21/5/18

Feria del libro de Madrid. Narrativa



Agustín Fernández Mallo.
Trilogía de la guerra
Seix Barral. Barcelona, 2018. 

“Damos por supuestas tantas cosas”, afirma el narrador en la frase que abre el primer libro de la Trilogía de la guerra, con la que Agustín Fernández Mallo ganó el Premio Biblioteca Breve de Novela de 2018 que publica Seix Barral.

Una novela ambiciosa y arriesgada que proyecta una nueva mirada para elaborar un mundo narrativo en torno a la guerra civil española, la guerra de Vietnam y el desembarco de Normandía. Esos son los tres ejes que articulan los libros en los que se organiza la Trilogía a través de tres narradores en primera persona: un escritor, un astronauta excombatiente en Vietnam y una mujer que como ellos viaja al pasado para explicarse el presente.

Desde esa triple perspectiva subjetiva se elabora un texto que adquiere su sentido global en el conjunto, en la composición de un mosaico repleto de imágenes gráficas y literarias en torno a la devastación y la barbarie, las ruinas y las desolaciones. 

Entre lo narrativo y lo ensayístico, entre la historia y la ficción, la ciencia y política, la novela se convierte así en un caleidoscopio que propone una reflexión sobre la realidad, la historia y el presente y perfila un mapa moral del mundo contemporáneo. 

Desde la isla de San Simón en la ría de Vigo, con los restos de un campo de concentración que fue escenario de torturas y fusilamientos; desde Manhattan o desde la costa fractal de Normandía, tres historias, tres guerras y tres narradores que establecen una red de conexiones insospechadas, un entramado de relaciones entre lugares y personajes, entre distintos tiempos o entre los vivos y los muertos.




Horacio Quiroga.
Cuentos de la selva.
Ilustraciones de Antonio Santos.
Nórdica Libros. Madrid, 2018.

Cuando se cumple el centenario de publicación de los Cuentos de la selva de Horacio Quiroga, Nórdica publica una bellísima edición ilustrada con numerosos dioramas de Antonio Santos, autor también del prólogo, en donde escribe:

“Quiroga, que poseyó una chacra de casi doscientas hectáreas en la provincia de Misiones, se enamoró de estas selvas y en muchos de sus cuentos hablan los animales que las habitan. El tapir, el aguatí, el jaguar, el puma, el carpincho, el oso hormiguero, el manatí y pájaros de plumaje, que ni nuestros sueños más alucinados hubieran podido imaginar, son los protagonistas de historias donde la naturaleza se revuelve y lucha por no perder sus derechos. Y vence en muchas ocasiones. (...) Dicen que a veces, algunas noches, en su querida Misiones, se escucha el eco de su voz entre la vegetación movida por el viento. Para oírle, hay que cerrar los ojos y respirar profundamente, como cuando olemos un cuerpo cálido que, plácidamente, duerme a nuestro lado.”

Tigres y anacondas, tucanes y flamencos, peces y flores habitan los ocho Cuentos de la selva, en los que los animales hablan, pero no a la manera humana de las fábulas morales, sino como el reflejo de la naturaleza, con un lenguaje ecológico y conservacionista que contrasta con el lenguaje destructor y agresivo del hombre.

La selva de Misiones, en cuya cercanía pasó Horacio Quiroga varios años, es aquí el ámbito del diálogo y la aventura. “Había una vez”, entre la realidad y la fantasía, la crítica y el humor, el amor y la crueldad, la solidaridad y la guerra, una tortuga gigante y un loro pelado, vengativo y temerario, flamencos con medias y yacarés en guerra para salvar su río de los hombres, el río Yabebirí y una abeja haragana, dos cachorros de hombre y dos cachorros de coatí.

En apéndice, como en un álbum, se ordenan  las cuarenta y dos escenas de animales que pueblan esta inolvidable selva de Horacio Quiroga ilustrada por Antonio Santos.



Honoré de Balzac.
La Comedia humana.
Volumen VII.
Traducción de Aurelio Garzón del Camino.
Hermida Editores. Madrid, 2018.

Con traducción de Aurelio Garzón del Camino, Hermida Editores publica el séptimo volumen de La Comedia humana de Balzac, con la segunda entrega de las Escenas de la vida de provincia.

