8/3/17

Josep Pla. La vida lenta


Josep Pla.
La vida lenta.
Notas para tres diarios
(1956, 1957 y 1964).
Edición y prólogo de Xavier Pla.
Traducción de Concha Cardeñoso Sáenz de Miera.
Austral. Barcelona, 2016.

El 1 de enero de 1956 anotaba Josep Pla en su diario: “Esta noche, cuando volvía a casa (a las dos) a pie, con una tramontana fortísima en contra, pensaba que, a veces, la vida parece más larga que la eternidad. En la cama (glacial), leo los dos últimos números de Il Borghese, hasta las ocho. Me levanto a las cuatro de la tarde. Hace un día despejado, soleado y lívido —sin viento. ¡Año nuevo, vida nueva! Me paso lo que queda del día en casa, junto al fuego.”

Es la primera de las notas de tres diarios de Josep Pla que permanecieron inéditos hasta que hace dos años los publicó Destino en el volumen La vida lenta. Notas para tres diarios (1956, 1957 y 1964), con edición y prólogo de Xavier Pla y traducción de Concha Cardeñoso Sáenz de Miera, que acaba de aparecer en Austral en formato de bolsillo.

La vejez, el insomnio, el frío en su masía, los problemas con la bebida y con la censura, el malestar ante la vida o el asco hacia el franquismo se van repitiendo en la prosa afilada de estas anotaciones hechas en agendas extranjeras, con pluma de tinta azul o negra y sin tachaduras apenas.

Casi todas estas notas las escribió en la cama, en madrugadas insomnes, muchas veces después de volver de Palafrugell después de cenar y beber demasiado, en una repetida inversión de horarios que le lleva a acostarse cuando está bien avanzada la madrugada y a levantarse -si se levanta- por la tarde.

Y ante esa desazón generalizada, la literatura se levanta en estas páginas como refugio ante las inclemencias de la vida y como defensa frente al mundo. Aislado en la masía como Montaigne en su torre, para defenderse del mundo y para observar la vida a distancia, Pla atravesaba estos años un estado depresivo y tenía problemas de alcoholismo, lo que le provocaba crisis de culpabilidad y una autocrítica que se extiende también a su escasa consideración por lo que escribe o por lo que lee: “Paso del alcohol a la lectura ávida, que me produce el mismo daño”, escribía el 15 de febrero de 1957. 

Tres dietarios que nunca se proyectaron como libro, aunque constituyen una especie de "taller de borradores" que luego aprovecharía en sus artículos, como señala Xavier Pla en su prólogo, y completan la imagen de un Josep Pla que está en ellos en estado puro para trazar un autorretrato involuntario pero definitivo que refleja su situación en unos años cruciales. Y lo más revelador, una frase que se repite con mucha frecuencia en estas anotaciones: “No hay nada que hacer.”

Santos Domínguez