19 octubre 2008

La Revolución Wikipedia


Pierre Gourdain, Florence O'Kelly,
Béatrice Roman-Amat, Delphine Soulas,
Tassilo von Droste zu Hülshoff.
La revolución Wikipedia.
Prefacio de Pierre Assouline.
Traducción de Magalí Martínez Solimán.
Alianza Editorial. Madrid, 2008.


Si Wikipedia suscita tantas pasiones, rechazos y entusiasmo, es porque este proyecto pone en juego conceptos tan fundamentales como el de la democracia del conocimiento, de la pericia o de la libertad. También hace que se tambalee el imaginario del enciclopedista con peluca y pluma de oca que más o menos está latente en cada uno de nosotros.

¿Es tan fiable como rápida la Wikipedia? ¿Quiénes controlan sus contenidos y validan los artículos? ¿Se puede entrar en ella y escribir los disparates que a uno se le ocurran?

Sobre la revolución que significa una enciclopedia colaborativa que surge de las cenizas de las enciclopedias tradicionales - la Britannica, la Larousse, el Espasa- en la que el conocimiento se comparte y se democratiza el acceso a la información, La revolución Wikipedia, que publica Alianza Editorial, es el resultado de una investigación periodística realizada en el marco del master de la Escuela de Periodismo del Instituto de Estudios Políticos de París durante el verano de 2007.

Y en conjunto es un análisis global y colectivo de la repercusión de Wikipedia en los modelos y procesos educativos, los entresijos de su funcionamiento, el control de las modificaciones y los errores, las discusiones y los filtros que se establecen sobre su contenido.

Análisis de un fenómeno muy ligado al desarrollo de internet y a la revolución del conocimiento que ha significado la globalización de la red y el acceso a sus contenidos, este estudio es una descripción de las ventajas y los inconvenientes de la Wikipedia, del avance que representa y de los riesgos que entraña.

Aunque aún es un borrador de enciclopedia que exige capacidad de discernimiento y sentido crítico, se trata de uno de los grandes avances del siglo XXI, de un proyecto antielitista, de una utopía que es ya la mayor enciclopedia del mundo, con diez millones de artículos, siete millones y medio de páginas en doscientas cincuenta lenguas. Su presencia global y su desarrollo imparable obligará a replantearse de raíz la concepción y el funcionamiento de las enciclopedias clásicas.

Habrá que mejorarlo, pero es inútil oponerse o ignorar su existencia expansiva. La cuestión es qué hay que hacer para que la Wikipedia se convierta en una enciclopedia fiable y de calidad.

Lo primero, tomar conciencia de las virtudes y las debilidades de una enciclopedia colaborativa sometida a las aportaciones, pero también expuesta al vandalismo o a mentiras, manipulaciones y bromas, como la muy reciente y desafortunada que mataba al último Nobel de Literatura de un ataque al corazón cuando se enteraba de la concesión del premio. Lo que se expone aquí también es cómo llegar a ser wiki-inteligente.

Escrito con frescura periodística y con claridad expositiva, este es un libro imprescindible y riguroso para comprender ese fenómeno de nuestro tiempo que es la enciclopedia en línea, para conocer unos procesos que marcarán el mundo del conocimiento en la sociedad global. Habrá que esperar algún tiempo hasta que el sistema educativo asimile las posibilidades y los límites de las herramientas que proporcionan las nuevas tecnologías de la información y el acceso al conocimiento.


Luis E. Aldave

18 octubre 2008

Libro de amor de Murasaki


Libro de amor de Murasaki.
Ed. de Alberto Silva.
Pre-Textos. Valencia, 2008.



En el lago sin nubes
del estanque, la imagen
capaz de superar
diez mil generaciones
sin deteriorarse.

Es uno de los tankas que canta un personaje del Genji Monogatari, los cuentos de Genji que escribió Murasaki Shikibu en el Japón del siglo XI, en los que se integran con naturalidad relatos y poemas tradicionales.

En su discurso de aceptación del Nobel, Kawabata resaltaba la importancia de este libro, la cumbre más alta de la literatura japonesa. Y añadía que era “una profunda y amplia fuente de alimento para la poesía, para las bellas artes, para la artesanía y hasta para la jardinería ornamental.”

Sobre esa escritura femenina o escrita para que la canten mujeres, como gran parte de la lírica popular de Oriente y Occidente, sobre esa poesía de Murasaki y el libro de amor que escribió hace mil años en la Historia de Genji trata este volumen que publica Pre-Textos. En él Alberto Silva, que ya editó y comentó en esta misma editorial Alada claridad, de Yosa Buson, traduce una selección de los poemas amorosos de la historia de Genji en una edición comentada.

El verso, que fue la raíz de otras formas literarias, se mezcla de manera fluida y constante con la prosa para hacer del Genji Monogatari una exploración del complejo y delicado universo emocional de los personajes, esas variadas experiencias del afecto a las que se refiere Alberto Silva en su espléndida introducción.

Los más de ochocientos tankas de la novela, de los que aquí se ofrece una selección significativa, reflejan la ética y la estética del asombro ante la fugacidad de la vida, los ciclos estacionales y el goce del presente en una integración de luz y sombra, amor y rechazo, vida y muerte o en una insistencia constante en el tema del carpe diem, que antes de ser un tópico en la literatura occidental, lo fue en la tradición oriental, como demuestra su aparición constante en la poesía china de hace treinta siglos.

Los cinco versos del tanka son aquí el cauce para expresar el misterio del origen del rocío, el sentido de la vida, el dolor de la separación o la luna que ilumina el deseo.

Ese diálogo de la palabra poética con la naturaleza está en la base de esta lírica en la que el humo y el rocío o la espuma del agua son variantes de todo lo que se desvanece, como la luz de la hora violeta que ilumina el libro y lo tiñe de melancolía.

Los comentarios de Alberto Silva, hechos con sensibilidad y talento, precisos e impresionistas a la vez, indagan el complejo mundo poético de estos textos, levantados sobre la connotación, las sugerencias y el simbolismo de la naturaleza, o explican su función en la secuencia argumental de la novela y en el proceso de construcción de los personajes. Además de todo eso, lo que ofrece Alberto Silva en las introducciones de cada sección es un análisis profundo y lúcido del Genji Monogatari, reconocido ya como la primera novela de la historia.

Santos Domínguez

17 octubre 2008

Buscando a Marilyn


Ignacio Carrión.
Buscando a Marilyn.

Rey Lear. Madrid, 2008.


En julio de 1987, cuando estaban a punto de cumplirse 25 años de la muerte de Marilyn Monroe, Ignacio Carrión empezó a publicar en Diario 16 una serie de reportajes en los que reconstruía la peripecia vital de uno de los iconos de la mitología contemporánea.

Aquellos artículos eran el resultado de una tarea de investigación, de un recorrido por la América profunda y de las versiones del primer marido de Marilyn y de gente más o menos famosa que la conoció o conoció a los que la conocían.

Entre ellos, claro, la nómina de sus amantes, entre los que algunas fuentes incluyen a Einstein:

¿Por qué no? –escribe Ignacio Carrión- El padre de la teoría de la relatividad compartiendo sus átomos con la hija de la teoría absoluta, de forma totalmente científica y horizontal. Precioso.

Rey Lear recopila ahora en Buscando a Marilyn aquel material periodístico y fungible para demostrar entre otras cosas la actualidad del mito, inmune al olvido y rodeado de especulaciones sobre su figura y su muerte.

Truman Capote -para quien bailó desnuda porque, como se sabe, Dios le da pañuelo a quien no tiene mocos- destacó su complejidad, su carácter contradictorio que tan pronto podía ser el de una cocinera como el de un ser etéreo.

Como todos los mitos, Marilyn está por encima del tiempo. Eso explica por qué un calendario de 1949 sigue sin pasarse de fecha.

Santos Domínguez

15 octubre 2008

Memorias de Philippe Sollers


Philippe Sollers.
Una verdadera novela.
Memorias.

Traducción de Mauro Armiño.
Páginas de Espuma. Madrid, 2008.


Alguien que más tarde dirá yo entró en el mundo humano el sábado 28 de noviembre de 1936, a mediodía, en los suburbios inmediatos a Burdeos, junto a la ruta hacia España. No tengo razón alguna para no creerlo.

Philippe Sollers (1936), novelista, filósofo, impulsor de la revista Tel Quel, que reunió en sus páginas lo mejor de la cultura francesa de la segunda mitad del siglo XX, es uno de los intelectuales más prestigiosos e inquietos de la cultura europea contemporánea.

