29/6/16

Equipaje de vacaciones. Prosa




Robert Aickman.
Las casas de los rusos.
Traducción de Arturo Peral Santamaría
e Irene Maseda Martín.
Atalanta Ars brevis. Gerona, 2016.

Atalanta reúne en Las casas de los rusos seis relatos de Robert Aickman, uno de los maestros del género fantástico, que se suman a otros seis que publicó esta misma editorial hace cinco años en el volumen Cuentos de lo extraño, con el mismo eficiente traductor, Arturo Peral Santamaría, al que acompaña ahora Irene Maseda Martín.

Como aquellos, los relatos de esta nueva entrega son una incursión en el lado oscuro de la realidad en busca de la inexplicable complejidad de lo cotidiano. Porque, como explicó Todorov, el mejor teórico del género, la literatura fantástica parte de lo cotidiano para llegar a lo inexplicable.

Un buceo narrativo por los abismos del horror que está al fondo de la conciencia, porque –ya lo demostró Poe en sus relatos- el horror contemporáneo no surge, como en la literatura gótica, de la escenografía exterior sino del fondo secreto de los personajes.

Los relatos de Aickman son una mirada al otro lado del espejo, una travesía por la línea de sombra que separa la razón de lo subconsciente, el sueño de la vigilia, la visión imaginada de la percepción real.

Con tonos diversos y perspectivas diferentes, con algún dato oculto que emerge en los párrafos finales de cada relato para producir un efecto de sorpresa, con una envidiable capacidad para crear atmósferas inquietantes y opresivas, estos seis relatos –alguno cercano a la novela corta- tienden puentes entre lo interior y lo exterior, entre lo real y lo imaginario, entre lo usual y lo extraño.

Con sorprendentes giros finales y diálogos caracterizadores, son relatos que transcurren bajo una nube de polvo o bajo la niebla nocturna de Finlandia, con la tonalidad del relato onírico, entre ambientes decadentes y casas aparentemente deshabitadas y proyectan una extraña mirada sobre lo femenino y sobre mujeres fatales de belleza insufrible.

Concentrados en el tiempo y en el espacio para producir una intensa unidad de efecto, con la presencia latente de una sexualidad oscura, deambulan por ellos un artista y una viuda, una joven en un páramo, dos gemelos terribles o dos hermanas con fantasma en un rincón fuera del tiempo de una mansión campestre.




Rocío Fernández Berrocal.
Tartesia linda.
Un paseo por la Sevilla
de Juan Ramón Jiménez.
Biblioteca de temas sevillanos.
Instituto de la cultura y las artes.
Ayuntamiento de Sevilla, 2016

Un paseo lírico por la Sevilla de Juan Ramón Jiménez de la mano de Rocío Fernández Berrocal, que estudió en su tesis doctoral y en un excelente libro la relación del poeta con una ciudad que fue siempre -incluso en el exilio- una referencia vital y artística ineludible.

La llamó ‘divina ciudad’, ‘ciudad del paraíso’, ‘capital lírica’ de España, le dedicó un libro que empezó a escribir en 1912. Fue la ciudad en la que despertó su vocación literaria, una de las estaciones de paso en el viaje decisivo hacia Zenobia que es el Diario de un poeta reciéncasado y antes de regresar, cadáver ya de paso hacia su tumba definitiva en Moguer, siguió siendo un recuerdo persistente, porque en la poesía espacial de Juan Ramón -Espacio se titula significativamente ese poema mayor de la literatura en español-, la fusión de vida y obra hace que Sevilla, idealizada como imagen de belleza universal y como ámbito simbólico de la creatividad, vuelva una y otra vez a su escritura y su recuerdo.

Un volumen, pensado para llevar en el bolsillo en un paseo por Sevilla, que recoge -en palabras de la autora- “todas las referencias sevillanas de Juan Ramón encontradas hasta el momento, un corpus extenso que ilustra ampliamente su vocación de ser tan sevillano como moguereño.” Porque “si Moguer fue para Juan Ramón la luz con el tiempo dentro, Sevilla es para el poeta el tiempo con la luz dentro.”


