30/5/18

Julia Otxoa. Confesiones de una mosca



Julia Otxoa.
Confesiones de una mosca.
Menoscuarto. Palencia, 2018.

El escalador asciende sin cuerdas por la pared de roca, está solo, únicamente ayudado por sus manos que arañan cada mínimo punto de apoyo para seguir hacia lo alto. Es joven, pero al cabo de una hora de duro esfuerzo la fatiga comienza a presentarse en una debilidad creciente en sus brazos, en los cada vez más frecuentes calambres de sus piernas, que le ponen al borde de una caída que podría ser mortal desde esa altura y él lo sabe, pero sigue ascendiendo, aunque sus manos se equivoquen y se sujeten a puntos de apoyo que no lo son y las piedras soltándose de pronto le recuerden que está al límite de sus fuerzas y que no fue buena idea venir sin cuerdas. Mira hacia lo alto, le quedan escasos metros para llegar, allí en el borde del despeñadero, asomados, esperando que caiga como antes lo hicieron otros escaladores, expectantes le observan una veintena de buitres, en sus fijas miradas ansiosas la espera del festín.

Así comienza El escalador, el cuento que abre Confesiones de una mosca, un volumen de relatos breves y microrrelatos de Julia Otxoa que publica Menoscuarto, que ofrece una excelente muestra de la escritura parabólica de la autora, de la estirpe kafkiana de sus apólogos y fábulas en cuentos como Rhodon o Agenda diplomática o en la figura del escalador sin cuerda hacia el abismo que abre el conjunto de más de cincuenta textos que cierra el espléndido Pájaro llovedor, donde brillan el cuidado estilístico y la potencia verbal de la prosa de Julia Otxoa.

Con la huella superrealista que se percibe en el cuento que da título al conjunto, con la crítica social de Decorados, Una nueva era o Zoco, los finales sorprendentes de Cena de Navidad, Primer encuentro o Noche de gala, el lirismo de Canción de cuna o Danza blanca o el carácter onírico de Accidente o El vuelo de la fatiga, la imaginación simbólica ilumina la realidad y la interpreta.

Con humor irónico y amargo, con la distancia objetiva de la tercera persona o con la cercanía del narrador subjetivo que a veces aprovecha la estructura epistolar, estos relatos son una ocasión para “percibir la lucidez, tantas veces desazonadora, con que la ficción nos enfrenta con la realidad, con la vida. Una contribución brillante y gozosa, en su lectura, para que la soledad sea más llevadera,” como escribe en el prólogo Luis Mateo Díez.

Santos Domínguez

28/5/18

Max Aub. Campo de sangre


Max Aub. 
Campo de sangre.
El laberinto mágico III.
Prólogo de Lourdes Ortiz. 
Cuadernos del Vigía. Madrid-Granada, 2018.

Campo de sangre es realmente un retablo de gentes variopintas, de vidas de pronto trastocadas por el hambre, la desazón o el miedo y, a través de los personajes tan próximos a nosotros /.../ vamos reviviendo paso a paso la desesperanza, la valentía y el fracaso”, escribe Lourdes Ortiz en la introducción -Cólera y desánimo- que ha escrito para la edición de Campo de sangre en Cuadernos del Vigía.

Este volumen se suma a los anteriores Campo cerrado y Campo abierto, con los que se puso en marcha la recuperación -en ediciones revisadas por Carmen Córdoba y Miguel Ángel Arcas- de El laberinto mágico de Max Aub, un ciclo coral de seis libros, un variado retablo que constituye el conjunto novelístico más ambicioso y representativo de los que se escribieron en el exilio sobre la guerra civil española. 

Campo de sangre se publicó en México en 1945 y toma su título de esta cita del Evangelio de San Mateo: "Por lo cual fue llamado aquel campo, Haceldama, esto es, campo de sangre, hasta el día de hoy."

Esa cita abre la que seguramente es la novela más descarnada del ciclo, una novela que se cierra con esta visión nocturna de Barcelona tras un bombardeo:

"Por la noche, en la plaza de Cataluña, la luna ilumina el enorme penacho de la gasolina que sigue ardiendo en las faldas de Montjuich y medio cubre la ciudad. La otra mitad del cielo, limpia y brillante, ve el estallar de los obuses persiguiendo los bombarderos enemigos, bajo el ojo eterno de la noche. Las casas, jaharradas de luna, cobran un color de esqueleto; los orificios más negros. 
Recostados en la pared de una esquina, viendo el prodigioso espectáculo trágico, Templado dice a Cuartero señalando con la cabeza el cielo de donde baja la muerte: 
—La poesía. 
Un súbito silencio subraya la afirmación. Cuartero se estremece."

Entre ambos textos se desarrolla una novela portentosa que, entre dos madrugadas barcelonesas, reconstruye narrativamente en casi quinientas páginas la experiencia del propio Max Aub durante la guerra civil. 

En esa reconstrucción narrativa muy cercana a los hechos, al novelista le interesan mucho más los personajes que la acumulación de episodios y situaciones. Y por eso su esfuerzo se proyecta en la descripción de una serie de caracteres que sustentan la acción de Campo de sangre, que más que una novela episódica es, como el resto del ciclo, un gran fresco de personajes.

Situada entre el 31 de diciembre de 1937 y el 19 de marzo de 1938, entre los bombardeos de Barcelona y la batalla de Teruel y construida como un tríptico, la parte central de Campo de sangre,  la más breve, pero también la más intensa, la sostienen el desarrollo de la batalla y el soliloquio delirante de don Leandro Zamora, archivero de Teruel moribundo por las heridas sufridas en el asedio a la ciudad.

Pero la nómina de personajes es muy amplia: del médico socialista Julián Templado, cínico, mal hablado y mujeriego, a Paulino Cuartero, católico y hegeliano de izquierdas; de Juan Fajardo, catedrático de Lengua y Literatura en Alcoy y capitán comunista, como el intelectual Jesús Herrera, a Julio Jiménez, feriante por los pueblos; de Lola Cifuentes, del servicio de contraespionaje, a López Mardones, un arribista rastrero y ambicioso; de  Sancho, humorista y caricaturista de La Vanguardia, a la cómica Teresa Guerrero, y de Pilar Núñez, la mujer de Cuartero, al juez republicano José Rivadavia, a través del que parece expresarse Max Aub en intervenciones como esta:

"-Toda nuestra tragedia —dice Rivadavia—, desde que los españoles tuvieron razón de sentirse hombres, nace de que no sabemos perder. No nos resignamos. No teniendo concepto del tiempo, no sabemos esperar. Ese es el problema. No podemos aceptar que nuestro enemigo venza en la lid. No suponemos que en la próxima contienda los vencedores podamos ser nosotros. Nuestro sentido de la realidad nos impone el presente como único futuro: razón de tantos alzamientos, de tantas revueltas, de tantos pronunciamientos. No sabemos perder. Nos figuramos perdidos ante un revés y echamos la casa por la ventana sin preconcebir los males que tales prisas llevan aparejados. Nos falta perspectiva. No sabemos esperar. Ni esperaron ellos en 1932, ni el 18 de julio; ni supimos esperar nosotros el 34. Ansia de novedad, ansia de tenerlo todo en la mano. Parecemos niños. Esto nos cuesta tanta muerte, aunque a veces nos gane mundos."

Esos son algunos de los personajes que se reúnen en las calles o en los cafés y sobreviven en medio de los bombardeos y la destrucción de la ciudad, entre el miedo y el hambre. En muchos de ellos proyectó Aub su experiencia sobre la barbarie de la guerra y reelaboró las figuras de personas reales.

Por esa sensación que transmiten estas páginas de ser la reelaboración literaria de algo vivido con intensidad, porque marcó decisivamente la vida del autor, escribe Lourdes Ortiz en el prólogo: 

“Hay muchas palabras en los tres Campos primeros, pero emocionan especialmente por su intensidad las de Campo de sangre.”

Santos Domínguez

25/5/18

Feria del libro de Madrid


NARRATIVA


Agustín Fernández Mallo.
Trilogía de la guerra
Seix Barral. Barcelona, 2018. 

“Damos por supuestas tantas cosas”, afirma el narrador en la frase que abre el primer libro de la Trilogía de la guerra, con la que Agustín Fernández Mallo ganó el Premio Biblioteca Breve de Novela de 2018 que publica Seix Barral.

Una novela ambiciosa y arriesgada que proyecta una nueva mirada para elaborar un mundo narrativo en torno a la guerra civil española, la guerra de Vietnam y el desembarco de Normandía. Esos son los tres ejes que articulan los libros en los que se organiza la Trilogía a través de tres narradores en primera persona: un escritor, un astronauta excombatiente en Vietnam y una mujer que como ellos viaja al pasado para explicarse el presente.

Desde esa triple perspectiva subjetiva se elabora un texto que adquiere su sentido global en el conjunto, en la composición de un mosaico repleto de imágenes gráficas y literarias en torno a la devastación y la barbarie, las ruinas y las desolaciones. 

Entre lo narrativo y lo ensayístico, entre la historia y la ficción, la ciencia y política, la novela se convierte así en un caleidoscopio que propone una reflexión sobre la realidad, la historia y el presente y perfila un mapa moral del mundo contemporáneo. 

Desde la isla de San Simón en la ría de Vigo, con los restos de un campo de concentración que fue escenario de torturas y fusilamientos; desde Manhattan o desde la costa fractal de Normandía, tres historias, tres guerras y tres narradores que establecen una red de conexiones insospechadas, un entramado de relaciones entre lugares y personajes, entre distintos tiempos o entre los vivos y los muertos.





Horacio Quiroga.
Cuentos de la selva.
Ilustraciones de Antonio Santos.
Nórdica Libros. Madrid, 2018.

Cuando se cumple el centenario de publicación de los Cuentos de la selva de Horacio Quiroga, Nórdica publica una bellísima edición ilustrada con numerosos dioramas de Antonio Santos, autor también del prólogo, en donde escribe:

“Quiroga, que poseyó una chacra de casi doscientas hectáreas en la provincia de Misiones, se enamoró de estas selvas y en muchos de sus cuentos hablan los animales que las habitan. El tapir, el aguatí, el jaguar, el puma, el carpincho, el oso hormiguero, el manatí y pájaros de plumaje, que ni nuestros sueños más alucinados hubieran podido imaginar, son los protagonistas de historias donde la naturaleza se revuelve y lucha por no perder sus derechos. Y vence en muchas ocasiones. (...) Dicen que a veces, algunas noches, en su querida Misiones, se escucha el eco de su voz entre la vegetación movida por el viento. Para oírle, hay que cerrar los ojos y respirar profundamente, como cuando olemos un cuerpo cálido que, plácidamente, duerme a nuestro lado.”

Tigres y anacondas, tucanes y flamencos, peces y flores habitan los ocho Cuentos de la selva, en los que los animales hablan, pero no a la manera humana de las fábulas morales, sino como el reflejo de la naturaleza, con un lenguaje ecológico y conservacionista que contrasta con el lenguaje destructor y agresivo del hombre.

La selva de Misiones, en cuya cercanía pasó Horacio Quiroga varios años, es aquí el ámbito del diálogo y la aventura. “Había una vez”, entre la realidad y la fantasía, la crítica y el humor, el amor y la crueldad, la solidaridad y la guerra, una tortuga gigante y un loro pelado, vengativo y temerario, flamencos con medias y yacarés en guerra para salvar su río de los hombres, el río Yabebirí y una abeja haragana, dos cachorros de hombre y dos cachorros de coatí.