Sus Memorias, que se publicaron el año pasado en Francia con enorme éxito, y publica Páginas de Espuma con traducción de Mauro Armiño, llevan como título Una verdadera novela.

Lo explica Sollers con estas palabras profundas e irónicas:

Toda mi vida me han reprochado escribir novelas que no eran verdaderas novelas. Aquí hay una por fin. “Pero si se trata de su vida”, me dirán. Desde luego, pero ¿dónde está la diferencia? Seguro que van ustedes a explicármela.

Una verdadera novela va más allá de la autobiografía de Sollers, de su memoria personal e intelectual. El papel relevante que tuvo su autor en el panorama intelectual europeo hace que este libro sea no sólo la novela de una vida contada por su protagonista, sino un paseo por la memoria cultural contemporánea, entre el existencialismo, el marxismo y el estructuralismo. Mauriac, Barthes, Lacan, Foucault, Derrida, Robbe-Grillet, Quignard, Houellebecq, Jonathan Littell.... son algunos de los referentes de ese recorrido que se inicia cuando descubre la lectura en la niñez:

¿Mi primer recuerdo? Cuando a los cuatro años mi madre me dijo un día: “Bien, ahora ya sabes leer.” Me veo salir corriendo sin rumbo, enloquecido, por el parque frente a la casa familiar, caer de rodillas en alguna parte y quedar allí, extasiado ante esa realidad embriagadora: ¡ser capaz de leer! Creo que en ese momento comprendí el significado de la palabra libertad.

Novela familiar, de infancia y mujeres, del alumno de los jesuitas, novela de formación del adolescente que descubre a la vez el sexo y la literatura, memoria de Tel Quel y su subtítulo jerarquizado: Literatura. Filosofía. Arte. Ciencia. Política. Esa ordenación de intereses define probablemente la prioridad de intereses del universo intelectual de Sollers, que como editor ha estado muy vinculado a Gallimard, para la que dirige la revista L’Infini.

Sus libros, su relación con Julia Kristeva, la conmoción de mayo del 68, la admiración, compartida con Malraux, por la China de Mao, son algunas de las líneas maestras que sustentan estas memorias, entre el análisis intelectual de la realidad contemporánea y la evocación narrativa del siglo XVIII, Venecia, Mozart o Sade.

La vertiente creadora de Philippe Sollers está también muy presente en estas páginas, por ejemplo en la sutileza de sus reflexiones sobre la técnica narrativa o sobre la importancia del tono en los comienzos de las novelas.

Hay también ausencias y silencios notorios. El lector está avisado desde la advertencia inicial:

Aquellos y aquellas cuyos nombres no aparecen en estas Memorias pueden considerar que, en general, es por su bien.

Santos Domínguez

14 octubre 2008

Malas


Malas. Relatos de mujeres diabólicas.
Edición y prólogo de Marta González Mejía.
Traducción de Marta González Mejía y Marta Vela González.
Rescatados Lengua de Trapo. Madrid, 2008.

Con edición y prólogo de Marta González Mejía, Malas, la antología de relatos que publica Rescatados Lengua de Trapo sobre mujeres diabólicas, recoge diecisiete relatos de terror protagonizados por mujeres malvadas y transgresoras.

Entre el Romanticismo y el Naturalismo, de Hoffmann a Zola, de Mary Shelley a Bram Stoker y de Bécquer a Emilia Pardo Bazán, esta selección de cuentos de los autores más representativos del siglo XIX recorre casi cien años (de 1816 a 1914) de literatura protagonizada por mujeres diabólicas.

Son relatos que convocan la emoción más primaria: la del miedo a lo desconocido, a la muerte, al misterio del más allá. Cuentos que conectan con pulsiones ancestrales que nos acompañan desde la infancia, con el mundo del inconsciente, con el sueño y la ansiedad de las pesadillas.

Fantasmas y resucitados, vampiros y criaturas de la noche, apariciones y tumbas forman parte de este tipo de narrativa fantástica en la que es esencial el juego equilibrado del suspense y la verosimilitud, la creación de atmósferas de misterio y la inquietud que provocan los finales abiertos, los desenlaces ambiguos que dejan intrigado al lector.

Técnicamente son relatos muy variados que recurren al narrador omnisciente o al más efectivo narrador protagonista o testigo para hablar de las zonas de contacto entre la vida y la muerte, entre lo conocido y lo desconocido, entre la realidad cotidiana y el misterio.

Ambientados en bosques umbríos o en mansiones con pasadizos secretos, en cementerios lúgubres o en lugares solitarios, es muy frecuente que los relatos de terror estén protagonizados por mujeres bellas y transgresoras, atractivas y malvadas a un tiempo.

Herederas de una antigua tradición que se remonta a Eva como fuente del pecado, protagonizan estos cuentos de erotismo soterrado o explícito. Son mujeres vigorosas y maléficas, inteligentes y decididas. Malas según la visión tradicionalmente masculina que ha transmitido la literatura. No puede ser una casualidad que de los diecisiete relatos de la colección sólo dos hayan sido escritos por mujeres. El predominio de esa visión, habitualmente misógina y conservadora que condena a la marginalidad o al silencio a las mujeres que transgreden las normas de los políticamente correcto, es la que explica el título de esta selección de relatos.

Una breve nota introductoria antes de cada cuento da noticia de cada autor y sitúa el texto en su contexto histórico y bibliográfico. La edición en Rescatados de Lengua de Trapo ha sido cuidada en todos los detalles, desde la tipografía a la acertada selección de textos, entre los que no podía faltar una obra maestra como Ligeia, de Poe.

Mayra Vela

13 octubre 2008

La conciencia de Zeno


Italo Svevo.
La conciencia de Zeno.
Traducción de Carlos Manzano
Posfacio de Mario Lavagetto
Gadir Ficción. Madrid, 2007.


Publicada en 1923, La conciencia de Zeno es una novela fundamental para entender la renovación literaria de principios del siglo XX, una de las creaciones más importantes de la narrativa del siglo XX. James Joyce, amigo y conciudadano de Svevo en Trieste, fue su gran valedor.

Escrita como una autobiografía irónica y distante de un personaje que no es Svevo, como parte de una terapia psicoanalítica con la que el protagonista, Zeno Cosini, intenta superar su adicción a la nicotina y curar sus neurosis. Pero es más que eso: una visión problemática del hombre contemporáneo y el acta de defunción de un mundo y unos valores que desaparecían en la Europa de entreguerras.

La nueva edición que publica Gadir aporta dos novedades reseñables: la traducción de Carlos Manzano, revisada y mejorada veinticinco años después de la que preparó para Bruguera, y un posfacio (La novela de después del fin del mundo), en el que Mario Lavagetto, uno de los mejores especialistas en Svevo, hace una lectura profunda del sentido de esta novela esencial.

La conciencia de Zeno es un libro que siempre releo – escribió Bioy Casares- y a Svevo lo siento como a un hermano. (...) Ese libro espléndido me enseñó a no ser pretencioso.


Santos Domínguez

11 octubre 2008

Poesía completa de González Pedraza


Francisco González Pedraza.
Poesía completa.
Miguel Gómez Ediciones. Málaga, 2008.

Francisco González Pedraza (Málaga, 1943) pertenece al grupo de poetas y tipógrafos que continuaron en Málaga la labor poética y editorial de la imprenta Sur o de la revista Litoral de Emilio Prados y Manuel Altolaguirre. Su amistad con Bernabé Fernández-Canivell, Alfonso Canales, María Victoria Atencia y Rafael León, Rafael Pérez Estrada, Pablo García Baena y Vicente Núñez le familiariza con una brillante tradición a la que González Pedraza ha sumado varios títulos que se recogen en la Poesía completa que publica Miguel Gómez Ediciones en su ya nutrida y brillante colección Capitel.

Desde Por el Limonar, con su tono neopopularista, al verso enamorado de los poemas corporales de Íntimas palabras o la suave melancolía elegiaca de El viento en las palabras, los azules, el viento y la arena, los cuerpos amorosos y el tiempo en fuga por las playas de Málaga se convierten en constantes vitales y poéticas de una obra que tiene como referencia constante el sur y lo mediterráneo.

