Reseñar libros malos no es sólo una pérdida de tiempo, sino también un peligro para el carácter (W.H. Auden)
23 mayo 2022
Jordi Amat. Vencer el miedo
20 mayo 2022
Vargas Llosa. La mirada quieta (de Pérez Galdós)
18 mayo 2022
Santiago Muñoz Machado. Cervantes
16 mayo 2022
Partes de guerra
13 mayo 2022
Juan Ramón Jiménez. Pureza
“La pureza forma parte del ideario esencial de Juan Ramón Jiménez en toda su trayectoria poética y este libro lo representa. Al ideal de pureza consagró siempre su vida y su obra y al ideal de pureza sometió sus poemas hasta lograr que fueran como la rosa, «poesía pura»”, escribe Rocío Fernández Berrocal en el espléndido estudio introductorio con el que abre su edición de Pureza de Juan Ramón Jiménez en Cátedra Letras Hispánicas.
Inédito como libro hasta ahora, aunque publicado parcialmente con los doce poemas que aparecían en la Segunda y Tercera antologías y en Leyenda, Juan Ramón lo escribió entre 1911 y 1912, al final de su etapa de Moguer, en un momento decisivo de su vida, poco antes de entrar en la madurez sentimental que encauzó literariamente en el Diario de un poeta recién casado.
En la incansable evolución de su obra en marcha estos poemas juanramonianos reflejan la transición suave que se produce entre su época sensitiva y su época intelectual. Son un total de cuarenta y seis poemas celebratorios, diecinueve de los cuales son inéditos, en los que se refleja el camino de intensa y progresiva depuración desde la poesía modernista a la poesía pura.
Hay todavía en estos poemas una abundante presencia del adjetivo sensual y matizador, pero el verso se ha depurado y estilizado significativamente tanto en sus aspectos rítmicos como en el tratamiento de la rima.
Juan Ramón lo dejó organizado como libro en varios sobres que se conservan en la sala Zenobia-Juan Ramón Jiménez de Puerto Rico con la portada, las portadillas y la estructura tripartita -Amaneceres, Desvelos, Tardes- que marca su diseño.
“Pureza -afirma Rocío Fernández Berrocal- es un libro con el que Juan Ramón Jiménez contó siempre. La obra estaba incluida en el listado de poemarios que deseaba publicar y dejó los manuscritos en la sala Zenobia -Juan Ramón Jiménez de Puerto Rico antes de morir.”
Aun así, la tarea de edición de este y otros libros juanramonianos tiene siempre mucho de arriesgada incursión en un laberinto en el que a menudo se cruzan o se superponen diversos proyectos tangentes entre sí. Por eso conviene destacar el admirable trabajo de reconstrucción textual que está en la base de la edición de este libro, a cuya parte final, ‘Tardes’, pertenece este texto, que revela una mirada transcendente al paisaje en la que se anticipa la plenitud del Juan Ramón Jiménez de etapas sucesivas:
Son versos que corroboran esta afirmación de la editora en su introducción: “Todo nace en Pureza de una sensible y aguda observación atenta de lo que nos rodea y una conciencia exaltada del momento creador y vital que experimenta en un tiempo clave de su vida personal y literaria.”
Santos Domínguez
11 mayo 2022
Jeffrey J. Kripal. El vuelco
“Los intelectuales dedicados a las humanidades han pagado un precio muy alto por su comportamiento menguante. Hoy en día somos más o menos ignorados por el público en general y por nuestros colegas de las ciencias sociales y naturales […] También me pregunto si no existirán buenos motivos para que quienes cultivamos las humanidades seamos ignorados. Después de todo, ¿por qué alguien habría de prestar atención a un conjunto de disciplinas cuyos argumentos centrales se reducen, con demasiada frecuencia, a la afirmación de que la única verdad es que no existe ninguna verdad, que todos los esfuerzos hacia la verdad no son más que ansias de poder y, por último, que toda conversación en profundidad a través de las fronteras culturales y temporales es esencialmente ilusoria, pues todos estamos atrapados por los juegos de nuestros lenguajes locales, condenados a ver en nuestras cabezas sombras que no van a ninguna parte ni significan absolutamente nada? Hemos perdido todo sentido de lo universal, todo sentido de lo humano en cuanto humano”, escribe Jeffrey J. Kripal en uno de los capítulos de El vuelco, que publica Atalanta con traducción de Pablo Hermida Lazcano.