En apéndice, como en un álbum, se ordenan  las cuarenta y dos escenas de animales que pueblan esta inolvidable selva de Horacio Quiroga ilustrada por Antonio Santos.


Honoré de Balzac.
La Comedia humana.
Volumen VII.
Traducción de Aurelio Garzón del Camino.
Hermida Editores. Madrid, 2018.

Con traducción de Aurelio Garzón del Camino, Hermida Editores publica el séptimo volumen de La Comedia humana de Balzac, con la segunda entrega de las Escenas de la vida de provincia.

Un conjunto de cinco novelas pertenecientes a la serie Los solteros, como Pierrette, la historia trágica de una joven huérfana, víctima de las ambiciones y la avaricia de los dos primos solteros a los que sus abuelos le habían encomendado su cuidado. Con el telón de fondo de las luchas políticas en una vieja ciudad medieval entre legitimistas y liberales, es –como las otras novelas de la serie- una crítica ácida del celibato.

Esa crítica de la soltería y las ambiciones recorre también El cura de Tours, una novela ambientada en la ciudad donde nació Balzac que gira en torno al inocente y egoísta abate Birotteau y a la vieja señorita Gamard, la solterona dueña de la pensión en la que se hospeda. 

La hipocresía y las rivalidades, el contraste entre la ingenuidad y la astucia unen esta novela corta con otra de las que recoge este volumen: La solterona, que narra la historia -más cómica que trágica- de una heredera rica, la señorita Cormon, asediada por dos pretendientes que representan el choque entre los partidarios del Antiguo Régimen y los republicanos, un conflicto político que es el eje de El Gabinete de los Antiguos, centrada en la nobleza rural desplazada por la Revolución.

Esa Revolución fue el origen de la riqueza de los Rouget, cuya historia familiar se cuenta en Un hogar de soltero, que aunque poco conocida es una de las mejores novelas de La Comedia humana. Ambientada en los círculos burgueses de Issoudun, esta historia de ambiciones y herencias que Victor Hugo definió como una obra maestra permitió a Balzac crear con Philippe Bridau uno de sus personajes más complejos, odiosos e inolvidables.

Y al fondo siempre la provincia y sus costumbres: Provins, Tours, Issoudun o Alençon se convierten en estas novelas en los escenarios del análisis crítico de la vida provinciana, de las pequeñeces, la sordidez y la soltería.



Arturo Úslar Pietri. 
La isla de Róbinson.
Drácena. Madrid, 2018.

"Había descubierto entonces que él también era Róbinson. En mitad de la ciudad, o en mitad del mundo. Solo en su isla aprendiendo a ser hombre y a valerse, tan perseguido por la mala suerte. En una aventura continua que siempre terminaba mal. Solo, en medio de la intemperie amenazante. Teniendo que hacérselo todo. Aprender su nombre, su sitio, el sentido y las posibilidades de lo que lo rodeaba", escribe Arturo Úslar Pietri en La isla de Róbinson, la novela que publica Drácena.

Considerada desde su aparición en 1981 la más madura y mejor realizada de las novelas de Úslar Pietri, mereció el Nacional de Literatura de Venezuela y es una biografía novelada que reivindica la figura olvidada e incomprendida de Simón Rodríguez, el maestro caraqueño de Simón Bolívar, su mentor intelectual y su consejero en materia de educación, que “por más de veinte años dejó de llamarse Rodríguez y se llamó Róbinson. Fue entonces cuando descubrió la isla. Cuando se metió en ella para no salir más nunca. La isla de soledad donde sólo llegaban los naufragios. Había que volver a aprender, como aprendió Róbinson, a vivir solo y a valerse de sus propios medios. Hacerlo todo para no depender de nadie. Con restos de naufragio.”, 

Simón Rodríguez defendió un proyecto educativo renovador para hacer del hombre latinoamericano un ciudadano dueño de su destino, porque era consciente de los errores que habían malogrado otros momentos históricos: “cambiar el gobierno pero no cambiar las costumbres. Ese es el error de las revoluciones. Cambian las leyes pero no tocan la escuela. Tiempo perdido.” 

“Todo empezó con un libro”, se dice en la novela, una narración retrospectiva desde el lecho de muerte. Ese libro es el Emilio o De la educación, de Rousseau, en cuyas ideas fundamentará sus concepciones de la renovación pedagógica puesta al servicio del progreso individual y social.

Novela histórica, relato de viajes que recorre América y Europa y tiene su punto culminante cuando Simón es testigo del juramento libertador de Bolívar en el Monte Sacro de Roma, y reflexión sobre el pasado y el presente de América, La isla de Robinsón rememora aquel proyecto ilustrado que con su fracaso originó la larga secuela de dictadores que han lastrado la historia latinoamericana desde su independencia: 

“Se podría hacer la historia -dice el protagonista cuando ha visto fracasar su plan educativo- de uno de estos logreros surgidos con la independencia. Cualquiera que escogiéramos al azar serviría para el caso. Uno de tantos hombres sin formación, sin principios, sin ideas. Usted y yo los hemos conocido por centenares, bastaría con acercarse a la casa de gobierno de la más modesta capital para topárselos en su faena. Algunos han tenido valor personal, otros ni siquiera eso. Simple atrevimiento para trepar y arrebatar, ayudados por su propia ignorancia. Pero son liberales, ¿qué quiere usted? Son los campeones de la democracia y de la igualdad.” 

Ideólogo visionario y pedagogo adelantado a su tiempo, Simón Rodríguez tuvo a veces un comportamiento estrafalario y siempre un temperamento difícil. Y la novela explora el carácter contradictorio y complejo de aquel intelectual al que llamaron el Sócrates de Caracas, su soledad constante, el desengaño de sus proyectos, su condición de desarraigado y de náufrago de una utopía pedagógica a la deriva en una balsa: 

“Cuando leyó la historia de Róbinson Crusoe, se dio cuenta de que él también, a su manera, había sido un náufrago aventado en una isla. Una isla grande y desconocida.”




José Antonio Ramírez Lozano. 
El camello de oro. 
Carpe Noctem. Madrid, 2018.

El espíritu de las parábolas evangélicas, alegorías narrativas de cánones de comportamiento, sobrevuela las páginas de El camello de oro, la última novela de José Antonio Ramírez Lozano que publica en su cuidada colección de narrativa la editorial Carpe Noctem.

Y también el protagonista, Ginés Vadillo, hace una lectura de las circunstancias en clave de parábola, la materia narrativa con la que da sentido al mundo desde la religión, desde la fe y la caridad como inversión. 

Ginés Vadillo, su protagonista, es un hombre de fe que se toma al pie de la letra eso de que la fe mueve montañas y se especializa en retroexcavadoras que le convertirán en un nuevo rico con su trabajo de demolición. Es la consecuencia de los tiempos de crisis tras la burbuja inmobiliaria que arruina a unos y enriquece a otros como Ginés y su socio Juan Lineros, con el que funda la empresa de demoliciones Creyentes Reunidos, S.L. 

La congoja de Ginés y Juan Lineros a partir de la alusión del evangelista es el  motor que impulsa el argumento de la novela, porque a partir de esa preocupación sobrevenida, comienza otra empresa de demolición, pero ahora ya  de frases del Evangelio que no están ya a la altura de las circunstancias. Con ese propósito organizan en Sevilla un congreso de ricos europeos que no están dispuestos a jugarse el cielo por serlo y proponen la revisión de la palabra escrita en los evangelios para reinterpretar la dichosa imagen del camello y la aguja, para acomodarla a sus intereses y tranquilizar sus conciencias.

Y no tardan en encontrar una solución: unas enormes agujas que cosan el cielo a la tierra, para que quepan por su ojo un camello y un rico. La prueba con camellos reales traídos de Damasco fracasa junto a las murallas del Alcázar sevillano y otra vez se cruzarán como en un juego el sentido literal y el sentido figurado para hallar la solución, que está en el hilo de oro bordado por la mujer de Ginés, Teresa, que a falta de un monólogo interior que hubiera sido inverosímil habla consigo misma a través de los muebles y los electrodomésticos de su casa. 

Porque en El camello de oro viven criaturas creíbles, trazadas con la agilidad narrativa habitual en el autor. Y vibra también la lengua viva de los diálogos fluidos en esta novela en la que la razón narrativa se convierte en razón alegórica de algo más profundo: la interpretación de la realidad actual y de un modelo social en demolición desde la perspectiva irónica, distante y benévola, que es habitual en la literatura de Ramírez Lozano.     



Julia Otxoa.
Confesiones de una mosca.
Menoscuarto. Palencia, 2018.

"El escalador asciende sin cuerdas por la pared de roca, está solo, únicamente ayudado por sus manos que arañan cada mínimo punto de apoyo para seguir hacia lo alto. Es joven, pero al cabo de una hora de duro esfuerzo la fatiga comienza a presentarse en una debilidad creciente en sus brazos, en los cada vez más frecuentes calambres de sus piernas, que le ponen al borde de una caída que podría ser mortal desde esa altura y él lo sabe, pero sigue ascendiendo, aunque sus manos se equivoquen y se sujeten a puntos de apoyo que no lo son y las piedras soltándose de pronto le recuerden que está al límite de sus fuerzas y que no fue buena idea venir sin cuerdas. Mira hacia lo alto, le quedan escasos metros para llegar, allí en el borde del despeñadero, asomados, esperando que caiga como antes lo hicieron otros escaladores, expectantes le observan una veintena de buitres, en sus fijas miradas ansiosas la espera del festín."

Así comienza El escalador, el cuento que abre Confesiones de una mosca, un volumen de relatos breves y microrrelatos de Julia Otxoa que publica Menoscuarto, que ofrece una excelente muestra de la escritura parabólica de la autora, de la estirpe kafkiana de sus apólogos y fábulas en cuentos como Rhodon o Agenda diplomática o en la figura del escalador sin cuerda hacia el abismo que abre el conjunto de más de cincuenta textos que cierra el espléndido Pájaro llovedor, donde brillan el cuidado estilístico y la potencia verbal de la prosa de Julia Otxoa.

Con la huella superrealista que se percibe en el cuento que da título al conjunto, con la crítica social de Decorados, Una nueva era o Zoco, los finales sorprendentes de Cena de Navidad, Primer encuentro Noche de gala, el lirismo de Canción de cuna o Danza blanca o el carácter onírico de Accidente o El vuelo de la fatiga, la imaginación simbólica ilumina la realidad y la interpreta.

Con humor irónico y amargo, con la distancia objetiva de la tercera persona o con la cercanía del narrador subjetivo que a veces aprovecha la estructura epistolar, estos relatos son una ocasión para “percibir la lucidez, tantas veces desazonadora, con que la ficción nos enfrenta con la realidad, con la vida. Una contribución brillante y gozosa, en su lectura, para que la soledad sea más llevadera,” como escribe en el prólogo Luis Mateo Díez.


Manuel Longares. 
Sentimentales.
Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2018.

Sentimentales, la última novela de Manuel Longares, que publica Galaxia Gutenberg, es un espléndido y divertido homenaje a la música clásica en una obra elaborada con la mirada inconfundible y la potente prosa de uno de los mejores novelistas españoles actuales.