En los poemas de González Pedraza, luminosos, crepusculares o nocturnos, el amor y el olvido, la plenitud solar y marina, la evocación nostálgica o la celebración del cuerpo y la luz de la naturaleza entroncan directamente con la tradición poética malagueña, pero también en un sentido amplio con una estética y una ideología vital propia de un Sur que no es sólo un espacio geográfico, sino una concepción de la realidad que enlaza también con Cavafis, a quien dedicó en 1995 una bella Evocación.

Notario marinero y observador de ultramares y estrellas lo llamó de manera gráfica Rafael Pérez Estrada, tal vez pensando en versos como estos en los que

el pájaro sencillo
confunde sus alas
con el aire.


Santos Domínguez

10 octubre 2008

Aprendiz de Homero


Nélida Piñon.
Aprendiz de Homero.
Traducción de Montserrat Mira.
Alfaguara. Madrid, 2008.


Hace años que converso con Homero. Fui educada para entenderlo. Unida al poeta por tradición y por coherencia civilizadora, nada en él me resulta ajeno.

Entre la agonía de lo femenino en Dulcinea y el artículo que cierra y titula el volumen, Alfaguara reúne veinticuatro ensayos de Nélida Piñon. Veinticuatro artículos de esta hija de Cervantes, nieta de Homero y hermana de escritores como Vargas Llosa o Carlos Fuentes.

Aprendiz de Homero es también una declaración de las señas de identidad de Nélida Piñon, un homenaje a los personajes y a los autores que forman parte de su mundo: Don Quijote y Ulises, Homero y Cervantes, Machado de Assis o Monteiro Lobato. Y, junto con un recorrido por la creación literaria de la mano de una lectora privilegiada, esta recopilación de ensayos breves es también un homenaje explícito a personajes femeninos como la Sara bíblica, a la que se dedica un texto memorable, la Artemisa mitológica, la Dulcinea quijotesca, la Úrsula Iguarán de Cien años de soledad o la Eulalia de su novela La república de los sueños.

La palabra y la memoria reivindicadas en unos artículos en los que la ironía se convierte a menudo en una de las variantes más refinadas de la inteligencia. En ellos, la narradora brasileña habla con pasión y lucidez de la literatura y los secretos de la narrativa o del enigma de la creación, declara sus influencias literarias y hace un recorrido por las lecturas que más huella han dejado en la vida y la obra de una autora que escribe de sí misma en La epopeya de la lectora Nélida, uno de los mejores textos del libro:

Nací escritora, nací lectora. Los rasgos y las idiosincrasias inherentes a ambos estados me acompañan siempre.


Santos Domínguez

08 octubre 2008

Hugo von Hofmannsthal. Una carta.


Hugo von Hofmannsthal.
Una carta
(De Lord Philipp Chandos a Sir Francis Bacon)

Pre-Textos. Valencia, 2008.


De una crisis personal y literaria, que en el fondo era el reflejo individual de los procesos culturales que se estaban produciendo en la compleja transición del XIX al XX, surge en 1902 la Carta de Lord Chandos, en la que Hugo von Hofmannsthal dejó uno de los manifiestos de la crisis de la modernidad que marcó el final de una época, la de la suficiencia del lenguaje, y abrió otra, marcada por las limitaciones expresivas que cristalizarán en las vanguardias y luego en el pensamiento posmoderno.

Las relaciones problemáticas entre el lenguaje y el mundo, entre el individuo y la realidad, la construcción verbal del pensamiento, la vinculación entre ética y estética, se abordan en un texto breve en extensión, denso y lúcido en sus planteamientos, decisivo y duradero en su proyección.

Y es que la Carta puede leerse como una obertura literaria en la que se prefiguran los temas conflictivos que marcan el pensamiento y la creación en la cultura contemporánea.

Polémica y brillante, contradictoria en el uso del material verbal del que reniega ( “¿Cómo se puede descargar el mutismo hablando, la ceguera viendo?”, se preguntaba Hermann Broch a propósito de esta carta), Hofmannsthal expresa la crisis de la identidad como una experiencia vivida en propia carne. De ahí el tono de monólogo dramático y confesional que a través de la máscara de Lord Chandos aborda Hofmannsthal aborda su propia desorientación , el conflicto entre el escritor y la realidad, el desplazamiento del centro al margen, la escisión del individuo y el mundo, el paso de la compenetración a la disociación.

Esa crisis compleja y de largo alcance es el resultado de la disolución del yo y la expresión de una doble crítica: la del lenguaje y la del conocimiento:

En ese momento he sentido con certeza, no exenta de un punto de dolor, que quizá me fuera dado, no sólo escribir, sino también pensar, no es el latín ni edlinglés ni el italiano o el español, sino una lengua de cuyas palabras ni una sola me es conocida; una lengua en la que las cosas mudas me hablan y en la que quizá un día en la tumba tendré que rendir cuentas a un juez desconocido.

Bajo el signo de ese triple naufragio, de la lengua, de la identidad y del pensamiento, discurre la posmodernidad, como explica Claudio Magris en su ya clásico prólogo (La herrumbre de los signos), al que se superpone la introducción del traductor, José Muñoz Millanes.

La novedad de esta edición de Pre-Textos es que además incorpora seis cartas de respuesta de distintos autores y diverso interés y un ensayo final de Juan Navarro Baldeweg en el que pone en relación la carta con La obra maestra desconocida de Balzac, y a Frenhofer con Lord Chandos, dos resultados de la autoobservación detenida de sus autores y de la angustia creadora con que abordaron sus crisis expresivas.

Santos Domínguez

06 octubre 2008

Relatos después de la batalla (1808-1823)


Alcalá Galiano, Mesonero Romanos, Jovellanos, Capmany, Larra.
Relatos después de la batalla (1808-1823).
Espasa. Fundación Dos de Mayo. Madrid, 2008.



En Relatos después de la batalla (1808-1823), que edita Espasa con el patrocinio de la Fundación Dos de Mayo, Antonio Fernández García ha preparado e introducido una selección de cinco textos que ofrecen cinco versiones de aquellos hechos, cinco relatos después de la batalla.

Cuatro de esos relatos toman como punto de referencia el Dos de mayo y sus consecuencias, desde el punto de vista de quienes tuvieron un papel relevante en aquellos días o desde el recuerdo.

El artículo primero de la Memoria que escribió Jovellanos para rebatir las calumnias divulgadas contra los individuos de la Junta Central es una justificación de la conducta de aquel ilustrado y una defensa de la legitimidad de la Junta.

El Centinela contra franceses, de Antonio de Capmany, es un folleto propagandístico de tono muy distinto. Es propaganda de guerra, una soflama para desacreditar al francés.

Los diez primeros capítulos de los Recuerdos de un anciano, de Alcalá Galiano y los once primeros de las Memorias de un setentón natural y vecino de Madrid, de Mesonero Romanos tienen el enfoque propio de la memoria autobiográfica, una mayor distancia de los hechos y por tanto un tono más evocador y descriptivo.

Y finalmente, El hombre-globo, es un artículo irónico y divertido de Larra, que parece aludir a Godoy tras distinguir varias tipologías de hombres: sólidos, líquidos y gaseosos. Como la mayoría de sus artículos, no ha perdido actualidad y esas caracterizaciones podrían utilizarse como patrón de análisis del presente. Por eso Larra es ya un clásico, porque su obra no envejece sino que se actualiza en cada lectura posterior.

Todos ellos, con su distinta tonalidad e ideología, desde el progresismo ilustrado al tradicionalismo conservador, con su análisis intelectual o con su tono incendiario y visceral, con la melancolía del recuerdo o con la ironía del romántico, dan idea cabal de la complejidad y la transcendencia de aquellos acontecimientos que marcaron para bien y para mal nuestra historia contemporánea.

Luis E. Aldave

04 octubre 2008

La casa roja




Juan Carlos Mestre.
La casa roja.
Calambur. Madrid, 2008.


Nueve años después de La tumba de Keats, el nuevo libro de Juan Carlos Mestre, La casa roja, del que ya había publicado algunos adelantos, vuelve a explorar el espacio autónomo de la poesía y la palabra como ámbito de libertad, conocimiento y creación.

Quien entra en La casa roja, que publica Calambur, entra en la casa de las preguntas, en el lugar en que la poesía se convierte en conciencia de lo oculto y en descubrimiento de lo secreto.

Junto con esa misión reveladora de lo invisible, la poesía de Juan Carlos Mestre asume un importante componente ético y crítico, cumple una función testimonial que la convierte en conciencia moral del hombre.