Subtitulado Epifanías de la mente y el futuro del conocimiento, es, entre otras cosas, en palabras de su autor en el prólogo, ‘El cosmos humano’, “una queja pública y deliberadamente polémica por el peligroso menosprecio que sufren las humanidades en la cultura contemporánea, académica y de cualquier otra índole”, “un ensayo inapropiadamente esperanzado e incluso extremadamente optimista sobre un punto de inflexión, sobre el futuro -ya sea cercano o remoto- de una nueva cosmovisión o de una nueva realidad que se está forjando en torno a la epifanía de la mente” y la reivindicación de “una recalibración de las humanidades y de las ciencias que apunte hacia alguna forma futura de conocimiento.”
Ese vuelco del conocimiento que se evoca en el título se producirá, afirma Kripal, “cuando surja una filosofía de la mente que conciba la consciencia como previa y primordial, y por consiguiente irreductible a funciones cerebrales o a cualquier otra forma de mecanismo material, mientras la neurociencia contemporánea continúa con su aparatosamente fallido intento de explicar la consciencia mediante algún modelo materialista o mecanismo causal.
Esta irreductibilidad de la mente traerá consigo un nuevo ascenso de las humanidades, que a fin de cuentas siempre se han ocupado de relacionar e interpretar tanto las formas más banales como las más fantásticas en que la consciencia se refleja y se refracta a través de los códigos culturales de la civilización humana, esto es, a través de la historia, las prácticas sociales, el lenguaje, el arte, la religión, la literatura, las instituciones, el derecho, el pensamiento y, me atrevo a añadir, la ciencia.”
Cada uno de los cinco capítulos que componen el libro son otras tantas aproximaciones a la necesaria relación entre la materia y la mente, entre la conciencia y el cosmos. Cinco ensayos de aproximación y reflexiones que conducen al epílogo -‘Lo humano cósmico’-, en el que Jeffrey J. Kripal hace esta propuesta conclusiva sobre una nueva gnoseología, basada en un diálogo renovador entre las humanidades y la ciencia:
Creo que la forma futura de conocimiento será, como el cerebro humano, dual pero equitativa, es decir recíproca. Platón tendrá tanto que decir como Aristóteles.[…] En términos educativos, las humanidades no serán la prima pobre de las ciencias.
Nuestras preguntas más profundas acerca de nosotros mismos (como parte) y del cosmos (como el todo) jamás tendrán respuesta sin un compromiso entre ambas formas de conocimiento. Y estas preguntas últimas requerirán, probablemente, formas de conocimiento que ni siquiera hemos imaginado todavía.
Santos Domínguez
09 mayo 2022
Flaubert. Dos cuentos góticos
06 mayo 2022
Carlos Peinado Elliot. ¿Sangra el abismo?
04 mayo 2022
Luis Mateo Díez. Celama (un recuento)
02 mayo 2022
Miguel Dalmau. Pasolini. El último profeta
29 abril 2022
Vittorio Sereni. Frontera. Diario de Argelia
Imprevista nos coge la noche.
Ya no sabes
dónde el lago termine;
un murmullo solamente
roza nuestra vida
bajo una terraza colgante.
Estamos todos suspendidos
en un tácito evento esta noche
dentro de aquel destello de torpedera
que nos escruta, luego gira, se va.
EN MÍ TU RECUERDO
En mí tu recuerdo es un crujido
solo de velocípedos que van
quietamente allá donde la altura
del mediodía desciende
al más flamante anochecer
entre verjas y casas
y suspirosos declives
de ventanas abiertas sobre el verano.
Solo, de mí, distante
dura un lamento de trenes,
de almas que se van.
te pierdes en la noche.
No sabe ya nada, alto sobre las alas
el primer caído bocabajo en la playa normanda.
Por esto alguien esta noche
me tocaba el hombro murmurando
que rece por Europa
mientras la Nueva Armada
se presentaba en la costa de Francia.
He respondido en el sueño: -Es el viento,
el viento que hace músicas raras.
Pero si tú fueras de verdad
el primer caído bocabajo en la playa normanda
reza tú si puedes, yo estoy muerto
para la guerra y para la paz.
Esta es la música ahora:
tiendas que golpean en los palos.