Entre el homenaje y la parodia corrosiva, Sentimentales es una novela organizada armónicamente en tres movimientos –Nosotros, Tú y yo, Ellos-, subdivididos a su vez en otras tres partes que tienen como modelo constructivo, la música sinfónica, de cámara o coral. 

Con una perspectiva distante que es la propia de la mirada esperpéntica que apunta siempre al fondo del vaso, la acción transcurre en una ciudad de provincia controlada por el coronel Rodrigo y escindida en dos sociedades musicales rivales: los Septiminos, minoritarios pero influyentes, y los Corcheas, más numerosos. Si aquellos creen que la naturaleza supera al arte, estos están convencidos de que el arte supera a la naturaleza. Completan el panorama social dos agrupaciones filantrópicas -un ateneo beato y un seminario blasfemo- y el periódico provincial quincenal, Antojos y deleites, dirigido por el septimino Camprodón, aerofágico adulador de la autoridad.

Entre conciertos y ensayos, tertulias y lances eróticos, Doña Tecla y el gordo Gandarias, Bienvenido Méndez, biógrafo de Custodio de Abolengo, escritor costumbrista; Aniceto Consuegra, el chamarilero, dueño del café Becuadro; el notario rijoso Sandalio Escapes o Macario, tenor desalojado, son algunos de los briosos sentimentales, alborotados aprendices de músicos y extravagantes melómanos que pueblan las calles de abolida advocación musical de la ciudad mientras esperan la visita de Schubert.

Personajes delirantes, llevados al exceso por la pasión musical, porque la música -que era el telón de fondo de Soldaditos de Pavía y de Operación Primavera- no siempre amansa a las fieras. A ellos les despierta su parte más animal. Además del librero Basilio Santidrián, el corchea más exaltado, director del coro de hiperestésicos, el desenfreno musical de los melómanos habitantes de la provincia lo representa una orquesta de intérpretes acelerados, entre ellos la flautista septimina Armonía Mínguez y el corchea, narrador y pianista Angelín Ibáñez.

Son los locos por la música, los sentimentales desbocados que, como denuncia el apócrifo catalán atribuido a Custodio con que se encabeza la novela, “son un peligro para las familias y las naciones” y que practican un guerracivilismo musical sin tregua. 

Una novela en la que se cruza, como en el esperpento y como en El oído absoluto, lo alto con lo bajo, lo clásico con las coplas populares en una convivencia grotesca de Mozart con el Cocidito madrileño, de Mahler con Antón Pirulero, de una orquesta sinfónica y una agrupación de pulso y púa, de Asturias, patria querida y Chopin, Rubinstein y las estrofas del Himno de infantería, La raspa y Schubert -que tiene una presencia destacada y viviente en la última sección del libro-, El cocherito leré y Beethoven, los estrenos de Tiruri Fly y de la Sinfonía Retaca o una seguidilla y un lied. 

Con el estilo trabajado y el cincelado del párrafo que es habitual en la prosa de Longares, Sentimentales es también y sobre todo una metáfora del mundo, esa orquesta desafinada y ruidosa.


Valter Hugo Mãe.
Hombres imprudentemente poéticos.
Traducción de Martín López-Vega.
Prólogo de Xuan Bello.
:Rata-. Barcelona, 2018.

:Rata- Books publica Hombres imprudentemente poéticos, de Valter Hugo Mãe, con traducción de Martín López-Vega.

Una novela en cuatro partes, organizada en capítulos breves que resaltan la intensidad lingüística de su prosa narrativa y la sutileza estilística de su escritura.

Ambientada en un Japón imaginado y mitológico, su tono es el de una leyenda antigua o el de una parábola sobre la soledad construida con una visión profundamente humana e en torno a personajes como Itaro, el artesano, que lee las profecías de la muerte a través de los animales, y su vecino y enemigo Saburo el alfarero. A partir de ese conflicto, se van sucediendo una serie de breves escenas narrativas centradas en personajes como Matsu, la joven ciega, hermana de Itaro, o la criada Kame. Y un telón de fondo común: el bosque del silencio al que entran los suicidas al pie del monte Fuji.

Con la delicadeza de la escritura, el minucioso trabajo de la palabra, la atención al detalle, a la imagen y al ritmo de la frase, la tonalidad poética de la novela es una revelación de las epifanías de la luz y la naturaleza.

“Estamos -escribe Xuan Bello en el prólogo- ante un prodigio donde palabra, intuición y descripción se agavillan en un haz en busca de la iluminación del lector. Hombres imprudentemente poéticos es una novela concebida como un poema, tal y como se han concebido todas las grandes novelas dignas de mención.”

Un libro de inolvidable belleza levantada sobre la levedad de su entramado argumental y sobre un sentido simbólico que se proyecta en los temas del libro: la muerte y la memoria, la naturaleza y la vida, el bien y el mal, el amor y la soledad, el pasado y la esperanza.


BOLSILLO


Una fiebre de ti mismo.
Poesía del romanticismo inglés.
Edición bilingüe.
Edición y traducción de Gonzalo Torné.
Penguin Clásicos. Barcelona, 2018.

Si te lamentas de la juventud, ¿por qué vives? 
La tierra de la muerte honrosa 
está aquí: ¡encamínate hacia el campo, y 
ofrece tu aliento! 

Busca -a menudo menos buscada que encontrada- 
la tumba del soldado, será lo mejor para ti; 
después mira alrededor, y elige el terreno, 
y entrégate al descanso.

Así termina, en la traducción de Gonzalo Torné, el que probablemente fue el último poema de Lord Byron, Hoy he cumplido treinta y seis años, fechado en Missolonghi el 22 de enero de 1824.

Es uno de los poemas de Una fiebre de ti mismo, la antología de poesía romántica inglesa que publica en edición bilingüe Penguin Clásicos, con traducción y prólogo de Gonzalo Torné, que “aprovechando la contracción a la que nos obliga una antología dedicada a un puñado de escritores ingleses” hace una propuesta al lector: “partir de una lectura de los poemas concretos y después entresacar sus rasgos más sobresalientes, a la espera de que algunos de ellos, aun con diferencias y tensiones, resulten coincidentes.”

Es una nueva oportunidad de acercarse a los textos más representativos de cinco poetas –Worsdworth, Coleridge, Byron, Shelley y Keats- que siguen siendo la juventud más joven de la poesía occidental, nos siguen pareciendo eternos adolescentes instalados en una permanente rebeldía, en una defensa de la libertad frente a la norma, de la estética frente a la ética, de la creatividad imaginativa frente a la imitación mimética.

Narrativos y líricos, dos de ellos -Wordsworth y Coleridge- fueron los poetas de los lagos, respetables y magistrales; otros dos –Byron y Shelley-, satánicos y escandalosos, y Keats, el poeta-poeta, el que murió más joven, a los 25 años, el más claramente tocado por el don de la poesía y la palabra, el que más prestigio conserva hoy entre los poetas.

En las páginas de esta antología navega a la deriva un viejo marinero alucinado que canta una canción ambigua y opaca, se oye a los pájaros en medio del paisaje de arroyos caudalosos y acantilados abruptos, cruje la escarcha a medianoche, se llora a una joven muerta en un silencio desnudo de sueños, la melancolía se transforma en un himno a la belleza intelectual y hay una música que huye como si viniera de un sueño.

Estos cinco poetas fundamentales, cada uno de ellos con su voz personal, aunque unidos por temas y actitudes comunes y por propuestas estéticas similares, son una representación significativa del universo poético del Romanticismo, de su tonalidad, de su forma de mirar la realidad y el paisaje, de proyectar sus estados de ánimo en la naturaleza.




Juan Ramón Jiménez.
Aforismos e ideas líricas.
Edición de José Luis Morante.
La Isla de Siltolá. Sevilla, 2018.

Aforismos e ideas líricas se titula el volumen que publica La Isla de Siltolá con la selección que ha hecho José Luis Morante de los aforismos que Juan Ramón Jiménez tenía previsto recoger en Ideolojía (1897-1957), un proyecto al que dio forma definitiva  en 1990 Antonio Sánchez Romeralo. 

Sobre ese corpus aforístico juanramoniano –unos cuatro mil aforismos-, José Luis Morante ha seleccionado una quinta parte, algo más de ochocientos, organizados en las seis secciones cronológicas que Juan Ramón Jiménez proyectó para componer Ideolojía en estos seis libros:

Libro 1 (1897-1909) «Orden en lo esterior, inquietud en el espíritu»; Libro 2 «Raíces y alas, pero que las alas arraiguen y vuelen las raíces a continuas metamórfosis»; Libro 3 (1919-1929) «Actual, es decir clásico, es decir eterno»; Libro 4 (1929-1936) «Somos andarines de órbitas. No podemos llegar a fin alguno, ni, claro es, a nosotros mismos»; Libro 5 (1936-1949) «El olvido no pierde nada, todo lo atesora, y si merecemos la memoria, ella nos dará la llave del olvido»; Libro 6 (1949-1954) «Lo permanente nos mira sólo con el alma de lo sucesivo que ha pasado por su cuerpo»

 “Me gusta mucho el aforismo y lo he cultivado siempre, desde mis 19 años”,  escribió Juan Ramón en un apunte que completó con este aforismo: Soy amigo de la síntesis. Por eso prefiero la rosa a la rosaleda, el ruiseñor a la ruiseñora, el aforismo a la monserga ensayística, la lírica a la épica.

En su proyecto de Ideolojía, Jiménez integró pensamientos, sentimientos e ideas líricas -bajo ese título también pensó publicar sus aforismos-, sentencias breves que llegan a su máxima condensación en los años 20, en la época intelectual y despojada de Juan Ramón, para irse alargando desde los años 30, como ocurre con su verso. 

Y es que, como explica José Luis Morante, “entre la voz lírica y la paremia de Juan Ramón Jiménez existe una interacción activa. Los aforismos ayudan a entender el proceso de escritura de la magna obra y su identidad interna.”

Ética y estética, crítica y creación, notas sobre poesía y poetas son algunos de los centros de interés de la gran variedad temática de estos aforismos, de una escritura plural que aquí encuentra su mejor cauce y en la que el núcleo es, claro, la poesía:

Siempre preferí y sigo prefiriendo la poesía penetrante a la llamada poesía profunda, la poesía que entra honda y hondo por ser punzante y segura.

Entiendo que lo natural en el artista es ser poeta en la primera mitad de su vida y crítico, filósofo en la segunda.


Chateaubriand.
Memorias de ultratumba.
Selección y prólogo de Arturo Ramoneda.
Traducción de J. Zamacois.
Alianza editorial. Madrid, 2018.

“Chateaubriand une, sin cesar, en las Memorias de ultratumba, sus experiencias pasadas y presentes, lo individual y lo universal, su vida doméstica y su existencia de estadista”, escribe Arturo Ramoneda en el prólogo que precede a su significativa selección que reedita El libro de bolsillo de Alianza Editorial con traducción de J. Zamacois. Una selección que en algo más de quinientas páginas recoge lo más significativo de las Memorias de ultratumba 

Desde un castillo en la Bretaña francesa hasta Praga pasando por el exilio en Londres, desde el Antiguo régimen hasta la restauración de la monarquía pasando por la revolución francesa, el Terror de 1793 y el bonapartismo, las Memorias de ultratumba son la crónica de un cambio de siglo crucial en la historia de Europa.

