tag:blogger.com,1999:blog-193389862024-03-19T11:18:33.524+01:00ENCUENTROS DE LECTURASReseñar libros malos no es sólo una pérdida de tiempo, sino también un peligro para el carácter
(W.H. Auden)Revista Encuentros de lecturashttp://www.blogger.com/profile/11006331994330435438noreply@blogger.comBlogger3488125tag:blogger.com,1999:blog-19338986.post-74827914031144388432024-03-18T00:00:00.047+01:002024-03-18T00:00:00.131+01:00Javier Sáez de Ibarra. Un réquiem europeo <p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi_FlF5fS45mYp-uAFzebLIO6puneh3-Gz4kWeyr0_gtotPJytvpSaPoNv_v7qR7SLXwsuYR_euFU0zDs9nk0BYUNzy009Bk7bKHxt_IP1jp9qBlPFgO0SuANjaMfRczTe5pzVMp-Nz8jvqSPZgTFeUrfaC6XAlqXWvmkZHLURW144aKcHh-1qBTg/s3000/7470CAE0-D10D-4FF3-BB20-2FEBEFAAC4B4.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3000" data-original-width="1875" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi_FlF5fS45mYp-uAFzebLIO6puneh3-Gz4kWeyr0_gtotPJytvpSaPoNv_v7qR7SLXwsuYR_euFU0zDs9nk0BYUNzy009Bk7bKHxt_IP1jp9qBlPFgO0SuANjaMfRczTe5pzVMp-Nz8jvqSPZgTFeUrfaC6XAlqXWvmkZHLURW144aKcHh-1qBTg/w250-h400/7470CAE0-D10D-4FF3-BB20-2FEBEFAAC4B4.jpeg" width="250" /></a></div><br /><div style="text-align: center;"><span style="text-align: justify;">Javier Sáez de Ibarra.</span></div><div><div style="text-align: center;"><i>Un réquiem europeo.</i></div><div style="text-align: center;"> Páginas de Espuma. Madrid, 2024.</div><div><p></p><div style="text-align: justify;"><div><br /></div><div><i>Contempla el lugar tomándose su tiempo, sus ojos barren la realidad de un lado al otro con lentitud, de izquierda a derecha. Y luego otra vez lo mismo, en sentido contrario. Observa lo que hay delante, el camino disponible del que la separa ese claro. Su rostro es serio, tenso por la concentración. Quizá transcurran de esa manera uno o dos minutos. O tres, o cinco. La mujer baja la mirada. O diez, o doce. El espacio vacío ante ella se ha ido ensanchando.</i></div><div><i>Sin que nada lo anticipe, comienza a agitarse. La sacude un escalofrío, varios temblores. Ahora respira con relativa dificultad. Sufre, no hay duda, un mareo. Se toca la frente, palidece. Opta por caminar unos pasos hacia su derecha, adonde se halla el gran recipiente en el que se acumula el agua de las últimas lluvias que se adivina, más bien, bajo una superficie tejida de hojas amarillas, marrones, negras. La mujer llega hasta la estatua de piedra y se apoya en su base. Vuelve a mirar hacia la plaza abierta. Ha cesado el viento por completo y el tiempo hace rato que se ha detenido.</i></div><div><i>Algo la obliga a agacharse, se diría que un dolor le ataca el vientre. Gime. Se dobla sobre sí y sus rodillas casi tocan la tierra. La vemos inmovilizada en ese lugar cuando se aprecia de forma ostensible una transición. Su imagen va adelgazándose, como si una fuerza la consumiera con rapidez, toda ella pierde volumen, se ha ido convirtiendo en una lámina delgada, de mínimo espesor. Uno de sus brazos insiste todavía en agarrarse a la esfinge. En ella se sostiene mientras, sin que nadie pueda evitarlo, las manchas de color que ya son su cuerpo tiemblan, se difuminan y desaparecen.</i></div><div><br /></div><div>Así termina el texto que abre <i>Un réquiem europeo</i>, de Javier Sáez de Ibarra, que publica <a href="http://paginasdeespuma.com/">Páginas de Espuma</a>. Un texto hipnótico y potente, situado en un espacio oscuro que sugiere un recinto funerario, en el que un personaje dice: “Aquí no puede entrar nadie que no sepa leer. No es conveniente.” </div><div><br /></div><div>Precedidos de ese texto y organizados en las once partes de la estructura musical del réquiem (<i>I. Introito, II. Kyrie, III. Gloria, IV. Aleluya, V. Credo, VI. Sequentia, VII. Ofertorio, VIII. Santo, IX. Agnus Dei, X. Communio, XI. Bendición</i>) y en sus subdivisiones internas (<i>Dies irae, Tuba mirum, Confutatis, Lacrimos</i>a, etc.), sus veintitrés relatos se organizan en la secuencia musical de un libro que, como es lógico, no tiene índice sino partitura. </div><div><br /></div><div>Veintitrés relatos que se integran en un conjunto orgánico que va modulando las distintas tonalidades de su polifonía narrativa en un mosaico de voces en primera persona que dibujan un fresco de situaciones y protagoniza un elenco de personajes huidizos y complejos.</div><div><br /></div><div>Las difíciles relaciones humanas, familiares y de pareja, la escisión del hombre contemporáneo frente al mundo virtual, el secreto y la incertidumbre ante una realidad ambigua y problemática en la que irrumpen los inmigrantes y los mendigos, la identidad y la conciencia de las máquinas inteligentes, la explosión amorosa heterosexual de dos adolescentes, los catorce resucitados que regresan a sus casas en 1916 en una región cercana a Londres, la traición entre hermanos y el remordimiento que impulsa un viaje vertiginoso entre la nieve en busca del perdón, la obsesión de una gota fantasmal, ilocalizable y egoísta en el silencio de la noche, las pérdidas y el destino, la incomunicación y la confusión en la que conviven sensaciones antagónicas:</div><div><br /></div><div><i>Entonces, en aquella semioscuridad tan acogedora de los bares de copas, sentí que era un hombre digno y que no lo era en absoluto. Que iba a llorar y que no podía parar de sonreír, de reír, de enloquecer. Que todo quedaba resuelto y nada lo estaba. Que me hallaba solo y perdido en la tierra, cuando los extraños que me rodeaban podían comprenderme. Sentí que una sombra benéfica descendía a mi corazón. O que el destino se burlaba de mí.</i></div><div><i>Quería volar como un ángel, aunque no podía hacerlo. No deseaba encontrarme allí y, sin embargo, era mi sitio. ¿Quién era yo? ¿Quién se atrevería a decírmelo? Podía enamorarme de la vida o arrojarme de un quinto. Ah, y con la copa vacía y la gratitud golpeándome.</i></div><div><br /></div><div>Inquietantes y perturbadores, estos cuentos proyectan en su conjunto una serie de miradas muy distintas al presente, a la existencia del hombre contemporáneo y a la crisis de la civilización europea: “El ocaso es la clave de esta tierra del confín del mundo llamada Occidente”, dice la periodista narradora de <i>Confutatis. La Moraleja.</i></div><div><br /></div><div>Y abundan en estas páginas los homenajes y relecturas de los cuentos de fantasmas y los relatos de ciencia ficción, la actualización de las figuras de Pleberio y Alisa, padres de la suicida Melibea, en Lacrimosa. O de la figura de Eva en el espléndido texto de cierre, <i>Cuatro momentos de Eva</i>, que corresponde al momento final de la Bendición y que culmina un viaje interior desde la sombra a la luz, desde la muerte a la vida. Termina con este párrafo, puesto en boca de la primera madre:</div><div><br /></div><div><i>A veces me acuerdo de la Voz; pienso si no lo tramó todo desde el principio. Si bien nos prohibió comer, nos entregó el árbol; dejó deslizarse a la serpiente que me sedujo; abrió nuestros ojos a nuestros cuerpos para que nos amáramos, y ha permitido que brote una criatura de mi vientre. Yo no me cambiaría por lo que fui en aquel entonces; menos aún por los terribles ángeles inmóviles que vigilan si se nos ocurre la absurda idea de regresar. Alguna noche medito en el enigma de la Voz, que trazó este plan y renunció a tocarnos, pero no nos ha abandonado.</i></div><div><br /></div><div><br /></div><div style="text-align: right;"><i>Santos Domínguez </i></div><div><br /></div><div><br /></div></div></div></div><div class="blogger-post-footer"><script type="text/javascript">
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Nos diferencia el cuerpo<p><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi_AjJWXYHbl9OnT4t_jDuxcs5k3z4QXMNqteBNqU7ipIOTPXaB5yqspKeVnPW5vvfFDGxZhkjuWi0SrUyOmgqYeqesqm9_mH3egTDC9kI3QI1Ct6QnKtoOxnDdzmG7Ms5X-C8Bl1qwAVtIWSR5COkC_1D2XJCs2bHYdWRklR2_4P47saYeVtEoww/s1637/AFA0245A-BFD3-487D-93BC-155E813A8BB8.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1637" data-original-width="1000" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi_AjJWXYHbl9OnT4t_jDuxcs5k3z4QXMNqteBNqU7ipIOTPXaB5yqspKeVnPW5vvfFDGxZhkjuWi0SrUyOmgqYeqesqm9_mH3egTDC9kI3QI1Ct6QnKtoOxnDdzmG7Ms5X-C8Bl1qwAVtIWSR5COkC_1D2XJCs2bHYdWRklR2_4P47saYeVtEoww/w244-h400/AFA0245A-BFD3-487D-93BC-155E813A8BB8.png" width="244" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">Antonio Carvajal.</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><i>Nos diferencia el cuerpo.</i></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">(<i>Antología 1968-2022</i>) </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">Edición de Francisco Silvera.</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">Cátedra Letras Hispánicas. Madrid, 2024.</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">“Mi moral era luchar por una vida más bella, más justa, siempre sagrada, cuya plenitud entreví en la delicia del amor compartido, de las primeras amistades con artistas y poetas con quienes compartí la indescriptible emoción de engendrar, conservar y transmitir la belleza. Ése es el germen de <i>Tigres en el jardín </i>y ése he querido que sea siempre el sentido de mi poesía. Una poesía donde cabe todo cuanto sea defensa y afirmación de la vida, denuncia y rechazo del mal”, afirmaba Antonio Carvajal (Albolote, 1943) en ‘Propósitos poéticos’, el texto con que presentó la lectura de su obra poética en la Fundación Juan March hace veinte años. Y añadía: “Encontré la singularidad de mi voz en la disciplina del estudio y en la aceptación razonada de los consejos de los mejores.”</div><div><br /></div><div style="text-align: justify;">Ese diálogo constante con la tradición recorre la obra poética de Antonio Carvajal, que acaba de recogerse en <i>Nos diferencia el cuerpo,</i> una amplia antología de su escritura entre 1968 y 2022 que publica <a href="https://www.catedra.com/inicio/">Cátedra Letras Hispánicas</a> con edición de Francisco Silvera, que en la introducción define la poesía de Carvajal como “una obra amplísima, diversa y monumental.”</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Libros como <i>Tigres en el jardín, Serenata y navaja, Sitio de ballesteros, El viento en los jazmines, Testimonio de invierno </i>o<i> Un girasol flotante </i>son el testimonio poético de lo que Francisco Silvera resume como “una vida entregada a la poesía y la reflexión en torno a ella.”</div><div><br /></div><div>Reflexiones como las que contiene este texto, que contiene las claves formales y temáticas de su poesía.</div><div><br /></div><div><i>ARTE POÉTICA</i></div><div><i><br /></i></div><div><i>Arte poética,</i></div><div><i>lección primera:</i></div><div><i>cuerda y tijera.</i></div><div><i><br /></i></div><div><i>Arte poética,</i></div><div><i>lección segunda:</i></div><div><i>Que la palabra sea</i></div><div><i>como la luna,</i></div><div><i>mudable y engañosa</i></div><div><i>y exacta y única.</i></div><div><i><br /></i></div><div><i>O sea, lección dos:</i></div><div><i>Que la palabra sea</i></div><div><i>puntual como el sol</i></div><div><i>que da, entre dos tinieblas,</i></div><div><i>luces al corazón.</i></div><div><i><br /></i></div><div><i>O, por mejor decirlo,</i></div><div><i>que la palabra tenga</i></div><div><i>al par la luna, el sol:</i></div><div><i>Ágil la luz sagrada,</i></div><div><i>sangrando el corazón.</i></div><div><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>Con palabra heredada</i> se titula muy significativamente una de las abundantes antologías poéticas de Antonio Carvajal. Y es que su poesía surge del diálogo con la tradición y de la emulación de los maestros en un proceso de escritura y reescritura en el que el himno se impone como elección frente a la elegía, el arte y la amistad se alzan frente a las pérdidas, la palabra se yergue frente al silencio y el amor frente a la soledad con una mirada cósmica emparentada con la de Vicente Aleixandre.</div><div><br /></div><div style="text-align: justify;">Entre el fuego y el juego, entre la vida y la literatura, la constante celebración de la existencia y el amor que hay en su poesía hímnica encuentra su cauce formal en un diálogo renovador con la tradición poética y las estructuras métricas de la poesía culta, del soneto de raíz garcilasista, gongorina o quevedesca en <i>Tigres en el jardín</i>, de la silva de <i>Serenata y navaja</i> o o de la tradición popular del arte menor y la asonancia en <i>Del viento en los jazmines </i>o en <i>Una canción más clara.</i></div><div><br /></div><div>De <i>Miradas sobre el agua</i> es este soneto a modo de autorretrato poético y vital:</div><div><br /></div><div><i>Quizá de la poesía sea yo el mejor obrero.</i></div><div><i>Lo dicen tantos. Ellos deben saber por qué.</i></div><div><i>Pero no saben darme la palabra que quiero,</i></div><div><i>toda ella encendida de esperanza y de fe.</i></div><div><i><br /></i></div><div><i>Pero no saben darme el abrazo que espero;</i></div><div><i>porque antes que poeta, antes que artista, que</i></div><div><i>domador del vocablo rebelde, hubo un certero</i></div><div><i>rayo que hirió mi alma y curarla no sé.</i></div><div><i><br /></i></div><div><i>Porque antes que poeta, y antes que profesor</i></div><div><i>de vanidades, soy un varón de dolor,</i></div><div><i>un triste peregrino que busca su alegría.</i></div><div><i><br /></i></div><div><i>Tal vez cordial o vano, tal vez il miglior fabbro;</i></div><div><i>pero pocos entienden que en mis palabras labro</i></div><div><i>esa fosa con flores que llamamos poesía.</i></div><div><br /></div><div style="text-align: right;"><i>Santos Domínguez </i></div><div><br /></div><div> </div><div> </div><div><br /></div><p></p><div class="blogger-post-footer"><script type="text/javascript">
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</script></div>Revista Encuentros de lecturashttp://www.blogger.com/profile/11006331994330435438noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-19338986.post-48565851799992238542024-03-13T00:00:00.052+01:002024-03-13T00:00:00.144+01:00Jean Tulard. Napoleón<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjvN3s9Q37N0LVCdmS2narao7KQfhOt6S-mmHELW98Le0Dp2VEETDrEuO6lJ-CiCa7DN9g7mYKrlGkxH15Bobx3bOWq6FUvjODSCl02Uz8lRGPNPonzPS4xHILEDFGwIXZ8Md2ccHgm8a97_H6A3XOhTKsPYPBQBDjfhiS_-Xvi03lNScP-y-QyoA/s2959/59C9D8C8-73A3-446B-AAE1-5FA2BE4B2EF1.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2959" data-original-width="2000" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjvN3s9Q37N0LVCdmS2narao7KQfhOt6S-mmHELW98Le0Dp2VEETDrEuO6lJ-CiCa7DN9g7mYKrlGkxH15Bobx3bOWq6FUvjODSCl02Uz8lRGPNPonzPS4xHILEDFGwIXZ8Md2ccHgm8a97_H6A3XOhTKsPYPBQBDjfhiS_-Xvi03lNScP-y-QyoA/w270-h400/59C9D8C8-73A3-446B-AAE1-5FA2BE4B2EF1.png" width="270" /></a></div></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="text-align: justify;"><br /></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="text-align: justify;">Jean Tulard.</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><i style="text-align: justify;">Napoleón.</i></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="text-align: justify;">Traducción de Jordi Terré.</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">Editorial Crítica. Barcelona, 2024.</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>En las Memorias de ultratumba, dos personajes aparecen deformados: Napoleón y el propio Chateaubriand. Olvidémonos de este último. Por lo que respecta al primero, si la leyenda dorada lo hizo nacer en un tapiz donde estaban representados los combates de la Ilíada, la leyenda negra, cuyo principal chantre fue precisamente Chateaubriand, no se quedó a la zaga. Desde luego, se ha probado que Napoleón nació el 15 de agosto de 1769, pero no todo es falso en la corrección que llevó a cabo Chateaubriand de los momentos iniciales de la vida de Napoleón. En efecto, hay algo de extranjero en Napoleón, y Chateaubriand no se equivoca al hablar de una «existencia caída del cielo y que podría pertenecer a todos los tiempos y a todos los países». Aun así, Napoleón nació en Ajaccio, el 15 de agosto de 1769, en una Córcega todavía sobresaltada por su «anexión» a Francia.</i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Así comienza el primer capítulo (‘El extranjero’) del <i>Napoleón</i> de Jean Tulard, una magistral biografía que se ha convertido ya en un clásico de los estudios sobre la figura de Bonaparte y que acaba de publicar la <a href="https://www.planetadelibros.com/editorial/editorial-critica/1">Editorial Crítica </a>con traducción de Jordi Terré.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Un clásico que se articula sobre la narración ágil de la biografía de un personaje que ha generado una inabarcable bibliografía desde Chateaubriand y Stendhal, una bibliografía ingente que en forma de folletos, panfletos y elogios oficiales circulaba mucho antes de la muerte del emperador en 1821, el año en que se publica también la primera biografía completa de Bonaparte.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">“El héroe de esta aventura -afirma Tulard en su introducción- inspiró más libros que días hayan transcurrido desde su muerte. Esta inflación no es un fenómeno estrictamente nacional ni siquiera europeo. Llega hasta Asia: en 1837 Ozeki San'ei escribió en chino una biografía de Napoleón.”</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Y ha habido además una constante atención en el tratamiento cinematográfico de su figura, desde 1897 en que Lumière filmó su <i>Entrevista entre Napoleón y el Papa </i>y que, pasando por esa cima cinematográfica que es el <i>Napoleón</i> de Abel Gance, llega hasta la reciente y polémica versión bonapartista de Ridley Scott</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Polémica ha sido también la figura de Napoleón. ¿Héroe de la libertad o dictador?, ¿salvador de la República o autócrata?, ¿usurpador del trono, aliado de los realistas o jacobino?, ¿defensor de los derechos humanos y la libertad o tirano sanguinario, obsesionado con fundar una dinastía que dominara Europa?, ¿un aventurero ambicioso o el fundador de la Francia moderna?</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Dilucidar esa controversia es el objetivo fundamental de esta magnífica obra que al final de cada uno de sus veinticinco capítulos incorpora una interesante y muy valiosa sección titulada “Debates abiertos”, en donde se analizan las distintas interpretaciones de los hechos a través de la extensa bibliografía sobre Napoleón. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El ensayo comienza con una introducción -‘La elección’- que lleva al lector al momento central de la vida de Napoleón con la reconstrucción del golpe de estado del 18 de Brumario (9 de noviembre) de 1799, “uno de los golpes de estado peor concebidos y peor desarrollados que imaginar se pueda”, según Tocquevillle.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Había pasado un mes justo desde su regreso a Francia el 9 de octubre de 1799, en un momento de crisis de la revolución, rodeado de prestigio militar y de popularidad tras las campañas de Italia y Egipto. Era un Napoleón ya muy consciente de la importancia de la propaganda y de la imagen: “Pocas veces -escribe Tulard- un personaje histórico se habrá preocupado tanto en fraguarse un perfil: pequeño sombrero y redingote gris, mano en el chaleco: apenas tuvieron trabajo la caricatura y la imagen de Épinal para aprovecharse del Emperador.”</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Organizado en cuatro partes, la primera -‘Nacimiento de un salvador’- recorre sus orígenes, su meteórica carrera militar y sus primeros escarceos políticos en Córcega. Desde esas primeras acciones se confunden en el comportamiento de Napoleón la acción militar y el propósito político, una confluencia que sería constante en la campaña de Italia y la explotación política de las victorias con la prensa puesta a su servicio o en la expedición a Egipto en donde se aunaron, además de los intereses políticos, los objetivos militares, económicos y científicos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La segunda parte -‘La Revolución salvada’- se centra en el proceso de liquidación de la Revolución, tras el fracaso del Directorio y el consiguiente paso de una dictadura revolucionaria a la dictadura militar del Consulado napoleónico. Bajo la dirección de Bonaparte se redactó una nueva constitución que suscitó el consenso de los antiguos revolucionarios burgueses y campesinos y de los nobles; se impulsó la recuperación financiera y la superación de la crisis económica y se restauraron instituciones inspiradas en el Antiguo Régimen; se procedió a una labor de pacificación interna, social, política y religiosa y se aspiró también a conseguir una paz continental.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Nombrado Cónsul vitalicio por plebiscito, la concentración de poderes en Napoleón como Primer Cónsul era solo el primer paso en el camino de un despotismo monárquico o imperial y en el retorno a las formas monárquicas del poder, que se concretarían en la proclamación de Bonaparte como emperador de los franceses, una dignidad que además se declaraba hereditaria en su familia.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El 2 de diciembre de 1804 en Notre-Dame se coronó a sí mismo Emperador ante el Papa Pío VII. Se iniciaba así simbólicamente un proceso que, tras las victorias en Austerlitz y Jena, llevarían al imperio napoleónico a su apogeo en 1807. Ese momento se aborda en la tercera parte -‘El equilibrio’-, donde se repasan los aspectos más relevantes de ese apogeo: el dominio sobre Europa, los avances sociales y económicos, el progreso de las ciencias, el estilo imperio o el desarrollo de la literatura y las artes, puestos al servicio propagandístico de Napoleón. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En la cuarta parte -‘Los notables traicionados’- se resume el proceso de decadencia política del modelo napoleónico: la ruptura con los notables, sus viejos aliados del golpe de Brumario, a raíz de la creación de la nobleza de Imperio que recuperaba a la aristocracia antigua, y a causa del conflicto con España y “la locura dinástica de Napoleón”. 1808 fue “punto de inflexión en la aventura napoleónica, un verdadero comienzo del fin” de quien había pasado de ser un salvador a ser un déspota, afirma Tulard, que describe así su rutina diaria: </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>El Emperador se despertaba a las siete y se hacía leer los periódicos y los informes de policía centralizados por Duroc, mariscal de Palacio, examinaba las facturas de sus proveedores y se entretenía con sus familiares. A las ocho estaba en su despacho de trabajo, donde dictaba su correo a sus secretarios, Bourrienne, y luego Méneval y Fain, y echaba un vistazo a los boletines de la policía. A las nueve: petit lever [ceremonia íntima del soberano con familiares y cortesanos], seguido a las diez por un desayuno del que daba cuenta en diez minutos, regado por el habitual chambertin cortado con agua, según una tradición heredada del Antiguo Régimen. Luego regresaba a su despacho, donde lo aguardaba el estudio de expedientes, catálogos y hojas de servicios, y consultaba los mapas que le preparaba Bacler d’Albe. A la una de la tarde asistía a las sesiones del Consejo de Ministros, del Consejo de Estado o de los consejos de administración. Cenaba a las cinco, aunque a menudo no se sentaba a la mesa hasta las siete. Después de cenar, se entretenía en el salón con la emperadora, echaba un vistazo a los últimos libros que le facilitaba Barbier, su bibliotecario, y luego regresaba a su despacho para acabar el trabajo del día. Se acostaba a medianoche y se despertaba hacia las tres de la madrugada para meditar en los asuntos más delicados, tomaba un baño caliente y se volvía a acostar a las cinco. </i></div><div style="text-align: justify;"><i>Solo los viajes y campañas militares perturban este tipo de vida.</i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Esa última parte incide en el progresivo agotamiento intelectual y físico de Bonaparte, en el desapego de los notables, en el fracaso de la política exterior en el avispero español con una intervención que provocó la resistencia nacional y la Guerra de Independencia, en la que Napoleón acumuló unos errores sobre otros, lo que tuvo consecuencias desastrosas para él. A ello se sumaron la guerra con Austria, el conflicto con los Estados Pontificios que había invadido, la crisis económica, las derrotas militares en la desastrosa campaña de Rusia, el desmoronamiento de la Alemania napoleónica y el fin del reino de Italia, las sucesivas derrotas en España o la ruina de las colonias francesas en América.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Se fraguó así su caída, su pérdida de legitimidad, el abandono de sus aliados, la abdicación en 1814 en la persona de Luis XVIII, el exilio en la isla de Elba, el retorno a París en 1815, la derrota en Waterloo y una segunda abdicación antes del destierro definitivo y la muerte en Santa Elena el 5 de mayo de 1821.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Con descripciones vivas de los acontecimientos y el apoyo de un enorme aparato de erudición en notas y referencias, este ensayo desarrolla, además de la parte expositiva, una constante voluntad interpretativa ante la controversia sobre la actuación de Napoleón y sobre su significado histórico. Por eso su más admirable aportación son esos ‘Debates abiertos’ en los que al final de cada capítulo Tulard hace un análisis de la situación en que está el debate historiográfico sobre los diferentes aspectos de la figura de Napoleón, de sus ideas políticas y de su mandato.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: right;"><br /></div><br class="Apple-interchange-newline" style="-webkit-text-size-adjust: auto;" /><p></p><div class="blogger-post-footer"><script type="text/javascript">