No es música de ángeles, es mi
única música y me basta -.
*****
Solo verdadero es el verano y esta
luz suya que os nivela.
Y que cada uno encuentre el sempervirente
árbol, el cono de sombra,
la lustral agua dichosa
y la telaraña tejida de tedio
en las charcas malvadas
sea un sudario de insectos. Allá abajo
está el seto lábil, un halo
de rojo polvo,
pero sepulcral el canto de una formación
alemana a la fuerza perdida.
Ahora toda fronda está muda,
compacta la cáscara de olvido,
perfecto el círculo.
27 abril 2022
Manuel Moyano. La frontera interior
Llegué a Aldeaquemada en un frío amanecer de febrero, después de haber atravesado un solitario paisaje de encinares. El sol, que asomaba entre las montañas, iluminó débilmente la hondonada donde se enclavaba aquel pequeño pueblo andaluz. Dejé el coche junto a su plaza mayor y, envuelto en mi propio vaho, di un paseo por esas calles en los que no se veía un alma. El aire olía a leña y aceite.
Así comienza La frontera interior, el libro con el que Manuel Moyano obtuvo el Premio Eurostars Hotels de narrativa de viajes 2021, que publica RBA.
Entre la jienense Aldeaquemada y el portugués Barrancos, pasando por lugares de nombres tan evocadores como Andújar, Cerro Muriano, Guadalcanal, Cazalla de la Sierra, Calera de León, Fuenteheridos, Aracena o Rosal de la Frontera, Manuel Moyano traza en sus páginas la crónica de ocho días de andanzas, comidas y bebidas, de miradas al paisaje, de encuentros con interlocutores y sorpresas en una fría semana de comienzos de febrero de 2019, entre la escarcha, la niebla y el sol.
Y, como en sus anteriores Travesía americana y Cuadernos de tierra, lo hace con su acreditada capacidad narrativa para relatar las peripecias y los azares que surgen en el camino, un componente fundamental del relato clásico, desde la Odisea hasta el Quijote, cuyo protagonista también fatigó su asendereada figura con saltos y zapatetas por este territorio de Sierra Morena.
Un territorio de frontera y de fractura que Moyano define como “escalón longitudinal de casi quinientos kilómetros de largo entre la altiplanicie central y el sur de la Península Ibérica. Históricamente, y en cuanto que tierra de nadie, ha desempeñado un secular papel de frontera, de paréntesis territorial.”
Y por ese paisaje, cuyas vías de comunicación están pensadas más para los itinerarios que van de sur a norte que para los itinerarios de este a oeste, como el que emprende Manuel Moyano, transcurre este viaje en forma de libro.
Un viaje de cercanías como explica Sergio del Molino en su prólogo, en donde recuerda que, como el Cela del Viaje a la Alcarria o el Azorín de La ruta de Don Quijote, “Moyano cultiva una forma de viaje exótica, pero con mucha tradición ibérica: el viaje de cercanías. Si el explorador de largas distancias escribe con telescopio, el de cercanías tira de microscopio.”
Cercanías, añadimos, no sólo geográficas, sino también humanas. Porque esa proximidad marca el temple de su prosa, con la que no sólo describe con brillantez y economía de prosa eficiente los lugares por los que pasa. Hay también un tiempo para la evocación de la batalla de las Navas de Tolosa y el monasterio de La Peñuela o para anotar el heterogéneo factor humano en sus encuentros con los descendientes de los colonos alemanes de la repoblación ilustrada de estas tierras que luego fueron refugio de bandoleros, espacio habitado por leyendas, ermitas y santuarios, por curiosos poetas rurales, Virgilios de penillanura y sierra, minuciosos cronistas locales, intemporales venteros cervantinos o ferroviarios trastornados por la lectura del Quijote.
Porque ese precisamente, el paisaje humano, es -como en Cuadernos de tierra- el foco sobre el que proyecta su aguda mirada y su solvente escritura Manuel Moyano, que deja aquí la imagen cruda y compasiva a un tiempo de una España profunda tan heterogénea e inclasificable como la España superficial.
Y líneas tan inquietantes como estas: “ni los poetas ni los criminales difieren físicamente de sus conciudadanos, lo que los distingue fluye por dentro.”