Un conjunto de cinco novelas pertenecientes a la serie Los solteros, como Pierrette, la historia trágica de una joven huérfana, víctima de las ambiciones y la avaricia de los dos primos solteros a los que sus abuelos le habían encomendado su cuidado. Con el telón de fondo de las luchas políticas en una vieja ciudad medieval entre legitimistas y liberales, es –como las otras novelas de la serie- una crítica ácida del celibato.

Esa crítica de la soltería y las ambiciones recorre también El cura de Tours, una novela ambientada en la ciudad donde nació Balzac que gira en torno al inocente y egoísta abate Birotteau y a la vieja señorita Gamard, la solterona dueña de la pensión en la que se hospeda. 

La hipocresía y las rivalidades, el contraste entre la ingenuidad y la astucia unen esta novela corta con otra de las que recoge este volumen: La solterona, que narra la historia -más cómica que trágica- de una heredera rica, la señorita Cormon, asediada por dos pretendientes que representan el choque entre los partidarios del Antiguo Régimen y los republicanos, un conflicto político que es el eje de El Gabinete de los Antiguos, centrada en la nobleza rural desplazada por la Revolución.

Esa Revolución fue el origen de la riqueza de los Rouget, cuya historia familiar se cuenta en Un hogar de soltero, que aunque poco conocida es una de las mejores novelas de La Comedia humana. Ambientada en los círculos burgueses de Issoudun, esta historia de ambiciones y herencias que Victor Hugo definió como una obra maestra permitió a Balzac crear con Philippe Bridau uno de sus personajes más complejos, odiosos e inolvidables.

Y al fondo siempre la provincia y sus costumbres: Provins, Tours, Issoudun o Alençon se convierten en estas novelas en los escenarios del análisis crítico de la vida provinciana, de las pequeñeces, la sordidez y la soltería.




Arturo Úslar Pietri. 
La isla de Róbinson.
Drácena. Madrid, 2018.

"Había descubierto entonces que él también era Róbinson. En mitad de la ciudad, o en mitad del mundo. Solo en su isla aprendiendo a ser hombre y a valerse, tan perseguido por la mala suerte. En una aventura continua que siempre terminaba mal. Solo, en medio de la intemperie amenazante. Teniendo que hacérselo todo. Aprender su nombre, su sitio, el sentido y las posibilidades de lo que lo rodeaba", escribe Arturo Úslar Pietri en La isla de Róbinson, la novela que publica Drácena.

Considerada desde su aparición en 1981 la más madura y mejor realizada de las novelas de Úslar Pietri, mereció el Nacional de Literatura de Venezuela y es una biografía novelada que reivindica la figura olvidada e incomprendida de Simón Rodríguez, el maestro caraqueño de Simón Bolívar, su mentor intelectual y su consejero en materia de educación, que “por más de veinte años dejó de llamarse Rodríguez y se llamó Róbinson. Fue entonces cuando descubrió la isla. Cuando se metió en ella para no salir más nunca. La isla de soledad donde sólo llegaban los naufragios. Había que volver a aprender, como aprendió Róbinson, a vivir solo y a valerse de sus propios medios. Hacerlo todo para no depender de nadie. Con restos de naufragio.”

Simón Rodríguez defendió un proyecto educativo renovador para hacer del hombre latinoamericano un ciudadano dueño de su destino, porque era consciente de los errores que habían malogrado otros momentos históricos: “cambiar el gobierno pero no cambiar las costumbres. Ese es el error de las revoluciones. Cambian las leyes pero no tocan la escuela. Tiempo perdido.” 

“Todo empezó con un libro”, se dice en la novela, una narración retrospectiva desde el lecho de muerte. Ese libro es el Emilio o De la educación, de Rousseau, en cuyas ideas fundamentará sus concepciones de la renovación pedagógica puesta al servicio del progreso individual y social.

Novela histórica, relato de viajes que recorre América y Europa y tiene su punto culminante cuando Simón es testigo del juramento libertador de Bolívar en el Monte Sacro de Roma, y reflexión sobre el pasado y el presente de América, La isla de Robinsón rememora aquel proyecto ilustrado que con su fracaso originó la larga secuela de dictadores que han lastrado la historia latinoamericana desde su independencia: 

“Se podría hacer la historia -dice el protagonista cuando ha visto fracasar su plan educativo- de uno de estos logreros surgidos con la independencia. Cualquiera que escogiéramos al azar serviría para el caso. Uno de tantos hombres sin formación, sin principios, sin ideas. Usted y yo los hemos conocido por centenares, bastaría con acercarse a la casa de gobierno de la más modesta capital para topárselos en su faena. Algunos han tenido valor personal, otros ni siquiera eso. Simple atrevimiento para trepar y arrebatar, ayudados por su propia ignorancia. Pero son liberales, ¿qué quiere usted? Son los campeones de la democracia y de la igualdad.” 