Rafael Sánchez Ferlosio.
Ensayos 2.
Gastos, disgustos y tiempo perdido.
Edición de Ignacio Echevarría.
Debate. Barcelona, 2016.

En un artículo de 1980 hablaba Sánchez Ferlosio del deporte como una actividad que “no cría más que gastos, disgustos y tiempo perdido.” De ahí surge el título elegido para organizar el segundo tomo de los ensayos ferlosianos, que publica Debate en una edición cuidada y anotada por Ignacio Echevarría.

Un volumen que recoge las colaboraciones en prensa de Sánchez Ferlosio desde los años setenta. Superado ya su retiro para dedicarse a los altos estudios eclesiásticos que se publicaron en el primer volumen, El País, Diario16 ABC acogieron en sus páginas decenas de artículos de opinión en los que comentaba la actualidad política y cultural de España en las últimas cuatro décadas. De esas colaboraciones en prensa no se recogen en este tomo los pecios, que se han publicado recientemente bajo el título Campo de retamas, ni sus frecuentes cartas al director.

Fueron, aunque abundantes en algunos momentos, colaboraciones poco continuadas, esporádicas casi siempre, escritas desde la perspectiva insobornable de “un francotirador que -omo señala Ignacio Echevarría en la presentación de este volumen- sin vínculos partidistas de ninguna clase /…/ discierne con insólita precocidad y contundencia los asuntos neurálgicos del acontecer nacional.”

La identidad nacional y los nacionalismos periféricos, las fuerzas armadas y el terrorismo, la censura y la tortura, la derecha y la evolución del PSOE, la educación y los medios de masas, los fastos del 92 o el Prestige estuvieron en el objetivo de la agudeza y la independencia de Ferlosio, en su mirada distante y lúcida.

Organizado en cinco partes presentados por un irónico prefacio parabólico, “Breve historia de un dinero malgastado”, el lugar central lo ocupa el apartado “Mas no todos los tiempos son unos”, que recopila en tres secciones más de cincuenta artículos que tienen como eje los variados asuntos nacionales recogidos en volúmenes como La homilía del ratón o La hija de la guerra y la madre de la patria.

El último apartado –“El anti centenario”- se centra en el quinto centenario de la conquista de América –“Cinco siglos de Historia y desventura” es uno de los artículos que aparecen como prolegómeno- y en las celebraciones del 92. Un apartado que tiene como centro el ensayo “Esas Indias equivocadas y malditas.”

Completa el volumen un anexo con la entrevista que Ferlosio le hizo al naturalista Miguel Delibes de Castro sobre los incendios forestales tras el incendio de la sierra de Guadalajara en el verano de 2005.

Además de las notas finales del editor, escuetas y oportunas, un exhaustivo índice onomástico permite la localización rápida de referencias a personas, partidos, instituciones o acontecimientos que fueron objeto de la atención de estos artículos que en conjunto constituyen una contra-crónica de la España reciente y de su historia.


Frank Kermode.
El tiempo de Shakespeare.
Traducción de Juan Manuel Ibeas.
Debate. Barcelona, 2016.

Debate recupera un espléndido ensayo sobre Shakespeare y su tiempo que publicó en 2005 y que el centenario de la muerte del poeta de Stratford ha vuelto a poner de actualidad.

Pero El tiempo de Shakespeare, de Frank Kermode, es mucho más de lo que anuncia su título. Además de un acercamiento a la época y al contexto histórico, político, social y cultural en el que surge y se desarrolla el teatro isabelino, a la expansión comercial que convirtió a Londres en un centro financiero internacional, es una excelente introducción al teatro de Shakespeare.

En aquel hervidero urbano al que llegó el aspirante a escritor desde Stratford, una de las diversiones favoritas eran las representaciones teatrales, cuya dimensión social y económica es uno de los ejes de este libro. Hay un dato concluyente: en vida de Shakespeare se construyeron nueve teatros en aquella ciudad turbulenta que era ya una de las capitales del mundo.

Con un grado cada vez mayor de complejidad de los espacios teatrales y de profesionalización de las diversas compañías, se fue produciendo una progresiva separación entre la actuación profesional y la mera representación. 

