30/1/19

Ficciones


Jorge Luis Borges.
Ficciones.
Lumen. Barcelona, 2019.

Cuando se cumplen setenta y cinco años de la primera edición de Ficciones, Lumen publica una cuidada edición de ese libro imprescindible en los que Borges reunió los siete relatos de El jardín de senderos que se bifurcan (1941) y los nueve de Artificios (1944).

La memoria eidética de Funes en un memorable relato que Borges definió como “una larga metáfora del insomnio”; Pierre Menard, autor de un Quijote fragmentario, “más sutil e infinitamente más rico que el de Cervantes”, en un relato que es un ejercicio de crítica que funda la metaficción desde una nueva poética de la lectura; la trama policial que es una metáfora de la trama  del tiempo en El jardín de senderos que se bifurcan; la evocación de la utopía triple en Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, un relato vertiginoso y complejo; el azar que rige el universo en La lotería en Babilonia; el libro como metáfora del mundo en las galerías hexagonales de la biblioteca infinita de Babel; el tiempo relativo de El milagro secreto; el diseño de un plan en el que el asesino atrapa al detective en La muerte y la brújula; la convivencia en una misma persona del héroe y el traidor en La forma de la espada, Tres versiones de Judas, Tema del traidor y del héroe o La muerte y la brújula...

Junto con El Sur -"acaso mi mejor cuento", decía Borges en el prólogo-, que cerraba el libro con su final abierto, son algunos de los dieciséis relatos en los que la memoria  y la identidad, el tiempo y el espacio, el sueño y la razón, la vida y la escritura, el caos y la pesadilla, el espejismo y la realidad no son sino variantes del enigma indescifrable del mundo y la existencia. 

Un enigma en el que se suman lo trivial y lo trágico, la mística y la erudición, la invención fantástica y la trama policial, la venganza y el insomnio o los libros imaginarios convocados por Borges en una prosa que reúne la exactitud y la elocuencia, la sugerencia y el rigor. 

En muchos de estos cuentos, híbridos de ficción y ensayo, el eje es la búsqueda del centro y el laberinto es la metáfora polivalente del mundo o del infinito. 

Cuentos en los que confluyen el pasado y el futuro, la lectura y la escritura, los vivos y los muertos, la realidad y la ficción, los espejos y el sueño, la vida y la literatura, los laberintos y las bibliotecas, el puñal y la filosofía, el tiempo circular y la creación como un jardín de senderos que se bifurcan. 

El mundo, en suma, cifrado en un volumen que contiene en su inventario de asombros y perplejidades el universo en una de las representaciones más estilizadas y perennes de la literatura del siglo XX.

Santos Domínguez


28/1/19

El libro de las perversiones


Luis Antonio de Villena.
El libro de las perversiones.
Drácena. Madrid, 2018.

Un cuarto de siglo después de su primera edición, Drácena rescata El libro de las perversiones, de Luis Antonio de Villena, en el que realiza un recorrido por las diversas parafilias sexuales porque "psicólogos, psiquiatras y sexólogos -médicos o no- no suelen hablar ya de perversiones sexuales. Hablan de parafilias, término que no conlleva connotaciones morales negativas. Parafilia quiere decir la atracción por lo singular, por lo que queda fuera de la norma, por lo excepcional. Pero (frente a perversión o desviación sexual) es una mera descripción, no un juicio previo."

Con esa mirada alejada de la sordidez o del exceso, Luis Antonio de Villena hace una historia artística de la perversión con un enfoque culturalista de las parafilias. Desde Onán y el vicio solitario al erotismo surrealista de Bataille, Aragon o Dalí, pasando por el Marqués de Sade y Sacher-Masoch, por Proust y Nabokov, por Caravaggio y Balthus, por Pasolini y Casanova, por la mitología clásica y Anacreonte, una propuesta de enfoque artístico y literario que resume el amplio índice onomástico que cierra el volumen.

Como las páginas de este ensayo, todas esas presencias artísticas confirman que "la perversión es, básicamente, una manera de la imaginación, conectada con el sexo [...], orgía imaginativa del cuerpo. O mejor, voluntad del triunfo de lo mental en lo directamente físico. Perversión, avance y culminación. Triunfo de la fantasía creadora", como explica Luis Antonio de Villena en uno de los párrafos con que se inicia El libro de las perversiones.

Refinamiento y libertinaje, erotismo y transgresión, sadismo y masoquismo, libertad y maldad son algunos de los conceptos sobre los que se reflexiona en estas páginas que abordan las sinécdoques eróticas del fetichismo, la mirada secreta del voyeur o la mostración pública de los genitales del exhibicionista.

Descatalogado desde hacía algún tiempo, reaparece en la colección Ensayos y memorias de Drácena con una versión revisada de su texto, "repasado, corregido y algo aumentado, aunque siga manteniendo el título, creo que sugeridor y claro, de El libro de las perversiones", como explica Luis Antonio de Villena en el epílogo que ha escrito para esta reedición.