Ideólogo visionario y pedagogo adelantado a su tiempo, Simón Rodríguez tuvo a veces un comportamiento estrafalario y siempre un temperamento difícil. Y la novela explora el carácter contradictorio y complejo de aquel intelectual al que llamaron el Sócrates de Caracas, su soledad constante, el desengaño de sus proyectos, su condición de desarraigado y de náufrago de una utopía pedagógica a la deriva en una balsa: 

“Cuando leyó la historia de Róbinson Crusoe, se dio cuenta de que él también, a su manera, había sido un náufrago aventado en una isla. Una isla grande y desconocida.”




F.M. Dostoyevski.
Los demonios.
Edición de Ricardo San Vicente.
Traducciones de Luis Abollado y Ricardo San Vicente.
Prólogo de Augusto Vidal.
Epílogo de Monika Zgustova.
Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2017.

Con edición de Ricardo San Vicente, Galaxia Gutenberg publica Los demonios, la que  para Pietro Citati es la mejor novela de Dostoyevski, superior en perfección y en intensidad a Crimen y castigo y a Los hermanos Karamazov.

Es una crítica profética del socialismo y el anarquismo y de las construcciones de la utopía que tiene como telón de fondo la fuerte presencia en la sociedad rusa de aquellos demagogos de la nueva fe integrados en los círculos revolucionarios de los que formó parte el propio Dostoyevski.

En ese sentido, es un ajuste de cuentas con su propio pasado, con una militancia que le llevó a la condena a muerte y a un largo cautiverio de trabajos forzados en Siberia. Tenía 50 años cuando la publicó con un gran éxito de ventas y una acogida polémica, pues le valió el rechazo de la izquierda y el reconocimiento entre los sectores reaccionarios, que empezaron a invitarle a publicar en sus medios y a participar en sus fiestas.

“En Los demonios Dostoyevski quería demostrar que el ateísmo y el socialismo son ajenos al pueblo ruso y hasta incompatibles con su naturaleza. Según Dostoyevski, en Rusia era inútil intentar establecer un régimen social sin Dios, basado exclusivamente en la ciencia y en la razón”, escribe Augusto Vidal en su prólogo sobre la historia y la prehistoria de Los demonios, una novela en la que –concluye- “la preocupación política, ‘tendenciosa’, llevó a Dostoyevski a olvidarse, quizá por primera y última vez, de los ‘humillados y ofendidos’, por los que tuvo siempre tanto interés, tanta comprensión y tanto afecto.”

Además de una obra crucial en la trayectoria de Dostoyevski, Los demonios es una  brillante manifestación de su capacidad como novelista: la arquitectura de su construcción en tres partes, la modulación de la intriga, la densidad de la acción, la intensidad de los diálogos, la complejidad de los personajes, la importancia de los puntos de vista y de las voces de los personajes hacen de esta novela una de las cimas de su narrativa.

Lo político y lo psicológico se entrecruzan en dos tramas desarrolladas por personajes brutales y fascinantes -Verjovenski y Shátov, Stavroguin y Tijon- en torno a los que se construye esta novela política en la que el análisis psicológico convive con la crítica ideológica y moral.

La edición incluye en apéndice la confesión de Stavroguin que Dostoyevski retiró de la versión definitiva de la novela, y se cierra con un epílogo –‘La novela que anticipó nuestra época’- de Monika Zgustova, que presenta Los demonios como una novela premonitoria, “una de las novelas más modernas del siglo XIX”, porque anticipa no sólo las corrientes literarias posteriores, sino la situación de Rusia y Europa a lo largo del siglo XX y el fenómeno del terrorismo contemporáneo: “Los demonios se puede leer en clave de una defensa de la libertad y como una crítica acérrima, una advertencia y una premonición del Estado totalitario que tardaría medio siglo en producirse.”