Sólo si se entiende esa profesionalización puede explicarse que Shakespeare escribiera obras tan exigentes como Hamlet o Macbeth, tan llenas de matices y monólogos y con un lenguaje dramático tan estilizado.

Pero lo mejor de este estudio, ya lo avisábamos, es el recorrido por la evolución del teatro de Shakespeare, desde su primera época –anterior a la construcción del Globe: desde Tito Andrónico hasta Mucho ruido y pocas nueces. 

Un análisis global y profundo de los textos que atiende al papel del público, al estilo y a los temas o a su intención política y que se centra en la época de plenitud del autor, en su década prodigiosa desde el traslado de la compañía al teatro del Globe, a cuya creación, diseño y estructura se presta también una notable atención.

Ese fue un momento crucial en la obra de Shakespeare, que desarrolla su década más creativa desde Como gustéis hasta La tempestad, pasando por Julio César, Hamlet, Otelo o Macbeth. Cada uno de esos títulos bastaría para considerarlo el clásico de los clásicos, el inventor de lo humano, como decía Harold Bloom.




Juan Arnau.
El efecto Berkeley.
Pre-Textos. Valencia, 2015.

En la línea de ficción filosófica inaugurada con El cristal Spinoza, Juan Arnau publica en Pre-Textos El efecto Berkeley, en torno a la figura del filósofo irlandés que defendió la idea de que ser es percibir y la vida por tanto está hecha de impresiones, sobre todo visuales, porque “los recuerdos, los sueños y las fantasías son todos ellos restos de impresiones visuales.”

De Dublín a Londres, de París a Nápoles, entre el relato y la biografía, el dietario y el ensayo, la filosofía y los diálogos teatrales, este es un libro en el que las sensaciones tienen también un papel decisivo en la sucesión de escenas construidas con una actitud híbrida que recuerda las evocaciones intrahistóricas de Azorín en sus reconstrucciones de los clásicos redivivos.

El paisaje del condado independentista de Kilkenny donde nació Berkeley, Grub Street, un suburbio de las letras londinenses, la prisión de Newgate o el gesto más trivial del personaje los envuelve Juan Arnau en la calidad de su prosa fluida que se gana la complicidad admirada del lector desde el primer párrafo hasta el final, con la tonalidad elegante de su prosa equilibrada y con la cercanía conversacional que marca muchas de sus páginas, a medio camino entre la filosofía y el teatro, a través de diálogos teatrales con Prior o Swift, Voltaire o Pope, Malebranche o Voltaire.

Y porque ser es percibir y ser percibido, nada mejor que este libro que huye de las abstracciones metafísicas para introducirnos con asombrosa maestría en la individualización de las sensaciones que sugieren sus páginas con la importancia crucial de los adjetivos.

Un ejemplo: “Lumbre de sarmientos. Sardinas ensartadas sobre las brasas. Escamas quebradas, azuladas y amarillas. Berkeley sopla un rescoldo, el fuego enrojece sus mejillas. Un mendrugo de pan, patatas cocidas y cuatro nueces. Junto a las viandas, un cuaderno. La mano se mueve con calma litúrgica, dejando a su paso una caligrafía franca, marcial.”

La evocación de la época y el ambiente, los viajes y la literatura, la historia y la física, las matemáticas y la relatividad del tiempo y el espacio en este teatro de ideas que muestra que las cosas del mundo son sensaciones, que todo es percepción y que por eso mismo “la piel es lo más profundo del hombre.”




 Ignacio Gracia Noriega.
Las burbujas de la tierra.
Cátedra Crítica y Estudios Literarios. Madrid, 2016.

En torno a William Shakespeare, el más grande y el más extraño de los poetas, se organiza el volumen Las burbujas de la tierra, en el que Ignacio Gracia Noriega agrupa un amplio conjunto de artículos que abordan la figura y la obra de Shakespeare.

A explorar las claves de su grandeza, de su vigencia y de esa condición extraña se dedica esta recopilación de artículos que abordan la biografía y la personalidad de Shakespeare, su concepción de la poesía y su dominio de la técnica teatral, el doble oficio de dramaturgo y poeta -“ocupaciones complementarias pero no idénticas”- de un autor inabarcable.