Chateaubriand (1768-1848), padre del Romanticismo francés y apóstol de la antimodernidad, reflejó en ellas no sólo esas transformaciones, sino su propia perplejidad ante el final de un mundo y el inicio de otra época. Se movió entre dos aguas, la del pasado feudal y aristocrático y la modernidad burguesa. Y lo hizo asumiendo las contradicciones entre sus ideales rousseaunianos y su actividad contrarrevolucionaria, llena de resabios feudales y prejuicios de clase.

Por encima de la diversidad de tiempos, espacios y temas, las Memorias de ultratumba reflejan una intensa unidad narrativa y se someten a un diseño general revisado y reelaborado en varias ocasiones como una febril obra en marcha, con una tensión entre historia e individuo, entre presente y pasado semejante a la que se produce en ellas de cruce de novela y ensayo.

Con la actitud victimista y desorientada que caracteriza a la melancolía romántica, fiel al modelo del héroe maltratado por el destino adverso, Chateaubriand hace desfilar por el mundo y por su mundo las jornadas revolucionarias y la figura de Dante, Dios y la muerte, el exilio y las traiciones, la imaginación y las conspiraciones, las cataratas del Niágara y Napoleón, los Borbones y los canónigos de Würzburg, Praga y Cádiz, el cólera y la vida en París.

El Louvre de la literatura llamó Francis Ponge a estas Memorias que sirvieron de ejemplo a Proust en su recuperación del tiempo perdido y que llevaba inverosímilmente Maqroll el Gaviero en sus viajes, más por la simpatía de Mutis que por el escaso gusto lector del personaje.

Porque, como recuerda Arturo Ramoneda al final de su prólogo, esta obra ha tenido siempre una buena acogida en el ámbito hispánico, de Pérez Galdós a Álvaro Mutis, de Baroja a Ortega y Gasset o a Luis Alberto de Cuenca.



Javier Cercas.
Soldados de Salamina.
Edición de 
Domingo Ródenas de Moya.
Cátedra Letras Hispánicas. Madrid, 2017.


Soldados de Salamina podría resumirse como la historia de un tipo de mi generación que al principio del relato, como tanta gente de mi generación en los años del cambio de siglo, está harto de casposas novelas y películas sobre la guerra civil y piensa que ésta es algo tan remoto y tan ajeno a su vida como la batalla de Salamina, y que al final del relato comprende su error, comprende que la guerra civil no es pasado sino presente o una dimensión del presente sin la cual el presente -el presente colectivo pero también el individual- es inexplicable”, escribía Javier Cercas en el epílogo a la edición revisada y corregida de Soldados de Salamina que se publicó en 2015.

Ese texto figura como uno de los seis apéndices que cierran la edición de la novela en Cátedra Letras Hispánicas. 

Preparada por Domingo Ródenas de Moya, que toma como base esa segunda edición, se reproducen en los apéndices una serie de materiales que orientan al lector hacia una mirada más amplia sobre el origen y la repercusón de Soldados de Salamina: ‘El sueño de los héroes’, el artículo de Mario Vargas Llosa que apareció en El País el 3 de septiembre de 2001, que fue el primer reconocimiento importante de la novela; el irónico ‘Decálogo apócrifo del escritor de éxito’ que Cercas publicó cinco años después; un artículo de Eugenio Montes el 9 de febrero de 1939 en La Vanguardia sobre el fusilamiento fallido de Rafael Sánchez Mazas y dos poemas, uno de Borges y otro de Thomas Hardy.

Esos seis apéndices rematan esta estupenda edición anotada de Soldados de Salamina elaborada por Domingo Ródenas de Moya, que ha puesto al frente de ella un largo estudio introductorio de casi doscientas páginas que constituyen la mejor aproximación crítica a la novela de Javier Cercas.

Tras destacar que en Soldados de Salamina confluyen “la historiografía, la memoria y la imaginación literaria con el compromiso moral con los olvidados”, en esa introducción Domingo Ródenas recuerda que "la asombrosa difusión y repercusión de la novela puso de manifiesto, además, que era posible concebir un maridaje hasta ese momento muy difícil entre un producto literario sofisticado, de riguroso diseño formal y semánticamente complejo, y las grandes cifras de ventas. Alta literatura y bestseller encontraban en Soldados de Salamina un inopinado punto de acuerdo y, sin que ello sea contradictorio, de conflicto.”

Esta edición es una inmejorable manera de volver a una novela imprescindible, de la que el propio autor afirmaba en Diálogos de Salamina, el libro que recogía las conversaciones con David Trueba, que dirigió la adaptación al cine: 

“La novela, básicamente, habla de los héroes, de la posibilidad del heroísmo; habla de los muertos, y del hecho de que los muertos no están muertos del todo mientras haya alguien que los recuerde; habla de la búsqueda del padre, de Telémaco buscando a Ulises; habla de la inutilidad de la virtud y de la literatura como única forma de salvación personal.”



Luis Rosales.
Aforismos extraídos. 
Edición de Enrique García-Máiquez.
La isla de Siltolá. Sevilla, 2018.


Lo he sabido después: lo vivo era lo junto, escribía Luis Rosales en un texto memorable de El contenido del corazón.

De ese libro y del resto de su obra poética, entre Abril y las tres entregas de La carta entera, ha ido espigando Enrique García-Máiquez la amplia serie de fragmentos que componen su edición de Aforismos extraídos de Luis Rosales que publica La Isla de Siltolá.

“El aforismo rosaliano cumple una voluntaria función estrictamente poética”, sostiene el editor, y eso explica que esté menos presente en su prosa que en su poesía, de la que se han extraído estos aforismos. 

Pese a que se han sacado del contexto poético del poema o del verso al que pertenecen, estos aforismos dan idea cabal de la potencia expresiva de Rosales, de su intensidad emocional y de su tono frecuentemente sentencioso.

Hay que darse a la vida como el agua a la arena (Abril). 

El tiempo es un espejo en que te miras (Rimas). 

La muerte no interrumpe nada (La casa encendida). 

Toda vida auténtica descansa en la tristeza (El contenido del corazón). 

La imprecisión es el infierno conocido (Diario de una resurrección). 

Tropiezo con el mundo y no lo veo (La almadraba). 

Un muerto nunca se acaba de enterrar (Un rostro en cada ola). 

Lo humano es siempre superior al hombre (Oigo el silencio universal del miedo).

Son algunos de los más significativos aforismos que se recogen en este volumen que -explica García-Máiquez- “quisiera llevar al lector a sus poemarios o, mucho mejor, que el lector viniese de ellos, predispuesto a celebrar aquí la sabiduría poética y humana que velan por la tensión de los libros, como quien comenta los mejores momentos de una película o las mejores pinceladas de un cuadro."

Cavafis. 
Antología poética.
Edición de Pedro Bádenas.
Alianza Editorial. Madrid, 2018.

El libro de bolsillo de Alianza Editorial publica la segunda edición, revisada, de la Antología poética de Cavafis, que incluye 165 poemas, los 154 canónicos autorizados por el poeta y otros once que aportan una muestra muy representativa de su poesía.

El responsable de la edición, Pedro Bádenas de la Peña hizo el año pasado una revisión sistemática y una renovación de sus traducciones anteriores, que, como explicó el año pasado al presentar una nueva edición crítica de la obra completa de Cavafis, ha mantenido vivas y abiertas a reconsideración y mejora.

La organización temática de esta muy manejable antología facilita al lector la entrada en el rico mundo poético del poeta alejandrino. Por eso, a partir de unos ejes fundamentales (Pensamiento, Historia antigua, Estética, Poética y Erótica) se suceden los temas centrales de su poesía: el destino, la soledad, el amor, la identidad, la vejez y la muerte, aunque –como destaca Bádenas en su Introducción- “el arte de la escritura cavafiana radica en cómo nos dice las cosas, no en lo que dice. El secreto de su poesía es entonces el tono de su voz.”

Pocos poetas tendrán tantos poemas tan memorables y tan intensos como Ítaca ( "Ten siempre a Ítaca en tu mente./ Llegar allí es tu destino" ), como El dios abandona a Antonio ( "Sobre todo no te engañes, no digas que fue / un sueño, que tu oído te engañó") o Idus de marzo ( "Teme, alma mía, la grandeza" ) o como los más antiguos Murallas ( "Sin sentirlo, fuera del mundo me cercaron" ) o La ciudad, el poema que Cavafis prefería de entre los suyos, el primero de sus poemas canónicos, que se cerraba con estos versos desolados:

No hallarás nuevas tierras, no hallarás otros mares.
La ciudad te seguirá. 
Vagarás por las mismas calles. 
Y en los mismos barrios te harás viejo;
y entre las mismas paredes irás encaneciendo.
Siempre llegarás a esta ciudad. Para otra tierra -no lo esperes-
no tienes barco, no hay camino.
Como arruinaste aquí tu vida,
en este pequeño rincón,
así en toda la tierra la echaste a perder.

Además de las espléndidas traducciones de los textos, el antólogo ha incorporado al pie de cada poema notas breves pero muy esclarecedoras, que orientan al lector en el complejo mundo de referencias históricas, literarias o biográficas sobre las que se sostienen los poemas de esta antología pensada para "ofrecer al lector, mediante la selección y ordenación de los poemas, la imagen que considero responde fielmente a la personalidad intelectual y artística del autor."



Francisco Brines. 
Antología poética.
Introducción y selección de Ángel Rupérez.
Alianza Editorial. Madrid, 2018.

El libro de bolsillo de Alianza Editorial publica una amplia antología de la obra poética de Francisco Brines, una de las voces imprescindibles que en el último medio siglo ha ido creando una sólida poesía contemplativa marcada por un constante tono elegiaco matizado a veces con algún acento hímnico o con impulsos epicúreos. 

La ha preparado Ángel Rupérez, que se ha ocupado de la selección de los textos, que presenta en una Introducción en la que hace un recorrido por la evolución de la poesía de Brines, de la que afirma que “puede leerse enteramente como un viaje de ida y vuelta”en el que “el amor, a pesar de sus exaltaciones y sus arrebatadores espejismos, acaba fallando -por degradación, por acabamiento, por distancia, por muerte- y en consecuencia, ante el vacío que deja, limítrofe con el más radical desamparo, se produce como reacción salvadora el regreso al lugar de origen, el más importante de todos, el que recibe el nombre más inmaculado que aparece en estos poemas: la infancia.” 

Entre Las brasas La última costa, con libros intermedios tan fundamentales como Insistencias en Luzbel o El otoño de las rosas, la reflexión sobre el tiempo constituye el eje temático de la poesía de Brines, que agrupó en 1997 su poesía completa bajo un significativo título: Ensayo de una despedida. 

El tiempo y el paisaje, la memoria y el amor, la soledad, la fugacidad de la vida y el sentido de la existencia son el centro espiritual de una poesía en la que hay un constante equilibrio entre lo físico y lo ético y que el poeta ha resumido así: “El conjunto de mi obra es una extensa elegía.” 