Imaginación y resistencia, conciencia y palabra son claves fundamentales en la obra de Mestre, en una creación que transcurre en el espacio de lo imprevisible para fundar un mundo que existe sólo en el poema:

sucede el extintor de las rosas en el cortejo de las siemprevivas
sucede el apostolillo verde de los semáforos
sucede que voy a contarte las cosas de mi vida tal como eran
sucede un telegrama de nitroglicerina en tu lápiz de labios
sucede que yo te quiero un noventa por ciento más que tu novio

El poeta conjura tradiciones heterogéneas en una invocación a la diversidad que refunde lo primitivo con la vanguardia, lo simbólico con lo visionario para proponernos no una imagen coherente del mundo, sino una lectura abierta de la realidad que hace del poema un lugar de encuentro.

El fraseo intenso y alucinatorio con que discurre el verso torrencial y salmódico de Mestre, generoso en imágenes y más radical en este libro que en La tumba de Keats, va construyendo su propia realidad, reivindicando otra forma de ver y de mirar un mundo que parece recién descubierto o recién inaugurado, como en el modelo withmaniano al que se encomienda el poeta en La casa roja.

La casa roja es la casa de la poesía, la casa de la palabra, la casa de las preguntas:

Mi corazón es una casa roja con escamas de vidrio, mi corazón es la caseta de los bañistas cuya eternidad es breve como columna de lágrimas. El minotauro hace rodar sus ojos por el acantilado de las estrellas, la herida del anochecer hace su nido en la arena. Yo hablo con alas, yo hablo con lava de lo ardido y humo de diamante.

Poesía como forma de conocimiento, palabra en libertad y compromiso ético son tres ángulos fundamentales de un libro que tiene sus referentes en el Lorca de Poeta en Nueva York o de El público, en Antonio Gamoneda, en Rafael Pérez Estrada.

Otra línea persistente en La casa roja es la irónica, la que recurre a la parodia (“se acabaron los bedeles que iban por la estepa solos”) o al sarcasmo para criticar la realidad. La Alocución en la Academia de los botones chapados o la Pequeña conferencia son algunos de los muchos ejemplos que se podrían aportar.

A uno de esos textos demoledores, Las espinas de la mandrágora, pertenecen estas líneas:

Huelo las cátedras a cuarenta zancadas de platino iridiado, distingo su luto riguroso con las persianas bajadas. Preferible la Lírica y su batuta de gorjear cuando el mar se va de vacaciones y comienza el adoctrinamiento de los limpiabotas del corazón. En un poeta se da por supuesto un profesor, en un profesor se da por supuesto un crítico, en un crítico se da por supuesta la Virgen María. Hasta los fisgones con sangre de loro pueden ganarse la vida como mentalistas.

Santos Domínguez

03 octubre 2008

Artemisia



Anna Banti.
Artemisia.
Ensayo introductorio de Susan Sontag.
Traducción y prólogo de Carmen Romero.
Ediciones Alfabia. Barcelona, 2008.

Como uno de los clásicos más extraños e insondables de toda la literatura italiana del siglo XX definió Cesare Garboli esta Artemisia, la novela de Anna Banti que toma como referencia la figura de Artemisia Gentileschi, una pintora romana que vivió entre 1593 y 1652 y perteneció al grupo de seguidores de Caravaggio.

Además de sus autorretratos como alegoría del talento natural y de la Pintura, sus lienzos más conocidos (Judit decapitando a Holofernes o Susana y los viejos) se han interpretado en clave autobiográfica. De esa manera, la pintora proyectaba en su obra algunas circunstancias trágicas que marcaron su vida. Artista y mujer en una profesión dominada por los hombres, víctima de una violación en su juventud, su obra obtuvo por méritos propios el difícil reconocimiento académico y profesional de sus contemporáneos y acabó convirtiéndose en la única mujer que ocupa un papel relevante entre los grandes maestros de la pintura. No es raro que su figura haya suscitado varias aproximaciones que van de la novela al cine y pasan por el estudio biográfico.

Cuando Anna Banti tenía casi terminada en 1944 una primera versión de esta novela, el manuscrito desapareció entre los escombros de su casa, destruida por las bombas alemanas que destruyeron los puentes de Florencia. Por entonces la pintora no tenía el reconocimiento que disfruta hoy, aunque su importancia la estaba reivindicando ya Roberto Longhi, el historiador del arte y marido de Anna Banti, al que está dedicada la obra.

Inevitablemente, al reconstruir la historia de Artemisia en esta novela que reescribió entre 1944 y 1947, Anna Banti proyecta en la artista del Barroco sus propias circunstancias, su personalidad, con lo que la pintora alcanza una nueva dimensión que es el resultado de la suma de dos vidas (la de la autora y la de su personaje), de dos tiempos ( el pasado que se actualiza en el presente) y de dos modelos narrativos ( la novela histórica y la autobiografía):

Bajo los cascotes de mi casa he perdido a Artemisia, mi compañera de hace tres siglos, que respiraba tranquila, acostada por mí en cien páginas de escrito.

Planteado técnicamente como un relato a dos voces, como un diálogo entre la primera y la tercera personas, en el fondo es una reflexión a solas de Anna Banti consigo misma, identificada con Artemisia.

La superposición de las dos voces genera una ambigüedad buscada desde el principio, como destaca Susan Sontag en el agudo ensayo (Un destino doble) que los editores han tenido el acierto de recuperar como introducción a la novela.

Esa fusión de autora y personaje desde la primera frase de la obra ( "Basta de lágrimas") es la que explica la mezcla de emoción y distancia que sirve para narrar con eficacia dos tragedias protagonizadas por dos creadoras que unen a sus condición femenina la expresión artística para combatir la desgracia y aliviar el peso del pasado.

Un pasado del que viene al presente Artemisia para unir el entonces y el ahora, el XVII y el XX, Roma y Florencia, la pintura y la escritura en dos tardes de agosto:

Ya no podré liberarme de Artemisia, esta acreedora es una conciencia puntillosa y obstinada a la que me acostumbro como a dormir en el suelo.

Una historia se cruza con la otra en un mecanismo de intersecciones y ambas mujeres entre sí en los círculos concéntricos unidos por el vínculo de la pesadumbre y por el relato del triunfo sobre el dolor, de manera que el verdadero centro de la obra, con el telón de fondo de la guerra y la destrucción, es Anna Banti, tan identificada con su personaje que este se acaba convirtiendo en alter ego de la autora. Por eso esta novela en la que el lirismo convive con la narración habla más del presente que del pasado:

El momento es delicado. A miguitas me llevo conmigo a Artemisia, poco importa dónde me encuentre. Hoy soy su compañera por los montes de cascotes que basta con haber visto una vez.

La edición se completa con un prólogo en el que la traductora, Carmen Romero, resume los datos esenciales de la trayectoria vital y artística de Artemisia Gentileschi y explica el proceso de composición de la novela, el “forcejeo entre biografía y autobiografía” que es esta espléndida obra, de estilo trabajado y técnica sutil para lograr la confluencia de Artemisia y Anna Banti:

“¿Existe aún?” No es el incorruptible instrumento, la voz helada de inaccesible inmortalidad la que claramente silabeó: “Basta de lágrimas”. Más que voz, es interior movimiento de piedad histórica, sin alarma, sin ilusión ni congoja. Clavada en el espacio y en el tiempo como una semilla infructuosa, escucho un susurro sin frescura, la respiración polvorienta de siglos: la nuestra y la de Artemisia, conjuntas.

Es la magnífica carta de presentación de Alfabia, una nueva editorial que ha hecho una cuidadísima elección de títulos y una esmerada edición para presentarse en público.

Santos Domínguez

01 octubre 2008

El hombre que detuvo a García Lorca


Ian Gibson.
El hombre que detuvo a García Lorca.
Punto de Lectura. Madrid, 2008.


Ramón Ruiz Alonso y la muerte del poeta
es el subtítulo del ensayo en el que Gibson vuelve a acercarse a un personaje que ha pasado a la crónica negra de la literatura.

Cuarenta años después de entrevistarle por primera vez, Gibson revisa en este libro, a la luz de la bibliografía más reciente y de las aportaciones de Emilio Ruiz Barrachina y su documental Lorca. El mar deja de moverse, la figura siniestra de aquel personaje en busca de notoriedad, del que decía textualmente Luis Rosales: “este era un inconsciente, este creía que se estaba llenando de gloria ante la historia.”