Tan inabarcable que Goethe decía que no se puede hablar de él, porque todo lo que se diga resulta insuficiente. Pero aunque su monumentalidad nos desborde, este tipo de acercamientos son irrenunciables y sirven para iluminar su obra y su grandeza, su poética teatral, los argumentos y los personajes que aparecen en su obra, las teorías sobre la autoría de sus obras, su visión de la naturaleza y de la historia, su imagen del poder, las adaptaciones al cine de sus obras por Orson Welles, Mankiewicz o Kurosawa,  la presencia de lo español en su teatro o su relación con la literatura española de su tiempo.

Complejo como la vida, enorme como el mundo, en torno a Shakespeare nos podemos seguir formulando la pregunta que da título al epílogo: ¿Qué sería el mundo sin Shakespeare?



 

Román Gubern.
Historia del cine.
Compactos Anagrama. Barcelona, 2016.

En una espléndida edición de bolsillo, Compactos Anagrama publica la última versión revisada y actualizada de la imprescindible y monumental Historia del cine de Román Gubern, una obra de referencia desde su primera edición en 1969 en dos tomos.

A lo largo de sus muchas reediciones se han ido añadiendo nuevos capítulos y sucesivas revisiones que culminan con la “Última sesión”, de 2014, cuando el canon es que no hay canon y el consumo de películas se está desplazando en el mundo occidental de lo público a lo privado, de las salas de proyección a los domicilios, primero con el vídeo y hoy con internet.

Con cuatro cuadernillos de ilustraciones, la Historia del cine es una obra de consulta rápida con dos índices -uno onomástico, otro de películas- que permiten una búsqueda directa de títulos, directores o actores; un manual universitario y un relato próximo de la evolución del séptimo arte desde el punto de vista estético, técnico y temático.

Una evolución vertiginosa, porque, a diferencia de otras artes, surge en un momento que le permite asumir el bagaje cultural previo y aprovechar los avances de la técnica, la literatura, la música, la pintura o la fotografía.

Una evolución tan vertiginosa responde a la aceleración histórica que se ha producido en el último siglo, a la necesidad de reflejar el contexto social, político, ideológico, artístico o cultural de cada momento y cada país. Por eso el cine es un fenómeno complejo que requiere enfoques múltiples para analizar no sólo su dimensión estética, sino la repercusión social de su contenido ideológico, su influencia en los gustos y la mentalidad, su poder propagandístico al servicio del poder o de las revoluciones.

Y con esa perspectiva integral, Gubern abordó las transformaciones de un arte cambiante desde el cine mudo al cine en la época de internet, pasando por la importancia de corrientes como el neorrealismo italiano, la nouvelle vague francesa, el cine americano o el español.

Una obra monumental en una edición asequible puesta al día con la perspectiva actual, cuando el cine es  “un mosaico de propuestas cuyo canon es la diversidad, o la pluralidad de miradas y la heterogeneidad de sensibilidades, lo que no excluye contaminaciones e hibridaciones transculturales, a veces de modo subterráneo. En un contexto en el que los conceptos de canon y de «cine nacional» han tendido a diluirse por el efecto centrífugo de la globalización, los juicios estéticos están sometidos a caución.”



 Jordi Balló y Alain Bergala (eds.)
Motivos visuales del cine.
Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2016.

Si en su imprescindible La semilla inmortal Jordi Balló abordaba junto a Xavier Pérez la presencia de una serie de argumentos que el cine ha tomado de la tradición literaria, en este volumen ha coordinado con Alain Bergala un espléndido conjunto de artículos en los que más de sesenta especialistas exploran los motivos visuales que el cine ha tomado de la pintura, porque, como explican los editores en su presentación, “el cine siempre ha privilegiado motivos visuales afines a su lenguaje y sus aparatos concretos: la ventana, la nuca, la escalera, el espejo, el duelo, la sombra, el cuerpo que cae, la cicatriz, la destruccion del decorado, el laberinto y muchos otros incluidos en este libro.”

Un conjunto de estudios que recorren la mitología de la imagen y el significado simbólico y narrativo de metáforas visuales que el espectador sabe leer e interpretar con toda su carga connotativa: una mujer asomada a una ventana o mirándose en un espejo,  las escaleras o el horizonte, un columpio o un callejón, una cama o un abismo, una ejecución o un despertar, una montaña o una persecución, una tempestad o un reloj, una sombra o un laberinto, una cicatriz o un árbol.