Santos Domínguez

25/1/19

Juan José Vélez. Pasmo


Juan José Vélez.
Pasmo.
Prólogo de Luis Alberto de Cuenca.
Valparaíso. Granada, 2019.

NOCHE DE GUARDIA 

Me he sentado al balcón. La noche es fría 
como un glaciar de sombra. En la ventana 
un buitre picotea la cercana 
carroña existencial que aguarda el día. 

La casa de mis padres, hoy la mía, 
está en silencio y en vejez. Mañana 
quién sabe qué hallarán tras la persiana, 
qué pasmo, qué terror, qué luz baldía. 

¿Un día diferente a la condena 
cautelosa y constante? ¿Otra batalla 
reiterada y perdida? ¿Qué gangrena? 

Afuera no hay color y el mundo calla; 
en la noche sin fin tan solo suena 
el silencio de Dios como metralla. 

Es el primero de los cuarenta y cinco sonetos que Juan José Vélez reúne en Pasmo. La primera de las cuarenta y cinco estaciones de un desolado mapa de dolores y pérdidas, de lamento por el tiempo perdido del “muchacho que fui y que ya no soy” y de temor ante “el futuro herrumbroso de los viejos.”

Escritos con una envidiable destreza técnica en la que resuenan el acento desengañado de Borges y el eco de los quejosos pastores de Garcilaso, convive en estos sonetos el desgarro existencial del encabalgamiento de Blas de Otero con la meditación metafísica que recuerda al Quevedo que miraba las ruinas de su anciana habitación hecha despojos y con el lamento amoroso del Hernández umbrío por la pena.

Con todos esos ecos se levanta la voz personal de Juan José Vélez, que no se confunde con ninguna de esas referencias que están en los cimientos de un libro organizado en tres partes que hablan del presente desolado, de la nostalgia del pasado y de los recuerdos infantiles y juveniles.

Salvo algún soneto en alejandrinos que recupera la respiración de Borges y las innovaciones métricas del modernismo, la estructura es la clásica de la estrofa, con cuartetos y no con los serventesios que trajo la imitación de lo francés, con variaciones, eso sí, en la distribución de las rimas en los tercetos. 

Pero si formalmente estos sonetos pueden parecer un anacronismo, desde el punto de vista estilístico no hay duda de la modernidad de su tono, su mirada y su lenguaje, de la función curativa de unos versos atravesados por la desazón existencial, la conciencia de las pérdidas, el abandono o el desaliento, del desengaño ante las ilusiones perdidas.

Habla en ellos una voz verdadera que se desnuda en estas cuarenta y cinco estaciones de penitencia en las que a veces la ironía intenta poner algo de distancia con el dolor y el desengaño, como en este Solitude:

Me gustas como el aire, como el vino, 
lo mismo que me gustan los pasteles 
y el güisqui, la fabada y los dinteles 
oscuros de tus ojos de felino. 

Ya sé que me olvidaste y adivino 
que por otro te suenan cascabeles 
desde el fondo del pelo a los pinreles. 
Y mientras yo tan solo y tan mohíno. 

Que me dejaste abierto y sin compaña, 
tirado en el sofá, con agujetas 
de olerte el corazón como alimaña. 

Tanta vida al capricho de tus dietas 
y esta noche tan sólo me acompaña 
una menta poleo. Y dos galletas. 

Lo publica Valparaíso con un prólogo en el que Luis Alberto de Cuenca afirma: “Es un libro duro de roer este Pasmo de Juanjo Vélez. Es berroqueño, compacto, granítico. Se deja uno los dientes tratando de masticarlo.”

Santos Domínguez




23/1/19

NO-DO. El tiempo y la memoria


Vicente Sánchez-Biosca y Rafael R. Tranche.
NO-DO. El tiempo y la memoria.
Cátedra/Filmoteca Española. Serie mayor. Madrid, 2018.

El 4 de enero de 1943 se proyectaba por primera vez en los cines españoles el NO-DO (Noticiarios y Documentales Cinematográficos), que perviviría con periodicidad semanal hasta mayo de 1981.

Cuando se cumplen 75 años de aquella primera edición del Noticiario Español, Cátedra reedita NO-DO. El tiempo y la memoria, el libro Vicente Sánchez-Biosca y Rafael R. Tranche que alcanza ahora su novena edición.

Organizado en dos partes, en la primera -NO-DO: Memorial del franquismo-  Rafael R. Tranche analiza la historia del NO-DO, organismo oficial, y productora documental, y su función institucional como archivo histórico, su papel como noticiario, su organización y su proceso de producción y distribución o la importancia que tuvo como modelo propagandístico institucional adscrito a la Vicesecretaría de Educación Popular dependiente de la Falange.

En la segunda parte -NO-DO: el tiempo, la memoria, la historia, el mito- Vicente Sánchez Biosca aborda el Noticiario Español como instrumento de propaganda y su función documental como voz e imagen de la historia en torno a tres fechas emblemáticas: el 1 de abril, Día de la Victoria, el 18 de julio y el 20 de noviembre, en un análisis certero que se completa con otros dos ejes de referencia: la Segunda Guerra Mundial y los 25 años de paz.