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Madrid, 2024.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><a href="https://www.nordicalibros.com/">Nórdica</a> conmemora el centenario de la muerte de Kafka con la publicación en una bellísima edición conmemorativa de uno de sus relatos más perturbadores y significativos, <i>Un artista del hambre, </i>con una estupenda traducción de Isabel Hernández y espléndidas ilustraciones de Federico Delicado.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Se abre con este párrafo:</div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: justify;"><i>En las últimas décadas ha disminuido mucho el interés por los artistas del hambre. Mientras que antaño merecía la pena organizar por cuenta propia grandes exhibiciones de este tipo, hoy resulta completamente imposible. Eran otros tiempos. Entonces la ciudad entera se entretenía con los artistas del hambre: con cada día de ayuno aumentaba el interés, todos querían ver al artista del hombre al menos una vez al día; las últimas jornadas había abonados que se pasaban horas enteras sentados delante de la pequeña jaula, incluso se hacían visitas por la noche para aumentar el efecto a la luz de las antorchas. Los días que hacía bueno sacaban la jaula al aire libre y entonces el artista del hambre se exhibía especialmente para los niños; mientras que para los adultos a menudo no era más que una diversión en la que participaban porque estaba de moda, los niños, asombrados y boquiabiertos, agarrándose de la mano unos a otros por seguridad, veían cómo el artista, sentado en la paja esparcida por el suelo, despreciando incluso una silla, pálido, con su maillot negro y las costillas muy marcadas, respondía a las preguntas con una sonrisa forzada, asintiendo a veces cortésmente con la cabeza, incluso sacando el brazo por entre los barrotes para que pudieran percibir su delgadez; pero luego volvía a sumirse en sus pensamientos, sin preocuparse de nadie, ni siquiera de las campanadas, tan importantes para él, del que era el único mueble de su jaula, el reloj, sin dejar de mirar al frente con los ojos casi cerrados y, de vez en cuando, beber un sorbito de un diminuto vaso de agua para humedecerse los labios.</i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Kafka lo publicó en 1922, dos años antes de su muerte, en la revista literaria <i>Die neue Rundschau</i>. Ese mismo año había muerto Arnold Ehret, uno de aquellos artistas del hambre que se habían puesto de moda como espectáculos circenses. Se había encerrado en una jaula de vidrio en Colonia en junio de 1909 y había estado casi cincuenta días sin comer. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Ese ayunador o el italiano Giovanni Succi podrían haber sido el punto de partida de esta parábola kafkiana sobre cuyo sentido se siguen proponiendo diversas interpretaciones. El aislamiento y la muerte, la incomprensión y el fracaso, la degradación de las relaciones humanas o la soledad son los ejes temáticos de una alegoría irónica sobre el papel del artista, marginado en una sociedad indiferente, sobre la relación con el público, que lo acaba despreciando, y sobre la dificultad de la creación a través de un personaje que ayuna inevitablemente, porque no puede hacer otra cosa:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>Porque -dijo el artista levantando un poco la cabecita y, redondeando los labios como para un beso, le habló al inspector al oído para que no se le escapara nada-, porque no he podido encontrar una comida que me guste. De haberla encontrado, créeme que no habría levantado ningún revuelo y me habría hartado de comer igual que tú y que todos. </i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Fue uno de los pocos relatos que salvaba de todos los suyos cuando pidió a su amigo Max Brod que destruyera casi toda su obra. Un intenso y frustrante relato kafkiano sobre un viaje profesional hacia ninguna parte.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: right;"><i>Santos Domínguez </i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="blogger-post-footer"><script type="text/javascript">
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Luna del verbo<p> </p><div class="separator" style="-webkit-text-size-adjust: auto; clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjW6GmJxlpRBNVZErpeyd_D0qIwWn_5a7wVBwroqRFRZ17Pn1I-lAMpi2lvTQQhafNKA8JQvEGIe8-Ohs-yIlm0dz9TrUWvyGNy1G189MoY4iO91CLnhIQ4AJJSAlclCrVdLbE9TtVhGKH3AbVzRe7dqX3wSGUPmBJXcrYGoUuASiOPp6O0cA/s675/13192516-215B-43C0-9C19-A258DD71E83C.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="675" data-original-width="476" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjW6GmJxlpRBNVZErpeyd_D0qIwWn_5a7wVBwroqRFRZ17Pn1I-lAMpi2lvTQQhafNKA8JQvEGIe8-Ohs-yIlm0dz9TrUWvyGNy1G189MoY4iO91CLnhIQ4AJJSAlclCrVdLbE9TtVhGKH3AbVzRe7dqX3wSGUPmBJXcrYGoUuASiOPp6O0cA/w283-h400/13192516-215B-43C0-9C19-A258DD71E83C.jpeg" width="283" /></a></div><div style="-webkit-text-size-adjust: auto; text-align: justify;"><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><br /></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none; text-align: center;">Ángel García López.</div><div style="-webkit-text-size-adjust: none; text-align: center;"><i>Luna del verbo.</i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none; text-align: center;"><i>Antología.</i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none; text-align: center;">Prólogo de Ángel Luis Prieto de Paula.</div><div style="-webkit-text-size-adjust: none; text-align: center;">Selección de Felipe Benítez Reyes. </div><div style="-webkit-text-size-adjust: none; text-align: center;">Renacimiento. Sevilla, 2023. </div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i><br /></i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i><br /></i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>Pagado en ti, dolor, mi verso queda. </i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>Y, al igual que me saben, sé quién soy.</i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><br /></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;">Así cerraba Ángel García López ‘Últimas voluntades’, uno de los poemas que forman parte de la antología <i>Luna del verbo</i> que publica <a href="https://www.editorialrenacimiento.com/">Renacimiento</a> con selección de Felipe Benítez Reyes y un prólogo en el que Ángel Luis Prieto de Paula destaca que García López “está naturalmente imbuido de sensorialidad muelle, liturgia ritualizadora y riqueza verbal derivadas de los neomodernistas meridionales, y es dueño del aparato compositivo de los grandes poetas barrocos. Dotado para hacer sonar todos los instrumentos de la orquesta, parece responder más a la imagen de un poeta sinfónico que de cámara.”</div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><br /></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;">Veintiocho textos son los que recoge esta selección que ofrece un recorrido por los temas, los tonos y las formas de una extensa obra poética que más allá de su variedad temática y estilística responde a la profunda unidad de una mirada profunda al mundo y al fondo de sí mismo y una expresión exigente que, sin renunciar a la búsqueda de imágenes renovadoras y a los hallazgos verbales, se integra en una amplia tradición literaria.</div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><br /></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;">Y esa integración se sustancia en la poesía de Ángel García López en la coexistencia armónica de lo antiguo y lo moderno, del rigor métrico y la libertad del verso libre, de la contención clásica del soneto y el desbordamiento expresivo del versículo.</div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><br /></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;">Esta selección -advierte el antólogo en una nota inicial- responde a “un intento de componer una suerte de «libro de libros», una especie de recorrido biográfico sustentado en referencias especialmente características de las contenidas en la extensa y poliédrica obra poética de Ángel García López: el recuerdo de su tierra nativa, su vida en Madrid, el testimonio amoroso, la experiencia de la enfermedad reflejada en <i>Trasmundo</i>, la reflexión sobre la escritura propia…”</div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><br /></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;">Con tonos distintos, conviven en esta poesía la expresión directa y la metáfora elaborada, la melancolía del sur de <i>Elegía en Astaroth</i> y la exaltación del presente de <i>Auto de fe</i>, la confesionalidad autobiográfica y la bajada a los infiernos de <i>Trasmundo</i>, el impulso hímnico de <i>Mester andalusí </i>o la fuerza elegíaca de <i>Memoria amarga de mí.</i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><br /></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;">Esa tendencia elegíaca es una de las líneas vertebrales de la poesía de Ángel García López. ‘Juventud ya fábula de fuentes’, uno de los textos incluidos en la antología, lo resume en sus versos cortos e interrogativos que hablan existencialmente del tiempo y de la identidad: </div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><br /></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>La noche habla a la noche </i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>y, en sonidos de humo, </i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>se diluyen las voces.</i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i><br /></i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>A quien calla pregunto </i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>por saber quién me esconde </i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>del silencio en lo oculto.</i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i><br /></i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>Árbol solo, sin bosque, </i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>¿en algún otro mundo </i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>alguien me reconoce? </i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i><br /></i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>Si pregunto, ninguno </i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>quiere oírme, responde </i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>confundido en lo mudo. </i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i><br /></i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>¿Encontrarme ahora dónde </i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>si tan largo conjuro </i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>ha borrado mi nombre?</i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i><br /></i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i><br /></i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none; text-align: right;"><i>Santos Domínguez </i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><br /></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><br /></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><br /></div></div><br class="Apple-interchange-newline" style="-webkit-text-size-adjust: auto;" /><div class="blogger-post-footer"><script type="text/javascript">
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Correspondencia de Virginia Woolf <p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8eQJDqfcVsMBUfMcskbtreC3sKgXMozZWsoYk5W_gphOWghiQsiqB4o9azY6r-EoSuvlgab4frd2b-wzJ43J8GXoGsJw5GESEjheG7PVTziTavHdWCrlvr9l8Tp2jWLSC_S9p7DBg7Dw19ds1Zd0Ad90adIlXnRdHTNAkzs05nmdCDVVmTySzEw/s3000/23A33157-B56D-4342-B6EB-9F440ACED1D8.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3000" data-original-width="1960" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8eQJDqfcVsMBUfMcskbtreC3sKgXMozZWsoYk5W_gphOWghiQsiqB4o9azY6r-EoSuvlgab4frd2b-wzJ43J8GXoGsJw5GESEjheG7PVTziTavHdWCrlvr9l8Tp2jWLSC_S9p7DBg7Dw19ds1Zd0Ad90adIlXnRdHTNAkzs05nmdCDVVmTySzEw/w261-h400/23A33157-B56D-4342-B6EB-9F440ACED1D8.jpeg" width="261" /></a></div><br /><div style="text-align: center;"> Virginia Woolf.</div><div style="text-align: center;"><i>Una carta sin pedirla. </i></div><div style="text-align: center;"><i>Correspondencia 1912-1941.</i></div><div style="text-align: center;">Edición y traducción de Patricia Díaz Pereda.</div><div style="text-align: center;">Editorial Páginas de Espuma. Madrid, 2024.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><div class="separator" style="-webkit-text-size-adjust: auto; clear: both;"><br /></div><div style="-webkit-text-size-adjust: auto; text-align: justify;"><div style="-webkit-text-size-adjust: none;">“Virginia Woolf asegura, en carta a Hugh Walpole, que el escribir cartas «es uno de los dones que las hadas no me dieron cuando se asomaron a mi cuna». Afirmación de la que cualquier lector discrepará a lo largo de estas páginas ya que su vitalidad y frescura epistolar nunca decae, ni siquiera pocos días antes de su muerte. Fue una infatigable escritora de cartas, incluso cuando dispuso de teléfono, si bien con los años insiste en que cada vez detesta más escribirlas, pero le encanta recibirlas. Prueba de ello es que se han conservado casi cuatro mil”, escribe Patricia Díaz Pereda en la introducción con la que presenta <i>Una carta sin pedirla,</i> su magnífica edición de la correspondencia de Virginia Wolf entre 1912 y 1941 en un cuidado volumen publicado por <a href="http://paginasdeespuma.com/">Páginas de Espuma</a>.</div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><br /></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;">Y de este fragmento de otra carta a Walpole, narrador amigo, fechada el 1 de julio de 1928, toma su título esta selección. Escribía allí Virginia Woolf: “Sí, tengo tu carta y fue un gran placer recibirla. Es tan poco frecuente recibir <i>una carta sin pedirla</i> y sin que haya necesidad de escribirla y son las únicas que merece la pena recibir.”</div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><br /></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;">Patricia Díaz Pereda, que reunió en <i>De viaje</i> (Nórdica, 2023) las cartas y notas de viaje de Virginia Woolf, recoge en este volumen una selección anotada de sus miles de cartas, que trazan un retrato cercano con las claves vitales y literarias de una creadora en la que se cruzan constantemente la literatura y la vida, la desazón íntima y el reconocimiento público, la lectura y la escritura, la vida privada y los proyectos editoriales. </div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><br /></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;">“Sí, soy una desgraciada que nunca escribe cartas”, afirmaba en 1932. Y sin embargo escribió miles de cartas. Familiares y amigos, lugares en los que transcurrió su vida, los paisajes campestres y urbanos en los que discurrió su existencia recorren esta abundante correspondencia que refleja de primera mano las claves personales, estéticas y ambientales que convirtieron a Virginia Woolf y al grupo de Bloomsbury en la expresión de la modernidad en la literatura inglesa.</div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><br /></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;">Esta selección de casi doscientas cartas refleja sus cambios anímicos e incluso su evolución personal y literaria, la brillante aventura editorial que bautizó como The Hogarth Press, los laberintos creativos y los desalientos de la depresión, sus lecturas (Henry James, D. H. Lawrence, Proust, <i>Guerra y paz</i>, Chéjov, Dickens…) y sus enfermedades, las vacilaciones creativas y las dudas existenciales, sus relaciones con su marido Leonard Woolf (“queridísima mangosta”), con su hermana Vanessa Bell y con su amante Vita Sackville (“queridísima criatura”, “ángel”, “potrillo”).</div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><br /></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;">Junto con ellos, amigos como Lytton Strachey, T. S. Eliot, Gerald Brenan, John Lehmann, Roger Fry, Dora Carrington o Stephen Spender son los destinatarios principales de sus cartas, afectuosas, espontáneas y desinhibidas con las que “deseaba entretener, divertir, interesarse por la salud o las penas de sus destinatarios y aliviarlas en lo posible. Deseaba intercambiar ideas, comunicarse, conocer cotilleos, saciar su curiosidad por la vida de sus amigos, por sus relaciones, incluso por sus casas”</div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><br /></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;">“En las páginas que siguen -apunta Patricia Díaz Pereda en su Introducción, ‘El don de escribir cartas’- el lector podrá disfrutar de una selección de las mismas, la gran mayoría inéditas en español; el período elegido abarca desde 1912, cuando se casó con Leonard Woolf, hasta su muerte en 1941. La elección de fechas no es aleatoria. Con ella se descubre a una Virginia Woolf a punto de convertirse en escritora de ficción, pues si bien es cierto que había empezado su primera novela antes de casarse, no publicó <i>Fin de viaje,</i> una vez revisada y corregida varias veces y superada su crisis mental, hasta 1915.[…]</div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;">La selección ha sido un trabajo exhaustivo y arduo, dado el interés y la calidad de este ingente material, y para ello se ha atendido a tres grandes criterios temáticos: la literatura, las casas y las gentes, tres temas esenciales para Woolf y a menudo entremezclados en una misma carta.”</div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><br /></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;">Ordenadas de forma cronológica en cinco bloques (desde 1912, a punto de convertirse en escritora de ficción, hasta su muerte el 28 de marzo de 1941), las cartas de esta selección recorren los tres temas principales de su correspondencia -la literatura, las casas y las gentes-, para acercar al lector el retrato íntimo y el mundo literario y humano de Virginia Woolf, su papel como lectora y escritora, el ámbito literario de la casa, la habitación propia y sus espacios vitales en Monk’s House, Hogarth House o Bloomsbury. </div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><br /></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;">O su papel como editora, por ejemplo cuando renuncia a editar el <i>Ulysses</i>. El 17 de mayo de 1918 le escribe a Harriet Weaver, mecenas de Joyce: “Hemos leído los capítulos de la novela del señor Joyce [<i>Ulysses</i>] con gran interés y desearíamos poder imprimirla. Pero en estos momentos su extensión es una dificultad insuperable para nosotros. No tenemos a nadie que nos ayude y a nuestro ritmo, un libro de trescientas páginas nos llevaría producirlo al menos dos años, lo que es inadmisible, por supuesto, para usted o para el señor Joyce. </div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;">Lamentamos mucho esto, puesto que nuestro objetivo es producir libros de valía que los editores corrientes rechazan. Sin embargo, nuestro equipamiento es tan pequeño que nos resulta difícil sacar un libro de más de cien páginas.”</div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><br /></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;">La presencia de lo doméstico y lo trivial en muchas de esas cartas, llenas de humor, de complicidad y cotilleos contribuye a acercar al lector la imagen de una Virginia Woolf espontánea y directa, cuando le cuenta sus problemas el 21 de agosto de 1921 a su amigo Roger Fry, pintor y crítico de arte: “He estado fastidiada por todo tipo de dolencias menores desde que llegamos y así hemos llevado una vida aburrida, triste y apenas humana, hasta la semana pasada, cuando me recuperé y gracias a Dios retomé la escritura. Pero ¿por qué inventaron el sistema nervioso?”</div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><br /></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;">O cuando hace esta autocrítica jocosa al final de una de sus cartas más largas: “¡Vaya carta! ¡Vaya carta! Es como el monólogo interminable de una vieja de pueblo a su puerta. Cada vez que le dices buen día e intentas irte, piensa en algo nuevo y todo empieza otra vez.”</div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><br /></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;">El primer bloque lo constituyen las cartas escritas entre 1912, cuando Virginia Woolf se casa con treinta años, y 1918, cuando conoce a T. S. Eliot, al que le acabaría publicando en Hogarth Press <i>La tierra baldía. </i>De ese periodo es una carta a su amiga y protectora Violet Dickinson, del 11 de abril de 1913 en la que le cuenta: “Toda la mañana escribimos en habitaciones separadas. Leonard va por la mitad de su nueva novela [<i>Las vírgenes prudentes</i>], pero en cuanto el reloj da las 12 empieza un artículo sobre el trabajo para algún pálido periodicucho, o una crítica de literatura francesa para <i>The Times </i>o una historia del movimiento cooperativista.</div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;">Cosemos artículos para todo el mundo. Yo también estoy escribiendo para <i>The Times</i>, reseñas, artículos y biografías de mujeres muertas, así que esperamos ganar lo suficiente para mantener a los caballos.”</div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><br /></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;">Las cartas de 1919 a 1925 forman otro apartado. En 1919 Leonardo y ella compraron Monk’s House, la que sería desde entonces su casa de campo: una casa de madera del siglo XVII, en Sussex, donde escribió gran parte de su obra y donde en 1925 terminaría <i>La señora Dalloway</i>. En ese periodo conoció a Vita Sackvile-West, que acabaría siendo su amante. “¿Tienes alguna opinión acerca de amar al propio sexo?”, le pregunta en una carta a su amigo Jacques Raverat el 24 de enero de 1925, a propósito de Vita.</div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><br /></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;">Entre 1926 y 1931 Virginia Woolf escribió sus mejores novelas, <i>Al faro</i> y <i>Las olas</i> y tuvo una intensa relación amorosa hasta 1929 con Vita Sackvile-West, a la que inmortalizó en <i>Orlando</i>. En la carta que le envía el 9 de octubre de 1927 le dice “no podía atornillar una palabra y al final hundí la cabeza en las manos: mojé mi pluma en la tinta y escribí estas palabras, como de forma automática, en una hoja en blanco: <i>Orlando: una biografía.</i> En cuanto lo hice, mi cuerpo se inundó de éxtasis y mi cerebro de ideas. Escribí con rapidez hasta las doce. Luego le dediqué una hora a la novela. Así que todas las mañanas voy a escribir ficción (mi propia ficción) hasta las doce y novela hasta la una. Pero escucha; suponte que Orlando es Vita Y es todo sobre ti y las lujurias de tu carne y los señuelos de tu mente […] ¿te importaría? Di sí o no.”</div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><br /></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;">Entre 1932 y 1936 se fecha otro conjunto de cartas. La muerte de su amigo Lytton Strachey y el suicidio de Dora Carrington abren ese periodo. En una de esas cartas, del 15 de marzo de 1932, evoca la última visita a Dora, que se suicidó el 11 de marzo, un día después de la visita de Virginia y Leonard: “fue terrible dejarla sola aquella noche, sin nadie en la casa.”</div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><br /></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;">Es la época en la que escribió <i>Los años</i>, la última que publicó antes de morir. En una carta del 29 de septiembre de 1935 dice de ella: “me está llevando más tiempo del que esperaba, pero espero que esté lista para Navidad. He decidido llamarla <i>Los años</i>, pero preferiría no dar ninguna descripción de ella hasta que la haya leído entera […] Me queda aún mucho por hacer en cuanto a revisión y todavía es demasiado larga. En estas circunstancias, me parece difícil ofrecer un resumen inteligible.”</div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><br /></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><div>“Disculpa este egotismo. Aún más, disculpa este aburrimiento. No he visto a nadie. Mis amigos se mueren o caen enfermos.[…] solo leo sólida Historia o Dickens, para aliviar mi mente de las comas. El amor me parece algo que nunca sentí, esperé o creí, le escribe a su amiga feminista y música Ethel Smyth,, el 10 marzo de 1936. Y firma una “entintada, amarga y vieja V.”</div><div><br /></div><div>Ethel Smyth, mucho mayor que ella -había nacido en 1858, casi veinticinco años antes que Virginia Woolf- es sin embargo la destinataria de sus cartas más sinceras. A ella le confiesa en otra ocasión que “como experiencia, la locura es tremenda, te lo aseguro, y no debe menospreciarse; en su lava aún encuentro la mayoría de las cosas acerca de las que escribo.”</div></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i><br /></i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>Los años</i> apareció el 15 de marzo de 1937, la referencia temporal que se ha tomado como inicio del último bloque de cartas. Por entonces había empezado a trabajar en <i>Tres guineas</i>, que terminó en octubre, y poco después inició la redacción de <i>Entre actos, </i>una novela<i> </i>que no acabó de satisfacerla.</div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><br /></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;">La selección de cartas de 1941, el año de su muerte, más que a los tres criterios que guían el conjunto, responde a su interés biográfico y humano, porque esas cartas permiten comprobar que Virginia Woolf siguió trabajando y escribiendo cartas hasta sus últimos días.</div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><br /></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;">Antes de suicidarse el 28 de marzo de 1941 en el río Ouse dejó escrita esa misma mañana su última carta, dirigida a Leonard:</div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><br /></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>Queridísimo: </i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>Quiero decirte que me has dado una felicidad completa. Nadie podría haber hecho más de lo que tú has hecho. Por favor, créelo. </i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>Pero sé que nunca superaré esto: y estoy malgastando tu vida. Es esta locura. Nada de lo que me diga nadie puede persuadirme. Puedes trabajar y lo harás mucho mejor sin mí. Ya ves que ni siquiera puedo escribir esto, lo que demuestra que tengo razón. Todo lo que quiero decir es que hasta que llegó esta enfermedad fuimos perfectamente felices. Todo se debió a ti. Nadie podría haber sido tan bueno como lo has sido tú, desde el primer día hasta ahora. Todo el mundo lo sabe.</i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none; text-align: right;"><i>V.</i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>Encontrarás las cartas de Roger a los Mauron en el cajón del escritorio en el cobertizo. Destruirás todos mis papeles.</i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><br /></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;">Cierran el magnífico volumen, editado en tapa dura, una estupenda selección de fotografías de Virginia Woolf y sus corresponsales epistolares, una biografía de los principales destinatarios y dos índices: uno onomástico y otro general de las cartas seleccionadas en <i>Una carta sin pedirla.</i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i><br /></i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none; text-align: right;"><i>Santos Domínguez </i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"> </div></div></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div><br /></div><p></p><div class="blogger-post-footer"><script type="text/javascript">