Planteada como forma de conocimiento y como lamento de las pérdidas, la poesía de Brines se levanta como una expresión depurada de la materia existencial, como elaboración verbal de la sentimentalidad objetivada y de las sensaciones tamizadas por la inteligencia. Porque Brines entiende la poesía como el dibujo de un retrato opaco que perfila el contorno moral y biográfico del poeta con su mezcla de reflexión y pasión sobre el fondo de luz y sombra de la realidad. 

De esa lucidez y esa intensidad se alimenta su obra, porque –como él mismo explica- “estimo particularmente, como poeta y lector, aquella poesía que se ejercita con afán de conocimiento, y aquella que hace revivir la pasión por la vida. La primera nos hace más lúcidos, la segunda, más intensos.” 

Esas dos líneas en las que se cruzan la vida y la muerte, la memoria del tiempo fugaz y el amor más fugaz aún, el deseo y el abandono, conviven en la poesía de Francisco Brines y quedan reflejadas en todos sus matices en esta amplia antología, que es una nueva puerta abierta al conocimiento o al reencuentro con su obra, a la que se añaden diez poemas del libro inédito Donde muere la muerte.



Luis Landero, 
Juegos de la edad tardía.
Edición de Elvire Gómez-Vidal Bernard.
Cátedra Letras Hispánicas. Madrid, 2018.

Hace casi treinta años, en 1989, Juegos de la edad tardía, la sorprendente opera prima de Luis Landero, doblemente reconocida con el Premio de la Crítica y el Nacional de Narrativa, marcó un hito en la novela española del último cuarto del siglo XX. 

Con una asimilación madura de la tradición del relato oral y de la mejor narrativa europea y americana, la huella de Cervantes es la que se percibe más claramente en la obra: de él aprendió Landero no sólo un humor desolado, sino  la importancia del tono oral, porque, igual que el Quijote, Juegos de la edad tardía es una novela que se oye a la vez que se lee y la voz del narrador es la de quien habla más que la de quien escribe. Y, como en el Quijote, el núcleo de la obra lo constituyen las tensiones entre la ficción y la realidad: la insatisfacción es el motor que el protagonista pone en marcha para conseguir el triunfo de la imaginación que se imponga a la vida rutinaria.

Como Don Quijote, su protagonista, el imaginativo Gregorio Olías, juega a ser otro y se reinventa en la figura ficticia del ingeniero y poeta Augusto Faroni. A partir de ahí Gregorio inventa una historia de la que, como Don Quijote, es a la vez narrador y protagonista: la biografía ficticia de Faroni. Y así un narrador se superpone a otro para construir una novela dentro de otra, con un sistema de cajas chinas que recuerda también el sistema narrativo del Quijote y reivindica el placer de contar, instigado también por la figura sanchesca del ingenuo Gil/Dacio -entregado a la causa de Faroni como Sancho a la de Don Quijote- para levantar frente al  mundo un muro que defienda la vida fantástica de la mediocridad de la existencia real: y otra vez comprendió que estaba levantando un parapeto de urgencia que lo defendiese de las asechanzas del mundo.

Organizada en tres partes y un epílogo, Juegos de la edad tardía tiene como fecha clave el 4 de octubre. Ese es su  eje temporal: hay un antes y un después de ese día en la vida del protagonista y en la novela, que tiene como eje espacial la escalera, encrucijada de subida o de bajada, del viaje hacia la altura o hacia la profundidad, hacia el triunfo o el fracaso.

Pero todo el universo narrativo de Juegos de la edad tardía gira alrededor del protagonista y de su esfuerzo, a veces desalentado, por hacer coincidir la realidad y la ficción y de su gusto por fabular y contar: la trama, el resto de personajes, los incidentes, las bifurcaciones de historias, las encrucijadas narrativas que hacen de esta novela una obra caudalosa en acontecimientos y criaturas inolvidables. 

La edición, espléndidamente anotada, de Elvire Gómez-Vidal Bernard en Cátedra Letras Hispánicas, se abre con un amplio y profundo estudio introductorio que sitúa Juegos de la edad tardía en el contexto literario de la época en la que se publicó, como parte de la revitalización de la novela española desde los años 70 a través de la recuperación del argumento, el personaje y la narratividad.

Y después de esa contextualización, la introducción analiza la arquitectura de la obra y su andamiaje secreto, la relación entre el juego y la creación literaria, el arte narrativo de Luis Landero y la evolución de su mundo literario, presente ya en esta su primera novela. 

ENSAYO


José Álvarez Junco
y Adrian Shubert (eds.)
Nueva historia de la
España contemporánea
(1808-2018). 
Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2018.

“Este libro, traducción adaptada y ampliada del publicado por Bloomsbury en 2016, es el sucesor de Spanish History since 1808, publicado el año 2000 por Edward Arnold y Oxford University Press. En su primera versión, la del 2000, se alineó claramente con la interpretación revisionista respecto del estereotipo de excepcionalismo y fracaso que durante tanto tiempo había dominado la historia de España. Era un giro optimista, lógico en momentos en que se había consolidado la transición española hacia la democracia, tras la muerte del dictador Francisco Franco, y se habían celebrado los fastos de 1992, a la vez que en Europa se acordaba el Tratado de Maastricht y se implantaba la moneda única”, escriben José Álvarez Junco y Adrian Shubert en la Introducción de Nueva historia de la España contemporánea (1808-2018), que publica Galaxia Gutenberg.

Desde aquella edición inicial, publicada en inglés al borde de un nuevo milenio, han pasado menos de veinte años, pero han ocurrido tantas cosas -los atentados contra las Torres Gemelas y el terrorismo global, la crisis económica, la inmigración masiva, la aparición en Europa de movimientos xenófobos- que han variado el panorama y se ha nublado el optimismo que subyacía en aquella primera edición. 

Así lo reconocen los coordinadores: “Nos encontramos, pues, ante una España menos esperanzada que se inserta en una Europa y un mundo también más lúgubres. Esto influye, como se verá, en el tono del libro, pero no invalida la anterior asunción de que la historia de España, diferente sin duda a la de cualquier otro país, es sin embargo parte de la europea y no más anormal de lo que las demás historias lo son entre sí.”

A pesar de ese cambio de contexto, esta Nueva historia de la España contemporánea es una obra monumental llevada a cabo por un amplio grupo de especialistas y organizada en una estructura tripartita: cronológica, temática y biográfica. Así, la primera parte aborda la historia contemporánea de España en siete etapas que van desde el fin del Antiguo Régimen hasta hoy, pasando por el tiempo del liberalismo y la Restauración, por el camino a la modernización que culminó en la Segunda República, por la guerra civil y la dictadura franquista. 

Además de ese enfoque cronológico, otra sección temática afronta con un enfoque más analítico la economía y los nacionalismos periféricos, las relaciones de género y los procesos culturales, los movimientos sociales y el papel de los intelectuales, la religión y el estamento militar o las políticas de la memoria, porque -explican Álvarez Junco y Shubert- “ofrecer a los lectores un segundo repaso de la historia española dividida en temas es una manera de entender el pasado que va más allá de sus aspectos políticos; y refleja, por otra parte, el creciente interés de los lectores por aspectos específicos de ese pasado. En esta edición hemos añadido temas como el género, el fenómeno migratorio o las políticas de la memoria y la justicia transicional.”

Una tercera sección aborda la dimensión humana de cada momento o cada tema a través de la biografía de quince personajes representativos: de Fernando VII a Adolfo Suárez, de Emilia Pardo Bazán a Pilar Primo de Rivera, de Ortega a Azaña. “Muchos de ellos -advierten los coordinadores del volumen- pueden no ser hoy mucho más que nombres para los estudiantes universitarios y el público lector general. Pero todos fueron relevantes en su momento y, sobre todo, sirven para ilustrar y afianzar algunos de los argumentos expuestos en otras partes del libro. Lo cual no quiere decir que fueran las figuras más relevantes de la historia contemporánea española. Discutir su importancia puede, precisamente, ser un ejercicio pedagógico de interés.”

Cierra la obra un minucioso índice onomástico y temático que permite también la consulta rápida de este volumen, que está llamado a ser una obra de referencia en la historiografía contemporánea, porque ofrece una visión poliédrica de la realidad española. Una mirada plural que aportan los cerca de cuarenta historiadores de ocho países que han participado en la elaboración de los capítulos con una gran variedad de enfoques y perspectivas y con una distancia que es imprescindible para analizar una realidad tan compleja y cambiante como la que refleja la historia española contemporánea, en la que hay que buscar las claves del presente.

Esa es la mayor virtud de esta Nueva historia de la España contemporánea, que “ofrece una visión innovadora, más rica y matizada de lo habitual, de una apasionante y compleja historia nacional que siempre fue también europea y global.”



 Joseph Frank. 
Dostoievski.
Las semillas de la rebelión
(1821-1849).
Traducción de Celia Haydée Paschero.
Fondo de Cultura Económica. México, 2017.

Las semillas de la rebelión es el subtítulo del primero de los cinco tomos en que Joseph Frank organizó su magna obra sobre la vida, la obra y la época de Dostoievski, una obra monumental que publica el Fondo de Cultura Económica en su imprescindible colección Lengua y Estudios Literarios con traducción de Celia Haydée Paschero.

Fue una labor titánica que ocupó cuarenta años de trabajo de Frank, profesor de literatura comparada en la Universidad de Princeton, que convirtió un ambicioso proyecto en una brillante realidad que se ha convertido desde hace años en una referencia ineludible en los estudios literarios sobre Dostoievski y sobre la literatura rusa del siglo XIX, porque no se limita a reconstruir minuciosamente la biografía del novelista, sino que integra la  historia cultural, la teoría literaria y la crítica sociológica para hacer una profunda lectura de cada uno de sus libros: “Mi propósito -escribía Frank en el Prefacio del cuarto tomo-, igual que en los volúmenes anteriores, es mantener los libros continuamente en primer plano en lugar de tratarlos como meros accesorios a la vida en sí.”

De esa manera se abordan la vida y la narrativa de Dostoievski en el contexto social, estético e ideológico de la cultura rusa del siglo XIX con un constante equilibrio entre el enfoque biográfico, la situación histórica y el análisis literario para dilucidar las circunstancias personales, sociales y políticas en las que el novelista escribe una obra compleja, amplia y exigente, precursora del existencialismo del siglo XX y de la conciencia angustiada del hombre contemporáneo. Con ese enfoque multidisciplinar Joseph Frank elaboró entre 1976 y 2002 esta obra que fija la evolución del hombre y del escritor, de su literatura y de la sociedad rusa del siglo XIX. 

Este primer volumen aborda la infancia y la juventud de Dostoievski, la vida familiar como foco de tensiones emocionales, la formación de su carácter, entre la compasión que aprendió de su madre y la irritabilidad y la furia incontrolable heredadas de su padre, la formación de su ideología, entre el socialismo y el cristianismo, la presencia de abundantes recuerdos de infancia y juventud que reelaboró en novelas como Los hermanos Karamazov o Los demonios, la rígida formación religiosa de la vieja Rusia, su formación cultural y la influencia decisiva de Pushkin, el tránsito de Moscú a San Petersburgo en un viaje del pasado al presente, de la tradición a la modernidad para ingresar en la Academia militar de Ingenieros, una experiencia traumática y vejatoria que le llevó al aislamiento.