En amplios capítulos se estudia la importancia que tuvieron en aquellos documentales los lugares de la memoria del franquismo -el Alcázar de Toledo y su épica de la ruina o el Valle de los Caídos como escenografía franquista, El Escorial y la herencia gloriosa que representaba para el régimen como referencia imperial y como modelo arquitectónico- y dos tiempos litúrgicos de referencia: la Navidad con su melodramática retórica infantil y la Semana Santa como representación de la fe.

Además de los abundantes fotogramas que ilustran el texto, cerca de quinientos, el volumen se acompaña de un DVD con una amplia muestra de noticiarios: desde el número 1, del 4 de enero de 1943, que se ofrece completo, hasta la edición especial que se realizó con motivo de la muerte, el funeral y el entierro de Franco.

Con un menú que permite la consulta por años o por temas, el DVD ofrece una selección de los asuntos más significativos de las más de cuatro mil ediciones del NO-DO: vida cotidiana; desfiles, ritos y ceremonias; instituciones; lugares de la memoria; sueños del desarrollo o la imagen de la España eterna.

Porque, afirma Rafael R. Tranche en su Proemio, "la revisión que precisa NO-DO: rastrear en él nuestro pasado inmediato, en la medida en que fue tejido y, al tiempo, cercenado en la larga noche del franquismo."

Es el complemento, indispensable por ilustrativo, de un magnífico volumen escrito, como señalan los autores, con la convicción de que "recordar con capacidad crítica y analítica, oponiendo la Historia contra el olvido, es lo único que queda por hacer en un tiempo sin utopías."

Santos Domínguez

21/1/19

Dostoievski. Los años milagrosos


Joseph Frank.
Dostoievski. 
Los años milagrosos (1865-1871).
Traducción de Mónica Utrilla.
Fondo de Cultura Económica. México, 2010. 

“El objetivo de la biografía literaria, tal como yo la concibo, es ofrecer a los lectores un contexto, tomado de la vida personal del escritor, así como el trasfondo social, cultural, literario y filosófico de su época, que les ayudará a alcanzar una mejor comprensión de la obra”, escribe Joseph Frank en Dostoievski. Los años milagrosos (1865-1871), el cuarto volumen de su monumental biografía del novelista ruso que publica el Fondo de Cultura Económica con traducción de Mónica Utrilla.

En esos años europeos, milagrosos en el aspecto literario y llenos de penurias y dificultades en el aspecto material, el expatriado Dostoievski  escribió tres novelas extensas -Crimen y Castigo, El idiota y Los demonios- y dos novelas breves -El jugador y El eterno marido- que, como explica Frank, “no sólo se cuentan entre sus mejores obras, sino que también están entre los más grandes de la literatura rusa y la literatura universal.” 

Fueron años en los que Dostoievski perfiló definitivamente su mundo literario en torno a la esperanza, la libertad de espíritu y la furia antinihilista que culminó en Los demonios. Seis años extraordinarios que “se encuentran entre los más notables de la carrera de Dostoievski y constituyen uno de los puntos culminantes en los anales de la literatura del siglo XIX.

Tras la muerte de su mujer y de su hermano mayor en 1864, inicia ese ciclo Crimen y castigo, una confesión y una profunda reflexión sobre la culpa y el remordimiento, una obra de elaborada complejidad en la que se cruzan varias tramas en torno al protagonista Raskólnikov. Fue la novela que más se leyó en San Petersburgo en 1866 y había trabajado en ella febrilmente, acosado por los acreedores y la epilepsia. 

Como en el resto de las obras que analiza en el volumen, Joseph Frank hace un seguimiento minucioso de su génesis, su intrahistoria compositiva, de su proceso de elaboración y desarrollo con el material aportado por la correspondencia de Dostoievski y los cuadernos de notas en los que apuntaba ideas y esbozaba personajes y líneas argumentales que iría desarrollando y rectificando después. 

Además de Crimen y castigo y de las dos novelas breves, El jugador -donde conviven los elementos autobiográficos con la reflexión sobre el carácter nacional ruso- y El eterno marido, su mejor novela corta -una incursión en el tema del marido engañado-, los ejes en los que Frank proyecta su atención en este cuarto tomo son El idiota y Los demonios.

El idiota es “la más personal de todas sus obras mayores, el libro en el que puso sus convicciones más íntimas, queridas y sagradas.” En ella el novelista ruso hace una revisión del quijotismo a través de la figura del príncipe Mishkin, un alma generosa en la que Dostoievski reflejó parte de su personalidad y su patología epiléptica. El conflicto con el mundo, la intervención contra el mal, el descubrimiento del dolor y un trío problemático del que forman parte el apasionado Rogozhin y la figura trágica y humillada de Nastasia Filippovna.