Motivos visuales que articulan un pensamiento expresado en imágenes y representado por una serie de referentes que proceden de la tradición pictórica o literaria. Esos motivos han ido configurando el imaginario icónico que el espectador asocia a cada película, porque apelan a su memoria visual.

Atendiendo a la doble dimensión del cine como arte visual y como instrumento narrativo, los distintos capítulos del libro analizan, con abundantes ilustraciones, esos motivos que se repiten a lo largo de la historia del cine y que muchas veces, con sus diversos enfoques y sus cambios de perspectivas, son las señas de identidad de los directores más relevantes.




Octavio Paz.
De una palabra a la otra:
Los pasos contados.
Prólogo de Aurelio Major.
Pintura de Frederic Amat.
Vaso Roto. Madrid, 2016.

Como “una biografía intelectual vista en el espejo de su vida poética” define Aurelio Major en su prólogo al volumen De una palabra a la otra: Los pasos contados, que acaba de publicar Vaso Roto en una espléndida edición ilustrada con la pintura de Frederic Amat.

Una reunión de dos artículos -Los pasos contados y La crítica como higiene social- que aparecieron en las revistas barcelonesas Camp de l’Arpa en abril de 1980 y Destino en noviembre de 1975 y que no habían sido recogidas en libro hasta ahora.

El primero de esos dos artículos surgió como texto introductorio de una lectura pública de su poesía y constituye una reflexión de Octavio Paz sobre su obra y sobre las influencias que la han orientado, desde la poesía precolombina a la tradición poética inglesa de Blake, Worsdworth, Yeats o Eliot; desde los clásicos españolas y Sor Juana Inés de la Cruz a la poesía china de Wang Wei o Tu Fu; desde la tradición latinoamericana de Huidobro o Vallejo a  Valéry o el surrealismo pasando por Juan Ramón o el 27 de Cernuda y Guillén.

Es el resultado, como señala el prologuista de su interés “por enfatizar expresamente -como señala el prologuista- en un texto unitario las lecturas que acompasaron sus poemas”, el relato del itinerario poético cambiante de un autor en el que hablan varias voces sucesivas en diálogo con el mundo o consigo mismo.

La descripción, en definitiva, de un itinerario que constituye, en palabras de Paz, “una suerte de biografía emocional, sentimental y espiritual” y que se completa con una coda -La crítica como higiene social- en la que Octavio Paz define la crítica como la única actividad que “puede crear el espacio -físico, social, moral- donde se despliega el arte, la literatura y la política.”



Pedro Enrique Muñoz.
Vivir en tiempos de confusión.
Editorial Iatrós. Madrid, 2016.

El desafío de construir una identidad personal propia es el subtítulo de Vivir en tiempos de confusión, un libro que su autor, el psiquiatra Pedro Enrique Muñoz, describe en el Prefacio como “el primero de una futura trilogía dedicada al mejor conocimiento del ser humano.”

Dedicado a la investigación y a la docencia en el campo de la metodología científica y de la epidemiología psiquiátrica, Pedro Enrique Muñoz propone en sus páginas un conjunto de “reflexiones sobre la existencia humana tal como esta se nos muestra en la realidad de su desarrollo y devenir en el tiempo.”

Ante un mundo en rapidísima evolución y un individuo en crisis o desorientado, porque a la crisis individual suele superponerse la crisis del modelo social y cultural, este ensayo sugiere una serie de respuestas que deben partir de la reflexión del individuo sobre la realidad exterior y sobre sí mismo. Con ese planteamiento inicial, el individuo debería cuestionarse su conciencia de la propia identidad y su modelo de desarrollo personal, su percepción de la temporalidad y el sentido que quiere dar a su existencia, la importancia de sus emociones y la dimensión plural de la inteligencia, su experiencia del cuerpo y la dimensión de su condición sexual, su conducta social o su relación con el otro.

Todos esos aspectos se contemplan en estas páginas, escritas -como señala en su prólogo José Lázaro- “con una claridad expositiva que facilita la penetración en los problemas, no precisamente fáciles, que el texto va abordando.”




