26/2/08

Los pésimos ejemplos de Dios



Pepe Rodríguez.
Los pésimos ejemplos de Dios
...según la Biblia.
Temas de Hoy. Madrid, 2008.



¿Es la Biblia la palabra de Dios revelada a los hombres o la expresión de una cultura poco evolucionada desde el Neolítico? Hay que planteárselo cuando en su interior se cuentan dieciséis mandamientos inmorales y un inmunerable conjunto de salvajadas propuestas como norma de conducta ante la mujer, los hijos o los vencidos.

Escribir este libro -comenta Pepe Rodríguez en el Introito que lo abre- no tendría ningún sentido si la Biblia se considerase una colección de textos inconexos procedentes de antiguas leyendas mesopotámicas y egipcias, y de tradiciones orales de pastores nómadas incultos —en relación con el nivel que tenían la mayoría de las sociedades con las que se relacionaron y coexistieron— que, tras muchos siglos de remiendos y añadidos, fueron recogidas, ampliadas y reelaboradas por «profetas» y clérigos muy listos al servicio de los intereses políticos, encubiertos bajo reformas religiosas, de reyes ambiciosos como Ezequías o Josías. Pero no, tal como veremos más adelante, la Biblia es la palabra de Dios y él es el único inspirador-autor de todo lo que contiene esa colección de libros tan disparejos.

La canallería es la ética imperante en un libro teóricamente revelado por un Dios que premia a los ladrones, a los cobardes y a los tramposos, que trata como a justos a los violadores incestuosos y a los asesinos, gratifica a los peores padres y ve en las mujeres poco más que objetos de pillaje en el botín de guerra.

Dos ejemplos: 1106 versículos del Antiguo y el Nuevo Testamento describen hechos realcionados con matar, a base de procedimientos que van del apedreamiento al degüello, y 96 aluden a distsintas formas de violencia contra las mujeres, desde la violación al asesinato. Al lado de estos hechos, Troya es Versalles.

A través de un análisis exhaustivo del Antiguo Testamento, Pepe Rodríguez aborda en el demoledor Los pésimos ejemplos de Dios que publica Temas de hoy la terrible enseñanza de un libro sagrado que visto con rigor no es más que un manual de infamias y torturas, la expresión de la venganza y la crueldad disfrazadas de transcendencia y revelación.

No cometeré la torpeza de cuestionar lo fundamental de la Biblia. Si unos dos mil millones de creyentes dicen que es la palabra de Dios, sea, pues, así. No se hable más. En todo este libro aceptaré sin la menor duda que cada uno de los textos, ejemplos, leyes, actos, conductas... que aparecen en las páginas de la Biblia son la palabra y la voluntad de Dios, la expresión de su carácter y la transmisión de sus enseñanzas más principales a través de los actos que confesó haber realizado directamente y de los que avaló, secundó y bendijo en los protagonistas bíblicos que el Altísimo escogió expresamente para llevar a cabo cada uno de sus planes para el mundo.

Para bien de los lectores, ante la eventualidad de que mi impericia natural para analizar lo sobrenatural —causada por la falta de fe que Dios me dio como cruz personal— me lleve a ver en los relatos bíblicos enseñanzas algo diferentes a las que dicen hallar doctos prelados y pastores de afamado prestigio entre su grey, y que, en consecuencia, acabe por sumirles en el error, en este libro se ha tomado la precaución de suministrar en todo momento la auténtica y genuina palabra de Dios, reproducida siempre en medio de un contexto generoso y literal, a fin de que cada cual pueda juzgar por sí mismo el contenido de los capítulos y de los versículos bíblicos aquí transcritos y, al mismo tiempo, pueda aquilatar la mesura o desmesura de las conclusiones —siempre discutibles— a las que llegó este autor.

En un libro bien documentado y fundamentado en la lectura del texto sagrado, Pepe Rodríguez analiza las enseñanzas de un Dios que defiende el asesinato selectivo, utiliza a los necios como brazo armado para el cumplimiento de sus planes, justifica la esclavitud o mata por mano propia si viene a cuento.

Ni justo ni necesario, aquel Dios terrible, arbitrario y cruel que expresaba en la Biblia su palabra revelada a los hombres es el autor de un catecismo de los horrores, de un compendio de ejemplos execrables con los que se justificarían los excesos posteriores de su Iglesia a través de unos ministros que ofician como representantes de sus enseñanzas nefastas:

Si a algún lector no le gusta su contenido - advierte Pepe Rodríguez-, que dirija sus protestas ante el autor de la Biblia, ya que este escritor no le ha cambiado ni una palabra a lo que los representantes autorizados de Dios certifican que dijo.

Luis E. Aldave