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Alfabeto Pasolini<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZ8e0h6DC_qL-F1bzWkx7TGJqywcidZ9WlbRgI4hMuq_RAS7ysmYmdudLZFdnOquBzBmQmL3NGweLR-8DWJ3XIAA4ZaW6ZKIW3SM6fExkKj-VTq1u_86fY50YFGaZj2WqgY3vXWO3CHv1RbiVZP0_tuNbkRiaDjIVgrcv3pVskkEubnXiMN-BgEg/s3000/CA4D3911-9065-4726-B6B3-8F6F2BC02324.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3000" data-original-width="1891" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZ8e0h6DC_qL-F1bzWkx7TGJqywcidZ9WlbRgI4hMuq_RAS7ysmYmdudLZFdnOquBzBmQmL3NGweLR-8DWJ3XIAA4ZaW6ZKIW3SM6fExkKj-VTq1u_86fY50YFGaZj2WqgY3vXWO3CHv1RbiVZP0_tuNbkRiaDjIVgrcv3pVskkEubnXiMN-BgEg/w253-h400/CA4D3911-9065-4726-B6B3-8F6F2BC02324.png" width="253" /></a></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><p></p><div style="text-align: center;">Marco Antonio Bazzocchi.</div><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><i>Alfabeto Pasolini.</i></div><div style="text-align: center;"> Traducción de Juan-Ramón Capella</div><div style="text-align: center;"> y Víctor M. Vassallo.</div><div style="text-align: center;">Trotta. Madrid, 2023.</div><div><br /></div><div>“<i>Abjuración</i>, por razones alfabéticas, abre este volumen, pero es el último concepto del itinerario ideológico pasoliniano. Abjurar es el acto con que, por razones personales, Pasolini renegó de una parte de su propio pasado, o de todo su pasado, y se identificó como individuo distinto del individuo anterior a ese acto. La abjuración es una confesión de los errores cometidos y de la necesidad de modificar el itinerario de su propio destino”, escribe Marco Antonio Bazzocchi, Profesor de Literatura italiana contemporánea en la Universidad de Bolonia, en la primera entrada (‘Abjuración’) de <i>Alfabeto Pasolini</i>, que publica <a href="https://www.trotta.es/">Trotta</a> con traducción de Juan-Ramón Capella y Víctor M. Vassallo. </div><div><br /></div><div>Organizado en forma de alfabeto, su enfoque y su estructura hacen de este libro “un instrumento ágil, sintético, esencial, que ofrece una base de conceptos y de orientaciones críticas para entrar en la obra de Pasolini”, como explica el autor en el Prefacio.</div><div><br /></div><div>Entre ‘Abjuración’ y ‘Zanzotto’, pasando por Caravaggio y Ninneto, por <i>Edipo rey </i>y la Neovanguardia, por <i>Pajarracos y pajaritos</i> y Ungaretti, por <i>Petróleo</i> y <i>Saló o las 120 jornadas de Sodoma; </i>de <i>Accatone</i> a <i>Chicos del arroyo</i>, de Casarsa a la <i>Trilogía de la memoria</i>, este <i>Alfabeto</i> propone una introducción en el mundo de Pasolini a partir del recorrido por conceptos centrales en su mundo intelectual, como Crítica, Discurso libre indirecto, Muerte, Sagrado o Sueño, por referentes como Dante, Gadda o Ungaretti, por personas y personajes como María Callas y San Pablo, o por los títulos más significativos de sus obras literarias o sus películas, de <i>Escritos corsarios</i> a <i>Teorema, </i>de<i> Medea</i> a<i> Poesía en forma de rosa, </i>de<i> Edipo Rey a Divina Mímesis </i>o a<i> Una vida violenta.</i></div><div><br /></div><div>Un recorrido que es ante todo una invitación a navegar por la escritura y el cine de Pasolini, sin duda uno de los intelectuales y artistas más lúcidos de la segunda mitad del siglo XX.</div><div><br /></div><div>Porque <i>Alfabeto Pasolini</i> incorpora también una bibliografía actualizada de la obra poética, narrativa y ensayística de Pasolini traducida al castellano, a la que se añaden las obras no traducidas y los abundantes estudios críticos sobre su producción literaria y cinematográfica.</div><div><br /></div><div>“No, en este <i>Alfabeto</i> -avisa su autor- no está Pasolini: se escapa por todas partes; tratar de encerrarle en él sería como transformar un roble en un bonsai. […] Pero puede ser interesante, y atractivo, usar el alfabeto no solo para entrar en la obra de Pasolini, sino también para obtener secuencias de significado, o, digamos, relaciones, que se añadan a las ya manifiestas o las hagan más completas, al entrelazarlas y ponerlas en contacto entre sí.”</div><div><br /></div><div>Este libro traza así una cartografía representativa del extenso mundo creativo de un Pasolini oceánico y plural, tanto en su vertiente cinematográfica como en la literaria, y a la vez ofrece con sus aproximaciones críticas y sus análisis interpretativos una brújula que permite orientarse en su complejidad intelectual y humana, en su diversidad de géneros y lenguajes, en la riqueza expresiva de una obra en la que las intersecciones entre vida y creación artística son constantes y acaban perfilando una potente poética verbal y visual.</div><div><br /></div><div>Así comienza el artículo dedicado a la <i>Trilogía de la vida:</i></div><div><br /></div><div><i>La Trilogía representa la auténtica vertiente narrativa de la obra de Pasolini. Ideada, compuesta y rodada entre 1970 y 1974, comprende tres films procedentes de obras fundamentales de la cultura europea y oriental: el Decamerón (1971), los Cuentos de Canterbury (1972) y Las mil y una noches (1974). […] </i></div><div><i>Común a toda la Trilogía es la voluntad narrativa que, pese a desarrollarse en mundos distintos, sigue el ritmo de la alegría corporal y sexual, situada por el autor como fundamento de los destinos humanos.[…]</i></div><div><i>A este universo de intercambio gozoso y abierto va acontraponerse enseguida la mezcla sombría e indistinta de Salò, donde el relato se convierte en cambio en mecánica y gélida repetición.</i></div><div><br /></div><div>Y así termina el dedicado a la televisión: </div><div><br /></div><div><i>La televisión es la metáfora de cuanto Pasolini considera una expresividad envenenada por el conformismo. Todo cuanto él trata de crear con las palabras o con las imágenes va en dirección exactamente contraria a eso. Esta diferencia entre una forma expresiva dominante y las vías de escape permitidas por la literatura o el cine tiende a agudizarse en los decenios que han seguido a la muerte de Pasolini.</i></div><div><i><br /></i></div><div style="text-align: right;"><i>Santos Domínguez </i></div></div><div class="blogger-post-footer"><script type="text/javascript">
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</script></div>Revista Encuentros de lecturashttp://www.blogger.com/profile/11006331994330435438noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-19338986.post-81087847179685250142024-03-01T00:00:00.000+01:002024-03-01T08:02:34.517+01:00Franz Kafka. Relatos y Aforismos<p></p><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgc7PeSUmgtCCyICSwIeWlCabAF10QnXXaiKgTOPOlCYc80QM0FbRjQXGzwDdJ-etTodjiG16IWnb1B22bNCsURixIEU_2Vbr8m5WH_v0YI-bIGJ13bFDHxwC246DPeQ3wRYn8b5a-1gb4ddq29KpgsaD_xlAnbBLgov8XW-scjh6EzQV81dxN_-g/s1082/5E8A4651-BFFB-4392-9A9C-BFABA5312946.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1082" data-original-width="685" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgc7PeSUmgtCCyICSwIeWlCabAF10QnXXaiKgTOPOlCYc80QM0FbRjQXGzwDdJ-etTodjiG16IWnb1B22bNCsURixIEU_2Vbr8m5WH_v0YI-bIGJ13bFDHxwC246DPeQ3wRYn8b5a-1gb4ddq29KpgsaD_xlAnbBLgov8XW-scjh6EzQV81dxN_-g/w254-h400/5E8A4651-BFFB-4392-9A9C-BFABA5312946.jpeg" width="254" /></a></div><br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: center;">Franz Kafka.<span style="text-align: left;"> </span></blockquote><div style="text-align: center;"> <i style="text-align: justify;">Relatos</i><span style="text-align: justify;"> </span><i style="text-align: justify;">y</i><span style="text-align: justify;"> </span><i style="text-align: justify;">Aforismos.</i></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: justify;"> Traducciones de </span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: justify;">Carmen Gauger </span><span style="text-align: justify;">y Adan Kovacsis.</span></div><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;"><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: center;">Alianza Editorial. Madrid, 2024.</blockquote></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;"><div style="text-align: left;"> </div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;"><br /></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;">“La naturaleza fragmentaria de las obras breves de Franz Kafka (1883-1924) y el destino editorial convulso que sufrieron sus textos, con el papel jugado por su amigo y albacea Max Brod -quien, como es sabido, desobedeció el deseo del autor de que se destruyera su obra inédita- y la prohibición a la que los sometió el régimen nazi a los pocos años de su muerte convierte en un reto la tarea de organizarlos”, se lee en la nota a la edición en la que <a href="https://www.alianzaeditorial.es/ver-todas-colecciones/">Alianza Editorial</a> reúne en un estuche los dos tomos de <i>Relatos</i> <i>y</i> <i>Aforismos</i> de Franz Kafka.<span style="text-align: left;"> </span></blockquote><div> </div><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;">Una cuidada edición que quedará como una de las aportaciones editoriales de referencia con motivo del centenario de la muerte de Kafka, con traducciones de Carmen Gauger y Adan Kovacsis, que se atienen a las recientes ediciones críticas de la obra de Kafka.</blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;"><br /></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;">El primer volumen recoge los relatos preparados por Kafka y publicados en vida en tres antologías revisadas por el autor: <i>Contemplación, Un médico rural </i>y<i> Un artista del hambre, </i>además de <i>La condena,</i> un texto imprescindible, y de la novela corta <i>En la colonia penitenciaria.</i><span style="text-align: left;"> </span></blockquote><div> </div><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;">Se reúnen así todos los relatos que el propio Kafka preparó en vida y agrupó en distintos volúmenes entre 1913 y 1924, más otros cuatro textos que publicó en revistas y no incluyó en sus libros: ‘Conversación con el orante’, ‘Conversacion con el ebrio’, ‘Estruendo’ y ‘El jinete del cubo’.</blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;"><br /></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;">Se añaden a esos textos las narraciones que Max Brod publicó después de la muerte de Kafka en dos volúmenes: <i>Durante la construcción de la muralla china</i> y <i>Descripción de una lucha</i>. Entre ellos figuran cuentos tan significativos como ‘El silencio de las sirenas’, ‘El escudo de la ciudad’, ‘La verdad sobre Sancho Panza’ o ‘El cazador Gracchus’.</blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;"><br /></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;">En conjunto, rematados por una orientadora cronología de Kafka, ochenta textos que constituyen la narrativa breve del autor de <i>La metamorfosis, </i>que se incluye en el segundo tomo de esta edición.</blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;"><br /></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;">Desde <i>Contemplación</i>, el primer libro que publicó, con textos memorables como ‘Para que reflexionen los jinetes’ o el excelente ‘Deseo de ser piel roja’, hasta <i>Un artista del hambre</i>, pasando por <i>Un médico rural,</i> que apareció en 1920, está en estos cuentos el Kafka canónico y maduro, el escritor nocturno que cuestiona angustiosamente el mundo, el oscuro oficinista que se desdibuja en máscaras irónicas o se atrinchera en el interior de sí mismo y anticipa en Ante la Ley una semilla de El proceso; el que deja en sus páginas varias parábolas inolvidables (‘Chacales y árabes’, ‘Un mensaje imperial’ o ‘Un informe para una academia’) sobre el sinsentido y los límites de la expresión, sobre la crisis de la identidad y la razón. Porque, como <span style="text-align: left;">escribió Borges, “el </span><span style="text-align: left;">destino de Kafka fue transmutar las circunstancias y las agonías en fábulas.”</span></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;"><br /></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;"><i>La metamorfosis</i>, que abre el segundo volumen, es una de esas pocas obras que pueden resumir el siglo XX. Kafka la escribió en un momento de intensa crisis personal que acabó desencadenando, en el otoño de 1912, la creación de textos tan esenciales en su obra como <i>La condena</i>, que compuso de un tirón durante la tarde y la noche del 22 al 23 de septiembre, o <i>La metamorfosis,</i> cuya escritura se prolongó del 17 de noviembre al 7 de diciembre de ese mismo año, con un parón por medio que Kafka lamentó luego, porque notaba que, tras esa interrupción, al retomar la escritura, la tercera parte se resentía de una suerte de recalentamiento que perjudicaba al funcionamiento narrativo del conjunto. </blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;"><br /></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;">Junto con <i>El fogonero</i> y <i>La condena</i>, Kafka proyectó una edición de <i>La metamorfosis </i>como parte de una trilogía que se iba a titular <i>Los hijos</i>, pues la relación problemática con el padre es el hilo conductor de los tres relatos. Frustrado ese proyecto inicial, <i>La metamorfosis</i> se publicó como libro exento en 1915 y se convirtió desde entonces en la obra fundamental de las que Kafka publicó en vida. </blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;"><br /></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;">Sabemos mucho de su historia textual, incluso de su proceso de construcción, sobre el que encontramos constantes referencias en los diarios y las cartas de Kafka a Felice. Pero sigue siendo una obra tan inaccesible como el castillo al que intentaría llegar el agrimensor K. muchos años después. </blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;"><br /></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;">Opaca y escrita para que la leamos como si estuviéramos despiertos en medio de un sueño, narrada con una llamativa frialdad por un narrador distante e imperturbable, es precisamente en esa distancia y en el "ligero fastidio" que provoca la situación en el propio Samsa en donde se encuentra uno de los rasgos más peculiares de <i>La metamorfosis</i> y de la manera kafkiana de narrar, con un punto de vista en el que el narrador se funde con el protagonista a través de la sutileza del estilo indirecto libre. </blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;"><br /></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;"><i>Muchas sombras de los difuntos se dedican sólo a lamer las aguas del río de los muertos, porque este viene de donde estamos nosotros y aún tiene el sabor salado de nuestros mares. El río se resiste, de asco, fluye en sentido contrario y en sus ondas arrastra a los muertos a la vida. Ellos, por su parte, son felices, entonan cánticos de acción de gracias y acarician al río rebelde. </i></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;"><i><br /></i></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;"><i>Triste, nervioso, malestar físico, miedo a Praga, en cama. [25 de octubre de 1917]</i></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;"><br /></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;">Esos son dos de los textos que aparecen en los <i>Cuadernos en octavo, </i>un total de ocho cuadernos azules en los que, entre noviembre de 1916 y mayo de 1918, Kafka anotó pensamientos, esbozó fragmentos de relatos o tramas narrativas, elaboró diálogos o reconstruyó imágenes de sueños y visiones como esta, del Cuaderno G, que inició a mediados de octubre de 1917 y cerró a finales de enero de 1918:</blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;"><br /></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;"><i>Estamos -visto con los ojos impuros de este mundo- en la situación de unos viajeros de ferrocarril que han tenido un accidente en un largo túnel, y justamente en un punto en el que ya no se ve la luz del comienzo, y la del final sólo de modo tan escaso que la mirada la tiene que buscar de continuo, y la pierde de continuo, y además sin que ese comienzo y ese final sean siquiera seguros. Pero en torno a nosotros, en la confusión o en la hipersensibilidad de los sentidos, no tenemos sino monstruos y un juego de caleidoscopio, deleitable o fatigoso según el humor y las lesiones del individuo.</i></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;"><br /></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;">En ese conjunto se incorporan también ciento nueve aforismos escritos entre la primavera de 1918 y la segunda mitad de 1920. Entre ellos estos tres:</blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;"><br /></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;"><i>Hay una meta, pero no un camino; lo que llamamos camino es vacilación.</i></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;"><i><br /></i></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;"><i>Dejar caer sobre el pecho la cabeza llena de asco y de odio.</i></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;"><i><br /></i></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;"><i>Dos tareas al comenzar la vida: reducir cada vez más tu círculo y comprobar una y otra vez si no te ocultas en algún lugar fuera de tu círculo.</i></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;"><br /></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;">La última sección del segundo volumen incorpora la obra póstuma más fragmentaria de Kafka, una amplia muestra de fragmentos de cuadernos y hojas sueltas, escritos entre 1906 y 1924 y organizados en diez apartados según la secuencia cronológica fijada por la edición crítica de su obra completa.</blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;"><br /></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;">Entre esos textos, <i>Preparativos de boda en el campo</i>, el largo fragmento de una novela inacabada que había escrito doce años años antes de la <i>Carta al padre</i>, un embrión malogrado en el que, varios años antes de <i>La metamorfosis </i>aparece la idea del personaje que en la cama se imagina transformado en un coleóptero. </blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;"><br /></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;">Como en el resto de los textos kafkianos, una línea borrosa separa lo ficticio de lo autobiográfico en estos fragmentos, de la misma manera en que en sus diarios alternan los apuntes de carácter muy personal con anotaciones de sueños y los sucesos triviales conviven con esbozos de relatos.</blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;"><br /></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;">Está en todos ellos un Kafka en estado puro, desorientado en medio de un mundo opaco, y dueño de un lenguaje denso y frío y una literatura mágica y distante.</blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;"><br /></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;">¿Es este un pequeño Kafka? No. No hay un Kafka pequeño. Con estos textos, breves pero no pequeños, estaba inaugurando una de las direcciones fundamentales del cuento contemporáneo.</blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;"><br /></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: right;"><i>Santos Domínguez </i></blockquote><div class="blogger-post-footer"><script type="text/javascript">
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</script></div>Revista Encuentros de lecturashttp://www.blogger.com/profile/11006331994330435438noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-19338986.post-36429720916483408332024-02-28T00:00:00.112+01:002024-02-28T00:00:00.150+01:00Marco Aurelio. Pensamientos. Cartas<div style="text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiIt5BbCGxWi9YmGXzJilrNMrM79786YqoRuwDDI4H_6tFTy5YXOhvqYM0CLSDZoJJMZb8u5qTGz8qORZ98JOlP-26DeJ7QNMBFVwCwjwylo6Rq_VgqLUHuQzWMoHyUzH3E07vEgEibulnYpckd5sIgA_xdOxqYhCAXYCWARwZSTc870BPT94prqQ/s3000/5EA23A9E-AD72-4F94-98F6-FEE8BE85BFC4.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3000" data-original-width="1898" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiIt5BbCGxWi9YmGXzJilrNMrM79786YqoRuwDDI4H_6tFTy5YXOhvqYM0CLSDZoJJMZb8u5qTGz8qORZ98JOlP-26DeJ7QNMBFVwCwjwylo6Rq_VgqLUHuQzWMoHyUzH3E07vEgEibulnYpckd5sIgA_xdOxqYhCAXYCWARwZSTc870BPT94prqQ/w253-h400/5EA23A9E-AD72-4F94-98F6-FEE8BE85BFC4.png" width="253" /></a></div><br /><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Marco Aurelio.</div><div style="text-align: center;"><i>Pensamientos</i>. <i>Cartas.</i></div><div style="text-align: center;">Edición de Jorge Cano Cuenca.</div><div style="text-align: center;">Trotta. Madrid, 2024.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">“El 17 de marzo de 180 el emperador Marco Aurelio Antonino salió de escena, soltó los hilos de la marioneta, se volvió insensible a las impresiones, abandonó el servicio de la carne, cesó su peregrinaje por tierra extranjera, se disolvieron los elementos que le constituían como ser vivo y se reintegraron en aquello que había sido la causa de su composición. Ese mismo mes, antes de comenzar la temporada bélica, había enfermado gravemente, quizá de peste. Los fuentes le muestran consciente de la gravedad de su estado y elaboran de diversa manera sus últimos días: ayuno, sonrisas y palabras amables desde el lecho de muerte, aislamiento por miedo a contagiar a su hijo Cómodo, máximas diversas… Dion Casio alude a una conspiración entre los médicos y Cómodo. Difícilmente se sabrá de qué murió ni dónde: Vindobona, Sirmio o Bononia, tampoco es tan importante, al menos en lo que respecta a su libro.”</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Con ese párrafo abre Jorge Cano Cuenca la introducción de su espléndida edición de los <i>Pensamientos</i> y <i>Cartas</i> de Marco Aurelio que publica <a href="https://www.trotta.es/">Trotta</a>.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Una introducción que aborda la trayectoria vital de Marco Aurelio y la compleja historia textual de unos textos escritos en griego helenístico en el siglo II y que -señala el editor- “nunca fueron concebidos como libro, tampoco son un diario, ni memorias, ni una autobiografía. No están organizados ni meditados para su publicación.”</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Marco Aurelio (121-180) fue emperador durante veinte años, en un momento convulso, sacudido por epidemias, presiones de los bárbaros en las fronteras del Imperio, guerras y migraciones, cambios en la mentalidad religiosa y repetidas crisis sociales y económicas que evidenciaban el comienzo de la decadencia de Roma. Esos tiempos turbulentos son no sólo el contexto, sino el origen de este conjunto de reflexiones escritas en aquellas campañas bélicas fronterizas y dirigidas a sí mismo (<i>tà eìs eautón</i> en el título original griego; <i>ad se ipsum </i>en la traducción latina) que se levantan frente al mundo como una ciudadela interior, como un refugio existencial de autodisciplina intelectual frente al vértigo de la realidad. Es la misma concepción de la filosofía que Cicerón definía como medicina del alma en las <i>Tusculanas</i>.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Esas circunstancias históricas son inseparables del proyecto intelectual y existencial de Marco Aurelio. Son las circunstancias del emperador que sabe que en la raíz del buen gobierno están la serenidad y la contención, que el dominio de sí mismo es el primer paso para el gobierno del imperio.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Escritura de sí, sobre sí y para sí en un diálogo interior que construye una ética de la contención y el sosiego desde un difícil equilibrio entre la distancia y la solidaridad, entre el desprecio de la vanidad del mundo y el altruismo:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>Qué poco queda para ser ceniza o esqueleto; o nombre, o ni siquiera esto: un nombre es un sonido y un eco.</i> (V, 33)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Marco Aurelio se convirtió con estas notas sueltas en uno de los primeros eslabones de una cadena de filósofos morales de la que formarían parte también Séneca, Montaigne o Spinoza que, como él, hicieron de la ética el eje de su pensamiento y sus escritos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La ecuanimidad, la independencia de juicio, la piedad y la liberalidad, la constancia y la continencia, la frugalidad y la vigilancia sobre sí mismo, la llaneza en el trato y la impasibilidad ante las adversidades, la autosuficiencia, la razón natural y la tolerancia son algunas de las claves de la vida y la obra de quien hizo de la contención su disciplina espiritual y existencial y dejó testimonio de ello en unas meditaciones que no contienen la propuesta de un sistema filosófico orgánico, pero constituyen la más alta producción ética del espíritu antiguo:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>¿Qué es la maldad? Eso que tantas veces has visto. En todo lo que suceda, tenlo a mano: lo que tantas veces has visto. En todo, arriba y abajo, descubrirás las mismas cosas: de las que están repletas las historias antiguas, las menos antiguas, las recientes; de lo que están llenas la ciudades y casas. Nada nuevo. Todas habituales y efímeras</i>. (VII,1)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Marco Aurelio, el filósofo estoico que escribió estos <i>Pensamientos</i> para sí mismo, estaba construyendo a la vez -aunque lejos de cualquier sistema cerrado y dogmático- una de las obras más imperecederas del pensamiento clásico. Y es que en sus páginas, como señaló Pierre Hadot en un estudio memorable, se produce un milagro inusual: Marco Aurelio habla consigo mismo, pero tenemos la impresión de que se dirige a cada uno de nosotros, como cuando escribe:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>Al amanecer, repítete: me voy a encontrar con un entrometido, un ingrato, un soberbio, un falso, un envidioso, un egoísta; todo eso les sucede por ignorancia de los bienes y los males</i>. (II, 1)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>Vano celo del boato, obras teatrales en escena, rebaños de ovejas, de vacas, peleas con lanza, un huesecito arrojado a los perrillos, un panecillo a los estanques de los peces, fatigas y cargas de hormigas, carreras de ratones atemorizados, marionetas movidas por hilos. Entre todo esto es necesario mantenerse con buen ánimo y sin insolencia: entender que cada uno es valioso en la medida en que es valioso aquello en lo que pone su celo.