Una trama compleja y circular, pródiga en historias laterales y en personajes secundarios abordados con la complejidad magistral de Dostoievski, que explicó alguna vez que el origen de la novela es la escena final, el epílogo en el que se hermanan en el dolor el príncipe de la inocencia, la bondad absoluta en el límite de lo inverosímil o de lo inhumano, y el amigo depravado en quien Dostoievski resume la condición atormentada de sus protagonistas más característicos.

En Los demonios Dostoievski planteó un ataque demoledor contra el nihilismo revolucionario ruso de la década de los 60, a través de personajes como Verjovenski, inspirado en Necháyev, autor de un Catecismo del revolucionario que influyó decisivamente en Lenin.

Es casi una profecía de lo que ocurriría en la revolución bolchevique y el Estado totalitario en el siglo XX, una crítica profética del socialismo y el anarquismo y de las construcciones de la utopía que tiene como telón de fondo la fuerte presencia en la sociedad rusa de aquellos demagogos de la nueva fe integrados en los círculos revolucionarios de los que formó parte el propio Dostoievski.

En ese sentido, es un ajuste de cuentas con su propio pasado, con una militancia que le llevó a la condena a muerte y a un largo cautiverio de trabajos forzados en Siberia. Tenía 50 años cuando la publicó con un gran éxito de ventas y una acogida polémica, pues le valió el rechazo de la izquierda y el reconocimiento entre los sectores reaccionarios, que empezaron a invitarle a publicar en sus medios y a participar en sus fiestas.

El volumen se cierra en 1871 con el regreso de Dostoievski a Rusia para vivir allí los nueve años que le quedaban de vida y alcanzar la cima de su fama y de su prestigio con las columnas del Diario de un escritor y escribir Los hermanos Karamazov, con la que culminaría su carrera artística.

Santos Domínguez

18/1/19

Carta florentina


Guillermo Carnero.
Carta florentina. 
Fundación José Manuel Lara. 
Sevilla, 2018.


Anciano venturoso el que consume 
el resto de su vida entre dos ríos: 
el que arrastra los días 
presentes, su aureola 
de frágil realidad al pudridero 
donde espera tendida su mortaja 
de insignificación, y el que discurre 
retrocediendo hacia el vergel sin muros 
de los días lejanos bendecidos 
por la luz que encendía fastuosa
la curvatura del reloj de arena, 
tiempo de candidez paladeado 
sin temor ni amargura ni amenaza, 
sólo el color, la forma y la armonía 
con que se dibujaba el paraíso.

Así comienza Carta florentina, el libro que Guillermo Carnero publica en la colección Vandalia de poesía de la Fundación José Manuel Lara.

Carta florentina es un largo poema oracular en tres movimientos en los que conviven la emoción y reflexión, la meditación existencial y la conciencia de la identidad sobre un fondo delimitado entre dos ríos y articulado en torno a núcleos significativos como el tiempo y el espacio, el amor y la muerte, la luz y el agua, la música y la pintura, el jardín y el sueño. 

Florencia y Roma, Lisboa y Taormina son los escenarios de una escritura que evoca la memoria que funde vida y cultura desde la perspectiva del poeta en el umbral de la vejez. Con un potente despliegue metafórico y una ambiciosa construcción verbal, cada vez menos frecuente en la poesía actual, Carta florentina es, con su meditada arquitectura textual homogénea, un ejemplo de unidad estética cuya génesis explica así Guillermo Carnero en la nota preliminar: Más de una vez he tenido en Florencia la sensación de estar siendo observado por el oráculo, que no me concedió su epifanía hasta 2014. Ese año el ámbito florentino se me reveló con un alcance emocional retrospectivo que exigía ser formulado y verbalizado. /.../ Ese día supe que el oráculo empezaba a dirigirme la palabra, y hubo ya y desde entonces un hormigueo y un zumbido de imágenes, reconocimientos, hallazgos, desazones, falsas presencias; versos que no dejaron de perseguirme y acosarme de día y de noche hasta constituirse finalmente en un poema continuo entre enero y marzo de 2018, dejándome una gran fatiga y un gran alivio.

Santos Domínguez

16/1/19

Dostoievski. La secuela de la liberación


Joseph Frank.
Dostoievski.
La secuela de la liberación.
Traducción de Juan José Utrilla.
Fondo de Cultura Económica. México, 2010.

En el tercer volumen de su monumental biografía de Dostoievski -La secuela de la liberación (1800-1865)Joseph Frank abordó unos años que en principio iban a ser tratados en el volumen anterior junto con los años de prisión en Siberia, “pero -explica en su prefacio- una vez que empecé a investigar más de cerca estos cinco años a la luz del nuevo material de los archivos (...) comprendí que exigían un tratamiento más extenso.” 

En esos cinco años salieron a la luz las secuelas de una experiencia tan decisiva en la vida, el pensamiento y la obra de Dostoievski como la de la prisión en Siberia durante cuatro años. Hasta finales de 1859, más de diez años después de su detención, tras cuatro años de trabajos forzados y seis de servicio obligatorio en el ejército, no pudo volver a San Petersburgo para hacer un enorme esfuerzo de reincorporación a la vida literaria, después de una transformación ideológica cuyas consecuencias literarias no tardarían en manifestarse.