Hubo en esos años formativos una serie de hechos decisivos que marcaron su vida, su obra y su personalidad: el asesinato de su padre, la amistad del romántico Shidlovski, la doble influencia del romanticismo alemán y francés y de las novelas de Balzac y Víctor Hugo, el entusiasmo por Gógol al comienzo de su actividad literaria, la gestación de su primera novela, Pobres gentes, que tuvo un asombroso éxito y que Frank analiza detenidamente.

Y otros asuntos importantes en la formación del novelista: su relación con el crítico Belinski y la Pléyade, un grupo que propugnaba un socialismo utópico de signo cristiano; su concepción de la literatura como expresión del compromiso ideológico y moral del escritor; el incipiente conflicto entre razón y fe que le llevó al irracionalismo; el ingreso en el círculo socialista de Petrashevski, un grupo de intelectuales cada vez más radicalizados que tramaban una sublevación campesina contra el zar, hasta que en la madrugada del 23 de abril de 1849 fue detenido por la policía.

En ese punto termina el relato biográfico este primer volumen. Se iniciaría entonces un periodo de prisión en Siberia que pondría a prueba su capacidad de resistencia y marcaría un antes y un después en su vida y en su obra. Condenado a muerte, fue sometido a un simulacro de ejecución el 22 de diciembre de 1849, atado y con los ojos tapados ante el pelotón de fusilamiento durante unos interminables cinco o diez minutos.




Emilio La Parra.
Fernando VII.
Un rey deseado y detestado.
Tusquets. Barcelona, 2018.

Un rey deseado y detestado. Ese es el significativo subtítulo de la espléndida biografía de Fernando VII que publica Tusquets, con la que Emilio La Parra obtuvo el XXX Premio Comillas de Historia, Biografía y Memorias, cuyo jurado señaló que es un ensayo llamado a convertirse en la biografía de referencia de Fernando VII y su época, por  “el enorme conocimiento sobre el personaje y la valiosa y múltiple documentación aportada. Además de ratificar historiográficamente la turbia leyenda que acompaña a la figura de este monarca, el libro arroja nueva luz sobre las complejidades de una etapa histórica indudablemente tiránica, que, con numerosos matices, explica gran parte de la historia posterior de España.”

Deseado y detestado, protagonista de un agitado periodo histórico al que Galdós dedicó la segunda serie de los Episodios Nacionales. Un cuarto de siglo, de 1808 a 1833, en el que se suceden conspiraciones e intrigas, gobiernos y camarillas, traiciones y juramentos falsos que jalonan la trayectoria de quien acabó siendo un tirano que encabezó dos golpes de estado anticonstitucionales, restauró el absolutismo e instauró el terror de 1824.

La monumental biografía que ha escrito Emilio La Parra se organiza en tres partes -Príncipe de Asturias, Rey de España y El gobierno de la monarquía- que responden a los tres momentos esenciales de un proceso que arranca con la jura de Fernando como sucesor de Carlos IV y con el diseño de la educación del príncipe y se cierra en sus conflictivos últimos días, con la defensa de los derechos de su hija Isabel y la ruptura con su hermano Carlos.

Entre esos dos momentos, un periodo repleto de conflictos políticos, de golpes de estado en los que participó o de los que fue víctima, su enfrentamiento con Godoy, la conspiración de El Escorial y el Motín de Aranjuez, el acceso al trono el 19 de marzo de 1808 tras la abdicación forzosa de Carlos IV, la renuncia en Bayona ante Napoleón, ante quien tuvo un comportamiento servil y cobarde, la restitución de la monarquía absoluta con el golpe de Estado de 1814, la represión contra los liberales constitucionalistas y la pérdida de América, el juramento en 1820 de la Constitución, que traicionó poco después con su papel como director de la contrarrevolución, su inhabilitación tras el fracaso del golpe del 7 de julio de 1822 y su vuelta al poder de la mano de los Cien mil hijos de San Luis.

De la condición del personaje da cuenta el hecho de que, tras haber sido obligado a abdicar por Napoleón en Bayona, diera muestras -retenido en Valençay en plena Guerra de la Independencia- de una sumisión vergonzosa y de una bajeza moral incomprensible: mientras extorsionaba a sus compatriotas, felicitó a José Bonaparte que había usurpado la corona española, celebró las victorias francesas en España, pidió al emperador que lo aceptara como hijo adoptivo y le rogó que lo considerase como un príncipe francés.




Emil Cioran.
Extravíos.
Traducción y prólogo
de Christian Santacroce.
Hermida Editores. Madrid, 2018.

He leído todos los libros de la tristeza humana. Y no me han convencido. Me ha convencido la sangre, sin embargo, susurrando a las ideas el cansancio de su propio color…, escribía Emil Cioran en uno de los textos de su Extravíos, el libro inédito que publica Hermida Editores con traducción y prólogo de Christian Santacroce, que afirma que esta es “acaso la obra más sombría y descreída que el autor haya escrito nunca.”

Cioran la escribió a finales de 1945 y comienzos de 1946, en un momento de encrucijada en su trayectoria vital y su pensamiento. Fue su último libro en rumano antes de tomar la decisión de escribir el resto de su obra en francés. Desde ese punto de vista -añade Christian Santacroce-, Extravíos supone “un irreversible adiós ante la inminencia del salto que lo catapultará inmortalmente como uno de los prosistas más finos de las letras francesas en la segunda mitad del siglo.”

Era una consecuencia más de la crisis personal que provocó en él la Segunda Guerra Mundial, que le llevó a escribir en una carta a su hermano: “En varios sentidos yo ya no soy el mismo.”

El título resume la vocación marginal de Cioran, que se siente extranjero en el mundo: Ser extranjero en cualquier país, en cualquier orbe: elevar tu estado jurídico a calidad metafísica, escribe en uno de los textos del libro.

Desde esa posición distante y desarraigada, Cioran construye Extravíos como una suma de fragmentos, de párrafos discursivos, aforismos o frases sentenciosas que expresan su reflexión desolada sobre el sentido de la existencia.

Desde la amargura radical de un pesimismo sin concesiones -La bajeza es lo más profundo y sincero que hay en nosotros-, estas páginas son el reflejo de la meditación implacable de Cioran sobre el sentido de la existencia, sobre la muerte y el tiempo, la maldad y la libertad, la civilización y las creencias, sobre el tedio y el fracaso:

Al final el diablo escupirá de todos modos sobre nuestras cenizas, a pesar de que en el mundo abunden las flores y más allá de este los dioses.




Joseph Campbell.
Las máscaras de Dios.
Mitología occidental.
Traducción de Isabel Cardona.
Edición revisada por Santiago Celaya.
Atalanta. Gerona, 2018.

“La división geográfica entre las esferas oriental y occidental del mito y el ritual es la meseta de Irán. Al este se encuentran las dos esferas espirituales de la India y Extremo Oriente; al oeste, Europa y el Levante”, escribe Joseph Campbell en la Introducción -Mito y ritual: este y oeste- de La edad de la Diosa, la primera parte de Mitología occidental.

Es el tercer tomo de la obra monumental de Joseph Campbell Las máscaras de Dios, que publica Atalanta con traducción de Isabel Cardona en una edición revisada por Santiago Celaya con las actualizaciones científicas supervisadas por la Joseph Campbell Foundation en 2016.

Organizado en cuatro partes -La edad de la Diosa, La edad de los héroes, La edad de los grandes clásicos y La edad de las grandes creencias-, el volumen ofrece un recorrido por los arquetipos presentes en los ritos, el arte y la literatura desde las antiguas cosmologías y mitologías de la Diosa madre a la Europa renaciente de los mitos celtas y germánicos, pasando por los dioses y héroes de la Biblia, por la mitología griega, el helenismo y la Gran Roma o por el diálogo entre Europa y el Levante mediterráneo, entre la cruz y la media luna.

“En un nivel del pasado más profundo que el del vaivén de Persia, Grecia, Roma, Bizancio, el islam y posteriormente Europa –afirma Campbell-, el legado de la Edad del Bronce proporcionó muchos de los motivos básicos del pensamiento mitológico, tanto occidental como oriental. Es más, el origen de este legado no está ni en la India, como aún creen muchos, ni en China, sino en Oriente Próximo, en el Levante, donde las palas de la investigación arqueológica reciente han descubierto un fondo de preparación que se remonta a ca. 7500 a.C.”

Es una nueva entrega de la historia natural de los mitos que elaboró Campbell durante décadas de estudio de las diversas metáforas de la divinidad: la ubicua Gran Diosa Madre de la fecundidad, desposada de la serpiente o consorte del toro, esposa o madre del dios muerto y resucitado que está representada hace 7500 años como mínimo; los héroes-conductores-profetas del Antiguo Testamento -Abraham, Jacob, Moisés-, que hacen del sometimiento a la divinidad su forma de relacionarse con lo sagrado, y los dioses y héroes de Europa –griegos, romanos, celtas y germanos-, de signo humanista. Y así Job aparece como paradigma de los mitos del Levante semítico y Prometeo como modelo de los héroes europeos.

Desde las dos raíces de la mitología occidental, la de los desiertos árabes-sirios del Oriente Próximo, y la heleno-aria de Europa, que se unen en el sincretismo del helenismo, Campbell hace un ejercicio de mitología comparada a través de los episodios bíblicos, la mitología griega, los ritos mistéricos o las leyendas irlandesas de los druidas celtas. Mitologías que proponen interpretaciones poéticas del mundo como expresión de las cosmogonías matriarcales o patriarcales y de las diversas etapas evolutivas del pensamiento mágico: de la edad de los héroes, la de los grandes clásicos o la de las grandes creencias, en la que se produce un conflicto entre intolerancia y paganismo y tienen lugar los intercambios y las incomprensiones entre los dos grandes mundos espirituales de Occidente: el que se materializa en el Islam y el que desde el cristianismo, a través de la conciencia humanista expresada en la Reforma protestante, culmina en las propuestas de respeto a la libertad individual, científica y de pensamiento.


José Lezama Lima.
La expresión americana.
Edición, prólogo y notas de
Irlemar Chiampi.
Fondo de Cultura Económica. México, 2017.

Sólo lo difícil es estimulante, escribe Lezama Lima al comienzo de “Mitos y cansancio clásico”, el primero de los cinco ensayos que forman parte de La expresión americana, el volumen que publica el Fondo de Cultura Económica con el texto establecido en 1993 por Irlemar Chiampi, autora del espléndido prólogo (La historia tejida por la imagen) que abre la edición, donde destaca la importancia de esta obra “magistral, imprescindible para la reflexión presente y futura sobre la cultura latinoamericana”.

Y esos dos adjetivos -difícil y estimulante-, complementarios siempre en Lezama, definen su poesía, su narrativa y sus ensayos.

La expresión americana es el resultado de la reelaboración de cinco conferencias que Lezama dictó en 1957 sobre la identidad cultural americana: Mitos y cansancio clásico, La curiosidad barroca, El romanticismo y el hecho americano, Nacimiento de la expresión criolla y Sumas críticas del americano son los títulos de esos ensayos que son una interpretación del americanismo, una lectura crítica y poética del legado americano que traza la silueta cultural del continente a través de la imagen y del espacio.