Una revisión orientada sobre todo a fijar el papel de Ruiz Alonso en la represión granadina, en las rondas depuradoras de las escuadras de la muerte y en la denuncia, arresto y asesinato del poeta.

La monografía de Gibson, que publica Punto de Lectura en formato de bolsillo, reconstruye la biografía de Ruiz Alonso y se remonta a sus raíces familiares en un pueblo de Salamanca. Hijo de terratenientes arruinados por el juego, su familia se trasladó a Madrid, donde pasó una infancia con estrecheces y educación en los salesianos. Yerno de Penella, el autor de El gato montés, y padre de actrices que eludieron su apellido, fue tipógrafo en El Debate y en Ideal de Granada desde 1932.

Entonces empezó su carrera política en la CEDA, en la que demostró ser un orador de voz poderosa y palabra radical. Le acompañaba con frecuencia Juan Luis Trescastro, familiar lejano de Lorca que se jactaría en los cafés granadinos de haberle “metido dos tiros en el culo por maricón.”

Como obrero honorario le solían presentar en los mítines de la derecha granadina. Más despectivamente, José Antonio Primo de Rivera le llamaba el obrero amaestrado en una época agitadísima en la que coincidieron la revolución política y la revolución teatral, Asturias y el escándalo que provocó el estreno de Yerma en la prensa de la derecha.

Con una acusada tendencia a la matonería, a la amenaza y a la agresión física, fue diputado en el bienio negro, aunque en las elecciones de febrero del 36 sólo obtuvo diez votos en Granada. En aquella campaña electoral, aquel fino intelectual llamaba en Fuente Vaqueros a Lorca “el poeta de la cabeza gorda.”

Propagandista del corporativismo, con ese título y un prólogo de Gil Robles se autoeditó un manual fascista. Paralelamente, el compromiso de Lorca y su apoyo al Frente Popular, sus declaraciones a los periódicos y las alusiones a parte de su familia en La casa de Bernarda Alba lo iban poniendo en el punto de mira de los conspiradores.

Los últimos días de Lorca en casa de los Rosales y en el Gobierno Civil centran la parte más intensa de una monografía que recoge las aportaciones de la bibliografía reciente y las declaraciones de Ruiz Alonso, que huiría de España poco después de la muerte de Franco.

Santos Domínguez

29 septiembre 2008

Juan Goytisolo. El exiliado de aquí y allá


Juan Goytisolo.
El exiliado de aquí y allá.
Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores. Barcelona, 2008.


Cinco años después de Telón de boca Juan Goytisolo vuelve a la novela con El exiliado de aquí y allá (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores) para resucitar al Monstruo del Sentier, el personaje que moría en un atentado de los Maricas Rojos en Paisajes después de la batalla.

Veinticinco años después, aquel ser torpe y desmañado regresa para saber por qué le han matado con una bomba lapa que llevaba pegada a su gabardina. Y el lector de Goytisolo no debería extrañarse de la reaparición. Cuando estallaba la carga explosiva en Paisajes..., en el capítulo La ciudad de los muertos aparecía el Monstruo “desmembrado y hecho trizas”, ubicuo y callejero, propenso a la risa:

reír, reírte de ellos: escribir escribirme: tú yo mi texto el libro
yo: el escritor
yo: lo escrito.

El extravagante personaje trae la partida de defunción en un bolsillo de la gabardina y unas gafas de sol que completan su imagen grotesca de exhibicionista de genitales en los parques. Vuelve a un cibercafé para infiltrarse en el eje del mal y conocer desde dentro la motivación religiosa de sus asesinos:

aun hecho trizas, quiso regresar al planeta en el que un terrorista activó la carga explosiva disimulada en el forro de su gabardina y le despachó con su libro al Más Acá. Se encontró de golpe en un cibercafé desierto con miles (¿millones?) de ordenadores y sus correspondientes mesillas y asientos. Un panel gigante, que se encendía y apagaba, repetía incansablemente un mensaje: UNIVERSO VIRTUAL. No sabía a qué atenerse ni lo que se esperaba de él, y vagó así en el vacío de un espacio infinito hasta que, agotado, se sentó frente a uno de los teclados y se vio retratado en la pantalla, con su sombrero y gafas ahumadas, con la etiqueta de El Monstruo del Sentier. (...)
El astuto lector se preguntará cómo un desmañado como él, incapaz de abrir un paraguas o de dar cuerda a un reloj, puede navegar por su ordenador y entrar en contacto con el mundo del que salió despedido y con la nebulosa de astros del Más Acá. La muerte no es como la piensas, querido colega: tarde o temprano lo comprobarás. Lo mismo puedes encontrarte en un cibercafé del tamaño de un estadio olímpico como flotando en la ingravidez del espacio, atrapado sin remedio en un atasco en la indeseable compañía de un taxista madrileño -cuyo monólogo sobre derechos humanos escucharás más tarde, avanzado ya el libro-, o encapsulado en el minicerebro de un chorlito con aires de profesor.

Después de leer esas líneas, el lector sabe que Juan Goytisolo ha prescindido en esta novela de la verosimilitud para dar rienda suelta a su libertad creativa, que ha fabricado en forma de pastiche una bomba de relojería.

Desengañado, pesimista, convencido de que la nuestra es una situación sin salida, Juan Goytisolo ve las cosas con la distancia de quien va de vuelta y no teme a nada. Está en esa edad de libertad radical que se refleja en sus opiniones – a menudo perturbadoras y políticamente incorrectas- y en su escritura. Y a estas alturas está en condiciones de escribir lo que quiera y como quiera.

En el prólogo que escribió para el tomo IV de sus Obras completas en Galaxia Gutenberg recordaba Juan Goytisolo la mala acogida de la crítica a Las virtudes del pájaro solitario, que “sufrió la nueva forma de censura con la que se acoge a cuanto se aparta del supuesto modelo novelesco accesible al lector virtual.”

Aquellas críticas hostiles – añadía Goytisolo- “no me chocaron ni entristecieron. Conociendo, como conozco, las supervivencias tribales en el medio literario español que evocaba Cernuda, confirmaron lo que yo ya sabía: la actitud defensiva de los misoneístas respecto a todo aquello que no quepa en sus modelos trazados con regla y compás.”

Fuera de toda norma genérica, sin someterse a reglas ni compases, es probable que la historia se repita. Porque El exiliado de aquí y allá es más que una novela, es una explosión de libertad, inverosímil en las situaciones y veraz en el diagnóstico de la realidad de fondo: la utilización interesada del terrorismo y el miedo que se denuncia en capítulos como El turismo os hará libres, sobre un infierno promocionado, y una crítica corrosiva del radicalismo religioso y de la ambición de poder político y económico que encubren las tres religiones.

Aliados en un triángulo terrorista para organizar atentados, el imán fundamentalista que es al mismo tiempo una Alicia pornográfica, el Monseñor Amante de los Niños, el pedófilo que cultiva su afición en una red de orfanatos, y el rabino de los tirabuzones rasta vuelven a demostrar que los extremos se tocan y se benefician del cuanto peor mejor en una siniestra alianza de civilizaciones y espiritualidades.

Con Cervantes, Swift y Voltaire al fondo, la prosa en acción de Goytisolo es la que va construyendo el argumento de la novela en fragmentos breves pensados para la lectura en voz alta y emparentados por tanto con una técnica narrativa oral que debe mucho a Cervantes. El exiliado de aquí y allá es un pastiche narrativo construido –otra vez Cervantes al fondo- con una pluralidad de voces y tonos que van desde los correos electrónicos a los folletos y los sermones en latín, pasando por las parodias de discursos en mítines o la voz de la calle y las vecinas.

Como en Carajicomedia y en Telón de boca, los personajes son mutantes: el imán radical se transforma en Alicia y toma la apariencia de una estrella pornográfica, y el protagonista se convierte a ratos en la Rapera Encoñada. En torno a ellos, otros personajes como el cobrador del crack, el filósofo que vota a la derecha por fidelidad a la izquierda, el Zar Matachechenos, los Mártires de Al Ándalus...

El humor corrosivo que recorre El exiliado de aquí y allá tiene su raíz en un escepticismo que no deja títere con cabeza y se canaliza en una deformación grotesca, en una visión esperpéntica de la realidad que es consecuencia de la lucidez de Goytisolo, de su desengaño quevedesco, de la ironía o el sarcasmo que se proyecta también sobre la literatura comercial:

¿Por qué no escribía historias como las que enganchaban al público y se encaramaba de una vez al palmarés de los campeones de ventas? ¡Una novela de acción y suspense, con mafias, sectas esotéricas, rituales secretos, profecías apocalípticas! Todo ello sazonado con odios ancestrales y sexo, ¡mucho sexo!