Antonio Pau.
Vida de Rainer Maria Rilke. 
La belleza y el espanto.
Trotta. Madrid, 2007

"Oh vida, vida: tendría que estar fuera. / Pero estoy dentro, en llamas. Ya nadie me conoce.” Esos dos versos cierran el último poema que escribió Rilke a mediados de diciembre de 1926.

Poco antes de su muerte el 29 de diciembre, pronunció sus últimas palabras: “La vida no puede darme ya más. He estado en todas las cumbres.”

Como ese último poema, esas palabras las evoca Antonio Pau en su Vida de Rainer Maria Rilke. La belleza y el espanto, una magnífica biografía que forma parte del catálogo de la Editorial Trotta y que es seguramente el acercamiento más profundo a la vida y la obra de uno de los poetas esenciales del siglo XX.

Desde su niñez y formación en Praga hasta su enfermedad y muerte en Muzot y Valmont, de los Nuevos poemas a los Apuntes de Malte Laurids Brigge, de la primera revelación de las Elegías de Duino a su estancia en Toledo y en Ronda, entre los ángeles del Greco y Los sonetos a Orfeo, una obra que va mucho más allá de la simple biografía para adentrarse en las claves de una escritura como la de Rilke, tan profundamente vinculada a la vida de su autor. Porque, en el límite las dos, la de Rilke fue -como señala Antonio Pau- una vida para la obra:

“Rilke vivió para su obra. Son pocos los pasos que dio que no se encaminaron al cumplimiento de lo que él sintió como una ineludible vocación y un inaplazable deber. Eso hace que no haya episodio, pensamiento, desánimo, inquietud o proyecto de su vida que no deba tenerse en cuenta para entender su obra.”

Por eso esta imprescindible biografía, además de como una aproximación a las circunstancias en las que surgen las Elegías de Duino o Los sonetos a Orfeo, se puede leer también como una antología esencial de la poesía de Rilke con las magníficas traducciones de Antonio Pau, uno de los mejores traductores de poesía alemana al español.

Un volumen enriquecido con abundantes ilustraciones sobre el poeta, sobre los paisajes que fueron decisivos en su obra y sobre las obras de arte que generaron en él un relámpago creativo que sigue iluminando la noche de los hombres.



D. H. Lawrence.
El amante de lady Chatterley.
Ilustraciones de Romana Romanyshyn y Andriy Lesiv.
Traducción de Carmen M. Cáceres y Andrés Barba.
Sexto Piso Ilustrado. Madrid, 2016.

En El amante de lady Chatterley, D. H. Lawrence trazó una compleja cartografía del deseo y completó una reivindicación de la libertad sexual femenina frente a las convenciones sociales del puritanismo en un mundo profundamente conservador y represivo .

Por eso, cuando apareció en 1928, dos años antes de la muerte de su autor, aquella novela sobre una mujer insatisfecha, sobre un marido que vuelve de la guerra parapléjico y sobre un vigoroso guardabosques provocó una escandalosa sacudida en su país, donde estuvo prohibida hasta 1960.

Un escándalo persistente que fue más allá de la sociedad de su época, no sólo por las explícitas descripciones de las relaciones sexuales entre Lady Constance Chatterley y el guardabosques Oliver, sino porque sus páginas contienen un alegato contra las diferencias sociales y a favor de la libertad sexual de la mujer.

Sexto Piso acaba de publicar, con traducción de Carmen M. Cáceres y Andrés Barba, una espléndida edición ilustrada de esa novela, en la que Romana Romanyshyn y Andriy Lesiv abordan plásticamente el conflicto entre el individuo y la sociedad, entre la razón y el instinto, entre las imposiciones sociales y la libertad.

Santos Domínguez

27/6/16

Equipaje de vacaciones. Poesía



Paul Celan.
Obras completas.
Traducción de José Luis Reina Palazón. 
Prólogo de Carlos Ortega. 
Trotta. Madrid, 2013.

Fue de lo oscuro a lo oscuro, de la sombra a la ceniza, vio el atardecer de las palabras, los escombros de la civilización y las horas vacías.