</i> (VII, 3)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Y esa es probablemente una de las claves que explican la vigencia de un clásico como este: su capacidad de estar por encima de las circunstancias individuales, espaciales o temporales para entablar un diálogo con cualquier hombre de cualquier lugar en cualquier tiempo con su lección de desengaño, porque</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>El que ve lo de ahora ha visto todo cuanto ha sido desde la eternidad y cuanto será en la infinidad del tiempo: todo tiene el mismo género y forma. </i>(VI, 37)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Y de ahí surge otra de las claves de la vigencia de los clásicos: en su lectura encontramos, no un sistema orgánico de pensamiento, sino a un hombre; no el sermón de un predicador, sino las palabras de quien decide cómo vivir conscientemente en esa disciplina interior, en esos ejercicios espirituales que prescribe la tradición estoica y en los que desarrolla además una búsqueda estilística de la concisión y el ritmo que convierte sus meditaciones en un admirable ejercicio de estilo sereno y equilibrado. Y esos dos rasgos, la serenidad y el equilibrio, son también los que definen al clásico:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>Contempla desde arriba los miles de rebaños y las miles de ceremonias, toda clase de barcos que navegan entre tempestades y calmas, la diversidad de los que nacen, conviven, dejan de ser. Piensa también en la vida que vivieron otros antaño, en la que vivirán los que vengan después de ti, en la que se vive ahora entre los pueblos bárbaros: cuántos no conocen tu nombre, cuántos lo olvidarán pronto, cuántos acaso te elogian ahora y enseguida te cubrirán de reproches: cómo la memoria no merece consideración, ni la gloria ni nada en absoluto.</i> (IX, 30) </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Al final de cada uno de los doce libros que componen los <i>Pensamientos</i>, el editor propone un comentario esclarecedor de las alusiones, las referencias, el contenido y el pensamiento filosófico de cada uno de los capítulos en los que se articulan estas meditaciones, un soliloquio interior que se ha convertido en su lucidez intemporal en la obra más representativa y perenne de la filosofía práctica del estoicismo romano.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En la admirable traducción de Jorge Cano Cuenca, este es su texto final, la despedida serena del teatro del mundo:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>Hombre, has sido ciudadano de esta gran ciudad: ¿qué importa si durante cinco años o cincuenta? [...] Es como si a un actor de comedia lo hiciera salir de la escena el mismo pretor que lo contrató. ‘Pero no he representado los cinco actos, sólo tres’. Tienes razón: en la vida tres actos son una obra entera. El final lo determina aquel que entonces fue el causante de la composición y ahora de la disolución. Tú no eres causante de ninguna de ambas: márchate con ánimo propicio, pues él te suelta propicio. </i>(XII 36)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Cierra el volumen una selección de la correspondencia intercambiada con su maestro de retórica Marco Cornelio Frontón, al que le dice en una carta :</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>Estoy aprendiendo de ti a decir la verdad. Esto -decir la verdad- es cosa del todo ardua para dioses y para seres humanos.</i></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: right;"><i>Santos Domínguez </i></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: right;"><i> </i></div><div class="blogger-post-footer"><script type="text/javascript">
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Todo queda en casa<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgyiklhETbsvhN9sPKPSpIPBRoxjNeS5_Puyfog6WI8AsZFbn5wEAHpF2eiT9bwxy-CCEuRGgOhfUBuFqC79pwuN2IAjClWUnHM_3-O-MU-vWicgfv76SXjQcgIUll1gTYfPw24egC6oGLYEI9FxOBuLblAEpD6_uXA2hXFDwGSMbUVZPv1Zc3Dqg/s838/06FD60F0-FEEF-4C4C-9047-AA7F32676063.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="838" data-original-width="552" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgyiklhETbsvhN9sPKPSpIPBRoxjNeS5_Puyfog6WI8AsZFbn5wEAHpF2eiT9bwxy-CCEuRGgOhfUBuFqC79pwuN2IAjClWUnHM_3-O-MU-vWicgfv76SXjQcgIUll1gTYfPw24egC6oGLYEI9FxOBuLblAEpD6_uXA2hXFDwGSMbUVZPv1Zc3Dqg/w264-h400/06FD60F0-FEEF-4C4C-9047-AA7F32676063.jpeg" width="264" /></a></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"> Alice Munro.</div><div style="text-align: center;"> <i>Todo queda en casa.</i></div><div style="text-align: center;"><i>Cuentos escogidos.</i></div><div style="text-align: center;">Traducciones de Marcelo Cohen, Carmen Aguilar, </div><div style="text-align: center;">Isabel Ferrer Marrades, Carlos Milla Soler, </div><div style="text-align: center;">Flora Casas Vaca, Eugenia Vázquez Nacarino, </div><div style="text-align: center;">Aurora Echevarría Pérez y Francisco J. Ramos.</div><div style="text-align: center;">Lumen. Barcelona, 2024.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Poco después de obtener el Nobel de Literatura en 2013, la canadiense Alice Munro (Ontario, 1931), maestra del relato breve, reunía una selección de sus mejores cuentos en <i>Family Furnishings [Mobiliario familiar]: Selected Stories 1995-2014</i>, que <a href="https://www.penguinlibros.com/es/11351-lumen">Lumen</a> publica en un amplio volumen titulado <i>Todo queda en casa.</i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Con versiones de distintos traductores, se ofrece en este libro la selección de los veinticuatro cuentos que Alice Munro consideraba los más representativos de su obra narrativa, heredera de Chéjov y atravesada en los catorce libros de relatos que ha escrito, por una mirada autobiográfica, femenina y sutil, apasionada y problemática a la hora de encontrar su lugar en el mundo.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Y, como en Chéjov, se suceden en estas más de mil páginas, entre la realidad y la ficción, entre la imaginación y la memoria personal, las vidas minúsculas y las existencias triviales que resumen las heridas y las obsesiones personales en un cruce narrativo donde se confunden la vida y la literatura, la realidad y la ficción para que la infelicidad brote como un atributo de la manera femenina y periférica de estar en el mundo y la rebeldía ante lo establecido sea la manifestación de la trágica tempestad que subyace en lo profundo de su insatisfacción y se agita bajo la superficie plana de la tranquila apariencia doméstica del hogar familiar o el matrimonio.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Supervivientes de experiencias intensas y de ocultas encrucijadas emocionales, sus complejos personajes femeninos, a menudo amargos y desorientados en la búsqueda de su camino, constituyen el eje narrativo, centran el punto de vista y articulan el mundo humano de los relatos de Alice Munro, anclados en la banalidad aparente de lo cotidiano, que oculta con frecuencia una realidad tortuosa y problemática, aunque suavizada por la distancia narrativa y emocional que impone el tiempo.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Más próximos a la novela corta que al cuento por su tratamiento lento del tiempo o por la construcción demorada de los personajes, los relatos seleccionados en <i>Todo queda en casa</i> son textos sutiles y oscuros en su reflejo de lo cotidiano, densos y hondos para bucear en lo escondido, agudos y precisos como un bisturí que disecciona y limpia las zonas heridas de la existencia y la memoria en el entorno rural de su Ontario natal, que cobra aquí una dimensión literaria muy definida espacial y humanamente y adquiere así una entidad casi mítica.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">“Alice Munro en sus propias palabras”, la entrevista en la televisión sueca de 2013, que sirvió como discurso de recepción del Nobel, es el texto que funciona como prólogo del volumen. Allí explica la narradora el objetivo de su escritura: “Quiero que mis cuentos conmuevan a las personas, no me importa si son hombres, mujeres o niños. Quiero que mis cuentos cuenten algo sobre la vida que haga que la gente diga: «¡No, eso no es verdad!», pero sentir una especie de recompensa de la escritura, y eso no significa que tenga que haber un final feliz, sino simplemente que todo lo que cuenta la historia conmueva al lector de tal modo que cuando haya terminado sienta que es una persona distinta.”</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La hondura observadora de su mirada incisiva atraviesa sus relatos, entre los que habría que destacar los magníficos <i>Yakarta, Amundsen, Pasión, </i><i>La vista desde Castle Rock </i><i> </i>o <i>Vida querida,</i> el relato que cierra la selección y que comienza con estos párrafos:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>Vivía, de pequeña, al final de un camino largo, o que a mí me parecía largo. Al volver a casa de la escuela, y más tarde del instituto, dejaba atrás el pueblo de verdad, con su trajín y sus aceras y las farolas para cuando oscurecía. Marcaban el final del pueblo dos puentes sobre el río Maitland: uno estrecho de acero, donde a veces los coches no se ponían de acuerdo sobre quién debía ceder el paso, y una pasarela de madera en la que de vez en cuando faltaba un tablón, con lo que al fondo se veían las aguas brillantes, presurosas. A mí me gustaba mirarlas, pero con el tiempo siempre venía alguien a reponer el tablón.</i></div><div style="text-align: justify;"><i>A continuación había una pequeña hondonada, un par de casas destartaladas que se inundaban cada primavera, aunque siempre había gente, gente distinta, que iba allí a vivir de todos modos. Y luego otro puente sobre el canal del aserradero, que no era muy ancho pero sí bastante profundo para ahogarse. Después el camino se bifurcaba: un ramal se iba hacia el sur, pasando una montaña antes de volver a atravesar el río y convertirse en una carretera; el otro bordeaba el recinto de la antigua feria para girar al oeste.</i></div><div style="text-align: justify;"><i>Ese camino hacia el oeste era el mío.</i></div><div style="text-align: justify;"><i>Había también un camino hacia el norte, con una acera corta pero acera al fin, donde se alineaban varias casas una al lado de la otra, como si estuvieran en el pueblo. En la ventana de una de ellas se conservaba un cartel de «Tés Salada», prueba de que alguna vez allí se habían vendido comestibles. Después había una escuela, a la que fui dos años de mi vida y que hubiera querido no ver nunca más. Al cabo de esos dos años, mi madre hizo que mi padre comprara un viejo cobertizo en el pueblo, para que pagáramos impuestos allí y yo pudiera ir a la escuela municipal. Al final no hubiera hecho falta, porque ese año, el mismo mes que empecé a ir a la escuela del pueblo, se declaró la guerra contra Alemania y las cosas se calmaron como por arte de magia en la otra escuela, la escuela donde los matones de la clase me quitaban el almuerzo y amenazaban con pegarme y donde nadie parecía aprender nada en medio del alboroto. Pronto solo hubo un aula y un maestro, que probablemente ni siquiera tuviera que cerrar las puertas con llave durante el recreo. Los mismos chicos que siempre me preguntaban retóricamente si quería follar, aunque yo me asustaba de todos modos, por lo visto tenían tantas ganar de ponerse a trabajar como sus hermanos mayores de alistarse en el ejército.</i></div><div style="text-align: justify;"><i>No sé si para entonces los lavabos de aquella escuela habrían mejorado, porque eran lo peor de lo peor. No es que en mi casa no recurriéramos al retrete del patio, pero estaba limpio, y hasta tenía un suelo de linóleo. En aquella escuela, por desacato o por lo que fuera, nadie parecía molestarse en apuntar al agujero. Aunque en muchos sentidos tampoco lo tuve fácil en el pueblo, porque todos los niños de mi clase iban juntos desde primero, y además había muchas cosas que yo aún no había aprendido, fue un consuelo ver los asientos del inodoro limpios y oír el noble sonido urbano de las cisternas.</i></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: right;"><i>Santos Domínguez </i></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div class="blogger-post-footer"><script type="text/javascript">
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Dragón custodiando el misterio<p> <span style="text-align: justify;"> </span></p><div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjVn9ckQiirqqoj6he5N1V0cxBhQZ_7km4npz1ZYlb9JIwKTep26PEVpDUm9juN97SSErySPUy7wq5828eBT-K_J7gW51xgH-pXFENhe5Tpi1p9C-xhyphenhyphenhC0VufikKuYoHrqhZRLi3xcFfYXROhdAXTeimYIEiqNGH0Ox6PDNqVl8iTtF-kSbQ/s640/EC7D68E8-E242-4B53-B828-1F1A70CE731C.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="640" data-original-width="414" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjVn9ckQiirqqoj6he5N1V0cxBhQZ_7km4npz1ZYlb9JIwKTep26PEVpDUm9juN97SSErySPUy7wq5828eBT-K_J7gW51xgH-pXFENhe5Tpi1p9C-xhyphenhyphenhC0VufikKuYoHrqhZRLi3xcFfYXROhdAXTeimYIEiqNGH0Ox6PDNqVl8iTtF-kSbQ/w259-h400/EC7D68E8-E242-4B53-B828-1F1A70CE731C.jpeg" width="259" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both;"><span style="text-align: justify;">Alfredo Rodríguez.</span></div><div class="separator" style="clear: both;"><span style="text-align: justify;"> </span><i style="text-align: justify;">Dragón custodiando el misterio.</i></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">Chamán Ediciones. Albacete, 2024.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div></div></div><div style="text-align: justify;"><i>No es empresa fácil reconocer </i></div><div style="text-align: justify;"><i>La armonía secreta </i></div><div style="text-align: justify;"><i>Una experiencia sónica </i></div><div style="text-align: justify;"><i>Cuando tu piel flota en su superficie </i></div><div style="text-align: justify;"><i>Haciendo aún vida común con ella </i></div><div style="text-align: justify;"><i>Magnetismo animal como en un mantra </i></div><div style="text-align: justify;"><i>Cuando te es tan cercano </i></div><div style="text-align: justify;"><i>El mundo de los mitos </i></div><div style="text-align: justify;"><i>Y toda la belleza de ese mundo </i></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: justify;"><i>Entonas con tu voz los versos que te muestran </i></div><div style="text-align: justify;"><i>Toda la maestría del oficio </i></div><div style="text-align: justify;"><i>Que lucen entre cantos y tambores </i></div><div style="text-align: justify;"><i>Como antiguos rituales abolidos </i></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: justify;"><i>Los barcos incendiados en la ciudad de Venus </i></div><div style="text-align: justify;"><i>O los hechos antiguos de la lejana Hesperia </i></div><div style="text-align: justify;"><i>La rueda de los astros El espesor del tiempo </i></div><div style="text-align: justify;"><i>Los enigmas y símbolos que emergen </i></div><div style="text-align: justify;"><i>De la nada y que vuelven a la nada </i></div><div style="text-align: justify;"><i>Fractales en el reino de las formas </i></div><div style="text-align: justify;"><i>Por los laberintos de tu memoria </i></div><div style="text-align: justify;"><i>Gotas de láudano en tu corazón </i></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: justify;"><i>Y aún anhelas vivir </i></div><div style="text-align: justify;"><i>Todo lo que te quedase de vida </i></div><div style="text-align: justify;"><i>Como un dragón custodiando el misterio</i></div><div style="text-align: justify;"><i>Su huella luminosa</i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Ese poema, ‘La huella luminosa’, cierra el último libro de Alfredo Rodríguez, <i>Dragón custodiando el misterio</i>, que, publicado por <a href="https://chamanediciones.es/">Chamán Ediciones</a>, llega hoy a las librerías. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En ese poema final están reunidas las claves de su mundo poético: las epifanías del misterio y las incursiones en lo sagrado, el bosque interior de la conciencia y el fuego de la palabra iluminadora. Esas son algunas de las claves sobre las que se sustenta este Dragón custodiando al misterio, expresión de una ambiciosa poesía del conocimiento, de un ascendente camino de perfección que refleja el “tránsito hacia la luz” del que hablaba Javier Asiáin en el prólogo de su anterior <i>Hierofanías</i>.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">De una cita de Clara Janés (“Nada le importa la difusión a la poesía, está en la reserva, dragón custodiando el misterio”) toma su título este libro que culmina una trilogía poética iniciada hace diez años con <i>Alquimia ha de ser</i> y continuada en 2017 con <i>Hierofanías</i>.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Una trilogía que es la expresión doble de un viaje espiritual y una aventura poética. Viaje y aventura que adquieren su sentido profundo con este libro que es menos un cierre que una cima, la meta que justifica y explica un itinerario poético de conocimiento de la realidad y de indagación en la identidad propia. Porque con <i>Alquimia ha de ser</i> Alfredo Rodríguez iniciaba una peregrinación hacia Oriente, que se convertía en el eje de <i>Hierofanías</i>, del que escribíamos entonces que era “un vuelo hacia lo hondo, hacia la esencia del ser, que eleva la poesía de Alfredo Rodríguez hasta la levedad de lo profundo, hasta un espacio espiritual en el que la palabra poética se convierte en ejercicio ascético, en forma de conocimiento de sí mismo y de su lugar en el mundo.”</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Diez años después del comienzo de esa intensa peregrinación poética hacia las raíces hondas de la conciencia, <i>Dragón custodiando el misterio</i> es el resultado de la fusión entre tradiciones orientales y occidentales, que muestran aquí sus líneas secantes, sus puntos de intersección y sus confluencias profundas. Y así como Alejandro consultó al oráculo de Amón en el templo del desierto egipcio de Siwa para afirmar su genealogía divina, el poeta pone a dialogar a Brahma y a Orfeo, invoca el mantra yoga y los ritos mistéricos dionisíacos, evoca el corazón de Ulises y el ciclo del Abraxas, el loto fecundado y las gotas de láudano, el toro de Shiva y el sueño de Escipión, los ritos órficos y las <i>Upanishads</i> del hinduismo en la noche iniciática del poema.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Como los cantes de ida y vuelta, la voz poética de Alfredo Rodríguez regresa a su punto de partida, que ya no será el mismo que antes del inicio del viaje, como no lo es el viajero que regresa enriquecido de sabiduría y conocimiento a su Ítaca de origen y destino. Y lo hace después de la enriquecedora experiencia de ese viaje espiritual en busca del centro y del fondo de la identidad, del sentido de la escritura y de la vida, de la conciencia y la existencia, del amor y la muerte, desde la reivindicación del azar y el caos como formas de lo sagrado.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Pero ese viaje iniciático en busca de revelaciones lo hace el poeta incorporándose a una tradición cultural y poética que invoca desde la dedicatoria del libro: “A mis viejos maestros, sin ellos nada de todo esto habría tenido lugar.”</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Porque la de Alfredo Rodríguez es “una voz cuyo último deseo -afirma Sonia Betancort en su lúcido epílogo- es dar cuenta de la enseñanza recibida”. Una voz que se sabe parte, por elección y por destino, de una tradición poética que reivindica la palabra como rito de conocimiento de la verdad y de celebración de la vida, la belleza y el despojamiento, como en este espléndido poema, ‘Las puertas Esceas’:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>No ser dioses ni sombras proyectadas </i></div><div style="text-align: justify;"><i>En la caverna Ni instrumentos del alma </i></div><div style="text-align: justify;"><i>Solo el flujo dinámico </i></div><div style="text-align: justify;"><i>Del vivir El placer de hacer las cosas </i></div><div style="text-align: justify;"><i>Por sí mismas La muerte que entra por los espejos </i></div><div style="text-align: justify;"><i>Por las fotografías El vacío esencial </i></div><div style="text-align: justify;"><i>De tu mente desnuda de prejuicios </i></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: justify;"><i>Y abandonarse al desorden instantáneo </i></div><div style="text-align: justify;"><i>El descenso a la carne La gracia de lo impuro </i></div><div style="text-align: justify;"><i>La flecha del Tiempo La fiesta mística</i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Organizados en tres partes -<i>El alma en trance, Las estancias de la memoria</i> y <i>Vida pura en vida</i>- que representan las fases progresivas de su itinerario poético y gnoseológico, los poemas de <i>Dragón custodiando el misterio</i> ofician la liturgia de la palabra con la que se articula el rito de la poesía. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Una poesía sostenida también en una mirada recreadora que aspira a ir más allá de la superficie de las cosas, más hacia el fondo de la realidad y la conciencia en su ambición de conocimiento, en su voluntad creadora y en su afirmación de la vida: </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>Música palabra y danza Todo era </i></div><div style="text-align: justify;"><i>Lo mismo Y aún te preguntabas ¿Vida </i></div><div style="text-align: justify;"><i>después de la muerte? No, vida ahora</i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: right;"><i>Santos Domínguez </i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><br class="Apple-interchange-newline" style="-webkit-text-size-adjust: auto;" /><div class="blogger-post-footer"><script type="text/javascript">