O sobre la gastronomía actual, como en este menú que un chef de cuisine, proveedor oficial de la Curia, elabora para el arzobispo y el imán:

Entrada: ensalada romana.
Primer plato: camarlengo al horno de fumata blanca.
Segundo: filet de Saint-Pierre à la sauce cardinale.
Postres: tocinito de cielo y licor benedictino.

A más de un lector la obra le parecerá un disparate. Posiblemente no le falte razón, pero ¿qué otra cosa es un mundo gobernado por Bush, Putin, Ratzinger, Sarkozy o Berlusconi?

Santos Domínguez



27 septiembre 2008

Llenar tu nombre


Ana Rossetti.
Llenar tu nombre.
Bartleby. Madrid, 2008.


Han pasado casi treinta años desde que Ana Rossetti publicó Los devaneos de Erato, un libro que no ha perdido frescura con el paso del tiempo. Desde entonces, y con creciente calidad, su autora ha ido construyendo una obra sólida que la ha consolidado como una de las voces más personales de la poesía española actual.

Libros posteriores como Dióscuros e Indicios vehementes se movían entre los mitos clásicos y la estética barroca, se proyectaban en el mundo de la infancia que era el centro de Devocionario o iban del erotismo a la cultura pop en Yesterday.

Más de treinta años de creación literaria que se recopilaron en La Ordenación, su poesía completa hasta 2004. Tres décadas en las que la palabra ha ido delimitando su propio territorio en torno al tiempo, la memoria, el amor y la música.

Cambiante en temas y exigente con la forma, sin acomodarse en fórmulas, la obra de Ana Rossetti ha encontrado su centro en el equilibrio entre el qué y el cómo, entre la materia y la forma. Lo prueba su muy reciente Llenar tu nombre, que publica en Bartleby, un libro de búsqueda y asombro, de hallazgo y palabra inspirada.

Llenar tu nombre, como toda la poesía que de verdad importa, es un libro arriesgado, una virtud que hay que agradecer no sólo porque renuncia al anodino tono en mi menor que tanto abunda por aquí últimamente, sino porque asume incertidumbres vitales y estilísticas para levantar sobre ellas una nueva propuesta. En eso se centra Ana Rossetti en Llenar tu nombre, en elaborar un mapa para atravesar el territorio revelado y nocturno de la poesía.

La reflexión sobre el sentido de la creación poética, el elogio de la palabra y el concepto, del vaticinio y la conciencia cimentan una defensa de la poesía como revelación y conocimiento, una imagen del mundo como “texto cambiante e inconcluso” que surge de la noche.

Memoria y diccionario, forma y experiencia que sirven para inaugurar el mundo, para trazar, desde “el oceano denso del lenguaje” esos “planos del asombro” de los que habla un poema.

En Llenar tu nombre Ana Rossetti mantiene un diálogo sostenido con la poesía como epifanía y descubrimiento, como búsqueda en lo oscuro y revelación en la noche:

Sólo vertemos nuestro asombro en la matriz fecunda del poema

Ese impulso emparenta a la autora con Emily Dickinson, a quien se evoca en un espléndido poema, y culmina un libro que es también una acción de gracias a la “Poesía, señora nuestra.”

De ahí el tono de oración predominante en los últimos textos: Así en la tierra, Como en el cielo o la Oración final:

Bendita sea tu pureza,
y eternamente sea vivificada
desde el sufrimiento del mundo,
desde la grandeza, desde el amor del mundo,
desde toda criatura y sus voces.

Santos Domínguez

26 septiembre 2008

Tratado de la servidumbre liberal




Jean-Léon Beauvois
Tratado de la servidumbre liberal.
Análisis de la sumisión.

Prólogo de Slavoj Žižek.
Traducción de Julia Gutiérrez Arconada.
La Oveja Roja. Madrid, 2008.


El Tratado de la servidumbre liberal, de Jean-Léon Beauvois, ya todo un clásico de la psicología social y la psicología política, se presenta en su subtítulo como un trabajo de análisis de la sumisión en las democracias liberales.

Con un prólogo de Slavoj Žižek y un estudio introductorio de Nicole Dubois y Robert-Vincent Joule, que destacan esta obra como uno de los grandes libros franceses de psicología política, la tesis que defiende Beauvois es que los sistemas de poder y las ideologías que los sostienen dan lugar a modos específicos de conocimiento y de acción.

A descifrar esos modos, a saber cómo funciona la libertad en las democracias liberales, se aplica el autor en las tres partes en las que se organiza este ensayo que publica en España La Oveja Roja: «Consideraciones sobre la psicología ordinaria», «Consideraciones sobre la libertad ordinaria» y «Consideraciones sobre el ejercicio ordinario de poder».

Utilizando un método de análisis propio de la psicología social, Beauvois cuestiona la noción de libertad, mediatizada en las democracias liberales por la interiorización de la sumisión desde el ámbito de la familia y la escuela.

Se trata de una reflexión sobre el poder social, los ideales psicológicos del liberalismo, el concepto de individuo, la sumisión forzada o el guión de la obediencia, y de una denuncia de la ficticia libertad de elección como base del desmantelamiento del Estado y como falsa vía de acceso a mayores cotas de libertad individual.

Es en definitiva una denuncia del totalitarismo liberal y de las paradojas que se esconden detrás de la supuesta libertad de elección de los individuos en las democracias liberales.

Para esta edición en castellano, Beauvois ha escrito una conclusión titulada Volver a ocupar el papel social, que comienza con estas dos frases: Este libro tiene más de diez años. No retiro nada.

Y termina con este párrafo que resume la filosofía del ensayo y la posición ideológica de su autor:

Realícense at home, buena gente, o en el tenis, o en playas exóticas, o manejando vuestros MP3 o iPhones y obedeced en el campo de lo social, puesto que éste no es el lugar más interesante en el que puede realizarse vuestra individualidad, esta individualidad que debe seguir siendo vuestro primer valor. Olvidad vuestros anclajes y vuestras identidades sociales puesto que no podéis ser vosotros mismos con esas identidades y anclajes. Dejad hacer a la gente competente como quiere la razón. Esta orden, repetida cada día por el individualismo liberal, reclama una trasgresión y esta trasgresión es urgente. No puede pasar más que por la lucha contra las arbitrariedades jerárquicas o corporativistas y por el retorno a proyectos autogestionarios
Luis E. Aldave

24 septiembre 2008

Pasar el invierno


Olivier Adam.
Pasar el invierno.
Traducción de Irene Antón.
Errata naturae. Madrid, 2008.


Olivier Adam (1974) es uno de los narradores franceses actuales más apreciados por la crítica y el público. Sus novelas, ambientadas en la periferia de París en la que nació y transcurrió parte de su vida, pobladas por personajes de una clase media sin más perspectiva que la mera supervivencia, están narradas en un estilo muy cercano, muy pegado a la realidad y a la verosimilitud de la narración.

Pasar el invierno, una colección de relatos que obtuvo el Premio Goncourt de Relato en 2004, es la primera obra de Olivier Adam que se publica en español. La edita Errata naturae con traducción de Irene Antón.

Los nueve relatos que componen Pasar el invierno están ambientados en nueve largas noches invernales que son también el símbolo del frío y la oscuridad en que viven sus personajes. Unos personajes, insomnes y cansados, construidos desde dentro, que se manifiestan desde una primera persona con la que perfilan su carácter, reconstruyen sus recuerdos o justifican sus comportamientos. Personajes que huelen a noches de alcohol y oscuridad, sus comportamientos definen unas vidas sombrías acosadas con frecuencia por el exterior nocturno, por el miedo al otro.

En los relatos de Pasar el invierno la eficacia de la primera frase, la economía de las descripciones o la rapidez eléctrica de la sintaxis dan prueba de la solvencia y el oficio de Olivier Adam. Son textos construidos con un estilo preciso y cortante, con un realismo minimalista que habla de lo cotidiano y se emparenta con la herencia de Richard Ford o Carver.