Colm Tóibín.
The Master. 
Retrato del novelista adulto.
Traducción de María Isabel Butler de Foley.
Lumen. Barcelona, 2018.


Algunas veces, por la noche, soñaba con personas que ya habían muerto, rostros familiares u otros, medio olvidados, que evocaba fugazmente. Cuando se despertaba, antes del amanecer, no se oía ningún sonido ni se percibía movimiento alguno durante varias horas. Se tocaba los músculos del cuello, agarrotados, y notaba que tenía los dedos rígidos y entumecidos, aunque no le dolían. Al mover la cabeza, oía el crujido de las vértebras. Estoy como una puerta desvencijada, se decía. Sabía que necesitaba dormir. No podía permanecer despierto tantas horas. Quería dormir, penetrar en una deliciosa ausencia de luz, en una oscuridad que no fuera excesiva, un lugar apacible, sin amenazas ni gente, sin presencias desasosegantes…

Así comienza The Master. Retrato del novelista adulto, la espléndida novela que Colm Tóibín publicó en 2004 y que acaba de recuperar Lumen con la traducción que María Isabel Butler de Foley publicó en 2006 en Edhasa.

Una novela excepcional sobre Henry James que reconstruye desde dentro la biografía del novelista en cuatro años esenciales en su vida y en su madurez creadora: entre enero de 1895 y octubre de 1899, entre su fracaso público como dramaturgo y el momento en que se retira para empezar a escribir sus mejores obras, aunque el horizonte temporal se amplía con las frecuentes rememoraciones del pasado, con una evocación de los años anteriores, determinantes en su formación, y al ambiente familiar que le marcará decisivamente.

Con una mirada interior, atenta más que a los hechos externos a los recuerdos, a los sueños, a la conciencia y al análisis psicológico, Colm Tóibín se pone en la piel de Henry James para presentar con una admirable sutileza el sustrato vital que alimentó su escritura y sobre el que se construye su mundo literario.

Por eso, The Master no es un simple retrato novelado del autor del Retrato de una dama, sino un relato que aborda en profundidad la relación de la vida y la ficción, los fantasmas personales del escritor, el sentimiento de pérdida y la escritura como curación, la conciencia del artista, su sexualidad oculta y reprimida, la importancia de la memoria y el retorno del pasado que explica el presente.

Aunando la sutileza con la hondura psicológica y con una admirable destreza para construir una narración muy fluida en su desarrollo, Tóibín reconstruye el trazado de un personaje complejo como Henry James, aborda su frialdad sentimental, su ambigüedad sexual y emocional o sus contradicciones con una maestría que quizá alcanza su momento más alto con la inolvidable escena en la que Henry James se deshace en la laguna de Venecia de los vestidos de su amiga muerta.






José Antonio Ramírez Lozano.
El camello de oro. 
Carpe Noctem. Madrid, 2018.

El espíritu de las parábolas evangélicas, alegorías narrativas de cánones de comportamiento, sobrevuela las páginas de El camello de oro, la última novela de José Antonio Ramírez Lozano que publica en su cuidada colección de narrativa la editorial Carpe Noctem.

Y también el protagonista, Ginés Vadillo, hace una lectura de las circunstancias en clave de parábola, la materia narrativa con la que da sentido al mundo desde la religión, desde la fe y la caridad como inversión. 

Ginés Vadillo, su protagonista, es un hombre de fe que se toma al pie de la letra eso de que la fe mueve montañas y se especializa en retroexcavadoras que le convertirán en un nuevo rico con su trabajo de demolición. Es la consecuencia de los tiempos de crisis tras la burbuja inmobiliaria que arruina a unos y enriquece a otros como Ginés y su socio Juan Lineros, con el que funda la empresa de demoliciones Creyentes Reunidos, S.L. 

La congoja de Ginés y Juan Lineros a partir de la alusión del evangelista es el  motor que impulsa el argumento de la novela, porque a partir de esa preocupación sobrevenida, comienza otra empresa de demolición, pero ahora ya  de frases del Evangelio que no están ya a la altura de las circunstancias. Con ese propósito organizan en Sevilla un congreso de ricos europeos que no están dispuestos a jugarse el cielo por serlo y proponen la revisión de la palabra escrita en los evangelios para reinterpretar la dichosa imagen del camello y la aguja, para acomodarla a sus intereses y tranquilizar sus conciencias.