Con una conciencia artística cada vez mayor, Dostoievski estaba decidido a recuperar su prestigio como escritor para poder vivir de la literatura y a elaborar una obra que gira a partir de ahora en torno a la denuncia de los peligros morales de las ideas radicales y a la reivindicación de la espiritualidad frente al nihilismo revolucionario. Humillados y ofendidos, Memorias de la casa de los muertos, Apuntes de invierno sobre impresiones de verano y Memorias del subsuelo son las cuatro obras fundamentales de este periodo 

Y la cuatro son objeto de espléndidos análisis ideológicos y literarios de Joseph Frank. Especialmente las Memorias del subsuelo, la réplica de Dostoievski a la antropología nihilista de Chernishevski, donde resumió en la figura de su protagonista la precariedad existencial del hombre moderno en un submundo de dolor y sufrimiento. Esa obra es -indica Frank- “el preludio al gran periodo en que el talento de Dostoievski  llegó por fin a su madurez; y nadie puede dudar de que con ella alcanzó un nuevo nivel artístico.”

Como en los otros cuatro volúmenes de la obra, lo que hace Joseph Frank en La secuela de la liberación va mucho más allá de los límites de una biografía para ahondar en un análisis crítico riguroso y pormenorizado de las obras de Dostoievski y de las circunstancias personales y el contexto sociopolítico y cultural en que surgieron. 

Frank no se limita a reconstruir minuciosamente la biografía del novelista, sino que integra la historia cultural, la teoría literaria y la crítica sociológica para hacer una profunda lectura de cada uno de sus libros: “Mi propósito -escribirá en el prefacio del cuarto tomo-, igual que en los volúmenes anteriores, es mantener los libros continuamente en primer plano en lugar de tratarlos como meros accesorios a la vida en sí.”

De esa manera se abordan la vida y la narrativa de Dostoievski en el contexto social, estético e ideológico de la cultura rusa del siglo XIX con un constante equilibrio entre el enfoque biográfico, la situación histórica y el análisis literario para dilucidar las circunstancias personales, sociales y políticas en las que el novelista escribe una obra compleja, amplia y exigente, precursora del existencialismo del siglo XX y de la conciencia angustiada del hombre contemporáneo. 

Santos Domínguez

14/1/19

Virtus. El Quijote de 1615


Antonio García Berrio.
Virtus. 
El Quijote de 1615.
Cátedra. Madrid, 2018.

Es, pues, todo un rimero de vida literaria malcontenta por la insuficiencia de reconocimientos en la notoriedad de su fama literaria y en las pírricas compensaciones materiales, lo que transparece de Miguel de Cervantes a lo largo del segundo Quijote, en paralelo a la pintura en declive del melancólico decrecimiento de las ilusiones de su Caballero.

Ese párrafo pertenece al capítulo inicial -Un prólogo epilogal: vindicación contra Avellaneda- de Virtus. El Quijote de 1615, un ensayo monumental de Antonio García Berrio, catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, sobre la segunda parte del Quijote que acaba de publicar Cátedra en su colección de Crítica y Ensayos literarios.

Subtitulado Estética del enunciado y Poética de la enunciación, Virtus es una profunda reflexión crítica y una brillante incursión en el maravilloso laberinto inagotable y en las inagotables riquezas del texto-objeto, el ubérrimo Don Quijote, (...) una suprema obra del Arte.

Hatzfeld, Blanchot, Foucault o Lacan son algunos de los referentes teóricos de este denso y apasionado análisis del Quijote como realidad estética y de la actividad creadora de Cervantes. Un análisis profundo y riguroso, levantado desde la solidez crítica de un lector excepcional como Antonio García Berrio, que mantiene en las páginas de este voluminoso estudio un diálogo con las lecturas del Quijote que han ido configurando una amplísima y polémica tradición crítica 

Organizado en tres partes que recorren capítulo por capítulo los distintos episodios de la novela, desde la intimidad doméstica de Don Quijote y sus primeras aventuras a las desabridas aventuras finales en Cataluña con la Pasión y muerte del Caballero, el volumen dedica su parte central al núcleo del Quijote de 1615, los episodios con los duques, en los que se analiza la apoteosis barroca de la fiesta.

Reivindicación de lo universal y eterno resultantes de la divertida historia esencial de Don Quijote; excitante y auroral en su Parte temprana de 1605 y melancólico y otoñal en esta otra Segunda de 1615. Total, el agridulce itinerario completo de la existencia, Virtus constituirá a partir de ahora una referencia ineludible en la bibliografía sobre Cervantes y el Quijote.

Santos Domínguez

11/1/19

Jaime Gil de Biedma. Antología poética



Jaime Gil de Biedma.
Antología poética.
Prólogo de Javier Alfaya.
Selección de Shirley Mangini González.
Alianza Editorial. Madrid, 2018.

