3/7/06

Vargas Llosa. Ensayos literarios



Mario Vargas Llosa.

Obras completas, VI. Ensayos literarios I
Prólogo de Joaquín Marco
Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores.
Barcelona, 2006


El tomo VI de las Obras Completas de Mario Vargas Llosa es el primer volumen de sus ensayos literarios. Lo publica Galaxia Gutenberg/ Círculo de Lectores y reúne cinco ensayos escritos entre 1969 y 1997: La Carta de batalla por «Tirant lo Blanc»; García Márquez. Historia de un deicidio; La orgía perpetua: Flaubert y «Madame Bovary»; La utopía arcaica. José María Arguedas y las ficciones del indigenismo, y las Cartas a un joven novelista.

Lo que más llama la atención son las casi seiscientas páginas de García Márquez. Historia de un deicidio, un estudio fundamental y una obra de referencia sobre García Márquez y el realismo mágico.
Un estudio amplísimo en el que tan memorables son sus reflexiones sobre el mundo novelístico del colombiano como las páginas sobre sus influencias: las novelas de caballerías, Sófocles, Virginia Woolf, Faulkner, Hemingway o Defoe.
Un análisis insuperable de esa novela insuperable y de sus precedentes, sobre el novelista y sus demonios, sobre las claves biográficas, de lectura, de creación de Cien años de soledad.
Un libro inencontrable, tan mítico como Cien años de soledad, que no se había reeditado desde 1971 por razones extraliterarias que darían (según enfoques) para una novela, un cuento o un sainete y que convierten a esta en la pieza central, la fundamental de esta reedición, esperadísima porque los pocos ejemplares que circulaban de la vieja edición de Barral tenían ya precios astronómicos.

La búsqueda de la novela total es la clave de lectura de Cien años de soledad como la historia de un deicidio, de una suplantación, en la que el novelista crea una nueva realidad autónoma.

Cuatro siglos antes, esa suplantación se había producido ya en el Tirant lo Blanc. Su autor, Joanot Martorell, es el primero de los suplantadores de Dios a los que se vincula la nueva novela hispanoamericana. La Carta de batalla por Tirant lo Blanc tiene su origen en el prólogo escrito en los años sesenta para la edición de esa novela de caballerías (“el mejor libro del mundo”, se decía en el Quijote) en el Libro de bolsillo de Alianza Editorial. En su forma definitiva, al prólogo se le añaden dos conferencias que completan las tres partes que tiene ahora ese ensayo.

Concebidos en un primer momento como conferencias, artículos o prólogos, este y otros de los textos de este volumen fueron creciendo hasta adquirir su forma actual y encauzarse en el molde del ensayo.
Lo importante, lo que les otorga a estos análisis un valor añadido excepcional es que quien los realiza no es estrictamente un crítico sino un novelista que enfoca los textos con método riguroso y con una perspectiva creativa especialmente enriquecedora y profunda. A eso se refiere Joaquín Marco cuando titula su prólogo El reverso de la creación.
Vargas Llosa pertenece a ese tipo de creadores que, como Auden, Valéry, Eliot o Gil de Biedma, sin descuidar el método, aplican una mirada especial al análisis literario y buscan el corazón de la creación, la obra viva, las claves de lectura y escritura que salen en busca del lector total, paralelo a la creación total.

En La orgía perpetua: Flaubert y Mme Bovary, que presenta como modelo de obra clausurada, de libro círculo y como el reflejo de la rebelión individual frente a la sociedad, distingue Vargas Llosa tres formas de crítica:
“La primera, individual y subjetiva, predominó en el pasado y sus defensores la llaman clásica; sus denostadores, impresionista. La segunda, moderna, pretende ser científica, analizar una obra de manera objetiva, en función de reglas universales, aunque, claro está, la índole de las reglas varía según el crítico (psicoanálisis, marxismo, estilística, estructuralismos, combinaciones). La tercera tiene que ver más con la historia de la literatura que con la crítica propiamente dicha.
En realidad, los críticos de todos los tiempos han utilizado las tres perspectivas a la vez. La diferencia estriba en que cada época, persona y tendencia pone el énfasis, la atención dominante, en una de ellas.”

Una vez delimitados esos tres enfoques, Vargas Llosa defiende la necesidad de aplicarlos en la práctica de una crítica que pretende ser total y que se ejerce también en otro de los ensayos del libro, La utopía arcaica. José Mª Arguedas y las ficciones del indigenismo. Un ensayo que en España era casi desconocido y que es un magnífico ejemplo de esa crítica global que corona un antiguo interés de casi cincuenta años por Arguedas. Como en La orgía perpetua, el enfoque se proyecta sobre la historia, sobre las fuentes que aprovecha, sobre la manera en que se hace tiempo, espacio y lenguaje

El último de los ensayos, las Cartas a un joven novelista, siguiendo el modelo de Rilke y sus Cartas a un joven poeta, es una reflexión en la que Vargas Llosa fija su concepto de novela y profundiza en importantes detalles técnicos y reconoce su deuda con los novelistas europeos y norteamericanos. Tiempo, espacio, perspectiva del narrador, estilo o el magnífico análisis del dato escondido en Hemingway ocupan la atención del novelista en estas páginas, que son menos una suma de consejos que una reflexión sobre la técnica de la novela y sus posibilidades y problemas.

Tienen estos ensayos, aparte de su valor intrínseco, que es muy alto, otro valor añadido: la calidad y el cuidado de su prosa. Y a día de hoy le parecen a uno mucho más consistentes sus ensayos literarios que la mayoría de sus novelas.

Santos Domínguez