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Cuentos completos<div style="text-align: center;"> <div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhIfY9pxC3ZIkPIJeT9C7Ci6H0GCX6gwEzpPQhsqajRicmU4AT_fXLgahxTcnHx62Mm6OkyHrH4XykrwAYwZ5HFQaPJ15MyCZ0yQ6ztCrVfoqUFygZA5RPjQgRhSDibU_QEUrWZxsiAvq2FH8jk-i5Njf8jvdOZ__N2M0mH9sow0Zb1Nl_jC8l98Q/s1445/D901DF5D-4F84-4732-8FF2-9C4E2CA38954.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1445" data-original-width="912" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhIfY9pxC3ZIkPIJeT9C7Ci6H0GCX6gwEzpPQhsqajRicmU4AT_fXLgahxTcnHx62Mm6OkyHrH4XykrwAYwZ5HFQaPJ15MyCZ0yQ6ztCrVfoqUFygZA5RPjQgRhSDibU_QEUrWZxsiAvq2FH8jk-i5Njf8jvdOZ__N2M0mH9sow0Zb1Nl_jC8l98Q/w253-h400/D901DF5D-4F84-4732-8FF2-9C4E2CA38954.jpeg" width="253" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Flannery O’Connor.</div><div style="text-align: center;"><i>Cuentos completos.</i></div><div style="text-align: center;">Traducciones de Marcelo Covián, </div><div style="text-align: center;">Celia Filipetto y Vida Ozores.</div><div style="text-align: center;">Lumen. Barcelona, 2024. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">“Contra el lector cansado” titula Gustavo Martín Garzo el prólogo que abre la edición de los <i>Cuentos completos</i> de Flannery O’Connor que publica <a href="https://www.penguinlibros.com/es/11351-lumen">Lumen</a>.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En ese prólogo Martín Garzo define estos relatos como “una de las obras más extrañas, perturbadoras e inclasificables de la literatura universal.”</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Escritora del Sur profundo de los Estados Unidos, la vida y la obra de Flannery O’Connor (Georgia, 1925-1964) quedaron marcadas por dos circunstancias que resultaron decisivas en su narrativa: por un lado, su pertenencia a esa región, conocida como el cinturón bíblico, y por otro, una enfermedad degenerativa que apareció a la vez que su primera novela, <i>Sangre sabia. </i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Si esa dolencia deterioró sus huesos, mermó su movilidad y la confinó a la literatura y a la cría de pavos reales en una granja que se llamaba Andalusia, el ambiente asfixiante, el violento fanatismo religioso y los prejuicios racistas propios del profundo Sur son fundamentales para entender el sentido de su escritura y el contenido de su obra narrativa.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Una obra narrativa en la que destacan especialmente sus relatos. <i>El negro artificial, Un hombre bueno es difícil de encontrar, El pavo </i>o<i> La espalda de Parker</i> son algunos de esos textos que sitúan a Flannery O’Connor en un lugar destacado de la narrativa norteamericana contemporánea.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En 1971 se habían reunido todos sus relatos en un volumen (<i>The Complete Shorts Stories</i>) que es la base de esta edición en español de los <i>Cuentos completos </i>con espléndidas traducciones de Marcelo Covián, Celia Filipetto y Vida Ozores.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El conjunto contiene treinta y un relatos, de los que diecinueve se habían traducido y editado por Lumen en dos tomos en los años setenta, a los que este volumen añade doce inéditos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Se unen en estos textos el horror y el humor, la risa y el escalofrío en una mezcla desgarrada y grotesca de enorme intensidad que en más de un sentido recuerda el esperpentismo. Es esta una literatura del exceso, porque en ese mundo sureño todo es excesivo y está enraizado en un desatado y extravagante fondo bíblico sobre el que crecen con la misma naturalidad el fanatismo y la maldad.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Y sobre ese fondo se levantan y se mueven personajes abominables, grotescos y terribles en los que conviven la depravación y las buenas intenciones: los piadosos y los violentos, los ignorantes y los pretenciosos. Profetas lunáticos y predicadores iluminados son los que habitan ese mundo narrativo de Flannery O’Connor, católica en aquella región de fundamentalismo protestante. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Del esfuerzo por comprender un mundo ininteligible y unos comportamientos imprevisibles se nutren, como los de Faulkner y Tennesse Williams y antes los de Hawthorne, estos relatos, que forman -en palabras de Martín Garzo- “un libro divertido y terrible a la vez, ante el que no sabremos si reírnos o sentirnos horrorizados. Falsos profetas, niños perversos, criminales visionarios, idiotas, mentirosos inocentes, ancianos perversos, santos que deliran, se dan cita en sus páginas. Seres que caminan hacia la perdición sin saberlo, que parecen surgidos del <i>Libro de Job</i> y en los que la depravación y la inocencia conviven con perturbadora naturalidad.”</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Perturbadores es quizá el calificativo que mejor resume la impresión que producen en el lector estos cuentos de estirpe gótica, realistas y simbólicos, sórdidos y violentos, macabros y desconcertantes, teñidos de un humor tan negro como el oscuro mundo del que surgieron, poblados por una galería de posesos y tarados, de vendedores de <i>Biblias</i> y asesinos en serie, de seres fanáticos e intelectuales arrogantes, de cínicos o dementes, que constituyen el muestrario morboso de unas mentalidades enfermizas.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Flannery O’Connor tuvo en vida el reconocimiento de la crítica, obtuvo premios y becas y las editoriales le dieron facilidades para publicar sus cuentos y sus novelas. Dio conferencias cuando la salud se lo permitía, y en ellas reflexionó sobre el oficio del escritor y su función social, sobre el cuento y su técnica, sobre el papel y el lugar del lector.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En esas charlas, reunidas en <i>El arte del cuento</i>, dejó ideas como estas:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>Que un cuento sea breve no significa que deba ser superficial.</i></div><div style="text-align: justify;"><i>Salvo en muy contadas ocasiones, en la escritura de ficción el trabajo no consiste en decir cosas, sino en mostrarlas.</i></div><div style="text-align: justify;"><i>Un buen cuento no puede ser reducido, sólo puede ser expandido. Un cuento es bueno cuando el lector puede seguir viendo más y más cosas en él, y cuando, pese a todo, sigue escapándose de nosotros.</i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>Un hombre bueno es difícil de encontrar</i> es seguramente la más conocida de sus historias. Desde luego, la más emblemática y la que mejor resume ese mundo inverosímil y terrible. Arranca de una situación esperpéntica que parece anticipar las películas de Tarantino: una familia viaja a Florida, tiene un accidente y quien acude en su ayuda es un criminal que ha huido de la prisión, el Desequilibrado.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">“Jesús es el único (dice el personaje) qu’ha resucitao a los muertos y no tenía qu´haberlo hecho. Rompió el equilibrio de to. Si Él hacía lo que decía, entonces sólo te queda dejarlo to y seguirlo, y si no lo hacía, entonces sólo te queda disfrutar de los pocos minutos que tienes de la mejor manera posible, matando a alguien o quemándole la casa o haciéndole alguna otra maldad.”</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Esa es la razón de la ensalada de tiros que viene después. Y después de acabar con la abuela, remata con estas palabras:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">-<i>Habría sido una buena mujer -dijo el Desequilibrado- si hubiera tenío a alguien cerca que le disparara cada minuto de su vida.</i></div><div style="text-align: justify;"><i>-¡Menuda diversión! -dijo Bobby Lee.</i></div><div style="text-align: justify;"><i>-Cállate, Bobby Lee -dijo el Desequilibrado-. No hay verdadero placer en la vida.</i></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: right;"><i>Santos Domínguez </i></div><div><br /></div><div><br /></div><div class="blogger-post-footer"><script type="text/javascript">
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Petrarca<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghqCbi_Jccno_Y6CRmiQ68QXkkL8cYkDYPJtS78TW7BLGpAw0gSjYPOGYaZQdpgkQ58soZZdUlZv3TvkDWRdOrdPZ6R_SxaN6ZmXYe1L2Lw0ThtF0TaFaVhO0l3-7gN4zfV4q2SJT6daeQJEIQBN54kB_DTxeZP2uFr3Aw0vY_43MyPHDIAg/s1181/16047ECC-29EA-4FCF-8711-76D2E63C79F6.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1181" data-original-width="807" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghqCbi_Jccno_Y6CRmiQ68QXkkL8cYkDYPJtS78TW7BLGpAw0gSjYPOGYaZQdpgkQ58soZZdUlZv3TvkDWRdOrdPZ6R_SxaN6ZmXYe1L2Lw0ThtF0TaFaVhO0l3-7gN4zfV4q2SJT6daeQJEIQBN54kB_DTxeZP2uFr3Aw0vY_43MyPHDIAg/w274-h400/16047ECC-29EA-4FCF-8711-76D2E63C79F6.png" width="274" /></a></div><br style="text-align: left;" /><div style="text-align: center;"> Francisco Rico.</div><div style="text-align: center;"> <i>Petrarca.</i></div><div style="text-align: center;"><i>Poeta, pensador, personaje.</i></div><div style="text-align: center;">Arpa Editores. Barcelona, 2024.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">“De ningún otro hombre de su época o de las precedentes tenemos tantas noticias como en lo que a él respecta, si bien estas derivan en su mayor parte de testimonios directos del propio Francesco Petrarca, que a menudo ofrecen elementos divergentes entre sí y siempre han sido reelaborados con fines literarios o para construir, a través de la manipulación de los datos históricos y su reorganización, una autobiografía ideal y tendenciosamente mendaz”, escribe Francisco Rico al comienzo del ensayo “Poeta, pensador, personaje” con el que se abre el volumen <i>Petrarca</i> que publica <a href="https://arpaeditores.com/">Arpa Editores.</a></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Inédito en español hasta ahora -había aparecido en italiano en <i>I venerdi del Petrarca</i> (Adelphi. Milán, 2016)- “Poeta, pensador, personaje” es el estudio esencial de los cuatro que se recogen en esta recopilación de capítulos petrarquescos que ocupan un lugar central en la bibliografía de Francisco Rico, que ha dedicado una parte esencial de su trayectoria crítica al estudio de la obra latina en prosa de Petrarca.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">“El presente volumen -indica la nota editorial que abre el libro- reúne los cuatro trabajos que Francisco Rico considera -al margen de algunas publicaciones altamente especializadas- su mejor contribución al conocimiento de la vida, obra, significación y legado de Francesco Petrarca. Solo dos de ellos se han publicado antes en nuestra lengua, como parte de empeños más generales o en volúmenes de homenaje, uno ha sido traducido del italiano para la ocasión y el último se había difundido únicamente en ese idioma, a pesar de que su redacción original fue en castellano. Uno de los textos fue escrito hace medio siglo, mientras que los tres restantes son fruto de los últimos años, circunstancia que señala la constancia, incluso la tenacidad, con que Rico se ha dedicado al estudio y comprensión del humanista de Arezzo.”</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Ese primer ensayo ofrece una espléndida aproximación a la biografía de Petrarca a través de sus escritos: desde su dudosa fecha de nacimiento el 20 de julio de 1304 hasta su muerte la noche del 18 al 19 de julio de 1374 en Arquà, hace seiscientos cincuenta años.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Rico propone un recorrido por la trayectoria pública y privada del padre de la cultura europea, por su labor como filólogo, estudioso de los clásicos y poeta decisivo en la constitución del Renacimiento y de la poesía occidental, sobre la que ejerce una influencia decisiva: su genealogía, su idealizada autobiografía epistolar en las <i>Seniles</i>, los estudios jurídicos en Montpellier y Bolonia, su educación literaria, su estancia en Aviñón y su encuentro con Laura, a la que dedica las 366 composiciones poéticas en lengua vulgar toscana que forman el <i>Canzoniere</i>, su vocación filológica y su papel fundamental como descubridor, restaurador y editor de textos antiguos perdidos, como el epistolario de Cicerón o <i>Ab Urbe condita</i>, de Tito Livio, sus años al servicio de familias nobles como los Colonna o los Visconti, su carrera diplomática y su actividad política o su reconocimiento, largo tiempo perseguido, como poeta laureado en 1341.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Y tras esa coronación poética, las prebendas eclesiásticas en Parma, la fecundidad literaria de su retiro provenzal, la experiencia de la peste negra, tan determinante en la construcción del <i>Decamerón</i> de su amigo Boccaccio, o los ocho años en Milán, los más fructíferos de su vida, con la escritura de las <i>Epístolas Familiares</i> y del <i>De remediis utriusque fortunae</i>.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Los otros capítulos abordan el complejo mundo de máscaras y espejos entre su existencia privada y su vida pública (“Petrarca en el escenario”) que el autor proyectó en sus <i>Epístolas: </i>movido por una vanidad extrema, por su búsqueda de fama y gloria, construyó un personaje y cultivó una imagen atractiva de sí mismo en los pasajes autobiográficos de las <i>Familiares</i> y las <i>Seniles</i>; su evolución intelectual desde el humanismo neopagano hasta la filosofía cristiana de base paulina y agustiniana (“De la filología a la filosofía”) y el apartado final (“Posteridad”), también inédito en español, se centra en la fama póstuma del Petrarca latino, de prosa enciclopédica e incansable labor divulgadora de la antigüedad clásica latina, que resume Francisco Rico con estas palabras:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>El destino principal del Petrarca latino fue vaciarse de sus acentos más peculiares, perdiendo incluso el nombre y convirtiéndose en un moralista anónimo, y desintegrarse en los pedazos de las sentencias o ejemplos impersonales o con atribuciones engañosas. El Petrarca latino más característico de la posteridad es el Petrarca despedazado en adagios […] Cada uno le tomó en préstamo los elementos que respondían a su formación y talante propios, neutralizando su fermento de humanista, limitándolo a mero transmisor de datos y dichos susceptibles de empleo en cualquiera de las coordenadas más habituales. Que las contribuciones petrarquescas se difundieran largamente de ningún modo significa que fueran entendidas según su espíritu original: la suya no fue una muerte súbita, sino una lenta agonía a lo largo de los siglos. Desde fecha tempranísima fue así para toda Europa fuera de Italia y fue así, desde luego, en España.</i></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: right;"><i>Santos Domínguez </i></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><br class="Apple-interchange-newline" style="-webkit-text-size-adjust: auto; text-align: start;" /></div><br /> <p></p><div class="blogger-post-footer"><script type="text/javascript">
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Estrella variable<div><br /></div><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh7n5qXLGwSu7tJw855M_3OLh8sWE-pdy99wRvDGrRAe-Q0NlilB8XtCJSLEK1-JT0wjgIHcdqdhI2HMszEeveo_Chfz6b3oabNks1O6s-p9nvLU4TDOWioV_1VSGjOhcdHt4PPyUBahbpuEBGZxZTRSIXNlpB883NjE17-qc-NBtQbcfK0wFWNGA/s1050/131B6A1E-2F41-4D2F-BBF4-60C00481E262.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1050" data-original-width="667" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh7n5qXLGwSu7tJw855M_3OLh8sWE-pdy99wRvDGrRAe-Q0NlilB8XtCJSLEK1-JT0wjgIHcdqdhI2HMszEeveo_Chfz6b3oabNks1O6s-p9nvLU4TDOWioV_1VSGjOhcdHt4PPyUBahbpuEBGZxZTRSIXNlpB883NjE17-qc-NBtQbcfK0wFWNGA/w254-h400/131B6A1E-2F41-4D2F-BBF4-60C00481E262.jpeg" width="254" /></a></div><br /><div style="text-align: center;"><span style="text-align: justify;">Vittorio Sereni.</span><span style="text-align: justify;"> </span></div><div style="text-align: center;"><i style="text-align: justify;">Estrella variable.</i></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: justify;">Edición bilingüe de José Muñoz Rivas.</span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: justify;">Libros del Aire. Santander, 2023. </span></div><div><br /></div><div style="text-align: justify;">Vistas desde la tierra, la mayoría de las estrellas no tienen brillo constante, sino que varían periódicamente su luminosidad, o por cambios en la luz que emiten o porque otro objeto interpuesto puede reducirla o eclipsarla: estas estrellas se denominan estrellas variables.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Esa luz cambiante es la que se evoca en el título del último libro de Vittorio Sereni, <i>Estrella variable</i>, que acaba de publicar Libros del Aire con una admirable edición bilingüe de José Muñoz Rivas, que culmina así, tras las ediciones de <i>Frontera, Diario de Argelia </i>y<i> Los instrumentos humanos,</i> su espléndido trabajo de traducción de los cuatro libros de poesía de Sereni (1913-1983), uno de los poetas fundamentales de la literatura italiana del siglo XX.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>Estrella variable </i>es seguramente su cumbre poética, la más alta decantación de su escritura y de la indagación en el fondo de sí mismo que recorre una trayectoria poética que, aunque reducida en número de libros, cuatro entre 1941 y 1981, fue muy intensa y muy dilatada en cuanto al número de poemas que incluye cada uno de sus títulos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Al comienzo de su introducción escribe Muñoz Rivas que <i>Estrella variable</i> “pone un colofón impecable y al mismo tiempo necesario a los más de cuarenta años de reflexión sobre la literatura y particularmente sobre la poesía. Un colofón sin duda lleno de brillantez y de belleza, que sin embargo se planteaba en el fondo una valoración, si queremos una reflexión teórica, en torno a la actividad poética de prácticamente toda su vida de artista en un contexto social y político muy difíciles en toda Europa, y sin duda también en Italia. En este sentido, no habría que perder de vista que se trata de una obra poética realizada con gran esfuerzo durante unos años de mucha complejidad y crispación social y política a nivel internacional, y marcados gravemente por la tragedia colectiva y la guerra.”</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Tras una primera versión restringida, no venal y reducida en 1980, en diciembre de 1981 se publicó la edición definitiva de <i>Stella variabile</i>, con una significativa cita de Montaigne en la solapa, alusiva al carácter fluctuante y mudable de la realidad y la vida del hombre. El texto de los <i>Ensayos</i> de Montaigne, citado a menudo y de forma peculiarmente infiel entre nosotros por Josep Pla, decía: “El hombre es sin duda un tema maravillosamente inútil, diverso y ondulante. Resulta complicado fundamentar juicio constante y uniforme en él.”</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Con su inconsistencia incierta, la imagen de la estrella variable se convierte así en centro temático y en metáfora del debate interior del poeta, entre la duda y el vacío, entre el tiempo fugaz y la belleza esquiva. Y en torno a esa realidad fluctuante, de luces y sombras, de vida y muerte, de provisionalidad y regeneración, de descenso y ascenso, gira el debate interior del poeta en las cinco partes en que se articulan los poemas de <i>Estrella variable</i>, “una estructura mucho menos estudiada y obsesiva que la de los libros anteriores”, como señala Muñoz Rivas, que en el estudio introductorio hace un repaso a la historia textual del libro, a su recepción crítica y a su sentido en el conjunto de la trayectoria literaria de Sereni.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>Estrella variable</i> tiene su corazón en ‘Un posto di vacanza’ (‘Un lugar de vacaciones’), un largo poema en siete movimientos, escrito en un prolongado proceso de quince años de escritura, desde aquel 1965 al que se remontan los poemas recogidos en el libro. Es un poema-relato que se convierte en el eje central que organiza el conjunto e irradia su sentido al resto de las composiciones del libro, “ya que -afirma Muñoz Rivas- es tal la dialéctica metaliteraria que el extenso poema narrativo encierra, que prácticamente el resto de las composiciones están subordinadas a este con mayor o menor fuerza, con hilos a veces muy sutiles, casi imperceptibles.”</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La indagación ética y poética en la oscuridad y el silencio se proyecta en la disposición onírica y visionaria de los poemas de Sereni, porque su poesía -afirma Muñoz Rivas- “se introduce en el discurso del sueño y de la visión, de un modo cada vez más exclusivo, apuntando hacia una concepción cada vez más cerradamente alegórica y metafísica, donde la exploración de las sombras, o mejor, del reino de las sombras, se hace paulatinamente más inherente al estatuto de lo poético.”</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Un estatuto en el que se suceden los cambios de temperatura moral y emocional, de tono poético y de temple anímico: desde la ira a la serenidad, desde la melancolía al hermetismo, desde el entusiasmo a la desolación o desde la expresión de la angustia a la distancia de la ironía, como en este memorable ‘Poetas en Vía Brera: Dos edades’:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>Hace falta un siglo o casi</i></div><div style="text-align: justify;"><i>– se encendía Ungaretti en la puerta</i></div><div style="text-align: justify;"><i>de la Galería Apollinaire –</i></div><div style="text-align: justify;"><i>hace falta todo el trabajo, todo el mal </i></div><div style="text-align: justify;"><i>toda la sangre podrida</i></div><div style="text-align: justify;"><i>toda la sangre límpida</i></div><div style="text-align: justify;"><i>de un siglo para hacer uno…</i></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: justify;"><i>(Entre tanto </i></div><div style="text-align: justify;"><i>en la acera de enfrente</i></div><div style="text-align: justify;"><i>de dos en dos por el brazo sujetándose </i></div><div style="text-align: justify;"><i>de dos en dos odiándose con trinos</i></div><div style="text-align: justify;"><i>de recíproco amor</i></div><div style="text-align: justify;"><i>seis desfilaban. Seis)</i></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: justify;">Quiero terminar esta reseña destacando el mérito de José Muñoz Rivas como traductor de una obra poética tan imprescindible, pero también tan compleja, como la de Sereni. Especialmente en esta <i>Estrella variable </i>ha tenido que superar brillantemente el reto de reflejar toda su riqueza expresiva y de trasladar al español los cambios de registro verbal, de lo coloquial a lo culto, de lo directo a lo simbólico, de poemas tan caleidoscópicos como el ya mencionado ‘Un posto di vacanza’, cuya última sección comienza así:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>Nunca tan denso, nunca </i></div><div style="text-align: justify;"><i>tan densamente deliberante </i></div><div style="text-align: justify;"><i>apenas fuera de la desembocadura </i></div><div style="text-align: justify;"><i>en redondo el grupo de gaviotas. Una </i></div><div style="text-align: justify;"><i>se separa en el vuelo, lanzándose </i></div><div style="text-align: justify;"><i>pesca algo, vuelve al conciliábulo.</i></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: justify;"><i>Eres ya mar de invierno: </i></div><div style="text-align: justify;"><i>enajenado, como encerrado en sí.</i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Un libro magnífico que habla del fuego y las cenizas, del vacío de la sombra y del color del verano en las pérgolas de un bar de San Siro. O, por decirlo en términos proustianos, de las intermitencias del corazón.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: right;"><i>Santos Domínguez </i></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="blogger-post-footer"><script type="text/javascript">
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Burton<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgIiLhYEVkRMaTMxwHlrtkjyaNnDxz20xpNSlJAxTdR2NK1yX6wEHVbBxtgiyCFNhm9VxOmqoN2jaYsepC6nOmwRyZPtbCxX_nW_Q0isrHodV7E1Iwfr99Z-hzUg58uk_-57DB8MDzpcTET3Bqqcs7z0MsqI69N2bS4EOEObDBmjFTtEi_hgWp1iA/s592/A32C65BE-14C8-4907-8A34-E4FA900B6E7A.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="592" data-original-width="400" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgIiLhYEVkRMaTMxwHlrtkjyaNnDxz20xpNSlJAxTdR2NK1yX6wEHVbBxtgiyCFNhm9VxOmqoN2jaYsepC6nOmwRyZPtbCxX_nW_Q0isrHodV7E1Iwfr99Z-hzUg58uk_-57DB8MDzpcTET3Bqqcs7z0MsqI69N2bS4EOEObDBmjFTtEi_hgWp1iA/w270-h400/A32C65BE-14C8-4907-8A34-E4FA900B6E7A.jpeg" width="270" /></a></div><br /><div style="text-align: center;"> Edward Rice.</div><div style="text-align: center;"><i>El capitán Richard F. Burton.</i></div><div style="text-align: center;">Traducción de Miguel Martínez-Lage. </div><div style="text-align: center;">Siruela. Madrid, 2024.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">“Si el novelista más romántico de la época victoriana se hubiese sacado del caletre al capitán sir Richard Francis Burton, el personaje habría sido rechazado tanto por el público como por la crítica de aquella época racionalista, ya que lo habrían considerado excesivo, extremo, inverosímil. Burton fue el paradigma del erudito aventurero, un hombre que descolló por encima de los demás tanto en lo físico como en lo intelectual; fue militar, científico, explorador y escritor, aunque durante buena parte de su vida estuvo además comprometido en la más romántica de las actividades, la del agente secreto.</div><div style="text-align: justify;">Burton nació en 1821 y murió en 1890; dicho de otro modo, vivió un periodo crucial en la historia de su país”, afirma Edward Rice en la introducción de su monumental biografía <i>El capitán Richard F. Burton</i>, publicada por <a href="https://www.siruela.com/">Siruela</a> con traducción de Miguel Martínez-Lage.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Una biografía del “famosísimo explorador, escritor, lingüista y cónsul” Richard Burton que se lee como la novela deslumbrante de un personaje irrepetible: viajero incansable y cronista de viajes, erudito y aventurero, agente secreto al servicio de la política colonial británica y místico sufí, explorador legendario y audaz, heterodoxo, ocultista y etnólogo de costumbres de pueblos primitivos, opiómano y adicto al alcohol, Burton es una figura dotada de una desbordante fuerza humana y de una extraordinaria curiosidad intelectual. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Por eso Borges lo definió como “el capitán inglés que tenía la pasión de la geografía y de las innumerables maneras de ser un nombre que conocen los hombres” y que “del solitario oficio de escribir había hecho algo valeroso y plural.”</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La ambiciosa y bien documentada biografía de Rice no sólo rastrea meticulosamente la agitada y fascinante vida exterior del personaje, sino que explora su “intenso tumulto interior”, su incesante búsqueda espiritual y de conocimiento del mundo, “la interioridad del hombre, un hombre de una complejidad, sensibilidad e inteligencia extraordinarias.”</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Burton fue un narrador notable que escribió libros de viajes y tradujo diecisiete volúmenes de <i>Las mil y una noches</i>, criticó los errores del colonialismo, dio a conocer en Occidente el <i>Kama Sutra</i> y el <i>Ananga Ranga</i>, buscó las fuentes del Nilo y la rosa mística del jardín sufí, descubrió el lago Tanganica, peregrinó durante tres años a La Meca y acabó sus días en Trieste, donde ejercía como cónsul de Inglaterra.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En Trieste, en sus últimos meses de vida, Burton se dedicó febrilmente a traducir el manuscrito de una obra divertida y rijosa atribuida a un erudito tunecino del siglo XVI, <i>The Perfumed Garden del Cheikh Nefzaoui (El jardín perfumado del jeque Nefzaoui)</i>, que rebautizó como <i>The Scented Garden (Los aromas del jardín)</i>, que en palabras de Edward Rice es “una curiosa pieza de un erotismo a veces descarado, a veces muy divertido, cuya traducción le había procurado tanto placer como relajamiento.”</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Trabajó en la traducción con una premura que parecía intuir que aquella iba a ser no sólo su última misión, sino su obra más importante: “Aquel último manuscrito -escribe Rice- a Burton le parecía que había de ser la más grande de sus obras. Un buen día, mientras caminaba por el jardín en compañía de Baker, se detuvo en seco y dijo bruscamente: «He invertido mi vida entera, hasta la última gota de mi sangre, en <i>The Scented Garden,</i> y tengo la gran esperanza de que mi nombre perviva gracias a esa obra. Será el broche de oro de mi carrera».”</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Poco después de su muerte, su viuda quemó el manuscrito a petición póstuma del propio Burton, que se le apareció tres veces para pedirle que lo destruyera: “Cuando se tuvo noticia de la quema de los papeles, los diarios, los manuscritos, de la mayor parte, en fin, de lo que había dejado Burton a su muerte, el escándalo sacudió los cimientos de Inglaterra, pero lo cierto es que el daño ya estaba hecho y era irreparable o, dicho de otro modo, el sacrificio ya se había celebrado y no había vuelta atrás: por mucha que fuese la cólera de las personas civilizadas, sería imposible reparar daño tan terrible”, escribe Edward Rice en el último capítulo de esta magnífica obra.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Y añade este párrafo sarcástico y demoledor sobre la biografía oficial de Burton que escribió su escandalizada y censora mujer: “Poco después Isabel se puso a escribir la biografía oficial, <i>The Life,</i> tarea que le ocupó solamente unos ocho meses, aun cuando la obra, una vez terminada, se publicase en dos volúmenes, con un total de mil trescientas páginas. «Que era una persona absolutamente inadecuada para semejante tarea es algo que debe de resultar evidente a todos aquellos que conocieran mínimamente a Burton», espetó Thomas Wright al llegar a un punto en el cual no pudo tolerar las vaguedades de lady Burton, sus prevaricaciones, sus confusiones y las «abundantes ofensas contra el buen gusto que contiene el libro». Ahora bien, tal y como Burton se había aparecido a su esposa en Trieste para ordenarle que procediese a la quema, se puso a su lado para ayudarla en la tarea de escribir su vida.”</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: right;"><i>Santos Domínguez</i> </div><p></p><div class="blogger-post-footer"><script type="text/javascript">