Un prólogo de Javier Alfaya (Jaime Gil de Biedma: el amor, la historia, la muerte) abre la selección de Shirley Mangini González de la poesía de un nombre fundamental en la segunda mitad del siglo XX.

Gil de Biedma encontró su propia voz en el diálogo con la poesía inglesa, concibió la poesía como simulacro de la experiencia, a través de una persona lírica que expresa no la realidad de la anécdota, sino la perspectiva que la afronta, la recuerda o la reconstruye como espejismo. Es la perspectiva distanciada de una mirada externa que se proyecta sobre sí mismo, transformado en personaje, en persona del verbo.

La ironía, la importancia del tono adecuado y la música como elemento esencial en la construcción del poema son algunas de las claves que recorren la poesía de Gil de Biedma, que hizo la crónica de un despertar en su primer libro, Compañeros de viaje, que tiene como eje el paso desde el final de la adolescencia a la edad adulta y la conciencia de grupo, entre la apertura al exterior y la tendencia al aislamiento.

Con la sombra de Baudelaire y el espacio urbano de Barcelona al fondo, Moralidades es ya un libro de madurez en el que se cruzan las ideas con los sentimientos y la conducta en un erotismo que oscila entre lo pandémico y lo celeste.

Poemas póstumos, su última entrega poética, es un libro escrito desde la conciencia trágica del tiempo. En los poemas de ese libro Gil de Biedma ha acrecentado la distancia de sí mismo como personaje, proyectado en la vejez y la muerte. Es lo que ocurre en sus textos más significativos, Contra Jaime Gil de Biedma y Después de la muerte de Jaime Gil de Biedma.

La búsqueda del tono, de una voz propia, le plantea un reto a Gil de Biedma. Su preocupación poética es conseguir una modulación expresiva en la que se reconcilien el lenguaje hablado y el lenguaje poético y para ello tuvo muy presentes los modelos de la poesía moderna francesa, de Gérard de Nerval a Baudelaire, y de la lírica inglesa de Wordsworth, Browning, Yeats, Eliot o Auden.

Browning o Tennysson, y después Pessoa, Eliot o Borges crearon personajes para atribuirles otra vida, para explorar otras dimensiones de lo humano. Gil de Biedma tuvo bastante con ese complejo personaje que se llamaba Jaime Gil de Biedma, con el que practica un juego de espejos, de ironía y de máscaras. Eso explica – para empezar- el título que el autor elige para reunir su obra poética en Las personas del verbo. Esas personas que viven en el poema y a las que se refería al sesgo en su conocida declaración: "Yo creía que quería ser poeta, pero en el fondo quería ser poema.”

Santos Domínguez

9/1/19

La escritura y el poder. Vida y ambiciones de Eugenio d’Ors


Andreu Navarra. 
La escritura y el poder. 
Vida y ambiciones de Eugenio d’Ors.
Tusquets Tiempo de memoria. Barcelona, 2018.

“Cualquier biografía de Eugenio d'Ors es, a la fuerza, una oceanografía”, afirma Andreu Navarra en el prólogo -D’Ors hoy y ayer- con el que abre su espléndido ensayo La escritura y el poder. Vida y ambiciones de Eugenio d’Ors, que publica Tusquets en su colección Tiempo de memoria.

Una oceanografía debida a la extensión, la hondura  y la dispersión de la obra de D’Ors tanto como a la complejidad del personaje, cuyos cambios ideológicos y lingüísticos -pasó del uso del catalán al castellano y del catalanismo al falangismo- desconciertan a quien se acerca a su trayectoria personal, intelectual y literaria. 

Grandeza y servidumbre de la inteligencia fue el título de una conferencia que D’Ors pronunció en la Residencia de Estudiantes en 1918. Y quizá en ese enunciado pudiera resumirse su papel en el panorama cultural de unas décadas decisivas en la España de la primera mitad del siglo XX.

Ensayista de enorme magnitud, D’Ors se movió siempre entre la defensa de la armonía clásica y la práctica de la estilística barroca del neoconceptismo, aquellas “formas de barroco asfixiante” que le recriminó Josep Pla. 

Fundador de un género nuevo y casi unipersonal omo la glosa, Eugenio D’Ors fue “capaz de construir -como explica Navarra- un corpus disperso pero autosuficiente. Creó géneros literarios, hibridó de forma muy moderna los géneros, como era habitual en su época, y como crítico de arte no tiene igual en su tiempo.” 

Por eso el objetivo fundamental de Andreu Navarra en La escritura y el poder es proponer un relato integral que contemple el carácter poliédrico de la vida y la obra de D’Ors y “presentar una síntesis tan completa como manejable de uno de los escritores catalanes y españoles más importantes del siglo XX.”