O descripciones como esta, de la antigua mezquita de Almonaster la Real:
Recorrimos el interior caminando sobre viejas baldosas de barro. Todo tenía un aire primitivo, misterioso. La escasa luz penetraba por unas troneras estrechas y a través del patio. El mihrab donde se custodiaba el Corán, al que los fieles debían dirigirse mientras rezaban, era un nicho profundo con arco de ladrillo. Del pozo de las abluciones -en él brillaban monedas arrojadas por los visitantes- brotaba un agua fresca y cristalina. Parecía una modesta versión en miniatura de la mezquita de Córdoba. Las golondrinas revoloteaban incesantemente alrededor de las columnas y de nosotros mismos, como si fueran empujadas por la suave y susurrante brisa que recorría la estancia.
Salimos al exterior. Un alminar de planta cuadrada se levantaba junto a aquel templo construido por “alarifes insomnes”. Los montes cubiertos de pinos y encinas que nos rodeaban dibujaban un paisaje hermosísimo. El cielo era de un azul puro y tan sólo se oía el viento. Había algo en aquel lugar que transmitía felicidad. Era imposible no experimentarlo.
Santos Domínguez
25 abril 2022
Edward Gibbon. Ensayo sobre el estudio de la literatura
“Lo que ahora ve la luz es un verdadero ensayo. Me gustaría conocerme”, escribe Edward Gibbon (1737-1794) en el ‘Aviso al lector’ que precede a su Ensayo sobre el estudio de la literatura.
Creo que es la primera vez que se edita en español este ensayo del autor de la imprescindible y monumental Decadencia y caída del Imperio Romano. Lo publica Ediciones del Subsuelo con edición y traducción de Antonio Lastra, que señala en su introducción: “en coherencia con la escritura de ensayo que Gibbon empleó en su estudio sobre la literatura y su elección del francés como lengua de expresión (el Ensayo empieza con una alusión tácita a la escritura de ensayo de Montaigne) he procurado que la edición fuera, sobre todo, legible y elegante.”
Gibbon, que escribía entonces en francés “porque pensaba en francés”, la lengua europea de la cultura y la política de la Ilustración, lo escribió en Lausana y lo publicó en 1761. Estas son sus líneas iniciales:
La historia de los imperios es la de la miseria de los hombres. La historia de las ciencias es la de su grandeza y su felicidad.
La filosofía, la literatura y la historiografía de la antigüedad -de Homero a Virgilio, de Eurípides a Terencio, de Plauto a Horacio, de Plinio a Cicerón, de Aristóteles a Tucídides, de Tácito a Tito Livio-, la religión griega y el culto heroico aparecen en estas páginas que ensalzan el espíritu clásico y reivindican su herencia: “Pero nosotros -escribe Gibbon-, situados bajo otro cielo, nacidos en otro siglo, perderíamos necesariamente todas esas bellezas si no pudiéramos situarnos en el mismo punto de vista en el que se encuentran los griegos y los romanos. Un conocimiento detallado de su siglo es el único medio que puede llevarnos allí. […] El conocimiento de la antigüedad es nuestro verdadero comentario, pero lo que aún es más necesario es cierto espíritu como resultado; un espíritu que no solo nos hace conocer las cosas, sino que nos familiariza con ellos y nos da, al respecto, los ojos de los antiguos.”
Y estas son algunas líneas de la Conclusión que remata el Ensayo sobre el estudio de la literatura:
He aquí algunas reflexiones que me han parecido sólidas sobre los distintos usos de las bellas letras. ¡Feliz si he podido inspirar el gusto por ellas! […] Podrá decirse que estas reflexiones son verdaderas, pero gastadas, o que son nuevas, pero paradójicas. ¿A qué autor le gustan las críticas? Sin embargo, lo primero me disgustaría menos. La ventaja del arte me resulta más querida que la gloria del artista.
Hubo una traducción al inglés no autorizada por el autor, que la reprobaría en sus Memorias de mi vida, que aparecen también ahora en librerías en una edición de Cátedra Letras Universales preparada también por Antonio Lastra, que concluye su introducción con estas palabras: “Leer ahora el breve y delicado Ensayo puede preparar al lector para la lectura infinita de la Declinación y caída.”
Llega a las librerías en una magnífica iniciativa de Ediciones del Subsuelo, que sigue enriqueciendo así un catálogo ejemplar de creciente calidad.