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Lo infinitamente pequeño <p><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjPbsFcGujZsdaj7J47AGm4WUYshFF2mgIPR2ZmZeNOqYam3oDJLYnEieVkgJDFtEb0qX4L7hZ6gcKHViTzNzz1077z40L19hikcx5lOc4pTYAP7EWwK4BLjoH39uEEVysKI-VYUbZBr4TiY5nkka4nkPENNNnFYCicFBcE4aVyTgVXLUXXzw/s548/D6771ABD-C020-44CE-A5A5-0D48D94001DA.webp" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="548" data-original-width="360" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjPbsFcGujZsdaj7J47AGm4WUYshFF2mgIPR2ZmZeNOqYam3oDJLYnEieVkgJDFtEb0qX4L7hZ6gcKHViTzNzz1077z40L19hikcx5lOc4pTYAP7EWwK4BLjoH39uEEVysKI-VYUbZBr4TiY5nkka4nkPENNNnFYCicFBcE4aVyTgVXLUXXzw/w263-h400/D6771ABD-C020-44CE-A5A5-0D48D94001DA.webp" width="263" /></a></div><div><br /></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: justify;">Josep Pla.</span><span style="text-align: justify;"> </span></div><div style="text-align: center;"><i style="text-align: justify;">Lo infinitamente pequeño.</i></div><div style="text-align: center;">Austral<span style="text-align: justify;">. Barcelona, 2023.</span></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: justify;"><i>Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. Me gusta ir de tertulia a las tiendas y observar. Cuando en una tienda hay más de tres personas despachando detrás del mostrador -en los pueblos hay para esas cosas menos habilidad y vista que en Barcelona o en las grandes ciudades- se produce siempre la natural confusión y los peligros son constantes. Entre el pequeño comercio y el público, la situación es de una tirantez muy acusada.</i></div><div style="text-align: justify;"><i>Desde luego, hay personas absolutamente correctas y morales. Pero, además, hay dos clases de personas distintas.</i></div><div style="text-align: justify;"><i>Esa señora entra en la tienda en los tres momentos del día de máxima aglomeración y suele decir que ha olvidado las tarjetas. Paga una vez o dos, pero la otra vez es franca. Contra eso, no hay más remedio que tener una libreta de «descuidados», lo que aumenta el barullo notoriamente. Cuando llega el momento de abrir la libreta, la señora pone la cara y la sonrisa del «¡Ay, qué me dices!», como en el teatro.</i></div><div style="text-align: justify;"><i>Luego hay otro tipo de comprador -o de compradora- que aparece en las tiendas cuando no hay nadie, a la luz mortecina de las restricciones eléctricas. Cuando el comprador -o la compradora- señala su presencia en la tienda pidiendo algo, su bolso, cesto o capazo tiene un peso superior al que tenía al llegar. Es crudo, pero realísimo.</i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Esa es una de las escenas breves de Josep Pla que se recogen en el primer capítulo de los cuarenta y cuatro que componen el volumen <i>Lo infinitamente pequeño </i>que acaba de publicar <a href="https://www.planetadelibros.com/editorial/austral-editorial/33">Austral</a>.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En 1954 apareció la primera edición de esta autoantología que realizó el propio Pla. Es una selección de los artículos que había publicado entre 1948 y 1952 en la revista <i>Destino</i> en la sección <i>Calendario sin fechas </i>y una magnífica muestra de su mundo literario y de su mejor prosa, de su ironía y su profundidad incisiva, de la amplitud temática y la capacidad para la observación y la descripción.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Lo subraya en su Introducción Jordi Cornudella cuando escribe que con esta antología “Pla ofrece un panorama generoso de su amplio espectro temático. La atención a la realidad más inmediata, el retrato incisivo de ciertas costumbres, la observación de la naturaleza, el análisis psicológico y el apunte sociológico, la reflexión gastronómica, la diagnosis del paso del tiempo, así como la sátira fina, el humor desternillante, la precisión descriptiva y la pincelada lírica, todos estos aspectos característicos de la riqueza literaria de Josep Pla quedan poderosamente representados en el libro.”</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Con una mirada heredera de la de Montaigne y los moralistas franceses del XVII (<span style="text-align: left;">La Rochefoucauld, La Fontaine, Pascal…), </span>que fueron tan decisivos en su educación ética y estética, con una observación distante de la condición humana y un enfoque consiguientemente irónico de los comportamientos en los detalles minúsculos de la vida cotidiana, Pla aborda en esta significativa selección una enorme variedad de asuntos: desde la vida opaca del verano hasta la lucha contra el frío que fue una de sus constantes vitales, desde la materia culinaria hasta el cine o la ópera, desde la falda corta y “lo que los libertinos llaman las pantorrillas” a las tardes de los domingos en un casino de pueblo, pasando por sacamuelas itinerantes, dentistas finos y paellas valencianas; por el resfriado anual (“una cosa tan segura e ineluctable como el equinoccio de otoño o el solsticio de invierno”) y los bailes de agosto bajo la humedad del viento de lebeche; por la luna de enero (“la más clara del año”), los olores cuaresmales de la violetas y las mimosas; por la elegía del papel y la tristeza de los balnearios; por el peinado de los calvos, que no tienen actualidad en invierno, y el elogio del tabaco, “la principal muleta del estilo”. Lo defiende así ante el médico que le recomienda dejar de fumar en el artículo que cierra la selección, “Mi entrada en la felicidad”: </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>Escribir no es una cosa mecánica y fría. Es un oficio cuya principal dificultad nace de la busca y captura de los adjetivos. Esta clase de endemoniados vocablos se buscan y capturan a través de unas pausas forzadas e intermitentes. Hay que elegir, pero hay que elegir con tranquilidad, pesando el pro y el contra de los elementos en presencia. Para ello, lo más indicado es realizar este trabajo fumando un cigarrillo.</i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La actitud crítica con la modernidad que recorre muchos de estos textos no evita una disposición indulgente y un talante comprensivo, un ceño suavizado a menudo por el humor, en fragmentos como este, tan agudos en su mirada, tan magistrales en su prosa:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>Ya sabe usted -me dice un amigo de mi edad- que soy aficionado al ajedrez. Lo juego, un rato, antes de cenar, en el Casino. Juego mal, pero a veces me parece que hubiera podido jugarlo mejor. A pesar de mi temperamento nervioso, he podido resistir siempre que los mirones siguieran mis jugadas. El otro día se plantó un señor vertical detrás de mi silla. Era un forastero. Adoptó un aire meditabundo, bajó la cabeza, puso el brazo en ristre y se aguantó mucho rato, con el puño cerrado en la barbilla. Tuve constantemente la sensación de que aquel señor era realmente un entendido. Dio siempre la impresión de seguir profundamente toda la partida, y, además, de corregirla, in mente, con gran tino. Creo que la presencia de aquel excelente observador me ayudó y que aquella tarde tuve una cierta agilidad mental. Cuando, habiendo ganado, me levanté del tablero, pensé que aquel señor me diría algo relacionado con el juego. Me dijo: «¿Sabe usted que le clarea mucho el cabello?»</i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Y al fondo de todos estos textos, presentes muchos de ellos en otras recopilaciones de artículos como <i>Calendario sin fechas, Las horas </i>o<i> La huida del tiempo</i>, el escepticismo de un Pla convencido de que “la contemplación de la vida produce una constante sensación de sorpresa y de extrañeza. En el universo, cada día más científico, que nos rodea, hay un misterio constante: el hombre.”</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Porque en la escritura de Pla y en el mundo literario representado en estos artículos, el humilde ámbito del hombre adquiere una dimensión superior y lo infinitamente pequeño acaba convirtiéndose en lo infinitamente grande.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: right;"><i>Santos Domínguez </i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><br class="Apple-interchange-newline" style="-webkit-text-size-adjust: auto;" /><p></p><div class="blogger-post-footer"><script type="text/javascript">
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</script></div>Revista Encuentros de lecturashttp://www.blogger.com/profile/11006331994330435438noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-19338986.post-81285915778876312982024-02-09T00:00:00.031+01:002024-02-09T00:00:00.148+01:00Dos antologías esenciales de Francisco Ruiz Noguera<p> <span style="text-align: justify;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgtsMGqVPkzPyAVDe9mbWT9UhEyf-vPsO1MdavFlM039flrr3eqUSDfAWiXfPkTjGeO2ev29ujXXDAxbh8lw41ls9TtffCK0UfDgjBoU4xlRxjwrICzN0vCXPgvCs0Yk6i7COMau2IoU8BumymUtea-ZtYhzr1JlazuwtRiEqnWs7i5547GpQ/s960/25C66A88-C882-420C-B8AD-A9783CE1E458.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="960" data-original-width="605" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgtsMGqVPkzPyAVDe9mbWT9UhEyf-vPsO1MdavFlM039flrr3eqUSDfAWiXfPkTjGeO2ev29ujXXDAxbh8lw41ls9TtffCK0UfDgjBoU4xlRxjwrICzN0vCXPgvCs0Yk6i7COMau2IoU8BumymUtea-ZtYhzr1JlazuwtRiEqnWs7i5547GpQ/w253-h400/25C66A88-C882-420C-B8AD-A9783CE1E458.jpeg" width="253" /></a></div><br /><div style="text-align: center;">Francisco Ruiz Noguera.</div><div style="text-align: center;"><i>Reincidencias.</i></div><div style="text-align: center;">Arroyo de la Manía Cuarenta y 8. Málaga, 2023</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjH3P1fMIjHvVcgm8EtCe1ftn-dmLREGQvfTZHPcWPx3ltV_liF8drCkjAJKIK-eYtovH-nWUi_twKV8i_KvJd8zjXKlHsa8_HCr1pNLe0mFPZ28hot4sUNYCAatG9Rh8883DZtud9BWS7iQrhPtVkipPWMH6f_Bsr5r9iKZdQ4L3B6mvZVgw/s2362/981D3406-ACBB-47D2-9126-C262C608FADC.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2362" data-original-width="1595" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjH3P1fMIjHvVcgm8EtCe1ftn-dmLREGQvfTZHPcWPx3ltV_liF8drCkjAJKIK-eYtovH-nWUi_twKV8i_KvJd8zjXKlHsa8_HCr1pNLe0mFPZ28hot4sUNYCAatG9Rh8883DZtud9BWS7iQrhPtVkipPWMH6f_Bsr5r9iKZdQ4L3B6mvZVgw/w270-h400/981D3406-ACBB-47D2-9126-C262C608FADC.png" width="270" /></a></div><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Francisco Ruiz Noguera.</div><div style="text-align: center;"><i style="text-align: justify;">la rueda </i></div><div style="text-align: center;"><i style="text-align: justify;">(o simplemente los días)</i></div><div style="text-align: center;">Cuadernos Romero. Jákara Editores.</div><div style="text-align: center;">Málaga, 2022.</div><div style="text-align: center;"><br /></div></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>Con qué solemnidad y en qué silencio, </i></div><div style="text-align: justify;"><i>ajeno a los elogios </i></div><div style="text-align: justify;"><i>ante la maravilla de su industria, </i></div><div style="text-align: justify;"><i>el único granado, </i></div><div style="text-align: justify;"><i>hermético y redondo, regalaba, </i></div><div style="text-align: justify;"><i>como cada verano, </i></div><div style="text-align: justify;"><i>el cofre luminoso de su fruto.</i></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: justify;"><i>Así también, ajena </i></div><div style="text-align: justify;"><i>al poder lacerante de sus ojos, </i></div><div style="text-align: justify;"><i>la juventud abierta, </i></div><div style="text-align: justify;"><i>igual que una granada, a la hermosura, </i></div><div style="text-align: justify;"><i>recortaba en el pecho </i></div><div style="text-align: justify;"><i>la gracia de un perfil adolescente.</i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Ese magnífico poema, en el que resuena como un homenaje el ineludible eco magistral de Cernuda, abre la antología temática <i>Reincidencias</i>, de Francisco Ruiz Noguera, que aparece en una primorosa edición de “cincuenta ejemplares para amigos” en la admirable colección Arroyo de la Manía, dirigida por Rafael Inglada, heredero de la mejor tradición tipográfica española, la que tiene su centro en Málaga desde los años de Litoral.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En <i>Reincidencias</i> ha reunido Francisco Ruiz Noguera tres granados, dos manzanas de Tántalo y cuatro mediodías, dos buscas y tres límites con los que alimenta su ‘Ars vivendi’ en los cuatro principios que cierran esta entrega, la número cuarenta y ocho de Arroyo de la Manía:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>Saquear las moradas de la vida. </i></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: justify;"><i>Soportar el rumor de la memoria.</i></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: justify;"><i>Buscar la luz en medio de la niebla.</i></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: justify;"><i>Mirar los ojos limpios de lo oscuro.</i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Cuatro propuestas vitales y cuatro ejes poéticos (vida, memoria, luz y mirada) que resumen un programa ético y estético sobre el que se sustenta la poesía de Ruiz Noguera, que en la nota a la edición explica que “hay veces en que, de forma recurrente, uno insiste -incluso con marcada distancia temporal- en ciertos asuntos que, por distintos motivos (¿emocionales, reflexivos, persistentes en el recuerdo?), resultan ser tan hondamente cercanos que parecen exigir su continuidad en el tiempo (aunque sea en apariciones discontinuas). En más de una ocasión he barajado la posibilidad/conveniencia de presentarlos reunidos. Este cuaderno recoge algunas de esas reincidencias esparcidas en libros publicados entre 1984 y 2014, treinta años”</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>la rueda (o simplemente los días) </i>es el título de otro cuaderno, que forma parte de la colección Cuadernos Romero, que se publican en Málaga con la colaboración de <a href="https://jakaraeditores.es/">Jákara Editores.</a></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Es un conjunto antológico de diecisiete poemas que apareció en 2022 también en una tirada reducida de cien ejemplares. Un conjunto atravesado por la meditación sobre la vida y la escritura como búsqueda y evocación del pasado, por la celebración de la vida y la palabra en el cruce fugaz de la memoria y el deseo.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Lo cierra este espléndido ‘Donde arde la memoria’, que podría resumir el universo poético y emocional de Francisco Ruiz Noguera:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>Hay veces que la luz con su potencia </i></div><div style="text-align: justify;"><i>parece proyectar no ya sus rayos, </i></div><div style="text-align: justify;"><i>sino volverse voz: voz de la vida </i></div><div style="text-align: justify;"><i>que celebra los cuerpos, borra sombras, </i></div><div style="text-align: justify;"><i>enciende primaveras y amortigua </i></div><div style="text-align: justify;"><i>las imprevistas serias cuchilladas. </i></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: justify;"><i>Y es la luz la que, en días de silencio, </i></div><div style="text-align: justify;"><i>de no celebración y de negrura, </i></div><div style="text-align: justify;"><i>quisiera resurgir para alojarse </i></div><div style="text-align: justify;"><i>en las gamas de todos los colores. </i></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: justify;"><i>Y buscar nuevamente manos, labios, </i></div><div style="text-align: justify;"><i>miradas que nos lleven </i></div><div style="text-align: justify;"><i>al lugar donde arde la memoria: </i></div><div style="text-align: justify;"><i>llama encendida y viva, </i></div><div style="text-align: justify;"><i>llama que en el recuerdo no es ceniza.</i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Dos recopilaciones breves y dos delicados cuadernos poéticos que resumen el itinerario poético de Ruiz Noguera y sus estaciones de paso: la memoria y el mar, el viaje de la sombra a la luz del mediodía, el tiempo y la belleza, la necesidad de aprehender el instante en la palabra y “el afán de decir” que es el centro de uno de sus poemas, ‘Límites/2’:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>El afán de decir.</i></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: justify;"><i>El mundo aprisionado en la garganta </i></div><div style="text-align: justify;"><i>lima ya los barrotes </i></div><div style="text-align: justify;"><i>y escapa hacia los labios.</i></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: justify;"><i>El truco de ocultar </i></div><div style="text-align: justify;"><i>la riqueza del mundo </i></div><div style="text-align: justify;"><i>detrás de la palabra.</i></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: justify;"><i>El afán de decir.</i></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: justify;"><i>Colonizar la nada </i></div><div style="text-align: justify;"><i>modelando con voces </i></div><div style="text-align: justify;"><i>-en ejercicio vano- </i></div><div style="text-align: justify;"><i>el caudal de la mente.</i></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: justify;"><i>Es </i></div><div style="text-align: justify;"><i>una gran tentación </i></div><div style="text-align: justify;"><i>querer hacer explícito el espíritu.</i></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: right;"><i>Santos Domínguez </i></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><br class="Apple-interchange-newline" style="-webkit-text-size-adjust: auto;" /><div class="blogger-post-footer"><script type="text/javascript">
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</script></div>Revista Encuentros de lecturashttp://www.blogger.com/profile/11006331994330435438noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-19338986.post-79051357829977870202024-02-07T00:00:00.023+01:002024-02-07T00:00:00.146+01:00El viaje infernal en la Antigüedad<p> <span style="text-align: justify;"> </span></p><div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgv_7JSSMIMhJwCrnlQUjHQiWn3YmEF7Mbrn4A8Y8I0UW55RUCJwbPHp5DKCNEz3pPpjwMqd2OVoR7tAB7fAoY9-b1ri-c-3O5sN9iMLArdIOvlMS-11Qd07HNIuWF9XX5XdVapr903JErfbEUrZZguzT4mhTL_QlwXzxVEjjwRwXrtEN7EXQ/s1500/A00A390E-5868-4218-B9CA-BF72FF912178.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1500" data-original-width="1000" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgv_7JSSMIMhJwCrnlQUjHQiWn3YmEF7Mbrn4A8Y8I0UW55RUCJwbPHp5DKCNEz3pPpjwMqd2OVoR7tAB7fAoY9-b1ri-c-3O5sN9iMLArdIOvlMS-11Qd07HNIuWF9XX5XdVapr903JErfbEUrZZguzT4mhTL_QlwXzxVEjjwRwXrtEN7EXQ/w266-h400/A00A390E-5868-4218-B9CA-BF72FF912178.png" width="266" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="text-align: justify;">Miguel Herrero de Jáuregui.</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><i style="text-align: justify;">Catábasis. </i></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><i style="text-align: justify;">El viaje infernal en la Antigüedad.</i></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">Alianza Editorial. Madrid, 2023.</div><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: justify;"><i>Nuestro tiempo, tan vitalista y futurista, mira con el mismo interés de los siglos pasados a los antiguos relatos del viaje al mundo de los muertos. Es un interés siempre renovado, que no se explica solo por la recurrente aparición de fenómenos como catástrofes naturales, guerras o pandemias, que hacen surgir diversas combinaciones de temor y esperanza propias de la reflexión intensa sobre el final de la vida, sino que revela una fijación permanente por la cuestión. Y aunque esta curiosidad desborda con mucho el ámbito académico, acude a él para encontrar respuestas. En la última década han visto la luz diversos estudios que abordan desde los descensos entre los antiguos sumerios a la Divina comedia, y más acá, el viaje al inframundo en la novela y el cine contemporáneos. Y es que hablamos de un fenómeno casi universal: de Gilgamesh a El corazón de las tinieblas, desde la mitología celta a los antiguos aztecas, en las culturas de todos los continentes el tema del viaje al mundo de los muertos es un mito recurrente que sitúa al hombre en el cosmos, frente a la naturaleza, los difuntos y los dioses de acuerdo a las categorías de cada civilización.</i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Con ese párrafo se inicia el primer capítulo (‘Preparativos’) de <i>Catábasis. El viaje infernal en la Antigüedad</i>, de Miguel Herrero de Jáuregui, que publica <a href="https://www.alianzaeditorial.es/">Alianza Editorial</a> en su colección de bolsillo.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Del mito de Orfeo y Eurídice a <i>Tiempo de silencio</i>, de la <i>Divina Comedia</i> al <i>Quijote</i>, de Eneas a Perséfone o de la <i>Odisea</i> al <i>Ulysses</i>, la bajada del héroe al Hades o a los infiernos es un mitema presente en todas las civilizaciones: un rito de reconocimiento del personaje que lo protagoniza, un proceso de encuentro consigo mismo y de evolución reorientadora de su conducta existencial. De ahí su transcendencia en la literatura y su presencia en las artes plásticas y en la música.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Un proceso que los griegos llamaron catábasis y que era el paso previo a la anábasis, el regreso desde ese mundo inferior que en el cristianismo y en otras religiones se asimila con la resurrección en figuras míticas como el egipcio Osiris o el fenicio Melkart.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">De la literatura antigua generada por ese viaje de descenso trata <i>Catábasis. El viaje infernal en la Antigüedad</i>, el magnífico ensayo en el que Miguel Herrero de Jáuregui, catedrático de Filología Griega de la Universidad Complutense de Madrid, hace un recorrido histórico por más de diez siglos de tradiciones textuales grecolatinas, desde la época arcaica hasta el siglo V d. C. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">“Entender mejor las ideas griegas y romanas sobre el viaje al Hades, tal como vienen reflejadas en los textos estudiados, es el único objetivo de este estudio -escribe Miguel Herrero-. La presencia de la catábasis en autores como Homero, Platón o Virgilio es interesante por sí misma, y también porque reflejan la importancia del tema en tradiciones anteriores y contemporáneas, e influyen en grado sobresaliente en otras obras posteriores.”</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Ese recorrido en quince capítulos a través de textos y autores clásicos que abarcan más de un milenio se inicia con el culto a los muertos y los ritos que preparan su descanso eterno en ese reino del que Aquiles abominaba cuando le decía a Odiseo que prefería ser el último de los esclavos en el reino de los vivos que rey en el de los muertos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Odiseo había bajado a los infiernos para que Tiresias le revelara el camino de vuelta a Ítaca. Y hasta mucho después de los textos homéricos no empezó a concebirse el Hades como un lugar en el que la gloria inmortal o la felicidad póstuma de ultratumba dependían de los méritos contraídos en vida, una idea que empieza a reflejarse en la literatura griega a partir del siglo VI a. C. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Este es un libro que no pretende -explica Miguel Herrero- “ni por asomo, dar respuesta a las cuestiones eternas sobre la vida y la muerte, sino explicar las de los antiguos. Y ni siquiera para ellos el descenso al Hades era el modo de solucionar los problemas que suscita la realidad de la muerte, sino de plantearlos de modo narrativo, temporal y espacial, a través de una cosmografía existencial que sitúa a los hombres en el universo. Este no es un libro, por tanto, sobre la salvación de la muerte en la Antigüedad (que será, por cierto, materia de otro estudio en un futuro próximo): al contrario, el descenso al Hades era el modo más común, fecundo y lleno de posibilidades que griegos y romanos tuvieron para lidiar con la muerte. Su propósito, pues, es avanzar en la comprensión de los antiguos textos clásicos, y aportar orden y luz a un campo que, en demasiadas ocasiones, el entusiasmo excesivo y la ignorancia interesada oscurecen con las brumas de la confusión.”</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En esa voluntad declarada de avanzar en la comprensión de los textos clásicos, <i>Catábasis</i> hace un recorrido por los poemas e himnos homéricos; por los fragmentos y las láminas órficas sobre el descenso del alma, el Olvido y la Memoria; por diálogos platónicos como el <i>Fedón</i> o <i>La</i> <i>República; </i>por tragedias de Eurípides como <i>Alcestis</i> o <i>Heracles; </i>por <i>Las ranas</i>, la comedia de Aristófanes; por las <i>Geórgicas</i> y la <i>Eneida</i> de Virgilio; por las <i>Metamorfosis</i> de Ovidio y de Apuleyo; por el <i>De rerum natura</i> de Lucrecio; la sátira de Luciano de Samósata, la escatología cristiana de la resurrección o las visiones apocalípticas del infierno en la poesía cristiana primitiva, porque, como destaca Miguel Herrero en un párrafo de su ensayo, “la catábasis florece de modo excepcional en los caminos entrecruzados de la literatura y la religión.”</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Cierran el volumen dos índices, uno analítico y otro, muy útil y preciso, de pasajes citados a lo largo de este magnífico estudio sobre la catábasis como épica del alma.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: right;"><i>Santos Domínguez </i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><br class="Apple-interchange-newline" style="-webkit-text-size-adjust: auto;" /><div class="blogger-post-footer"><script type="text/javascript">