El intelectual y el hombre, el Xènius catalán y el Eugenio D’Ors castellano, intruso en Madrid y desertor en Cataluña, el político y el escritor son dilucidados a través de obras como el Glosari, La bien plantada, Tres horas en el Museo del Prado o El secreto de la filosofía, pero también con materiales procedentes de la hemeroteca y de su epistolario, un conjunto muy disperso que Navarra incorpora con una interpretación unitaria sobre la complejidad del personaje y su obra, desde los años de estudiante a los de su plenitud creativa, su vinculación con el fascismo y su actividad como crítico de arte, la angelología o las “mitologías ambiguas” tras las que ocultó frecuentemente su intimidad. 

“Que el lector condene o eleve a Xènius es cosa suya, del público: eso no compete al historiador. Este ha de reconstruir una vida, con lo agradable y lo condenable. No hemos escrito este libro para salvar o recuperar o condenar a D’Ors, lo hemos escrito para comprenderlo en su inmensidad, para presentar el relato de la vida de un escritor desaforado, para explicarlo como fenómeno explicativo de unas épocas. No se trata de hacer moral, se trata de aportar comprensión histórica. Menos pasión, más arqueología. Esa es la divisa.”

Y sobre esa inmensidad oceanográfica añade Andreu Navarra: “Investigar a D'Ors es un lujo, porque obliga al glosador de turno a sumergirse en varios océanos simultáneos, todos igual de ricos en frutos, matices y fuentes. Cartas, glosas, comentarios filosóficos, libros de arte, ediciones lujosas, iniciativas legislativas, fotos, retratos, novelas experimentales, poemas, dibujos, escolios, antologías, materiales académicos, juegos y bromas, noticias, heterónimos, diálogos, manías cíclicas, cartas, textos inéditos, misterios, despistes y laberintos, hay de todo: Eugenio d'Ors produjo y legó de todo.”

Santos Domínguez

7/1/19

Henry James. Cuentos completos (1879-1894)


Henry James.
Cuentos completos 
(1879-1894)
Edición de Eduardo Berti.
Páginas de Espuma. Madrid, 2018.

Era un día de abril tibio y soleado y el pobre Dencombe, feliz de creer que estaba recordar recobrando energías, evaluaba en el jardín del hotel los diversos atractivos de las posibles caminatas con una determinación en la que aún persistía cierta languidez. 

Así comienza Los años intermedios, uno de los espléndidos cuentos de Henry James que se recogen en el segundo volumen de sus Cuentos completos que publica Páginas de Espuma con edición de Eduardo Berti.

Y también a los años intermedios de Henry James entre 1879 y 1844, a los que aludió en el título de la segunda parte de su autobiografía, pertenecen cronológicamente los veintiséis relatos de este segundo tomo de una edición en marcha que culminará en 2019 con el tercer volumen de sus cuentos. 

“Se trata, en términos literarios -explica Eduardo Berti en su prólogo-, de años centrales y decisivos” y “en términos biográficos, de un periodo que comienza a los treinta y cinco años de edad, instalado en Gran Bretaña tras un paso importante por París, y que se extiende hasta los cincuenta y dos años de edad, con su sonado fracaso como autor dramático.”

“Los años que abarca este volumen nos muestran a un escritor alcanzando la cima de su talento” -añade Berti- porque “es en esta etapa intermedia (...) cuando Henry James empieza una revolución que Virginia Woolf y Roger Fry compararon con la que Paul Cézanne produjo en la pintura: un cambio en la perspectiva de nuestro modo de presentar y ver las cosas.”

Figuran en este volumen cuentos que forman parte del canon del relato jamesiano, construidos con la forma de diario (El diario de un hombre de cincuenta años) o de intercambio epistolar (El fajo de cartas El punto de vista); protagonizados por mujeres hechas a sí mismas (Pandora) o en los que la técnica de la elipsis se lleva al límite (La señora Temperly). Cuentos cercanos a la perfección narrativa (Louisa Pallant) o en los que aparece un narrador poco fiable (El mentiroso). Un cuento de fantasmas (Edmund Orme) en el que lo fantástico irrumpe en lo familiar, cuentos vinculados a su interés por el teatro (Nona Vincent y La vida privada) o cuentos de escritores como los dos que cierran esta etapa (Los años intermedios y La muerte del león). 

James es dueño a estas alturas de su carrera de un mundo literario propio, construido con relatos que exploran la frontera imprecisa que separa la poesía y la realidad. Ese es el ámbito narrativo en el que se fija la mirada impresionista de Henry James y de su inconfundible universo narrativo, marcado por la subjetividad del punto de vista, por la alusión indirecta y la elusión de lo anecdótico, por la perspectiva fragmentaria y oblicua sobre una realidad ambigua en la que los personajes opacos parecen vivir una vida propia con zonas inaccesibles al narrador y al lector.

Y todo ese material se articula en un diseño estructural muy meditado que se apoya en las simetrías, en la calidad artística de una prosa rítmica y matizada y en la sutileza psicológica que el autor demuestra sobre todo en el tratamiento de los caracteres femeninos.