No les ha pasado desapercibida esa conexión narrativa a los cuidadosos editores, que tienen la buena costumbre de redactar unos colofones alusivos a alguna circunstancia que tenga que ver algo con la obra. En el colofón de Pasar al invierno, además del dato trivial de la fecha, además del detalle técnico de la tipografía utilizada, se recuerda que cuando se imprimió el libro se cumplían veintiocho años desde que Raymond Carver y Tess Gallagher decidieron instalarse en una cabaña en el condado de Clallam.

Pasar el invierno es una estupenda tarjeta de presentación de Olivier Adam en España. Con ese título inaugura Errata naturae su colección La oveja vegetal, que tiene como objetivo introducir en España la obra de autores contemporáneos inéditos o poco conocidos entre nosotros.

Santos Domínguez

22 septiembre 2008

Primavera de España


Francis Carco.
Primavera de España.
Traducción y epílogo de Yolanda Morató.
Almuzara. Córdoba, 2008.


Cuando de Sevilla a Cádiz se tardaban tres horas de tren, Francis Carco llegó a la ciudad atlántica para ver las pinturas de Murillo y de Zurbarán y para pasear por sus calles y su muelle, por sus ambientes marginales y sus tugurios.

Fue en la primavera de 1928 y lo contó en esta Primavera de España que recupera ochenta años después Almuzara en su serie Noche Española con traducción y epílogo de Yolanda Morató.

Volvió a Sevilla para vivir su Semana Santa, para visitar los Reales Alcázares, para dar testimonio de una bailaora codillera y hacer un recorrido por los ambientes de la prostitución sevillana en unos textos que dan el tono de una ciudad de contrastes donde conviven el olor a incienso y cera con el hedor a tabaco frío y a vinacho; una ciudad que permite en una esquina un prostíbulo y en la otra un convento.

Francis Carco había llegado a Madrid pensando en Velázquez, en Goya y Quevedo, y no encontró allí la ciudad pintoresca que esperaba: “Es evidente que llego demasiado tarde”, anota entre sus primeras impresiones.

Estuvo en Toledo en busca de la pintura de El Greco con la guía de Barrès y, decepcionado con la ciudad, emprendió viaje al Sur para ir desmontando los tópicos de la visión romántica y posromántica de Andalucía, para desmentir a Gautier en Córdoba o hacer unas inteligentes reflexiones sobre Goya en la vuelta a Madrid.

Pero hay otros cuadros: un Cádiz nocturno y miserable, una Alhambra decepcionante o unos toreros que viven en condiciones penosas completan un retrato de los bajos fondos de España a finales de los años veinte del siglo pasado, la crónica de un recorrido por los cabarés y los prostíbulos descritos por un Carco que vivió y escribió en los márgenes y se sintió atraído – en España o en París- lo mismo por los barrios bajos que por los ambientes artísticos.

La suya fue una vida en las afueras, como señala Yolanda Morató en su epílogo sobre quien antes de regresar a Francia deja una imagen devastadora de Barcelona, de sus edificios y sus costumbres, el reflejo turbio de aquella España penosa.

Santos Domínguez


20 septiembre 2008

Miguel Florián. Cuerpos


Miguel Florián.
Cuerpos.
Ediciones La Palma. Madrid, 2008.

Desde sus primeras entregas - Los mares, las memorias, Anteo- Miguel Florián ha ido construyendo una obra poética coherente en su crecimiento y exigente en su compromiso con el lenguaje, con el complejo de imaginería y ritmo del que surge el poema.

Cuerpos, su último libro, que acaba de publicar Ediciones La Palma como primer número de una nueva colección de poesía, se abre con una cita muy significativa de José Gorostiza, y es un intenso conjunto de poemas en prosa en los que el erotismo se aborda a través del encuentro del ojo y la palabra.

La muerte y la mirada y Carne y memoria son las dos secciones en que se organiza un texto donde se funden pensamiento e intuición, experiencia y poesía, memoria y presente. La musicalidad sostenida de sus poemas en prosa, la intensidad sensorial de las imágenes, la palabra contenida y el adjetivo certero sostienen un espléndido conjunto en el que la tierra, el aire, el fuego y el agua son los cuatro elementos vinculados por el deseo y la temporalidad se proyecta sobre la amada para encauzar la celebración de un amor constante más acá de la muerte.

Luz y sombra, tiempo y mirada, oda y elegía en la palabra madura y exacta de un poeta que se expresa en textos como este, el primero del libro:


(LA CARNE HABITADA)

La luz es mansa ahora, la luz febril de mayo.

La luz se deposita en el confín del cuerpo, y es ya música, ritornelo de pájaro o de agua.

La luz transmuta en llama cuanto toca, incendia los objetos; los obliga a nacer en cada alba, a persistir hasta la línea indecisa del ocaso.

La luz posee manos invisibles cuando apenas se agita ya sobre la tierra. Mueve su amor las ramas de los árboles, abrasa la carne inmóvil de los hombres. Y cuando llega la noche se vuelve torpe y amarilla: es el aliento, el labio, el corazón del tiempo, el hueco del deseo.


Santos Domínguez

19 septiembre 2008

En el gallo de hierro


Paul Theroux.
En el gallo de hierro. Viajes en tren por China.
Traducción de Margarita Cavándoli.
Punto de lectura. Madrid, 2008.


La inmensidad de China te maravilla. Más que un simple país, parece todo un mundo.

Paul Theroux (Massachussets, 1941) siente una predilección especial por los viajes en tren. A ellos dedicó El gran bazar del ferrocarril y El viejo expreso de la Patagonia. De la intensa experiencia viajera en los ferrocarriles chinos surge este espléndido En el gallo de hierro, un recorrido por la China posmaoísta que acaba de publicar en bolsillo Punto de lectura.

El libro de viajes es una autobiografía en tono menor, escribe Theroux, uno de los mejores escritores contemporáneos de narrativa de viajes. Y este, que cumple ahora veinte años, es para muchos su mejor libro.

Dos objetivos marcaban el comienzo del viaje que hizo por una China recién salida de la Revolución Cultural: llegar desde Londres sin quitar los pies de la tierra, en ocho trenes hasta la frontera china, y pasar una larga temporada con los pies en el suelo recorriendo el país.

No fue tan sencillo –recuerda el viajero-. Nunca lo es , de modo que se impone una explicación: este libro.

Como en las tragedias antiguas, el error suele ser también el desencadenante del relato de viajes. Aquí el error se produce en la forma de viaje organizado en un grupo heterogéneo de más de veinte personas.

París, Varsovia, Moscú, el Transiberiano, Mongolia, son las estaciones de paso antes de llegar a China, un país de gente creativa, civilizada y trabajadora que aún conservaba durante la visita de Theroux algunos de los peores lastres burocráticos del maoísmo.

Cuando viajo sueño mucho –afirma Theroux-. Tal vez es uno de los principales motivos por los que viajo. Tiene que ver con habitaciones nuevas y ruidos y olores extraños, con vibraciones, con los alimentos, con las angustias del viaje –sobre todo el miedo a la muerte- y con las temperaturas.

El gallo de hierro es el nombre con que se conoce el tren que cubre el trayecto ferroviario más largo de China: cuatro días y medio de viaje entre montañas y desiertos desde Pekín a Urumchi. En trenes lentos o en expresos, con calor asfixiante o muerto de frío, el viajero recorre en doce meses ciudades como Shanghái, Cantón, Lanzhou o Xian, hasta llegar al Tibet. Y en esos viajes acaba teniendo tanta importancia la vida en el tren como la radiografía de lo cotidiano en las ciudades que visita, la intrahistoria de las conversaciones o los paisajes que ve pasar por la ventanilla.


Santos Domínguez

17 septiembre 2008

El París de d'Ors


Eugenio d’Ors.
París.
Traducción de Carlos d’Ors e Isabel Lacruz Bassols.
Prefacio de Carlos d’Ors.
Funambulista. Madrid, 2008.


Pere Coll ha muerto. (...) Y hete aquí que, debido a que Pere Coll ha muerto, yo me voy a París. Parto, con toda la alegría. ¡Me voy a ver cosas! ¡A ver muchas cosas!
¡Ver cosas…! Ésta es la gran Universidad de los hombres nuevos; y el mal de no haber pasado por ella, se hace, a partir de cierta edad, irremediable…

Funambulista publica París, una obra inédita de Eugenio d’Ors, dividida en tres partes, Glosas al vivir de París; París. Escenas y secretos y Otras glosas sobre París.