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</script></div>Revista Encuentros de lecturashttp://www.blogger.com/profile/11006331994330435438noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-19338986.post-29216344647929071832024-02-05T00:00:00.114+01:002024-02-05T00:00:00.135+01:00Blancura y Melancolía de Jon Fosse<p> <span style="text-align: justify;"> </span></p><div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiUw3c9Vocbbw1TJqWXh-Ns_aMVWZmq_Yphqh-SyEj2Vdjl_Lg7_4og-FZlklo6VjpDG-acLSan0AvwJWD10RhDv0tKwt3wd-NGixPcJ-4sX3Zla90q83DbuWl95cRli9Gh7zoc7XSgJxQwQrhRLU9EpMxLlf9RAVJouk-SlhxLn3C2YyTXIw/s1450/C1245098-A778-4324-B9E9-93EC994B8B67.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1450" data-original-width="865" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiUw3c9Vocbbw1TJqWXh-Ns_aMVWZmq_Yphqh-SyEj2Vdjl_Lg7_4og-FZlklo6VjpDG-acLSan0AvwJWD10RhDv0tKwt3wd-NGixPcJ-4sX3Zla90q83DbuWl95cRli9Gh7zoc7XSgJxQwQrhRLU9EpMxLlf9RAVJouk-SlhxLn3C2YyTXIw/w239-h400/C1245098-A778-4324-B9E9-93EC994B8B67.jpeg" width="239" /></a></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Jon Fosse.</div><div style="text-align: center;"><i>Blancura</i>.</div><div style="text-align: center;">Traducción de Cristina Gómez-Baggethun </div><div style="text-align: center;">y Kirsti Baggethun.</div><div style="text-align: center;">Random House. Barcelona, 2023.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgC4SY5KB18NOjtyMyfNt4U-32gWdopnJ2UEWRhUp_7Cdl6lZ3QCIHD3X3xdbytDy7QrKbx5E1NaFRsx4a6btL8o5e2OEuo8_rRoNZN9zEwZ5GoKa1OrCSlWwLGOmN0sO-_64Jj-eKKI_HV1tFBJdcta92Pivv9FBe7pjBcm1g2CC1x2wItMw/s1472/2ECC0889-EFB6-4432-B3A3-4360C289D682.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1472" data-original-width="873" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgC4SY5KB18NOjtyMyfNt4U-32gWdopnJ2UEWRhUp_7Cdl6lZ3QCIHD3X3xdbytDy7QrKbx5E1NaFRsx4a6btL8o5e2OEuo8_rRoNZN9zEwZ5GoKa1OrCSlWwLGOmN0sO-_64Jj-eKKI_HV1tFBJdcta92Pivv9FBe7pjBcm1g2CC1x2wItMw/w238-h400/2ECC0889-EFB6-4432-B3A3-4360C289D682.jpeg" width="238" /></a></div></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">Jon Fosse.</div><div style="text-align: center;"><i>Melancolía.</i></div><div style="text-align: center;">Traducción de Ana Sofía Pascual Pape.</div><div style="text-align: center;">Random House. Barcelona, 2023.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>Melancolía</i> y <i>Blancura</i> son las dos novelas con las que Jon Fosse se incorpora al catálogo de la editorial <a href="https://www.penguinlibros.com/es/11353-random-house">Random House</a> en un proyecto que de momento abarca la traducción de cinco títulos, cuatro de ellos inéditos en español, y que se completará con la publicación del resto de su obra narrativa.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Estos dos primeros títulos, recién aparecidos, resumen el contraste de melancolía y de luminosidad que recorre la intensa obra narrativa de Fosse. Una obra poblada por personajes en busca del sentido de la existencia y atravesada por una honda indagación en la condición humana a través de las posibilidades expresivas del estilo. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>Blancura</i>, que se publicó en la primavera de 2023, es su última obra: una brillante e intensa novela corta que explora el resplandor misterioso de la frontera entre la vida y la muerte. La leve trama de <i>Blancura,</i> organizada en un único párrafo y traducida por<i> </i>Cristina Gómez-Baggethun y Kirsti Baggethun, conforma una historia inquietante y perturbadora, llena de intensidad y belleza, sobre un hombre que viaja desorientado hacia ninguna parte y se queda atascado con su coche bajo la nieve y el barro antes de adentrarse a pie en un bosque oscuro, en una noche sin estrellas y en un espacio desconocido con voces y silencios:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>No tenía ningún sentido meterse en el bosque oscuro para encontrar gente. Mucho peor que esto no recordaba haberme conducido nunca, primero atascaba el coche, luego me adentraba en el bosque para encontrar ayuda, ¿cómo podía haber pensado que iba a encontrar ayuda en el bosque? En el interior del bosque oscuro, menuda idea, bueno, no, una idea no podía decirse que fuera, era más bien una ocurrencia, o algo así, algo que simplemente se me había ocurrido. Una tontería, había sido. Una auténtica bobada. Una idiotez. Una idiotez pura y dura. ¿Y por qué haré yo estas cosas? Nunca lo he entendido. </i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><div>El encuentro con una luminosa silueta blanca reorienta ese viaje “hacia el interior de una nada vacía”. Monólogo y flujo libre de conciencia, fábula y sueño, alegoría y pesadilla de la entrada en las sombras de la noche, en la luz y en la nada, que esa es su evidente simbología, <i>Blancura</i> ofrece una síntesis destilada del mundo literario de Jon Fosse y de la tensión narrativa que había acreditado en toda su ya extensa trayectoria. </div><div><br /></div><div>Y es también una nueva muestra de la maestría de su prosa hipnótica y musical, tan característica de toda su admirable obra anterior:</div><div><br /></div><div><i>y nos dice seguidme, y nosotros la seguimos, despacio, paso a paso, suspiro a suspiro, el hombre del traje negro, el que carece de rostro, mi madre, mi padre y yo, nos adentramos descalzos en la nada, suspiro a suspiro, y de pronto no quedan más suspiros, solo queda la criatura brillante y resplandeciente que ilumina una nada que respira, que es la qué hora respiramos, desde su blancura.</i></div><div><i><br /></i></div></div><div style="text-align: justify;"><div>De esa admirable obra anterior forma parte uno de sus libros más significativos, <i>Melancolía</i>, cuyas dos entregas aparecieron en 1995 y 1996. <span style="text-align: center;">Traducidas por Ana Sofía Pascual Pape, aparecen en Random House en un solo volumen.</span></div></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: center;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: center;">Organizada </span>en dos partes rematadas por una coda que inserta la ficción en otra ficción del novelista Vidme a finales del otoño de 1991, <i>Melancolía I</i> tiene como centro la figura real del pintor noruego Lars Hertervig (1830-1902) y es una historia de amor imposible y de fragilidad de ánimo, de huida y obsesiones, de delirios febriles y ansiedad, de demencia y soledad, de inseguridad artística y frustración amorosa, sostenida en dos intensos y obsesivos monólogos interiores de un protagonista que se mueve entre la furia y la alucinación.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Así comienza el primero de esos monólogos, ambientado en Düsseldorf una tarde de otoño de 1853, cuando el pintor, entonces joven estudiante en la Academia de Bellas Artes, está paralizado por las dudas creativas y enamorado conflictivamente de Helene, la hija adolescente de la patrona de su pensión:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i><b>Düsseldorf, por la tarde, otoño de 1853</b>: estoy echado en la cama, vestido con mi traje de terciopelo lila, mi fino y elegante traje y no quiero ver a Hans Gude. No quiero escuchar a Hans Gude decir que no le gusta el cuadro que estoy pintando. Solo quiero quedarme en la cama. Hoy no tengo fuerzas para ver a Hans Gude. Porque ¿y si a Hans Gude no le gusta el cuadro que estoy pintando y le parece que es penosamente malo? ¿Y si le parece que no sirvo para pintar y si Hans Gude se pasa su delgada mano por la barba y me mira duramente, con sus rasgados ojos, y me dice que no sé pintar, que no tengo nada que hacer en la Academia de Bellas Artes de Düsseldorf, nada que hacer, ya puestos, en ninguna academia de bellas artes? ¿Y si Hans Gude me dice que nunca llegaré a ser pintor?</i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La búsqueda apasionada de lo sublime en el arte y en el amor le ponen al borde del colapso mental que provocará su ingreso en el sanatorio psiquiátrico de Gaustad, en un barrio de Oslo, de donde huye la mañana de Nochebuena de 1856. Esa huida es el eje del segundo monólogo de Lars, que se cierra así:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>Tengo que caminar rápido. No puedo quedarme más tiempo en el sanatorio de Gaustad, tengo que volver a encontrar a mi amada Helene. ¿Y no es Helene la que veo allí abajo, al principio de la alameda? ¿Su vestido blanco? Sus ojos azules, ¿no son sus ojos azules los que colman el cielo, no son los ojos de Helene el cielo moteado de nubes? Bajo por la alameda. Atravieso la nieve blanca y ligera. Y los blancos copos de nieve se posan sobre mi ropa. […] Y sigo caminando por la alameda, porque ahora pueden arrojarme tantas bolas de nieve como quieran, dejo el sanatorio de Gaustad, voy a reencontrarme con mi amada Helene y oigo a Helge gritar que me cuelgue, grita Helge, yo sigo caminando por la alameda y pronto habré dejado el sanatorio y por fin seré pintor, y uno me grita que me cuelgue, yo sigo caminando por la alameda y pintaré tu retrato una y otra vez.</i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">A manera de epílogo, cierra la novela una coda autobiográfica en la que Vidme, escritor fracasado, decide empezar una novela sobre Lars Hertervig, después de haber tenido “la mayor experiencia de su vida” ante un cuadro suyo una mañana en Oslo.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La segunda entrega de la bilogía, <i>Melancolía II, </i>mucho más breve que la primera, ambientada en Stavanger a principios del otoño de 1902, está construida desde la perspectiva femenina de Oline, la hermana mayor de Lars, que ha muerto en enero de ese mismo año. Es una meditación profunda y sutil sobre el tiempo y la decadencia física desde la mirada externa de la anciana Oline, que evoca el pasado compartido con su excéntrico y colérico hermano desde la infancia hasta la demencia.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Este fragmento de <i>Melancolía II </i>es una muestra de la escritura potente y musical, despojada y magnética de Fosse:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>Y Lars vuelve a asentir con la cabeza. Y miro el cuadro del monte y de nuestro bote y veo que el cuadro se asemeja mucho a Lars cuando está así, es cierto que se parece al monte y a nuestro bote también, pero sobre todo se parece a Lars cuando está como está de vez en cuando. Me parece extraño ver hasta qué punto el cuadro me recuerda a Lars cuando está así. Es negro del mismo modo que Lars tiene de ser negro. La oscuridad es la misma. Es una oscuridad que no es apagada, sino que brilla, una especie de oscuridad luminosa. </i></div><div style="text-align: justify;"><i>El cuadro se parece a ti, digo yo.</i></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: right;"><i>Santos Domínguez </i></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="blogger-post-footer"><script type="text/javascript">
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Tulipanes y chimeneas<p> <span style="text-align: justify;"> </span></p><div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEioMFxo30pxomEmfIb1mNX9WXnP8Zim4GI8jfWWgiw_iaElb8aKTDTemasWB7xLHFe1rJ_ZZ8Hm34pkgqGk8Vfx6gA7JB3FrKeVGEJHx1Hy-zbDsdYR_Op4DW6P2EiOUb1DzIRxP-2Y_GMZ-ObWUYMl2WLuSqBHz18y9j0OftKHBPXwkfolKQ/s1899/B9E7DE65-3B5A-4A32-B82B-40DB726C05D5.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1899" data-original-width="1498" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEioMFxo30pxomEmfIb1mNX9WXnP8Zim4GI8jfWWgiw_iaElb8aKTDTemasWB7xLHFe1rJ_ZZ8Hm34pkgqGk8Vfx6gA7JB3FrKeVGEJHx1Hy-zbDsdYR_Op4DW6P2EiOUb1DzIRxP-2Y_GMZ-ObWUYMl2WLuSqBHz18y9j0OftKHBPXwkfolKQ/w315-h400/B9E7DE65-3B5A-4A32-B82B-40DB726C05D5.jpeg" width="315" /></a></div><br /></div><div style="text-align: center;">E. E. Cummings.</div><div style="text-align: center;"><i>Tulipanes y chimeneas</i>.</div><div style="text-align: center;">Edición bilingüe inglés-español.</div><div style="text-align: center;">Traducción de Pedro Larrea.</div><div style="text-align: center;">El Sastre de Apollinaire. Madrid, 2023.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;"><i>AMORES</i></div><div style="text-align: center;"><i>II</i></div><div style="text-align: justify;"><i>hay una</i></div><div style="text-align: justify;"><i>luna sola</i></div><div style="text-align: justify;"><i>en lo azul</i></div><div style="text-align: justify;"><i>de la noche</i></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: justify;"><i> lujuriosa de aguas</i></div><div style="text-align: justify;"><i>trémula,</i></div><div style="text-align: justify;"><i>cegada de silencio el</i></div><div style="text-align: justify;"><i>unduloso cielo anhela donde</i></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: justify;"><i>en tensa desestrellación</i></div><div style="text-align: justify;"><i>ungida de ardor</i></div><div style="text-align: justify;"><i>la amante amarilla</i></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: justify;"><i>se alza en la muda oscuridad</i></div><div style="text-align: justify;"><i>esbelta</i></div><div style="text-align: justify;"><i>y</i></div><div style="text-align: justify;"><i>urgente</i></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: justify;"><i> (de nuevo</i></div><div style="text-align: justify;"><i>amo yo despacio</i></div><div style="text-align: justify;"><i>recojo</i></div><div style="text-align: justify;"><i>de vuestra lánguida boca la</i></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: justify;"><i>apasionante</i></div><div style="text-align: justify;"><i>flor)</i></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: justify;">En la traducción de Pedro Larrea, ese es uno de los poemas de <i>Tulipanes y chimeneas</i>, el primer libro de poesía de E. E. Cummings (1894-1962).</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Lo publicó en 1923, hace ahora un siglo, el que ha tenido que pasar hasta esta primera versión en español del libro en la edición bilingüe que acaba de publicar <a href="https://www.elsastredeapollinaire.com/">El Sastre de Apollinaire</a>, que ya editó recientemente <i><a href="https://encuentrosconlasletras.blogspot.com/2023/01/e-e-cummings-viva.html">ViVa</a></i>, también con traducción de Pedro Larrea.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Cummings le había presentado al editor ciento cincuenta y dos poemas de los que en aquella primera edición ahora centenaria se seleccionaron ochenta y seis, que son los que aparecen en esta edición. Los textos no incluidos formarían parte dos años después, en 1925, de <i>XLI Poems</i> y <i>&</i>, su segundo y tercer libro.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Los amores y la guerra, los retratos y las impresiones visionarias son los ejes de <i>Tulipanes</i>, mientras que las realidades y las irrealidades recorren los diecisiete sonetos de <i>Chimeneas</i>.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Al fondo está la experiencia traumática de la Primera Guerra Mundial en la que Cummings se alistó en 1917 como voluntario en el cuerpo de ambulancias de París. Su vivencia de la guerra y de la muerte lo impulsó hacia un pacifismo que acabó por recluirle en una prisión durante casi tres años, acusado de traición y espionaje, una experiencia que relató en <i>La habitación enorme</i>, que publicó en 1922, un año antes que <i>Tulipanes y chimeneas.</i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La condición vanguardista de sus desarticulados juegos lingüísticos y sus experimentaciones radicales con la sintaxis, los versos y la tipografía inciden directamente en una serie de mecanismos verbales, gráficos y poéticos que acaban reflejando el carácter inefable de la experiencia creativa y la opaca incomunicabilidad de la expresión poética. Este, que es uno de sus poemas más conocidos y más representativos, lo resume bien:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>Buffalo Bill ha</i></div><div style="text-align: justify;"><i>fallecido </i></div><div style="text-align: justify;"><i> quien solía </i></div><div style="text-align: justify;"><i> cabalgar un potro plateado como delicada </i></div><div style="text-align: justify;"><i> agua </i></div><div style="text-align: justify;"><i>y destrozar unadostrescuatrocinco palomasenunabrirycerrardeojos </i></div><div style="text-align: justify;"><i> Dios </i></div><div style="text-align: justify;"><i>era un hombre guapo </i></div><div style="text-align: justify;"><i> y lo que quiero saber es </i></div><div style="text-align: justify;"><i>cuánto le gusta su muchacho de ojos azules </i></div><div style="text-align: justify;"><i>Señora Muerte</i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: right;"><i>Santos Domínguez </i></div><div style="text-align: right;"><i><br /></i></div><div style="text-align: right;"><i><br /></i></div><div class="blogger-post-footer"><script type="text/javascript">
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</script></div>Revista Encuentros de lecturashttp://www.blogger.com/profile/11006331994330435438noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-19338986.post-55417159632832813832024-01-31T00:00:00.000+01:002024-01-31T00:00:00.145+01:00Simona Zecchi. Pasolini, masacre de un poeta<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiF12ecCr0xR_mSwqhuvwMzbjSNSjQ-n5XpLvHz_4n34g_SCjjjGZfWXlOmf-d6PU71q7wg7VsBT0o1LCUoFGMmxsr0sZZWVvH72oeBtvUEmtcvIsRPe6yy5OZ6T96dL4gNUbW5khHIG1C9I6lAGSn-KFmHRYUoYhIT6gCUq3oiSb7QCj2CCP_v2g/s1548/22EAD7BF-52E4-4182-BF1F-A0542E9C03C9.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1548" data-original-width="949" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiF12ecCr0xR_mSwqhuvwMzbjSNSjQ-n5XpLvHz_4n34g_SCjjjGZfWXlOmf-d6PU71q7wg7VsBT0o1LCUoFGMmxsr0sZZWVvH72oeBtvUEmtcvIsRPe6yy5OZ6T96dL4gNUbW5khHIG1C9I6lAGSn-KFmHRYUoYhIT6gCUq3oiSb7QCj2CCP_v2g/w245-h400/22EAD7BF-52E4-4182-BF1F-A0542E9C03C9.jpeg" width="245" /></a></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Simona Zecchi.</div><div style="text-align: center;"><i>Pasolini, masacre de un poeta.</i></div><div style="text-align: center;">Traducción de Adrià Edo.</div><div style="text-align: center;">Malpaso. Barcelona, 2023.</div><div style="text-align: justify;"><i> </i></div><div style="text-align: justify;"><i>A Pier Paolo Pasolini lo asesinaron una noche lluviosa entre el 1 y el 2 de noviembre de 1975: esa terrible noche, hace cuarenta y ocho años, no solo a nuestro país sino al mundo entero le arrebataron su inteligencia, su cultura y su poesía. En el año 2022 se celebró el centenario de su nacimiento, y, por tanto, consideramos que ha llegado el momento de dar a conocer fuera de Italia el cómo y el porqué de su asesinato. Este es un libro de investigación que hace tabula rasa con el relato de la verdad oficial y que continúa vigente desde 2015, cuando se publicó por primera vez y se reeditó en diversas ocasiones.</i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Con ese párrafo comienza el Prefacio a la edición en español que la periodista romana Simona Zecchi ha escrito para <i>Pasolini, masacre de un poeta</i>, que publica <a href="https://malpasoycia.es/libreria/pasolini-masacre-de-un-poeta/">Malpaso</a> con traducción de Adrià Edo.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">“Quieren matarme” es el título del capítulo inicial de este libro que apareció en Italia en 2015 y que está organizado en cuatro partes: ‘Bosquejo de la muerte’, ‘El plan perfecto’, ‘Golpes mortales’ y ‘¿Por qué la masacre?’</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>Pasolini, masacre de un poeta</i> es el resultado de una intensa y minuciosa investigación, apoyada en todo lo escrito sobre aquellos hechos: en documentos y entrevistas, en los materiales del proceso judicial que se celebró entre 1976 y 1979 y en las investigaciones posteriores de la fiscalía; en una serie de testimonios exclusivos y en fotos inéditas que intentan arrojar nueva luz sobre las circunstancias que rodearon el asesinato de Pasolini en la madrugada del 1 al 2 de noviembre de 1975 en el Idroscalo de Ostia.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Un libro de investigación que sostiene que aquel episodio oscuro fue “un asesinato tribal” y tuvo un cariz político, en contra de las conclusiones de la justicia italiana, que señaló en su sentencia que se trataba, de un homicidio con implicaciones en la homosexualidad de la víctima y del victimario, Pino Pelosi, el chico del arroyo menor de edad que fue declarado único culpable:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>Pero ¿cuánto tiempo duró realmente el asesinato de Pier Paolo Pasolini? ¿Cuánto tiempo duró su martirio? No terminó en absoluto con su muerte: un proceso y una estrategia que impregnaron casi todo el asunto hasta el punto de afectar a su obra y a sus ideas. Una obra que ha sido revivida, reelaborada y manipulada por «amigos» y examigos, por detractores y por otros, cuyos asuntos inconclusos solo salieron a la luz después de su muerte.</i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">“En el fondo -escribe Simona Zecchi en el <i>Epílogo</i>- el caso Pasolini se reduce a esto: está entre el asesinato político y una estrategia de linchamiento y mistificación; es el intento de relegar al olvido un mensaje tan poderoso que sobrevivió a una masacre tribal.” </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Una masacre tribal porque, tras tenderle una trampa, “a Pasolini lo torturaron entre varias personas y en tres fases, primero lo apalearon, después lo golpearon con violencia y, por último, fue atropellado por diferentes vehículos. Una matanza tribal por el tipo de violencia y el número de personas implicadas, pero también por la <i>omertà</i> que se fraguó de inmediato, y por la reacción de algunos intelectuales, no exclusivamente de derechas, que afirmaban que, en el fondo, «se lo había buscado».</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Porque su asesinato -esa es la tesis que defiende la autora- respondió a una estrategia que pretendía acallar la voz que denunciaba los manejos turbios del poder y las tramas oscuras de los servicios secretos que lo sustentaban y en la estrategia de la tensión que se desarrolló en los años setenta, en un contexto sociopolítico de enorme tensión.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Con el apoyo de una sólida documentación, Zecchi reconstruye los últimos días de vida de Pasolini, reescribe el relato de uno de los crímenes italianos más oscuros, aborda las circunstancias de su asesinato y las amenazas telefónicas previas, analiza la actuación de los servicios secretos y el papel de la prensa para reivindicar la necesaria revisión de un caso sobre el que se ciernen una gran cantidad de interrogantes, de pruebas falsas y versiones inverosímiles y contradictorias del propio Pelosi, de zonas oscuras y de hechos sin esclarecer, entre ellos la posibilidad de que el neofascismo estuviera detrás del crimen. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Por eso, en el Prefacio a esta edición en español Simona Zecchi denuncia que “en Italia, el asesinato sin resolver del intelectual más lúcido del siglo XX es como una espina clavada en el flanco de largos años de verdades oficiales, mal envasada en el país, y en la construcción de una República a menudo maltrecha a causa de los muchos secretos que luego devienen en misterios.”</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Y añade que “la historia de su masacre sigue suspendida entre la verdad y la mentira, al menos desde el punto de vista funcional.” Y que por eso “el periodismo de investigación es más necesario que nunca para desvelar hechos como estos, y no puede cejar en su empeño de generar dudas y escarbar, aunque solo sea porque en Italia los asesinatos de este tipo y las masacres no prescriben: el caso Pasolini es, por tanto un caso abierto.”</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Recientemente, en 2020, Simona Zecchi ha completado sus investigaciones sobre el caso Pasolini con la publicación de <i>L’inchiesta spezzata di Pier Paolo Pasolini,</i> donde desarrolla la hipótesis, avanzada aquí, de que “Pasolini fue asesinado a causa de un dossier que recibió dos semanas antes de su homicidio de parte del exterrorista que estaba en prisión preventiva por el atentado de Piazza Fontana. […] El dossier, enviado a mediados de octubre de 1975, contenía información sobre la financiación de las masacres perpetradas por sectores de las finanzas, la economía, la política y las estructuras gubernamentales, así como subversivas, del país.”</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: right;"><i>Santos Domínguez </i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="blogger-post-footer"><script type="text/javascript">