Y de todo eso se nutre la poesía de Paul Celan, que en la acreditada versión de José Luis Reina Palazón, que obtuvo con ella en Nacional de Traducción, alcanza ya la séptima edición en Trotta.

La precede un prólogo en el que Carlos Ortega realiza un recorrido minucioso por la vida y la poesía de Celan y señala que “en los ochocientos poemas que publicó, más los cuatrocientos setenta y seis que dejó sin publicar —de los cuales se ha editado recientemente una amplia antología—, están condensados su vida y su pensamiento, el cual integra un buen manojo de tradiciones literarias y de datos, no sólo personales, sino también teológicos, filosóficos, científicos e históricos.”

Se reúnen en este volumen imprescindible todos los libros de poesía de Celan, sus poemas dispersos, la prosa y los discursos de aquel extranjero en medio del desierto que construyó sobre las cenizas una obra de enorme potencia verbal, cimentada en imágenes creadoras de un mundo poético difícil y oscuro, en el límite de lo indecible y al borde del abismo.

“El poema está solo. Está solo y de camino”, escribió Celan, autor de una poesía oscura como su destino de superviviente y testigo. Una poesía que incinera el lenguaje con la tensión y la concentración verbal en medio del silencio y el vacío: la llama y las cenizas, el horror del holocausto y los campos de concentración recorren sus poemas esenciales, Fuga de la muerte, Una canción en el desierto o Los tallos de la noche, o libros como Cambio de aliento, donde se leen estos versos:

Hondo 
en la grieta de los tiempos, 
junto 
al hielo panal 
espera, un cristal de aliento, 
tu irrevocable 
testimonio.




Carlos Barral.
Usuras y figuraciones. 
Poesía completa. 
Edición, prólogo y notas de Andreu Jaume.
Epílogo de Malcolm Otero Barral.
Lumen. Barcelona, 2016.

En una declaración repetida que dice menos de la seguridad del personaje que de la importancia central que le daba a su obra poética, Carlos Barral  se reconoció a sí mismo como el mejor poeta de su generación. 

Una poesía imprescindible y de una calidad más que notable, eclipsada en parte por su labor como editor y en parte por unas memorias que le han dado más reconocimiento que la poesía que estaban destinadas a explicar como textos auxiliares y subsidiarios, aunque “insoslayables para la cabal comprensión de su poesía", como explica Andreu Jaume en el prólogo a su espléndida edición de Usuras y figuraciones, el volumen que publica Lumen con la poesía completa de Carlos Barral que cierra un epílogo –“Yo te  saludo, de vuelta”- de Malcolm Otero Barral.

Desde Metropolitano y Diecinueve figuras de mi historia civil, dos libros cerrados, hasta la obra abierta y en marcha que recogen las diferentes secciones de Usuras, un libro que el autor veía en proceso de crecimiento, en la poesía de Carlos Barral desarrolla una trayectoria coherente desde el punto de vista estético y moral, al margen de las modas y en busca de su propia médula estilística y ética, de su identidad expresiva y argumental.

Una identidad poética que le importó más que nada y que Barral definió como poesía de la experiencia –“toda mi poesía lírica es autobiográfica”, explicó. Eso sí, sobre ese fondo autobiográfico puso en su escritura un filtro intelectual que marca distancias con lo meramente emocional y lo directamente confesional. 

Por sus textos, enfriados metálicamente con una exigente elaboración verbal y con distancia a veces irónica, atraviesan el recuerdo del padre y Calafell, Yvonne y el amor, el Mediterráneo y la ciudad, el paso del tiempo y el miedo a la muerte y a la decadencia intelectual o a la decrepitud, su apellido industrial o la figura de su nieto

Desde la abstracción de Metropolitano, un libro de trabajada composición y brillo metálico al hilo autobiográfico de Diecinueve figuras de mi historia civil, contrapunto poético de sus memorias, hay en la poesía de Barral una constante exploración en la carga etimológica de las palabras y un estilo muy elaborado y alejado del lenguaje funcional. 

