7/3/18

González-Ruano. Mi medio siglo se confiesa a medias


César González-Ruano.
Memorias.
Mi medio siglo se confiesa a medias
Prólogo de Manuel Alcántara 
Editorial Renacimiento. Sevilla, 2017.

En su Biblioteca de la memoria, Renacimiento reedita Mi medio siglo se confiesa a medias, las memorias que César González-Ruano escribió entre el 1 de julio y la noche del 31 de diciembre de 1950. 

Seiscientas apretadas páginas que redactó con rapidez pasmosa si se tiene en cuenta que no era su única dedicación y que sólo las escribía por las tardes. Lo explicaba así en el prólogo de la primera edición: Escribiré de prisa, no porque tenga prisa, sino miedo a aburrirme, y no corregiré –casi nunca lo hice– ni he de volver sobre el original por otro miedo: el de que no me guste y lo rompa. Creo que éste es un tipo de libro, aunque pueda parecer lo contrario, de inspiración y de cogerlo y no dejarlo hasta el final, casi casi como un trance o como la rápida reconstrucción de un sueño.

Como en una labor de reciclaje, González-Ruano aprovechó diversos materiales previos (artículos, relatos, crónicas...) para componer un mosaico en el que conviven la calidad de su prosa y ese silencio interesado -y no sólo sobre asuntos amorosos- que se anuncia desde el título.  

Un silencio que acaba convirtiéndose en una especie de cínica renuncia a la sinceridad que es muy característica del personaje que fue Ruano. Personaje, sí, porque en estas páginas la autobiografía se convierte en novela y la memoria se transforma en autoficción, en creación de una máscara alejada de la persona y cercana al personaje: 

En suma, no basta con ser un tipo moral, ni siquiera físico, si los demás se empeñan en ver otro. Si se tiene una fuerte personalidad, a lo más que se puede llegar es a defender un cincuenta por ciento de ella, a circular por la vida y el mapa como un medio ser logrado por uno mismo y otro medio ser inventado por la gente.
Esta ficción impuesta de lo que los demás han querido que uno sea, esta farsa en la que uno representa el papel que nos han dado nuestros autores, como un cómico que necesita vivir, a veces es tan insistente, o tan atractiva, o nos proporciona tal éxito inmerecido, o nos acarrea tanta desgracia, que acaba por afectarnos, y, con frecuencia, nos la incorporamos al medio ser auténtico, y entonces, uno mismo, se hace un lío tremendo, y ya no sabe hasta dónde se es de verdad y desde dónde se es –por mucho que seamos– de mentira.

"Amanuense de sí mismo" lo llama en su prólogo –César- Manuel Alcántara, que destaca la centralidad de esta obra en el amplio conjunto de la producción de González Ruano: “Está claro que el César preferible es el articulista que hizo época además de llenarla y el autor de Mi medio siglo se confiesa a medias. (...) Si tuviera que explicarle a alguien quién era, quién sigue siendo, y nadie menor de treinta años tiene una idea muy clara de él, le diría que leyera este libro y una recopilación de crónicas. Ahí está lo mejor de su desparramada y febril creación de pura raza de las letras, de escritor de cuerpo entero. Su bibliografía tiene más de ochenta títulos, pero sus credenciales de supervivencia literaria están aquí y en sus artículos. Es casi como haberle conocido. Casi como haber sido amigo suyo. Casi.”

Santos Domínguez