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Érase una vez Europa<div style="text-align: center;"> <div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiiMWRL6eIDMn0G9ScHcHqIkSzlerPUyRmkBuP46as4-zYsuqKjURUOtxy9psCR8jJydEEU97NKfSksu0e6qhXe_Y4Qcp0I874DgZG2C3DZ0hIkomrXJ28wqxotIplZc9YggaCkRUmvXyeeyYwmSKskMjNmiufZUQrO83mMkfaSa8rxtZpoIwFEEQ/s1200/34C5A520-BAB9-46B6-89DB-CFA45A9EB69F.webp" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="789" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiiMWRL6eIDMn0G9ScHcHqIkSzlerPUyRmkBuP46as4-zYsuqKjURUOtxy9psCR8jJydEEU97NKfSksu0e6qhXe_Y4Qcp0I874DgZG2C3DZ0hIkomrXJ28wqxotIplZc9YggaCkRUmvXyeeyYwmSKskMjNmiufZUQrO83mMkfaSa8rxtZpoIwFEEQ/w263-h400/34C5A520-BAB9-46B6-89DB-CFA45A9EB69F.webp" width="263" /></a></div><br /></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Fernando García de Cortázar.</div><div style="text-align: center;"><i>Érase una vez Europa.</i></div><div style="text-align: center;"><i>Senderos de justicia, tolerancia y libertad</i>.</div><div style="text-align: center;">Espasa. Barcelona, 2023.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">‘Senderos de justicia, tolerancia y libertad’ es el orientador subtítulo de <i>Érase una vez Europa</i>, el libro póstumo de Fernando García de Cortázar que, con la colaboración de Eduardo Torrilla, acaba de publicar <a href="https://www.planetadelibros.com/editorial/espasa/5">Espasa</a>. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">“No solo hay criminales y víctimas en la historia de Europa -afirma García de Cortázar en el prólogo-. No solo hay ríos de sangre y dolor. Por suerte para la especie humana, el Viejo Continente también es los seres y las ideas que lo redimen. Territorio del horror y la esperanza, de la utopía y el desencanto, Europa es el furor y la codicia de la Atenas de Pericles y el nacimiento de la democracia; el aniquilamiento de los enemigos y el sermón de la montaña; los tiranos descritos por Suetonio y las reflexiones morales de Cicerón, Séneca y Marco Aurelio; las grandes persecuciones y matanzas en nombre de Dios y el llamamiento a la tolerancia; la depredación que surca los mares con los barcos exploradores y el grito en defensa de las poblaciones del Nuevo Mundo; la censura más implacable puesta al servicio de la ortodoxia político-religiosa y el combate por la libertad de expresión; la miseria que puebla los barrios bajos de Dickens y la lucha por mejorar las condiciones de los más desfavorecidos; el Gulag y Solzhenitsyn; el Holocausto y el idealismo generoso de quienes se opusieron al nazismo.”</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Con ese enfoque se aborda esta biografía de una Europa que arranca en la Atenas de Pericles y empieza a perfilarse en la figura de Heródoto, viajero, narrador y padre de la historia, como lo llamó Cicerón. Desde ese primer capítulo, titulado ‘Bajo el signo de la historia’, <i>Érase una vez Europa</i> recorre una serie de episodios significativos que han ido forjando una realidad histórica, política y cultural: </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La conciencia moral de la Antígona de Sófocles, sus principios humanitarios y su rebelión ante la arbitrariedad de un poder tiránico; la ética platónica y la primera utopía de La República, “una ciudad a la medida de sus sueños, gobernada por la filosofía y no por la ley del más fuerte o por una mayoría manipulada por los demagogos de turno”; el ideal político de justicia y piedad del <i>Sueño de Escipión</i>, de Cicerón, el primer humanista de la historia, y sus electrizantes y severas <i>Filípicas</i>; la revolución universal del programa de bienaventuranzas del sermón de la montaña que actualizó inolvidablemente Pasolini en <i>El Evangelio según Mateo</i>; Séneca, a quien nada humano le fue ajeno, un modelo para los humanistas con su mirada a la vida y la muerte y su resistencia serena ante los reveses de la fortuna; la implacable mirada moral de los anales de Tácito, “un historiador en estado puro”, admirado por Boccaccio y Maquiavelo, por Shakespeare y Quevedo por su sutil agudeza en el análisis del poder; la figura del césar filósofo Marco Aurelio, “un emperador para la eternidad”; el árbol de la ley del bizantino Justiniano, que conquistó dos veces Occidente, por las armas y por el derecho; el viaje de la sabiduría de la Antigüedad desde Oriente hasta la Escuela de Traductores de Toledo; la conquista del horizonte con las navegaciones hispanoportuguesas de Colón y Magallanes; el relato de “cosas nunca oídas, ni aun soñadas” de un mundo nuevo en las crónicas de Indias; Erasmo y la sonrisa del humanismo renacentista; Castellio y su denuncia de la intolerancia calvinista; Galileo frente a los guardianes de la ortodoxia de la cosmología cristiana; la lucha por la libertad de pensamiento, desde la Enciclopedia en el siglo de las luces; el negocio de la esclavitud y la Declaración de los Derechos del Hombre; el asunto Dreyfus y el antisemitismo; el totalitarismo comunista y su inquisitorial furia destructiva del disidente; las campanas que doblan por todos en la guerra civil española; los campos de trabajo soviéticos y la caída del Muro de Berlín.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Capítulos que -explicaba en el prólogo García de Cortázar- “rescatan algunas de las cimas de este continente paradoja que llamamos Europa: personajes de destino dramático, de lucidez implacable, que supieron ver que la única civilización posible es la que une el ser humano contra la barbarie; hombres y mujeres que, sin ser perfectos ni creerse la encarnación del bien, acertaron a alumbrar senderos de justicia, tolerancia y libertad.”</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Cierra el volumen un índice onomástico que facilita la rápida localización de pasajes y episodios relacionados con las personas, las obras y los personajes que aparecen en el relato de este <i>Érase una vez Europa:</i> de Alejandro Magno a Voltaire, de Dickens a Camus, de Tiberio a Stalin.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: right;"><i>Santos Domínguez </i></div><div style="text-align: right;"><i><br /></i></div><div style="text-align: right;"><i><br /></i></div><div class="blogger-post-footer"><script type="text/javascript">
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Oda a la mota que quiso ser aire<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhwJqhCsaaBd1glNZC1RWhoTeTWTA2KeJ1uAYK4pwbniPE0NULrYVzELuInXFmrRmxzvU2Rp8hOtFijm4LvrvlW4CosOvk3ghRXA3seaInJqm05azhCbY-iPQ_eA1KdJQK91MQpcLj6d9_j4hlrXzK5sZLsfvH6y4_h5iaQIc75X6FeBnU38kJq9g/s2048/6402A25C-7E59-4238-9DC7-32225D6BD6DA.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2048" data-original-width="1443" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhwJqhCsaaBd1glNZC1RWhoTeTWTA2KeJ1uAYK4pwbniPE0NULrYVzELuInXFmrRmxzvU2Rp8hOtFijm4LvrvlW4CosOvk3ghRXA3seaInJqm05azhCbY-iPQ_eA1KdJQK91MQpcLj6d9_j4hlrXzK5sZLsfvH6y4_h5iaQIc75X6FeBnU38kJq9g/s320/6402A25C-7E59-4238-9DC7-32225D6BD6DA.jpeg" width="225" /></a></div><div style="-webkit-text-size-adjust: auto; text-align: justify;"><br /></div><div style="-webkit-text-size-adjust: auto; text-align: justify;"><div style="-webkit-text-size-adjust: none; text-align: center;">Teresa Langle de Paz.</div><div style="-webkit-text-size-adjust: none; text-align: center;"> <i>Oda a la mota que quiso ser aire.</i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none; text-align: center;"> Balduque. Cartagena, 2023.</div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i><br /></i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i><br /></i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>la niebla acoge</i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>no asfixia lo que nos obliga </i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>a saber</i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>tras la espesura</i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><br /></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;">Con esos cuatro versos, que se irán repitiendo con intermitencia de estribillo como un conjuro mágico a lo largo del libro, comienza <i>Oda a la mota que quiso ser aire,</i> de Teresa Langle de Paz que publica <a href="https://www.balduque.es/">Balduque</a> en una bellísima edición en tapa dura.</div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><br /></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;">Como en los poemas en prosa de su anterior y asombroso <i>El vuelo de la tortuga</i>, hay en los versos verticales y escuetos de esta <i>Oda a la mota que quiso ser aire</i> una intensa vivencia de la palabra, alimentada no sólo con la emoción del deseo y el temblor del sueño, sino con una concepción de la escritura como indagación en el fondo de la identidad, como extensión de la mirada hacia un mundo perturbador y compartido y como fusión con la realidad exterior. </div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><br /></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;">La ambición indagadora de su mirada contemplativa y el uso de la palabra como mecanismo de exploración de una realidad más profunda convierten estos versos en manifestaciones sutiles de una poesía del conocimiento, de un viaje hacia dentro y hacia lo hondo, donde:</div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><br /></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>una mota </i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>alivia</i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>el saber </i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>porque </i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>es</i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>aire </i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>acostumbrado a sentir</i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>que no lo vemos </i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>aire fugaz </i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>fugaz </i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>permanece</i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><br /></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;">Un viaje visionario por los fragmentos del aire, desde esa acogedora niebla inicial hasta la mirada hacia arriba con que se remata este lento itinerario poético y espiritual a través de la sutileza del aire leve y de la levedad aérea de unos versos brevísimos que, entre la reflexión y la emoción, hablan de la memoria y el deseo, del sosiego, el despojamiento expresivo y la fusión espiritual con el mundo, de la lentitud y de la entidad de cada palabra. Estos son sus últimos versos:</div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><br /></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>y</i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>yo</i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>miro</i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>el hueco </i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>infinitamente azul </i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>para saber</i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>para adivinar</i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>si </i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>me contempla</i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><br /></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;">Mirada, conocimiento y contemplación: tres claves que aparecen en esos versos finales y resumen el tono y la perspectiva de esta <i>Oda</i> que descubre en lo ínfimo la realidad para celebrarla y para invocar el lenguaje como refugio, como la casa del corazón en un “hermoso vuelo contemplativo”, como señala Luisa Castro en su prólogo ‘Versos entre la niebla’.</div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><br /></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;">Un vuelo leve que busca lo diminuto y lo etéreo, lo minúsculo y lo invisible a través del centelleo verbal y del temblor de la emoción en unos versos que recuerdan la música final de <i>El estudiante de Salamanca</i> de Espronceda: </div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><br /></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>Leve, </i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>breve</i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i>son.</i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><i><br /></i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none; text-align: right;"><i>Santos Domínguez </i></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><br /></div><div style="-webkit-text-size-adjust: none;"><br /></div></div><br class="Apple-interchange-newline" style="-webkit-text-size-adjust: auto;" /><div class="blogger-post-footer"><script type="text/javascript">
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Después de ti<p> <span style="text-align: justify;"> </span></p><div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjsF1xhVwf0ArCHsdBnadYqwYvtQkNf0q4wI9zkgG9WYscGlS1Hbh-KK_NEZ-Wp2jIfdnHa2NiAez40YCXuYWx64k_89n-pNO2vqEeZ66AzdO75PwASdPZsVIn8MKOMONaPSAFDKlCKKX71655TIt8UQFxr6mH3D_j-qZaKfD4mF40vhMBX5g/s1024/56A2A52A-2A6F-4E65-8AB4-0E1AF540316E.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1024" data-original-width="708" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjsF1xhVwf0ArCHsdBnadYqwYvtQkNf0q4wI9zkgG9WYscGlS1Hbh-KK_NEZ-Wp2jIfdnHa2NiAez40YCXuYWx64k_89n-pNO2vqEeZ66AzdO75PwASdPZsVIn8MKOMONaPSAFDKlCKKX71655TIt8UQFxr6mH3D_j-qZaKfD4mF40vhMBX5g/w276-h400/56A2A52A-2A6F-4E65-8AB4-0E1AF540316E.png" width="276" /></a></div></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: center;">Jorge de Arco.</div><div style="text-align: center;"><i>Después de ti.</i></div><div style="text-align: center;">Balduque. Cartagena, 2023.</div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: justify;"><i>Hay </i></div><div style="text-align: justify;"><i>un pájaro </i></div><div style="text-align: justify;"><i>que vive en mí, que canta y me pregunta </i></div><div style="text-align: justify;"><i>por mi otro nombre </i></div><div style="text-align: justify;"><i>y escribe el amarillo </i></div><div style="text-align: justify;"><i>de mi melancolía, </i></div><div style="text-align: justify;"><i>el océano enorme donde hundo </i></div><div style="text-align: justify;"><i>el cómplice celaje de las horas. </i></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: justify;"><i>Pasajero del aire en su reclamo </i></div><div style="text-align: justify;"><i>y del incierto amanecer </i></div><div style="text-align: justify;"><i>que me envuelve en su bosque, </i></div><div style="text-align: justify;"><i>vuela más alto cuando </i></div><div style="text-align: justify;"><i>lo hago aún más humano y más a mi medida.</i></div><div style="text-align: justify;"><i>También supo de ti, </i></div><div style="text-align: justify;"><i>de tu huella de mí en el estribillo </i></div><div style="text-align: justify;"><i>de la intemperie, </i></div><div style="text-align: justify;"><i>del océano enorme donde hundiera </i></div><div style="text-align: justify;"><i>la ceniza, el desorden de tus ángeles.</i></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: justify;"><i>Hay </i></div><div style="text-align: justify;"><i>un pájaro que vive y vivió en mí, </i></div><div style="text-align: justify;"><i>que guarda todavía aquella canción nuestra, </i></div><div style="text-align: justify;"><i>y cuida tu memoria entre sus plumas. </i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Este es uno de los poemas emocionados y emocionantes que Jorge de Arco ha dedicado a la memoria de su madre en <i>Después de ti</i>, el libro que publica <a href="https://www.balduque.es/">Balduque</a>.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Poemas para erigir un monumento verbal desde la evocación de la figura protectora de la madre y su disolución física: “mi madre / iba perdiendo / su semblante penúltimo, / y su humano azafrán se convertía en mármol, / en un cuerpo de luna negra y fría […] Mi madre, / un óleo de lumbre, / disuelta para siempre en una caja / de astillas y de sombras.”</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Y para lamentar su ausencia sin retorno desde la orfandad y el vacío de este tembloroso <i>Ubi sunt?</i>:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>¿Adónde fueron tus canciones, </i></div><div style="text-align: justify;"><i>a dónde </i></div><div style="text-align: justify;"><i>la pulpa de tu sol, </i></div><div style="text-align: justify;"><i>la yema de tu aliento?</i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><div>O en este desolado ejercicio de la aceptación:</div><div><br /></div><div><i>Yo sé que la distancia</i></div><div><i>no alcanza ya a tus besos,</i></div><div><i>porque en ellos invierno puso su dedo último.</i></div><div><i>Y, sin embargo,</i></div><div><i>dibujo aún la sólita codicia</i></div><div><i>de mis días tiznados</i></div><div><i>por eclipses, cometas, por vencejos</i></div><div><i>que orillan su revuelo en los cristales.</i></div><div><i>Sumerjo mis pupilas en el mosto</i></div><div><i>antiguo de la dicha,</i></div><div><i>en tanto</i></div><div><i>me sé vestigio y heredero de tu historia,</i></div><div><i>porque la sombra que la va cubriendo</i></div><div><i>sostiene</i></div><div><i>el rumor de los pasos</i></div><div><i>que me acercan a ti.</i></div></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Con su despliegue de imágenes poderosas y sutiles, los textos elegíacos de <i>Después de ti</i> brotan desde el asombro dolorido ante “la marea alta de la muerte,” conjuran la memoria de la vida y “el ángel desolado de los años” en los paisajes y los momentos compartidos, fugaces e imborrables, y son un antídoto contra el olvido, una emocionada manera de “encontrar / todo aquello que guardan / los ángeles rebeldes, / su luz sagrada y venidera. // Y hallar, también, / un lugar muy cercano / a lo que en tanta muerte vive después de ti.”</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"> Este espléndido poema puede resumir la potencia emocional y poética, el tono conmovido y el temblor transitivo de <i>Después de ti:</i></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: justify;"><i>Regreso a los jazmines, las adelfas, </i></div><div style="text-align: justify;"><i>a la marisma y a la luz febrera, </i></div><div style="text-align: justify;"><i>aquí, al mismo vértice </i></div><div style="text-align: justify;"><i>que cifra</i></div><div style="text-align: justify;"><i>las marcas del silencio. </i></div><div style="text-align: justify;"><i>Levanta la mañana sus gaviotas, </i></div><div style="text-align: justify;"><i>el labio monocorde de las aguas, </i></div><div style="text-align: justify;"><i>mientras la sal de la bahía extiende </i></div><div style="text-align: justify;"><i>en la memoria </i></div><div style="text-align: justify;"><i>mi tanta sed de ti.</i></div><div style="text-align: justify;"><i>Porque a la hora en punto de la pena,</i></div><div style="text-align: justify;"><i>cuando la claridad alumbra mi plegaria, </i></div><div style="text-align: justify;"><i>y el olor de las algas sube al aire </i></div><div style="text-align: justify;"><i>vengo a decirte, madre, </i></div><div style="text-align: justify;"><i>qué triste está la orilla sin tus ojos, </i></div><div style="text-align: justify;"><i>qué oscura está la playa con tu hueco.</i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: right;"><i>Santos Domínguez </i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><br class="Apple-interchange-newline" style="-webkit-text-size-adjust: auto;" /><div class="blogger-post-footer"><script type="text/javascript">
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</script></div>Revista Encuentros de lecturashttp://www.blogger.com/profile/11006331994330435438noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-19338986.post-24826182968595432472024-01-22T00:00:00.000+01:002024-01-22T00:00:00.148+01:00Rubén Martín Díaz. Lírica industrial<p> </p><div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiEHxhc6oJltuVOqcTnBe_TWNEXx5Bqwds1hn_R9i_EKatwa3vwwFvO8Gwnv3qWTUYu8MGQyvmwrDkEgouS50gvhYwUIRui0xwfmnhhSoeOSTzehHLU63xH0st0DtZGgoZlpu6uFon6yKuzhA99u9oOh5DC52VLV-QnAxGNaLVOJixyqVDJ2w/s825/B149FDA7-EFFC-4BBB-97F5-F3120C1E5DA3.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="825" data-original-width="552" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiEHxhc6oJltuVOqcTnBe_TWNEXx5Bqwds1hn_R9i_EKatwa3vwwFvO8Gwnv3qWTUYu8MGQyvmwrDkEgouS50gvhYwUIRui0xwfmnhhSoeOSTzehHLU63xH0st0DtZGgoZlpu6uFon6yKuzhA99u9oOh5DC52VLV-QnAxGNaLVOJixyqVDJ2w/w268-h400/B149FDA7-EFFC-4BBB-97F5-F3120C1E5DA3.jpeg" width="268" /></a></div><br /></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: justify;">Rubén Martín Díaz.</span></div><div style="text-align: center;"><i style="text-align: justify;">Lírica industrial.</i></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: justify;">Rialp. Madrid, 2023.</span></div><div><i style="text-align: justify;"><br /></i></div><div><br /></div><div><i>TRAYECTO</i></div><div><i><br /></i></div><div><i>Cada tarde regreso</i></div><div><i>a mi puesto en la fábrica.</i></div><div><i>He besado a mis hijos,</i></div><div><i>también a mi mujer,</i></div><div><i>y he cerrado la puerta del hogar</i></div><div><i>con el gesto apacible de quien lanza</i></div><div><i>al aire una moneda</i></div><div><i>y sabe que la suerte le es propicia.</i></div><div><i>Después, en el trayecto hacia el polígono,</i></div><div><i>me busco en pensamientos. Reflexiono.</i></div><div><i>Contemplo el horizonte de mis días</i></div><div><i>en las cosas de siempre,</i></div><div><i>que hoy lucen como nunca.</i></div><div><i>Dibujo con el dedo</i></div><div><i>el contorno de un pájaro en el aire</i></div><div><i>que, al fin, desaparece</i></div><div><i>con esa extrema urgencia</i></div><div><i>de lo efímero.</i></div><div><br /></div><div style="text-align: justify;">Ese es uno de los poemas iniciales de <i>Lírica industrial,</i> el libro con el que Rubén Martín Díaz obtuvo el último Premio Alegría. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Poeta de acreditada y exigente trayectoria, Rubén Martín Díaz trabaja en turno de noche como técnico de mantenimiento industrial y compagina esa actividad laboral con su intensa vocación literaria en una disociación inevitablemente conflictiva y en una atmósfera venenosa que pone en juego la vida.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">De la superación jubilosa de esa disociación surgen los poemas de este libro, que responden con su afirmación de la luz y de la vida a la necesidad de solucionar un problema que es a la vez existencial y expresivo: el hallazgo de un tono y un enfoque adecuados para que el poeta se replantee su escritura desde la distancia de su afán diario y desde un despojamiento expresivo que es el punto de partida de la aventura poética de este libro, que contiene también las noches de los sábados en la fábrica:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div><i>¿Quién diría que es este </i></div><div><i>el lugar de un poeta?</i></div><div><i>Estoy solo en la fábrica, </i></div><div><i>confinado en su noche, </i></div><div><i>pero empiezo a temblar </i></div><div><i>en las palabras </i></div><div><i>y el poema desciende </i></div><div><i>poderoso, </i></div><div><i>doblegado ante mí, </i></div><div><i>como si un dios hincara </i></div><div><i>las rodillas </i></div><div><i>ante una mustia flor </i></div><div><i>para poder sanarla.</i></div><div><br /></div><div style="text-align: justify;">Esa es la raíz de esta <i>Lírica industrial</i>, un tríptico poético que desde la insatisfacción de la sombra y la urgencia de la búsqueda, desde la reflexión y el asombro, aspira a hallar la luz en lo profundo de sí mismo, en la mirada a la naturaleza, en la pasión amorosa por la transparencia de un cuerpo y en la afirmación del momento presente, incluso bajo la lluvia oscura de este ‘Polígono industrial’:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div><i>Amaneció con lluvia en el polígono; </i></div><div><i>la luz de las farolas descolgándose </i></div><div><i>en hilos infinitos, </i></div><div><i>como hojas de palmera </i></div><div><i>bajo el sol vertical del mes de agosto. </i></div><div><i>Pero no era verano, sino invierno. </i></div><div><i>Y sin duda llovía en esas calles. </i></div><div><i>El alba derramaba contra el mundo</i></div><div><i>-un mundo con sus prisas, sus atascos-</i></div><div><i>los oscuros depósitos del cielo </i></div><div><i>a la manera de las ubres duras, </i></div><div><i>rebosantes y líquidas </i></div><div><i>de una vaca vaciándose despacio </i></div><div><i>en la boca sedienta del ternero.</i></div><div><i>Me detuve en silencio a contemplar </i></div><div><i>los dones ignorados; </i></div><div><i>vi mares derrumbarse sobre mí: </i></div><div><i>mi cuerpo bajo el agua, </i></div><div><i>los ojos conmovidos de pureza. </i></div><div><i>Pensé que en el repique de la lluvia </i></div><div><i>contra el suelo de asfalto, </i></div><div><i>también contra el tejado de las fábricas, </i></div><div><i>lo vivo festejaba su existencia: </i></div><div><i>el triunfo natural de lo absoluto </i></div><div><i>sobre el marco impostado de los hombres.</i></div><div><i>Ante “los ojos conmovidos de pureza” del poeta se imponen “la mañana nueva / después de la ceniza de la noche” y la libertad del ave sonora y luminosa frente a la esclavitud de la máquina:</i></div><div><i>Y ahora el pajarillo de la vida </i></div><div><i>guarda al fondo de sí </i></div><div><i>cuatro acordes de luz, </i></div><div><i>la melodía pura de las nubes.</i></div><div><i><br /></i></div><div style="text-align: justify;">Esta <i>Lírica industrial </i>es una nueva muestra de la madurez poética de Rubén Martín Díaz, una de las voces más interesantes y más verdaderas de la poesía española actual.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Y quien lea estos textos sabrá que está ante un poeta verdadero y que en la armónica dicción, en el cauce musical de sus versos y en la honda verdad de sus poemas toca a un hombre que amanece fundido en el paisaje, más allá del invierno y del ruido de los compresores, los engranajes y las válvulas, para celebrar la mañana de la luz y del pájaro, el verano del vuelo y la palabra:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div><i>Y entonces la palabra</i></div><div><i>que, temblando, como ave</i></div><div><i>que escapa de su jaula,</i></div><div><i>alzó su vuelo libre e inmortal</i></div><div><i>sobre la cima oscura del silencio:</i></div><div><i>y se hizo luz el canto.</i></div><div><i><br /></i></div><div style="text-align: right;"><i>Santos Domínguez </i></div><div><br /></div><br class="Apple-interchange-newline" style="-webkit-text-size-adjust: auto;" /><div class="blogger-post-footer"><script type="text/javascript">
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