Con un método que frente a la razón hegeliana defiende la imaginación mítica y frente a la razón histórica propone el logos poético, Lezama indaga en la esencia mestiza de lo americano, en la receptividad a las influencias y en el mestizaje como seña de identidad de la cultura americana, que incluye en su análisis a los Estados Unidos.

Por medio de una mirada que reivindica la visión del mundo como imagen que integra historia, cultura, arte y literatura, Lezama bucea en “las maternales aguas de lo oscuro” y encuentra la clave de la identidad americana en su ambición de universalidad a partir de lo que define como “protoplasma incorporativo”.

Más cerca de Calibán que de Ariel, el modelo de americano que fija Lezama en estos ensayos es una contestación al eurocentrismo de gran parte de la cultura occidental, una reivindicación de las eras imaginarias frente a la historia, de la imagen frente a la idea; en definitiva, del mestizaje entre el mito europeo y la imaginación americana, entre el cansancio clásico y la curiosidad barroca, entre el espacio real de la naturaleza y su reflejo en la pintura.

Lezama no reniega de la tradición europea, la asume como componente de la síntesis criolla a lo largo de un recorrido que tiene como referencia central el Barroco como expresión más acabada del mestizaje y como signo de identidad de la expresión americana.



David Walton.
Teoría y práctica de los estudios culturales.
Traducción de Pilar Cáceres.
Carpe Noctem. Madrid, 2018.


“Tras una breve introducción a los estudios culturales (británicos), este libro abarca, en primer lugar, el estructuralismo y el postestructuralismo para, luego, adentrarse en el posmodernismo y más allá de él. Dicha estrategia engloba los teóricos más importantes y las cuestiones que han preocupado a los académicos que trabajan dentro de este campo: el género, las clases sociales, la sexualidad, la raza/etnia, la ideología, las políticas de la identidad, el poscolonialismo, el discurso, la cultura popular, la historia, los medios de comunicación, el consumismo, la comodificación, la globalización, los nuevos movimientos sociales y el neoliberalismo, escribe David Walton en la introducción de Teoría y práctica de los estudios culturales, que publica Carpe Noctem con traducción de Pilar Cáceres. 

Una obra que aborda las diversas y sucesivas corrientes intelectuales que han articulado la teoría y la evolución de los estudios culturales. Del estructuralismo a la semiótica, del psicoanálisis a la deconstrucción posmoderna, este es un manual pensado para diversos tipos de lectores, pues -señala Walton en la Introducción, ‘Para qué sirve este libro’- “está dirigido a aquellos lectores con un cierto conocimiento de los estudios culturales que deseen asentar las bases sobre cómo se relacionan la teoría y la práctica cultural. Sin embargo, también les resultará útil a quienes tengan escaso o ningún conocimiento del análisis cultural, aunque sí la suficiente experiencia académica como para abordar la teoría y la práctica cultural a un nivel más profundo.” 

Por eso, por su concepción de manual o de introducción a los estudios culturales y a sus métodos hermenéuticos, Walton prescinde del abstruso lenguaje técnico para iniciados y explica que “uno de sus objetivos consiste en describir las teorías en un estilo accesible, a pesar de su complejidad.” 

Cada uno de los quince capítulos en que se organiza incluye no sólo una parte expositiva de cada una de las tendencias y enfoques en los estudios culturales, sino también el desarrollo de un ejemplo práctico y el apoyo de varios archivos de ayuda. Cierran cada una de las secciones una conclusión muy sintética, un resumen de las ideas esenciales desarrolladas en el capítulo y una relación de lecturas complementarias. 

Articulado en una estructura progresiva en la que cada capítulo añade complejidad al anterior, el libro ofrece un mapa detallado de las tendencias en los estudios culturales, pero es también por su orientación práctica una invitación a entrar en ese territorio, porque su intención es -afirma Walton- “ayudar a los lectores a desarrollar sus propias destrezas interpretativas, ya que no solamente se describen y explican los conceptos, sino que lo anterior va acompañado de ejemplos prácticos.” 

Desde el giro lingüístico estructuralista de Saussure a la semiótica de Eco o Barthes, desde Althusser y las definiciones de la ideología al postestructuralismo de Derrida, a la deconstrucción, la teoría y práctica de la intertextualidad o el psicoanálisis lacaniano, desde la definición de la condición posmoderna en Lyotard, Habermas o Baudrillárd, Walton ofrece en las más de cuatrocientas páginas de este libro un recorrido que culmina en un capítulo final sobre la cartografía cognitiva, un concepto que se define en el amplio glosario que resume y fija los conceptos básicos en los que se sustentan los estudios culturales. 




María Zambrano.
Obras completas IV. I.
Claros del bosque.
De la Aurora.
Senderos.
Edición dirigida por Jesús Moreno Sanz.
Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2018.

En el cuarto volumen de las Obras Completas de María Zambrano, dirigidas por Jesús Moreno Sanz y publicadas por Galaxia Gutenberg, se reúnen, en palabras del director de la edición, “los seis libros finales que acabó y preparó para su publicación la propia María Zambrano. Serán dos tomos de los que ha aparecido el primero, con tres libros compuestos entre 1977 y 1986: Claros del bosque, De la Aurora y Senderos.

Como en el resto de los volúmenes de esta magnífica edición en marcha, cada uno de los libros va precedido de una presentación del responsable de su edición: Mercedes Blesa para Claros del bosque; Moreno Sanz para De la Aurora y Sebastián Fenoy y el propio Moreno Sanz para Senderos.

María Zambrano escribió Claros del bosque, que apareció en 1977, aún en el exilio, y sus páginas contienen textos fundamentales en la estética contemporánea, porque perfilan de manera definitiva la propuesta zambraniana de la razón poética.  Claros del bosque es, como señala Mercedes Blesa en su Presentación, una guía espiritual, un camino hacia la revelación de la verdad que se continuaría con su complementario De la Aurora, un libro que María Zambrano compuso a la vuelta de su exilio en 1984, en un proceso que evoca Jesús Moreno Sanz, que colaboró con ella en la ordenación y la forma definitiva de los materiales.

Junto con Claros del bosque, Notas de un método y Los bienaventurados, De la Aurora es -en palabras de Jesús Moreno Sanz- “un poema del pensamiento” que representa “el colofón de la plenitud de la razón poética.” En este libro la aurora es metáfora del renacer de la luz tras las tinieblas y un símbolo de la germinación silenciosa de la palabra

Completa el volumen un tercer libro, Senderos, que reúne por voluntad de la propia María Zambrano dos obras anteriores: Los intelectuales en el drama de España y La tumba de Antígona, que es, con Claros del bosque, su obra de más calidad literaria.

Hay en esa obra una honda reflexión sobre el silencio y el lugar de la palabra a través de la figura trágica de Antígona, en la que María Zambrano vio una síntesis de poesía y conocimiento que se ajustaba a su concepción de la razón poética.


Nadie ha reflexionado más lúcidamente en nuestra cultura sobre las relaciones entre pensamiento y poesía, entre filosofía y creación, entre la razón y el conocimiento poético que María Zambrano, que transformó la razón vital de su maestro Ortega y Gasset en razón poética.

POESÍA

Rubén Darío.
“Yo soy aquel que ayer no más decía”
Libros poéticos completos.
Ricardo de la Fuente Ballesteros y Francisco Estévez (coords.)
Fondo de Cultura Económica. Madrid, 2018.

El Fondo de Cultura Económica publica una edición crítica, coordinada por Ricardo de la Fuente Ballesteros y Francisco Estévez, de los Libros poéticos completos de Rubén Darío, con la intención de “ofrecer con exactitud la poesía que Darío escribió y luego reunió en libro poético, y determinar con el mayor rigor posible la forma en que quiso que llegara al público” con el fin de “que el lector pueda disfrutar del texto más autorizado de los libros de poesía de Rubén Darío.”

Abre la edición un amplio estudio preliminar que propone “un doble acercamiento a la trayectoria vital de Darío para, desde ella, iluminar su trayectoria poética.” Con ese objetivo, se propone al lector un recorrido por las circunstancias biográficas y el contexto vital, histórico y cultural en el que surgen los libros de poesía de Rubén Darío, resultado de “una trayectoria vital agitada y apasionante, una vida marcada por la tragedia, que se refleja en una poesía también trágica, más allá del exotismo colorista en el que se ha visto a menudo a Darío /.../, mucho más que el cantor de princesas, marquesas y cisnes, símbolos, por otra parte, habitualmente malinterpretados, porque Rubén es un poeta de variados intereses, desde lo erótico a lo religioso, de lo social a lo metapoético, de lo oculto a lo existencial.” 

Rubén es seguramente el poeta más decisivo en la tradición poética hispánica del siglo XX, porque impulsó la modernidad desde el diálogo con otras culturas, con otras literaturas, con otras épocas. Y de ese diálogo surge la síntesis entre lo antiguo y lo moderno, entre lo francés y lo hispánico, entre lo europeo y lo americano que está en la base del Modernismo.

Sin el influjo determinante de Rubén, autor de una obra que con Azul y Prosas profanas cambió el rumbo de la poesía española e hispanoamericana, no hubiera sido posible nada de lo que vino después, empezando por Machado o Juan Ramón y siguiendo por los novísimos. 

La importancia de la renovación métrica y rítmica, su revitalización de la lengua poética lo sitúan en un nivel de influencia comparable sólo con Garcilaso, con quien Rubén comparte la condición de haber trazado una frontera, un antes y un después, en la poesía en español.

Desde Garcilaso no había habido una renovación poética comparable en importancia y transcendencia a la del Modernismo. Y es que si el toledano puso al español a dialogar con la poesía italiana y con Petrarca, Rubén la pone en contacto con la francesa a través de Hugo y de Verlaine, como Cernuda o Gil de Biedma harían luego con la poesía inglesa.

Y, como resultado de ese diálogo, el alcance de la renovación va mucho más allá de las meras cuestiones métricas o rítmicas. Con autores como Rubén o Garcilaso es fácil comprender que la poesía es sobre todo cuestión de voz, es decir, de tono y de timbre. 


Wallace Stevens.
Poesía reunida.
Edición de Andreu Jaume.
Traducciones de Andrés Sánchez Robayna,
Daniel Aguirre y Andreu Jaume.
Lumen. Barcelona, 2018.

Lumen publica la Poesía reunida de Wallace Stevens en edición bilingüe preparada por Andreu Jaume, que señala en su introducción que este espléndido volumen no recoge la poesía completa del autor estadounidense, sino “su corpus esencial, así como el grueso de todos sus aforismos.”

Sus casi ochocientas páginas incorporan algunos de los poemas traducidos por Andrés Sánchez Robayna en De la simple existencia, la antología que publicó Galaxia Gutenberg en 2003, así como los libros completos Ideas de orden, La roca Poemas tardíos traducidos por Daniel Aguirre, al  igual que los Aforismos completos, todos ellos en Lumen.

Se añaden como novedad fundamental dos libros imprescindibles del poeta norteamericano: Notas para una ficción suprema y Las auroras de otoño, con las traducciones de Andreu Jaume.