Y no tardan en encontrar una solución: unas enormes agujas que cosan el cielo a la tierra, para que quepan por su ojo un camello y un rico. La prueba con camellos reales traídos de Damasco fracasa junto a las murallas del Alcázar sevillano y otra vez se cruzarán como en un juego el sentido literal y el sentido figurado para hallar la solución, que está en el hilo de oro bordado por la mujer de Ginés, Teresa, que a falta de un monólogo interior que hubiera sido inverosímil habla consigo misma a través de los muebles y los electrodomésticos de su casa. 

Porque en El camello de oro viven criaturas creíbles, trazadas con la agilidad narrativa habitual en el autor. Y vibra también la lengua viva de los diálogos fluidos en esta novela en la que la razón narrativa se convierte en razón alegórica de algo más profundo: la interpretación de la realidad actual y de un modelo social en demolición desde la perspectiva irónica, distante y benévola, que es habitual en la literatura de Ramírez Lozano.     



Julia Otxoa.
Confesiones de una mosca.
Menoscuarto. Palencia, 2018.

"El escalador asciende sin cuerdas por la pared de roca, está solo, únicamente ayudado por sus manos que arañan cada mínimo punto de apoyo para seguir hacia lo alto. Es joven, pero al cabo de una hora de duro esfuerzo la fatiga comienza a presentarse en una debilidad creciente en sus brazos, en los cada vez más frecuentes calambres de sus piernas, que le ponen al borde de una caída que podría ser mortal desde esa altura y él lo sabe, pero sigue ascendiendo, aunque sus manos se equivoquen y se sujeten a puntos de apoyo que no lo son y las piedras soltándose de pronto le recuerden que está al límite de sus fuerzas y que no fue buena idea venir sin cuerdas. Mira hacia lo alto, le quedan escasos metros para llegar, allí en el borde del despeñadero, asomados, esperando que caiga como antes lo hicieron otros escaladores, expectantes le observan una veintena de buitres, en sus fijas miradas ansiosas la espera del festín."

Así comienza El escalador, el cuento que abre Confesiones de una mosca, un volumen de relatos breves y microrrelatos de Julia Otxoa que publica Menoscuarto, que ofrece una excelente muestra de la escritura parabólica de la autora, de la estirpe kafkiana de sus apólogos y fábulas en cuentos como Rhodon o Agenda diplomática o en la figura del escalador sin cuerda hacia el abismo que abre el conjunto de más de cincuenta textos que cierra el espléndido Pájaro llovedor, donde brillan el cuidado estilístico y la potencia verbal de la prosa de Julia Otxoa.

Con la huella superrealista que se percibe en el cuento que da título al conjunto, con la crítica social de Decorados, Una nueva era o Zoco, los finales sorprendentes de Cena de Navidad, Primer encuentro o Noche de gala, el lirismo de Canción de cuna o Danza blanca o el carácter onírico de Accidente o El vuelo de la fatiga, la imaginación simbólica ilumina la realidad y la interpreta.

Con humor irónico y amargo, con la distancia objetiva de la tercera persona o con la cercanía del narrador subjetivo que a veces aprovecha la estructura epistolar, estos relatos son una ocasión para “percibir la lucidez, tantas veces desazonadora, con que la ficción nos enfrenta con la realidad, con la vida. Una contribución brillante y gozosa, en su lectura, para que la soledad sea más llevadera,” como escribe en el prólogo Luis Mateo Díez.


Manuel Longares. 
Sentimentales.
Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2018.

Sentimentales, la última novela de Manuel Longares, que publica Galaxia Gutenberg, es un espléndido y divertido homenaje a la música clásica en una obra elaborada con la mirada inconfundible y la potente prosa de uno de los mejores novelistas españoles actuales.

Entre el homenaje y la parodia corrosiva, Sentimentales es una novela organizada armónicamente en tres movimientos –Nosotros, Tú y yo, Ellos-, subdivididos a su vez en otras tres partes que tienen como modelo constructivo, la música sinfónica, de cámara o coral. 