Está en estos relatos el mejor Henry James, uno de los padres de la narrativa contemporánea, el maestro que superó el realismo y se adentró en los abismos psicológicos de lo subjetivo con cuentos como estos en los que proyectó su capacidad analítica en la asombrosa variedad de enfoques que recorre su obra.

Santos Domínguez

4/1/19

Ángel González. Antología poética


Ángel González.
Antología poética.
Prólogo de Luis Izquierdo.
Alianza Editorial. Madrid, 2018

Desde las palabras de Ángel González titula Luis Izquierdo la introducción que abre la selección hecha por el propio poeta de su obra entre Áspero mundo y Otoños y otras luces, a la que se añaden cuatro poemas representativos del póstumo Nada grave.

Con otros títulos insoslayables como Tratado de urbanismo o Prosemas o menos, la de Ángel González es una poesía que surge de la conciencia personal, civil y poética de un autor cuya voz se define en el cruce entre la biografía y la colectividad, entre el hombre y su paisaje histórico, ese áspero mundo que daba título a su primer libro.

“El don del poeta -escribía Luis Izquierdo en su introducción- es la denuncia de lo negativo que coarta la vida: la belicosidad que no cesa, la dependencia de imposiciones, el miedo diseminado en las conductas. Sin renunciar a la belleza, los versos han de hablar también de sus estragos. La belleza resiste, y tiene sus momentos. Pero es sobre todo un convencimiento, el de su rareza.”

Entre la confidencia y la rebeldía, la poesía de Ángel González funda un espacio habitable en el que conviven la ironía y la ternura, lo íntimo y lo público, la conciencia existencial y la conciencia política, la ética y la estética, la celebración y la denuncia, el tono conversacional y la hondura meditativa, la mirada crítica y el sentimiento del tiempo, como en este Ilusos los Ulises:

Siempre, después de un viaje,
una mirada terca se aferra a lo que busca,
y es un hueco sombrío, una luz pavorosa,
tan sólo lo que tocan los ojos del que vuelve.

Fidelidad, afán inútil.
¿Quién tuvo la arrogancia de intentarte?
Nadie ha sido capaz
-ni aun los que han muerto-
de destejer la trama
de los días.

Santos Domínguez

2/1/19

Jonathan Littell. Una vieja historia



Jonathan Littell.
Una vieja historia.
Nueva versión.
Traducción de Robert Juan-Cantavella.
Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2018.

Doce años después de su impactante Las benévolas, Galaxia Gutenberg publica Una vieja historia. Nueva versión, una novela de Jonathan Littell, 

Tan perturbadora y absorbente como Las benévolas, Una vieja historia es la ampliación, la nueva versión en siete capítulos -de ahí el subtítulo- de una obra homónima que Littell había publicado en 2012 en dos capítulos.

Así comienza el primero:

Mi cabeza atravesó la superficie y mi boca se abrió para tomar aire mientras mis manos, en un jaleo de salpicaduras, dieron con el borde, se apoyaron en él y trasladaron la fuerza del empuje a los hombros, izando mi cuerpo empapado fuera del agua. Me quedé un instante en equilibrio sobre el borde, desorientado por los ecos amortiguados de los gritos y los ruidos del agua, aturdido por la visión fragmentada de algunas partes de mi cuerpo en los grandes espejos que rodeaban la piscina. 

Una vieja historia está construida como un mecanismo en bucle que en sus siete capítulos ofrece siete variaciones de la mano de un narrador sin nombre, ambiguo y cambiante: hombre o mujer, adulto o niño. Un narrador que cuenta en primera persona en una novela silenciosa que prescinde casi  por completo del diálogo y muestra a través de una mirada cinematográfica un mundo cerrado y opresivo: cada una de las siete secuencias comienza con la salida del narrador de una piscina y se cierra cuando el narrador se vuelve a zambullir en ella. Y a su vez, la salida y la vuelta a la piscina marcan el comienzo y el final del diseño general de la novela.

Entre esos dos momentos paralelos e inversos, el narrador corre por un pasillo con puertas que se abren a distintos espacios –habitación de casa y de hotel, estudio, ciudad o campo- en los que se mantienen repetidamente diversas relaciones sociales -la familia, la pareja, los grupos- y se reiteran una serie de motivos y situaciones -pasillos y puertas, habitaciones opresivas y campos de batalla- que unifican las siete secuencias de la novela.

Con la escritura de Beckett, la música de Mozart, la pintura de Bacon o las ideas de Sade como telón de fondo, Una vieja historia es una indagación en la parte miserable de la condición humana, en el mal y la identidad, el sexo y la violencia, el misterio y la guerra, la representación implacable de un mundo laberíntico y brutal en una mirada que recurre a los espejos y los fragmentos, a la multiplicación y las rupturas, a los ecos y las variantes. 

Con una magnífica traducción de Robert Juan-Cantavella, una narración hipnótica y brillante, absorbente y obsesiva, construida con un diseño  riguroso y sostenida en la potencia estilística de un autor imprescindible.

Santos Domínguez