Heredero del Romanticismo inglés y del Simbolismo francés, entroncado estéticamente con la pintura impresionista y con el cubismo, Stevens (1879-1955) fundió en su poesía lo universal y lo local, la palabra y la mirada, lo concreto y lo abstracto, lo sensorial y lo intelectual para hacer visible lo oculto y ocultar lo visible, de manera que lo visible se hace más difícil de ver y a la vez el poema aspira a la revelación de lo invisible. Por eso Andreu Jaume habla en su introducción de “la concepción bautismal del lenguaje que puede volver a nombrar el mundo” en Wallace Stevens, para quien “muchas veces el poema consiste en una mera combinación y complicación de palabras que van creando una atmósfera y que producen al final el efecto de un encantamiento.” 

Toda su poesía, sutil y visionaria, ambiciosa y difícil, abstracta y a menudo impersonal - lo que Stevens denominaba ‘el poema de la mente’- está influida por sus lecturas filosóficas y por sus intereses plásticos y aspira a expresar con la imaginación las relaciones entre el hombre y el mundo. La imaginación se convierte en un arma poética fundamental: el poder del hombre sobre la naturaleza, el instrumento que ordena el caos.

Sus textos irracionalistas e imaginativos resisten el asedio de la razón y las interpretaciones lógicas, porque –como escribió en uno de sus aforismos- “un poema no precisa de significado y, como la mayoría de las manifestaciones de la naturaleza, con frecuencia no lo tiene.”

Porque un poema es para Wallace Stevens una exploración del mundo, otra forma de pensamiento y de conocimiento, una indagación en la capacidad reveladora del lenguaje y un diálogo entre la realidad y la imaginación. No se trata por tanto de nombrar la realidad, sino de descubrirla con el poema. Un poema que no debe proponer ideas sobre la cosa, sino llegar a la cosa misma, como había dejado escrito en el título del último poema de La roca.



José Hierro.
Cuaderno de Nueva York.
Ilustraciones de Adolfo Serra.
Posfacio de Vicente Luis Mora.
Nórdica. Madrid, 2018.


Esta música lleva mucha muerte dentro. 
El amor lleva dentro mucha música, 
mucho mar, mucha muerte. 
La muerte es un amor que habla con el silencio. 
El amor una melodía hija del mar y de la muerte: 
asciende, gira, enlaza el cuerpo, lo encadena 
hasta asfixiarlo despiadadamente.

En esos versos del Adagio para Franz Schubert están algunas de las claves temáticas del Cuaderno de Nueva York, el libro de José Hierro que publica Nórdica en una estupenda edición ilustrada por Adolfo Serra que cierra un posfacio en el que Vicente Luis Mora destaca la importancia de esta obra, porque "amén de sus méritos propios, el último libro orgánico de José Hierro tiene la especial virtud de constituirse como un aleph de toda su obra poética."

Se conmemoran así los veinte años de este libro, que tuvo un asombroso éxito editorial y que era el resultado de siete años de escritura sobre el amor y la muerte, el arte y el tiempo, la poesía y la música, que ocupa un lugar central en la obra.

Treinta y dos poemas, organizados en una estructura musical musicalmente con un preludio y tres movimientos constituidos por poemas largos, salvo en la parte central, Pecios de sombra, en donde predominan los poemas breves de arte menor.

Cuaderno de Nueva York es un libro unitario, no sólo porque sus poemas están conectados por el espacio unificador de la gran ciudad que les sirve de escenario, sino porque la tonalidad que los recorre responde a un mismo acorde poético que funde lo exterior y lo interior, la historia y la biografía, la reflexión y la emoción, el presente y la memoria en unos poemas discursivos y alucinados, visionarios y descriptivos.

Entre el reportaje y la alucinación, entre lo lírico y lo narrativo, un paisaje con figuras como Mozart y Beethoven, Schubert y Pound, Warhol y Alma Mahler,  Miguel de Molina y Bach, Lope y Gershwin, Brahms y Verdi, Schumann y el Rey Lear, solitarios sacados de su tiempo y de su espacio para habitar en estos poemas y expresarse mediante monólogos dramáticos que permiten a Hierro la fusión de la experiencia propia y la ajena, su proyección personal en el personaje con un yo poético ambiguo y polivalente.

Esta magnífica edición ilustrada se enriquece con la interpretación gráfica que hace Adolfo Serra de los poemas de Cuaderno de Nueva York, en los que Hierro dejó versos tan intensos y desgarrados como estos de A orillas del East River:

Siempre aspiré a que mis palabras, 
las que llevo al papel, 
continuasen llorando
–de pena, de felicidad, de desesperanza, 
al fin, todo es lo mismo–, 
porque yo las había llorado antes; 
antes de que desembocasen en el papel blanquísimo, 
en el papel deshabitado, que es el morir. 
Dejarían en él los ecos asordados empañados, 
de lo que tuvo vida.


Rosario Castellanos.
Poesía no eres tú.
Obra poética (1948-1971).
Fondo de Cultura Económica. México, 2017.

El Fondo de Cultura Económica acaba de reeditar en un volumen muy cuidado Poesía no eres tú, el volumen en el que reunió Rosario Castellanos (México, 1925- Tel Aviv, 1974) su obra poética escrita entre 1948 y 1971.

Rosario Castellanos es uno de los grandes nombres de la literatura mexicana del siglo XX y forma parte, como Jaime Sabines y José Emilio Pacheco, de una irrepetible edad de oro de la poesía contemporánea en ese país.

Desde Apuntes para una declaración de fe, su primer poema, hasta El retorno, que cierra su último libro, Viaje redondo, la obra de Rosario Castellanos tiene un evidente fondo autobiográfico y desarrolla, con una conciencia cada vez más radical de su condición femenina, una trayectoria que va desde la búsqueda al conocimiento, a la afirmación de su propia identidad, esa “dignidad de isla” que nombraba en uno de sus poemas.

La soledad y el tiempo, el amor y la muerte (“entre la muerte y yo he erigido tu cuerpo”), la amargura, la rebeldía y la ironía de un humor cada vez más negro son algunos de los temas, los enfoques y los tonos de una poesía de enorme potencia verbal y emocional.

Con esa constante presencia de lo autobiográfico que recorre sus libros, la poesía de Rosario Castellanos es una mirada al espejo, una forma de trazar su autorretrato, incluso cuando se proyecta en una máscara como en la excelente Lamentación de Dido, la reina abandonada por Eneas y hermanada con la poeta en la desolación:

Ah, sería preferible morir. Pero yo sé que para mí no hay muerte. 
Porque el dolor —¿y qué otra cosa soy más que dolor?— me ha hecho eterna.

En Destino, un poema de Lívida luz que empezaba con dos versos memorables (“Matamos lo que amamos. Lo demás/no ha estado vivo nunca.”), confluyen los temas esenciales de la poesía de Rosario Castellanos, en la que se fusionan ejemplarmente el ímpetu del sentimiento y la potencia de una palabra que nunca deriva hacia la oscuridad metafórica, sino hacia la expresividad enunciativa y directa que remata el texto con este verso: “Damos la vida sólo a lo que odiamos.”

El amor como crecimiento o como destrucción, la rebeldía ante la soledad y las postergaciones, la incursión en la herida y en la sombra marcan las claves de esta poesía, exigente y rigurosa desde el punto de vista formal y estrechamente vinculada a la realidad biográfica y a las circunstancias sentimentales de su autora.

Además de sus libros originales, Poesía no eres tú incorpora las versiones que hizo Rosario Castellanos de poemas de Emily Dickinson y Paul Claudel y las especialmente brillantes de Marcas, de Saint-John Perse. 



Javier Lorenzo Candel.
Apártate del sol.
Siltolá Poesía. Sevilla, 2018.

No miréis los escombros, / No atendáis a las ruinas, nos dijeron, / Ni a los ruidos del aire / Entre los vanos de vieja arquitectura /…/ Y después sed modernos,  / Emprendedores, hombres /Defensores del pulso de estos días / Y haced de la otra época, la del que busca / Y sufre y considera, y promueve y pregunta,/ Un tiempo ya remoto, escribe Javier Lorenzo Candel en el poema que abre su Apártate del sol, que publica Siltolá Poesía.

En esta época de tanto adanismo poético hay que celebrar la aparición de un libro como este, que nos recuerda lo que dijo Eugenio D'Ors: "Todo lo que no es tradición es plagio." 

La de Javier Lorenzo Candel es una voz afirmada en la asimilación de la tradición para reflejar la conciencia del tiempo ("Qué poco dura el día") y la fugacidad (“Esta efímera forma de pasar por la vida”) desde la contención expresiva (“A nadie he de contar que todo lo que vi / Regresa al frío”).

Y no es sólo una cuestión de temas. La tonalidad de la voz poética, la cadencia serena de su ritmo y la naturalidad expresiva de sus versos son los elementos que hacen de los 46 poemas del libro un conjunto admirable que reivindica una dicción poética anclada en la mejor tradición clásica y modulada inevitablemente por una mirada contemporánea que la actualiza y nos la devuelve tan fresca como las rosas inmortales de Ausonio o de Ronsard de esta espléndida variación sobre el tema del Carpe diem:

Serás, muchacha, hermosa solo por unos años, 
Luego vendrá insolente tu vejez, y del tiempo
Que vives, hazme caso, quedará la añoranza, 
Los hombres que dejó tu insultante belleza, 
Tu descaro, la fuerza de tu amor femenino. 

Igual que yo lo he sido, tú serás un recuerdo, 
Tan solo bella imagen de un pasado remoto 
Que no habrá de volver. 
Y pasarán de largo los hombres que desees, 
Y será la aflicción quien comparta tus sábanas. 

Regalo de los dioses es esta sinrazón 
Que parece que ignoras, un regalo 
Que asiste, afortunadamente, a la Naturaleza.


Juan Peña.
El poema extranjero.
La Isla de Siltolá. Sevilla, 2018.


Celebro lo perdido, y por perdido doy cuanto gano, 
y en la eterna batalla que es mi vida, 
soy un rey vencido, y mis soldados soy caídos en combate. 
Y aunque luché incansable desde el alba al ocaso, 
mi reino no es mayor que esta pequeña piedra.

Esa es la versión que Juan Peña hace de ‘Lo que he vivido’, de Yeats. Es una de las quince traducciones que reúne en El poema extranjero, el volumen que publica La Isla de Siltolá en su colección Nuevas traducciones, que va precedido de una nota del autor en la que señala:

“He pretendido que estas traducciones sean lo más fieles posible al texto original. En ocasiones, sin premeditación, se me ha impuesto la traducción de una emoción más que la traducción literal de las palabras que crearon esa emoción. De ahí que mis errores se deberán no sólo a mi impericia filológica, sino a que yo, como lector, acaso haya leído una emoción equivocada en un poema extranjero.”

Y es precisamente ese hilo de emoción el que une estas quince estupendas versiones de poemas extranjeros como la Oda a una urna griega, El infinito, Correspondencias o El viaje a Bizancio, que revelan la capacidad del traductor, poeta él mismo, para captar la voz personal que vibra en los versos de estos textos.

Sin faltar al irrenunciable deber de ser fiel a cada una de las potentes voces poéticas traducidas (Hölderlin, Keats, Leopardi, Baudelaire, Yeats, Kipling, Rilke, Dylan Thomas), Peña deja en estas traducciones su impronta de poeta, su conciencia del lenguaje y su sentido del ritmo para hacer que los poemas extranjeros adquieran vida propia en sus versiones evitando el peligro de hacer meras transcripciones más o menos literales, prosaicas o incapaces de transmitir la fuerza del original.

Santos Domínguez