Con una perspectiva distante que es la propia de la mirada esperpéntica que apunta siempre al fondo del vaso, la acción transcurre en una ciudad de provincia controlada por el coronel Rodrigo y escindida en dos sociedades musicales rivales: los Septiminos, minoritarios pero influyentes, y los Corcheas, más numerosos. Si aquellos creen que la naturaleza supera al arte, estos están convencidos de que el arte supera a la naturaleza. Completan el panorama social dos agrupaciones filantrópicas -un ateneo beato y un seminario blasfemo- y el periódico provincial quincenal, Antojos y deleites, dirigido por el septimino Camprodón, aerofágico adulador de la autoridad.

Entre conciertos y ensayos, tertulias y lances eróticos, Doña Tecla y el gordo Gandarias, Bienvenido Méndez, biógrafo de Custodio de Abolengo, escritor costumbrista; Aniceto Consuegra, el chamarilero, dueño del café Becuadro; el notario rijoso Sandalio Escapes o Macario, tenor desalojado, son algunos de los briosos sentimentales, alborotados aprendices de músicos y extravagantes melómanos que pueblan las calles de abolida advocación musical de la ciudad mientras esperan la visita de Schubert.

Personajes delirantes, llevados al exceso por la pasión musical, porque la música -que era el telón de fondo de Soldaditos de Pavía y de Operación Primavera- no siempre amansa a las fieras. A ellos les despierta su parte más animal. Además del librero Basilio Santidrián, el corchea más exaltado, director del coro de hiperestésicos, el desenfreno musical de los melómanos habitantes de la provincia lo representa una orquesta de intérpretes acelerados, entre ellos la flautista septimina Armonía Mínguez y el corchea, narrador y pianista Angelín Ibáñez.

Son los locos por la música, los sentimentales desbocados que, como denuncia el apócrifo catalán atribuido a Custodio con que se encabeza la novela, “son un peligro para las familias y las naciones” y que practican un guerracivilismo musical sin tregua. 

Una novela en la que se cruza, como en el esperpento y como en El oído absoluto, lo alto con lo bajo, lo clásico con las coplas populares en una convivencia grotesca de Mozart con el Cocidito madrileño, de Mahler con Antón Pirulero, de una orquesta sinfónica y una agrupación de pulso y púa, de Asturias, patria querida y Chopin, Rubinstein y las estrofas del Himno de infantería, La raspa y Schubert -que tiene una presencia destacada y viviente en la última sección del libro-, El cocherito leré y Beethoven, los estrenos de Tiruri Fly y de la Sinfonía Retaca o una seguidilla y un lied. 

Con el estilo trabajado y el cincelado del párrafo que es habitual en la prosa de Longares, Sentimentales es también y sobre todo una metáfora del mundo, esa orquesta desafinada y ruidosa.




Valter Hugo Mãe.
Hombres imprudentemente poéticos.
Traducción de Martín López-Vega.
Prólogo de Xuan Bello.
:Rata-. Barcelona, 2018.

:Rata- Books publica Hombres imprudentemente poéticos, de Valter Hugo Mãe, con traducción de Martín López-Vega.

Una novela en cuatro partes, organizada en capítulos breves que resaltan la intensidad lingüística de su prosa narrativa y la sutileza estilística de su escritura.

Ambientada en un Japón imaginado y mitológico, su tono es el de una leyenda antigua o el de una parábola sobre la soledad construida con una visión profundamente humana e en torno a personajes como Itaro, el artesano, que lee las profecías de la muerte a través de los animales, y su vecino y enemigo Saburo el alfarero. A partir de ese conflicto, se van sucediendo una serie de breves escenas narrativas centradas en personajes como Matsu, la joven ciega, hermana de Itaro, o la criada Kame. Y un telón de fondo común: el bosque del silencio al que entran los suicidas al pie del monte Fuji.

Con la delicadeza de la escritura, el minucioso trabajo de la palabra, la atención al detalle, a la imagen y al ritmo de la frase, la tonalidad poética de la novela es una revelación de las epifanías de la luz y la naturaleza.

“Estamos -escribe Xuan Bello en el prólogo- ante un prodigio donde palabra, intuición y descripción se agavillan en un haz en busca de la iluminación del lector. Hombres imprudentemente poéticos es una novela concebida como un poema, tal y como se han concebido todas las grandes novelas dignas de mención.”

Un libro de inolvidable belleza levantada sobre la levedad de su entramado argumental y sobre un sentido simbólico que se proyecta en los temas del libro: la muerte y la memoria, la naturaleza y la vida, el bien y el mal, el amor y la soledad, el pasado y la esperanza.

Santos Domínguez