, cuya parte superior de la mujer está cubierta por una bata roja. La contraportada está contrastada y enmarcada en negro. El poema Última fortaleza, se refiere a la portada de alguna manera: Tu espalda/sigue siendo/mi obsesión/es tu última/fortaleza. Y las largas piernas, como una geografía chilena, están trazadas en más uno o dos poemas. Las fotografías están suscritas por SC y el diseño del libro a cargo del colombiano Hernán Santos, quien buscó una armonía estética para toda la obra en la textura del papel y en su nítida tipografía.
Entre paréntesis, amor, se expuso en la XX Feria Internacional del libro en Bogotá, Colombia, recientemente concluida. Un par de volúmenes fueron robados del stand de Chile o de algún descuidado armario en esos días, lo que significa que la poesía goza de buena salud. (Es tal vez un homenaje a Roberto Bolaño, quien sobrevivió en su juventud con lecturas robadas de las librerías del DF). También estuvo en La Casa Silva de la Poesía y un librero mexicano compró un flamante recién editado ejemplar. Gonzalo Rojas se llevó otro a Chile. Manuel Silva Acevedo y un animador de la TV chilena, sendos libros. Suficiente para romper el hielo.
Silvia Campazzo, profesora argentina, en un prólogo de 11 líneas traza la atmósfera del libro y define al poeta en la intimidad, respiración de su verbo. Es un guiño para el lector, una señal, porque como dice Gabrielli” la poesía es la búsqueda del Otro. Se busca con la palabra: carne, cuerpo, materia, una atmósfera húmeda. Silvia Campazo sostiene en su brevísima y precisa introducción al poemario, que “en cada verbo un sentido, en cada adjetivo un deseo y en cada punto, el tiempo de retomar el aliento para volver amar y seguir sintiendo”. “Del poeta nació el amor, que creció y se hizo poema” “El poema, enfatiza Campazzo, fecundó la pasión que se esparce en estas páginas como en sábanas revueltas.” ¿El poema fue anterior al amor o la palabra fecunda primero la sombra antes que el cuerpo? Así Rolando Gabrielli ha desenredado el ovillo de palabra y ha echado a rodar el carretel de su esperanza en el camino de sus versos, concluye la profesora Silvia Campazzo, desde el fondo de su(s)propia(s) lectura(s) del poemario de 112 páginas redondas, estética y agradablemente impresas, acota: “Este es el hombre, el poeta y su obra, atravesada por la invencibilidad de la distancia”.
En su última página, a modo de corolario, el autor advierte: ”Un libro no se explica, es como una historia de amor, sucede. Éste fue escrito con todos mis sentidos, para una mujer, que es todas las mujeres, el poema” La poesía/es cosa muda/rota dice y toca/pasa y queda/provoca.
Tres antiguos, tradicionales, permanentes, universales temas contiene el libro: el amor, el poema en el poema y la palabra. El lector es quien escoge las palabras y se queda con la última cuando lee un libro. Debe comer, beber y ayunar en el El Plato del poeta: Repaso la poesía/como la vida/en un plato hondo/vacío de letras//y estómago/eructo/sin tener que decir/Nada por obligación/Repaso/la poesía/sobre un plato vacío. La elocuencia del poema en lo que no se dice, se sabe, el silencio, la soledad y el oficio dentro de un plato vacío. ¿Para qué editar se habrá dicho mil veces Gabrielli?
Un libro con muchas señales y guiños nos ha dicho Silvia Campazzo desde su intuición y lecturas. Más allá de las palabras el autor ha dibujado un largo y estrecho paréntesis y “el lector sabe que tiene más que palabras, un ruido que la hoja en blanco contiene y no ahoga.” Se siente la respiración en el poema, de quien lo escribe y lo lee, y de para quién fue escrito. La respiración de dos es un juego más profundo y sagrado. El poema sólo tiene un recurso, sus palabras. Santa palabra: Arrodíllate, le digo//en cruz, Santa palabra,/inquisidora mía/revélate ahora/ycondénate conmigo/por todas las vigilias/De los siglos/si quieres.
Una poesía que tiene cuerpo, un verbo que copula, penetra, impregna y humedece la punta de la palabra en ese pozo de luz oscura irrefrenablemente. Verbo copulante: Verbo copulante, mi coma/mi punto, mi rosa helada/todo el abecedario/lo bendigo en tu nombre/A mí me yace, a mí me vive/Tierra si no soy tu tierra, /húndome o primavera muscular/frívolo rompiente verano/verbo rojo, doliente/mi paréntesis hablante copulante.
El libro tiene diversos pisos, capas, contaminación, mixtura, obsesión, reciclaje, una mirada hacia lo desconocido, señala su autor. Hay ciudades míticas en la memoria del poeta, Denver, DF (México) Ciudad de Panamá, Santiago de Chile.
A pesar del largo silencio sobre el papel, porque Gabrielli ha escrito varios libros de poesía y prosa, según dan cuenta algunas publicaciones virtuales, un poema recoge la obsesión, la dependencia visceral del poeta sobre su propio oficio y género: Poesía: soy tu sirviente/considérame tu público servidor/humildemente/un cómplice incondicional./Tócame el corazón/con la yema de tus dedos/desnuda la semilla seca/y sé mi fruto. Texto confesional, medalla de múltiples caras en una sola: la poesía. Poema, complementa esta postura, alarde de silencio en el silencio de la palabra. A veces siento/que he alimentado/ un elefante blanco./La página, la página.
Entre paréntesis, amor, respira la mujer de carne y hueso, la femme, la Musa, la Bella, porque el poema/ respira en el poema/como nosotros/un solo cuerpo/del delito consumado. La palabra se consuma en el poema, como la carne sobre la carne. ¿Nos devora/el cuerpo/del poema//la plabra/o este amor/que respira/este aire/sin palabras? Preguntas en un confesionario público, transparente, en la intimidad del diálogo. De esta respiración mutua, paréntesis, intervalo de una realidad jugada en el imaginario del poema nace La Sin par: Tú eres la sin par/mí folletín del atardecer/musa soleada en el rojo espejo/Te recuerdo en una taberna/ y sólo se ve nieve/una catedral que asciende/nube imaginaria¿Qué esperas ángel para volar/soy el agua adivinada en el bautizo de tu mano/Un búho que arroja sus ojos/en el pozo de un hilo sin punta/que crece en la noche del poema.
El hilo seduce en el poema, palabra por palabra, no la madeja. El poema dice/calla/narra/describe como sugiere Descripción de la mujer. Es un ángel bestialmente hermoso/arbitrario, patéticamente tierno,/me asfixia su silencio./Su ombligo habla/y yo le debo mi libertad/lúdica bisagra,empuja forastero/tu profundo oro de la noche, amor/luna plana, brillante, ciega/el tacto oscuro de tus manos/es pétalo, es rosa, lágrimas.
Toda poseía verdadera respira por la herida. Esta no es la excepción. Poesía que pulsa una época, un río que la recorre. El poeta echa fuego a su palabra, aconseja, cuando veas arder la capilla de la poesía. Fuego y más fuego, el poeta ama/con frenesí desenfrenado/desbocado/caballo sobre yegua. La palabra no se rinde.



