16/7/18

Luis Artigue. Donde siempre es medianoche



Luis Artigue.
Donde siempre es medianoche.
Editorial Pez de plata. Oviedo, 2018.

-¡Sabueso, escucha, son tres casos los que debes investigar; te encargamos tres casos en uno! -afirma con énfasis precipitado el director de una agencia de noticias como si de pronto hubiera creído que es mi jefe, mientras yo, que sujeto con desidia el smartphone, callo y rumio-. Así que vete a casa, haz la maleta, tómate las pastillas que inhiben tus fobias, sube al avión que sale para Silenza dentro de cuatro horas, infíltrate allí para conseguir soplos y, sobre todo, descubre por qué es  siempre de noche. Aunque, ya de paso, encuentra también a esos dos tipos tan buscados (un premio Nobel que apareció de pronto durmiendo en la Catedral de San Francesco y ahora está escondido, y ese líder de secta peligrosa que llaman Anticristo Superstar), y eso, hazles dos buenos retratos con entrevista incluida. ¡Te pagaremos muy bien esto!

Ese es el motor argumental de Donde siempre es medianoche, la última novela de Luis Artigue, que publica Pez de plata en su colección de narrativa con ilustraciones de Enrique Oria.

Narrada por El Sabueso Informativo, un fotógrafo bélico, hipocondríaco y neurótico reconvertido en detective que vuelve a Silenza, su ciudad natal, para investigar y documentar las causas y los efectos de la noche perpetua en que se sume la ciudad desde hace casi un año.

Y al hilo de esa investigación van apareciendo otros enigmas relacionados entre sí: las existencias ocultas de un Anticristo Superstar, cabeza invisible de una secta apocalíptica de bebedores de sangre, y de un premio Nobel de Astrofísica sospechoso de estar en el secreto.

Al misterio astrofísico de la noche sin final se suman esas oscuridades de personajes opacos y otra más: la de un crimen sin resolver con esos dos sospechosos ocultos.

En torno a la figura del fotodetective-narrador, en la indagación de la noche perpetua, de la identidad del Anticristo y de las razones del Nobel para esconderse, un conjunto de personajes que ayudan en las pesquisas del Sabueso Informativo: Elisabet, la coprotagonista, una bella e inteligente mujer, experta en matemáticas antiguas, una vieja amiga de juventud que guía del narrador por los ambientes oscuros y secretos de la ciudad; su exmarido, catedrático de Astrofísica y depredador sexual, posible colaborador del Nobel, “de existencia inteligente y delincuente que comprometía el porvenir”; un psicoanalista argentino que hace observaciones marginales y rioplatenses al relato mientras lee el manuscrito, o el alcaide-director del hotel-prisión del castillo de Pontecorvo donde está oficialmente preso el Anticristo.

Y desde el principio, sin descanso, una sucesión de peripecias: desde que el fotógrafo llega a la ciudad y es testigo del asesinato de un periodista que cree haber descubierto la verdad a la pesadilla de un auto de fe televisado como si fuera un reality show.

Donde siempre es medianoche, “novela de humor neurótico” en palabras de Luis Artigue, tiene la estructura narrativa de una novela negra. Conviven en su desarrollo lo gótico (no podían faltar los candelabros ni un órgano) y el psicoanálisis en una mezcla explosiva en la que -junto con el surrealismo y la influencia del cómic o la literatura fantástica- el humor es un ingrediente fundamental.

Pero, con ser eso mucho, Donde siempre es medianoche es algo más que un eficaz y divertido artefacto narrativo, construido con un sentido del ritmo y una agilidad en los diálogos propios de la novela negra y del cómic.

No es casual que el telón de fondo de la novela sea la crisis económica y la agitación social que emerge en las manifestaciones de protesta en la ciudad nocturna. El lector percibe entonces el contenido simbólico y alegórico de su argumento y sospecha que hay conspiraciones que producen oscuridades desde otras instancias no menos ocultas, no menos malignas que las de la noche perpetua de Silenza.

Santos Domínguez