D’Ors llegó a París en 1906 para ver cosas como corresponsal del diario barcelonés La Veu de Catalunya. Allí empezó su Glosari, que firmaba como Xènius, y allí inició el camino que le convertiría en una de las referencias intelectuales del Novecentismo, el primer movimiento que instaló la literatura española en el siglo XX y la puso en contacto con la realidad cultural europea.

París era entonces, y lo seguiría siendo en el periodo de entreguerras, la capital cultural del mundo, la cuna y la sepultura de las vanguardias artísticas y literarias. De ahí la importancia de estos textos en los que Eugenio d’Ors fue aportando inyecciones diarias y revitalizadoras de modernidad que serían decisivas en la literatura española de los años veinte.

Dos terceras partes de las setenta y dos Glosas al vivir de París las escribió d’Ors entre la primavera y el verano de 1906. En ese primer contacto, lo que predomina es su deslumbramiento ante los salones de pintura, las carreras de caballos, las nuevas tendencias artísticas del arte moderno o los conflictos entre nacionalismo y socialismo.

El resto de las glosas que integran la primera parte de este París muestra un análisis más pormenorizado de la realidad parisina: la descripción de la ciudad, de sus edificios y calles, la Sorbona o el Salón de Otoño de pintura son los ejes de un acercamiento menos deslumbrado y más analítico que refleja la importancia que tuvo París en la formación y en la evolución intelectual y estética de d’Ors. Son textos que dan ya la medida de la profundidad concisa que contiene el género dorsiano de la glosa.

Carlos d’Ors ha rescatado para la segunda parte del volumen un libro inédito, que Xènius escribió originalmente en francés en 1938. Se trata de París. Escenas y secretos, cuatro diálogos al modo socrático que permanecían en el archivo familiar y que estaban parcialmente traducidos al inglés. De su traducción al castellano se ha ocupado con resultados muy brillantes Isabel Lacruz Bassols.

La tercera sección del libro recoge otras glosas que d’Ors dedicó a París en diferentes épocas. En muchas de ellas el motivo recurrente es la Torre Eiffel, "una torre republicana – afirma d’Ors oportunamente en 1932-, un símbolo de la soberanía plural."

Santos Domínguez

15 septiembre 2008

Un hombre en la oscuridad


Paul Auster.
Un hombre en la oscuridad.
Traducción de Benito Gómez Ibáñez.
Anagrama. Barcelona, 2008.


La imaginación y la huida, la guerra y la pérdida, las relaciones familiares y la soledad, la realidad y la ficción son los ejes de la última novela de Paul Auster, que publica Anagrama con traducción de Benito Gómez Ibáñez.

Un hombre en la oscuridad vuelve a alguno de los territorios más queridos y frecuentados por Auster: desde Vermont a la construcción de la novela como una estructura de cajas chinas o de muñecas rusas en la que unas historias contienen otras y la frontera entre la realidad y la ficción acaba desdibujándose.

Tres generaciones (un padre viudo, una hija divorciada, una nieta que ha perdido a su novio en Irak) comparten insomnios y soledades en Vermont mientras el protagonista/narrador, August Brill, se recupera de un accidente:

Estoy solo en la oscuridad, dándole vueltas al mundo en la cabeza mientras paso otra noche de insomnio, otra noche en blanco en la gran desolación americana. Arriba, mi hija y mi nieta están cada una en su habitación, también solas: mi hija única, Miriam, de cuarenta y siete años, que se acuesta sola desde hace cinco, y Katya, de veintitrés, única hija de Miriam, que antes dormía con un joven llamado Titus Small, pero ahora Titus ha muerto, y mi nieta duerme sola con el corazón destrozado.

En la noche americana, en esa vigilia de tinieblas reales y simbólicas en las que transcurre la novela, el narrador septuagenario, un crítico literario jubilado, inventa historias para evadirse o ve – más apagada y pasivamente - películas en DVD con su nieta Katya, para no tener que recordar el pasado, para olvidar una larga cadena de catástrofes de su historia personal y familiar.

Una de las historias con las que August Brill se defiende del recuerdo durante una noche es la de Owen Brick, un mago profesional, el Gran Zavello. Es el producto de la invención de un insomne, no el sueño de otro hombre. Es el hombre del hoyo, un personaje que aparece en el fondo de un pozo y en el cuarto año de la segunda guerra civil americana. Como en la otra guerra de secesión, los Estados Unidos combaten contra ellos mismos:

Me acuesto con mi mujer en Nueva York. Hacemos el amor, nos dormimos y al abrir los ojos me encuentro en el quinto pino, metido en un hoyo y vestido con un puñetero uniforme militar. ¿Qué coño está pasando?

Esa es la historia que se plantea August Brill como anestesia y como evasión, una historia que toma como referencia la idea de los mundos paralelos de Giordano Bruno.

Y a partir de ahí, crece una novela dentro de la otra, se superponen pesadillas y desolaciones hasta que, al modo de Unamuno y de otro Augusto, el de Niebla, se cruzan los destinos del creador y de la criatura.

Inventado- como la guerra- por Brill, Owen Brick debe matar a su creador para acabar con un conflicto que ha producido centenares de miles de víctimas. En torno a esas dos historias, la de Brill y la de Brick, que se van interpenetrando con personajes que pasan de una a otra, se construye el artificio de Un hombre en la oscuridad.

Un artificio clásico con el que –como en el Quijote, como en Hamlet- se consigue un efecto de profundidad y de realidad sobre el que reflexiona el propio narrador, que es – no se olvide- crítico literario:

La historia trata de un hombre que debe matar a la persona que lo ha creado, ¿y por qué fingir que no soy yo esa persona? Incluyéndome en la narración, la historia se hace real. O lo contrario, yo me vuelvo irreal: un producto más de mi propia imaginación. En cualquier caso, el efecto es más satisfactorio, está más en armonía con mi estado de ánimo: sombrío (...), tan oscuro como la noche de obsidiana que me rodea.

Santos Domínguez

13 septiembre 2008

Escribir como escupir


Leopoldo María Panero.
Escribir como escupir.
Calambur. Madrid, 2008.


Escribo como escupo. Contra el suelo /.../y contra el cielo, explicaba Blas de Otero en un texto de Ancia (1958), que ahora cumple medio siglo.

La expresión la retoma Leopoldo María Panero como punto de partida del poema que da título a su última entrega, publicada en Calambur.

No sé si se trata del recuerdo difuso de un verso que forma parte de la memoria literaria de Leopoldo Mª - tan proclive a fundir vida y literatura, a confundir fantasía y realidad - o de un aprovechamiento consciente, pero el hecho es que ese texto que da título al libro muestra una sorprendente relación entre dos poetas tan distintos a primera vista.

En Escribir como escupir la palabra alucinada de Panero, sorprendente en su irracionalidad salmódica, y la fuerza de sus imágenes se despliegan en series de versos que se suceden como en una letanía pensada para la recitación y acaban confluyendo en torno a una serie de ejes temáticos.

Algunos de ellos, a fuerza de frecuentarlos – se cumplen ahora cuarenta años de Por el camino de Swan, su primer libro-, son característicos de la literatura de Leopoldo Mª Panero, desde los sioux a Alicia, la reina de corazones o el conejo blanco. Otros, como la angustia, la fugacidad, la rebelión ante el padre o la divinidad, el tema de España, el vacío existencial o la imagen del ángel en caída por el abismo, lo acercan en este libro a la poesía de Blas de Otero.

Perplejidades y renuncias, certezas y desolaciones (Soy el emperador de la Nada) alimentan una poesía apocalíptica que es a la vez conjuro y maldición, trazan una poética de la caída, la ceniza y la destrucción, una descripción del pájaro en la sima.

A través del despliegue de sus imágenes visionarias Panero levanta un mundo poético tan coherente como perturbador en su delirio. Una poesía que es experiencia del límite, cruce de fronteras, anticipo de la muerte (Como si la mano de un muerto me acariciase/así es el poema), vivencia de la locura, ese látigo atroz que embiste al hombre como un toro en la sombra.

Imágenes sucesivas, tono salmódico y revelaciones oraculares coinciden ejemplarmente en uno de los mejores textos del libro, Visión, una letanía alucinada, implacable con el mundo y con la palabra, un excelente ejemplo de la poesía de Leopoldo Mª Panero, hecha sólo de aullido y de lamento, y escrita

Antes de que hiele
Antes de que la nieve caiga borrando las flores
Antes de que hiele

Santos Domínguez