Cuatro años en París



Victoria Kent.
Cuatro años en París (1940-1944).
Editorial Gadir. Madrid, 2007.



Fue el único libro que escribió Victoria Kent (Málaga, 1898- Nueva York, 1987). Y lo hizo en condiciones extremas, oculta en un París ocupado por los nazis y perseguida por la Gestapo y la policía franquista.

Cuatro años en París (1940-1944), que publica Gadir Editorial en su colección de ensayo y biografía, es el testimonio en forma de diario y de narración novelada de una mujer excepcional que se convirtió en símbolo de la lucha por los derechos de la mujer, los valores democráticos y la libertad.

El origen de este libro, que se publicó por primera vez en España en 1978, tras una edición en Francia y otra en Buenos Aires en 1947, está en las notas en las que la autora fue apuntando sus impresiones de aquellos cuatro años larguísimos en los que no pudo salir de sus refugios en el territorio francés, en la época del colaboracionismo del régimen de Vichy.

Victoria Kent era secretaria de la Embajada de la República Española en París, donde la sorprende el comienzo de la Segunda Guerra Mundial y la ocupación alemana. Y allí tuvo que permanecer oculta hasta el final de la guerra. Victoria Kent había demorado su salida hacia México allí para organizar la evacuación de los niños españoles y para sacar a muchos compatriotas refugiados de los campos de concentración del sur de Francia.

Refugiada en la embajada de México, aquella mujer valiente se puso a escribir estas páginas sin pensar en publicarlas, para tranquilizarse y evadirse, para calmar su espíritu y templar su encierro, para dar testimonio:

Yo quiero no olvidar todo lo que sé. Que otros hagan la historia y cuenten lo que quieran; lo que yo quiero es no olvidar, y como nuestra capacidad de olvido lo digiere todo, lo tritura todo, lo que hoy sé quiero sujetarlo en este papel.

Y empezó a escribir, con el fondo del París abatido y ocupado por los nazis, una historia puesta en la tercera persona de un personaje imaginario, Plácido, que le da al texto en algunas partes un aire de narración novelesca y de divagación filosófica, mientras que en otras, sobre todo en la cuarta parte, tiene forma de diario.

