8/10/10

El bosque dividido en islas pocas

Jenaro Talens.
El bosque dividido en islas pocas.
Antología poética (1960-2008).

Selección y prólogo de Antonio Méndez Rubio.
Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores. Barcelona, 2009.


Que el nombre entero permanezca
fuera de ti, como gemidos que

se desintegren en mi boca.

Que este confín de alondras que sofoco
en los linderos de mi voz, abone

la siembra, el grano y su raíz y el labio
te diga apenas como si vivieses
en la alusión sin cuerpo, sobre un prado

de sonidos ajenos, floración de piel,
viento invisible en mi interior,
aurora.

Invocación a la poesía, al que pertenecen esos versos, es uno de los poemas que aparecen en El bosque dividido en islas pocas, la antología poética que recoge medio siglo de escritura de Jenaro Talens (Tarifa, 1946).

Una escritura que, como ha señalado su autor, tiene como motor el desasosiego que calma el poema, el desconcierto que precede a la revelación del mundo.

La amplia selección, preparada y prologada por Antonio Méndez Rubio para Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, toma como punto de partida los tres volúmenes en los que Talens ha ido organizando sus libros y recogiendo su abundante poesía: Cenizas de sentido (1962-1975), El largo aprendizaje (1975- 1991) y Puntos cardinales (1991-2006), a los que se añade un conjunto de poemas agrupados bajo el título La certeza del girasol y otros poemas de una obra en marcha (2006-2008)

Cada uno de esos ciclos poéticos ha supuesto una exploración expresiva y una incursión arriesgada en nuevos territorios literarios. Jenaro Talens, alejado por voluntad y por práctica de lo que él mismo ha llamado la poesía llorona, directamente confesional y autobiográfica, practica lo que el prologuista define como poética de la insurrección, concibe la escritura como reflexión autocrítica y como crítica del lenguaje, como apología de la incertidumbre, como reflejo en un espejo que miente. Mi oficio es la extrañeza podría ser el mejor resumen de su actitud como poeta.

En esta antología, que aspira a ser una obra nueva más que una mera recopilación textual, los poemas dialogan entre sí en un contexto distinto del original, establecen unos con otros relaciones inéditas y plantean una reflexión plural sobre la realidad y sobre la identidad propia, van de la proyección al señalamiento y delimitan el lugar desde el que habla el poeta, el lugar desde el que el texto mira la realidad y se convierte en espacio de encuentro entre la subjetividad y la objetividad, entre el escritor y el mundo.

La escritura de Jenaro Talens persigue por eso la delimitación de un espacio propio del poema, es una composición de lugar que fija un territorio conquistado al tiempo por la palabra del poeta.

Una noción de lugar frente a la destrucción del tiempo que sigue estando presente en el último poema de esta antología, Cabo do Mundo, que se cierra con estos versos:

La llaman costa de la muerte,
pero el azul que abraza sus espumas

habla de recurrencias, de resurrecciones,

de esa vuelta al comienzo

que ha sido siempre el mar, sin profecías

ni más oráculos que la costumbre
de habitar en los sueños y permanecer.


Santos Domínguez