Sobre la ocultación real, otra, la literaria de la autora que esconde su propio yo tras ese Plácido imperturbable. Plácido, el personaje central, es una proyección de Victoria Kent, su alter ego. No era un truco literario, sino una medida de seguridad por miedo a que aquellas notas cayeran en manos de la Gestapo.

Las cuatro paredes, En la calle, Gotas sobre el zinc y Hacia la libertad son las cuatro secciones en las que se organiza la estructura del libro, a través de una secuencia cronológica que abarca los cuatro años en que las circunstancias dramáticas la impulsaban a la reflexión:

En realidad tengo delante de mí dos caminos, mejor dicho, un camino: abrir esa puerta y la otra y sumergirme en la ciudad, o la soledad. A mi ciudad, como a las otras invadidas, muertas también, ¿qué puedo yo ofrecerle? Y ella ¿qué puede darme? Mi esfuerzo en nada puede modificar su vida, su pobre vida gris y saturada de pólvora; las palancas que yo movía están rotas, rotas como todo, sin que mi trabajo individual pueda ayudar a su restauración. Salir de estos lugares y buscar otros donde el aire libre permita el esfuerzo, es inútil; los círculos de hierro se han cerrado alrededor de cada uno de nosotros y todo intento de evasión es la muerte. Nada puedo hacer por ella; nada puede ella hacer por mí. ¿Qué puede darme ella? Sus calles, bulliciosas y floridas antes, están silenciosas y marchitas; su luz, su luz maravillosa azulada y malva, rosa y verde, llega hasta mí más tamizada; pasó ya el tiempo en que su río indolente mecía ilusiones; pasó ya el tiempo en que paseantes se podían acodar en sus puentes y contemplar las golondrinas huyendo de las primeras sombras, y los murciélagos corriendo a la caza de su presa. Sus puentes están desiertos, tiene libres sus márgenes y ya no arrastra cadáveres; va lleno hasta los bordes de almas.

Igual que en su vida, la libertad es la preocupación esencial de Victoria Kent a lo largo de estos Cuatro años en París, un libro de enorme valor documental sobre el exilio:

Esto no ha sido una emigración; esto ha sido una hemorragia. España herida se desangraba y no se le prestó la asistencia necesaria para atajar la vida que se escapaba a raudales. No, esto no ha sido una emigración; esto ha sido sangre pura de un cuerpo joven que ha ido regando tierras próximas y tierras lejanas.

Santos Domínguez

Pétalo carmesí, flor blanca


Michel Faber.
Pétalo carmesí, flor blanca.
Traducción de Jaime Zulaika.
Compactos Anagrama. Barcelona, 2007.


Ambientada en el Londres del s. XIX, Pétalo carmesí, flor blanca, la amplia e intensa novela que acaba de publicar Anagrama en Compactos, su colección de bolsillo, es en gran medida un homenaje a Dickens y a la novela victoriana, aunque la ausencia de propósito didáctico o moralizante permite que su autor, Michel Faber (Holanda, 1960), ahonde en la complejidad psicológica y ética de los personajes, cuya carga simbólica no tiene la importancia que tuvo en las novelas del autor de Oliver Twist.

Los de Pétalo carmesí son personajes fríos en quienes la astucia pesa más que el sentimiento y la inteligencia más que la sensibilidad. Personajes complicados y contradictorios, con muchas aristas morales y en los que la relación con el sexo, el asunto central del libro, es tan compleja como su comportamiento.

Nada de simplificaciones, pues, en el tratamiento de unos personajes en principio intachables que practican transgresiones, y al contrario: personajes abyectos que en un determinado momento tienen comportamientos imprevisiblemente generosos.

Estructurada según el esquema del folletín clásico, el autor asume ese modelo para forzarlo según la óptica de la posmodernidad, en torno a la protagonista Sugar, la prostituta que cuando comienza la novela tiene 19 años y ejerce la prostitución desde los trece. Asombrosamente culta y refinada, ama su oficio y ejerce una fuerte atracción sobre un escritor rico y mediocre.

La posesión, la relación de dominio de un sexo sobre otro, se convierten en el centro de una novela que mantiene con facilidad la atención del lector con una ambientación bien documentada que representa la totalidad de la vida, desde lo sórdido a lo sublime, desde el idealismo al materialismo, los instintos y la inteligencia.

Pétalo carmesí, flor blanca es una reunión de tendencias y técnicas novelísticas con una estructura tradicional y un narrador omnisciente que controla la acción desde la primera a la última página.

El traductor, Jaime Zulaika, vuelve a acreditar su eficiencia al trasvasar la obra al castellano.

Mayra Vela Muzot