A una de las cimas de esa poesía, Hombre en la mar, el poema que culmina el segundo de esos libros, dedica Andreu Jaume un análisis iluminador de los temas, las actitudes y el tono de una poesía que desde Usuras tiene como centro el tema del deterioro y su correlato temático en el último tomo de sus memorias, Cuando las horas veloces.

Un tono muy oscuro que se suaviza en Lecciones de cosas, que tiene como destinatario a su nieto Malcolm Otero, que, antes de las notas que el propio Barral redactó para la edición de Usuras y figuraciones en 1979, remata así su epílogo: “Ya no queda nada, apenas la memoria que alimenta la nostalgia. Pero están al menos estos versos en los que el poeta entró en combate con la lengua, duelos a veces a florete, en ocasiones a sable, para dejar constancia poética de un mundo que no ha de volver.”





Antonio Cabrera.
Corteza de abedul.
Tusquets. Barcelona, 2016.

Seis años después de su Piedras al agua, Antonio Cabrera vuelve con Corteza de abedul, que acaba de publicar Tusquets, al territorio poético en el que ha desarrollado toda su escritura: el de la poesía contemplativa que completa un viaje de lo concreto a lo abstracto y establece un diálogo equilibrado y sereno entre lo sensitivo y lo conceptual, entre la emoción y la meditación.

Un diálogo con la realidad y consigo mismo, con el yo o el tú autorreflexivo, con la naturaleza o los objetos para ir, como pedía el maestro Mairena, de la anécdota a la categoría.

Esa equilibrada serenidad de la mirada que caracteriza a la poesía de Antonio Cabrera se proyecta no sólo en el espacio, sino también en el tiempo: el instante, el recuerdo del pasado y la conciencia del tiempo son también objeto de esa mirada reflexiva que se convierte así en ámbito de encuentro de lo exterior con lo interior, del presente y el pasado, del mundo y la conciencia.

Y de esa manera, la luz que proyecta sobre los objetos o sobre el paisaje la meditación resume la actitud de un autor que concibe la poesía como búsqueda y como forma de conocimiento desde la contención expresiva, la conciencia de lo fugaz y la reivindicación del instante, que son algunas de las señas de identidad de la poesía de Antonio Cabrera.

El tono sereno y la expresión depurada son los instrumentos del poeta para ver y pensar el mundo, desde la contenida intensidad de la palabra, la conciencia de la naturaleza y el tiempo, la reflexión ante los objetos, las piedras o los pájaros.

Una palmera solitaria (“Contémplala, respira”), el viento de levante, un canto rodado en el Alto Tajo, la duna de Bolonia o un manantial, un granado en flor vigilado por Perséfone o los lirios amarillos que duran antes del declive, un plato de albaricoques, una mantis religiosa o la corteza de abedul del título provocan el interés de quien está ante ellos “no atendido: atendiendo”, antes de la desintegración de la conciencia y de la disolución de la identidad para fundirse con ellos:

El rumor de los pinos se desleía en torno.
Mi mano no era nada. Yo fui nadie.

A esa forma de fusión, de huida de sí mismo, era a lo que aspiraban los místicos, un precedente en esa síntesis de contemplación y reflexión que resume la actitud poética y vital de Antonio Cabrera, que cierra la obra, significativamente, con un Autorretrato que termina así:

Soledad, ahora sí,
ya puedes ser el fondo informe y fiel
de mi retrato.



Stefan George.
Poesía completa.
Traducción e introducción
de José Luis Reina Palazón.
Linteo Poesía. Orense, 2016.



Triste aprendí la renuncia que canta: / nada es, si la palabra se quebranta.

Con esos versos se cierra La palabra, uno de los poemas más emblemáticos de Stefan George, en la traducción que José Luis Reina Palazón acaba de publicar en la monumental edición bilingüe que ha preparado para Linteo de la Poesía completa del autor que introdujo la poesía alemana en la modernidad.

Heredero de Novalis y Hölderlin, Stefan George (1868-1933) representa en la poesía alemana lo que significó Baudelaire para la poesía francesa, lo que Rubén Darío para la poesía en español: un cambio general que afecta a todos los niveles del texto poético, desde los temas al estilo, desde el tono hasta la mirada.

Muy influido por el simbolismo francés, por Mallarmé y Poe, interiorizó los postulados del arte por el arte y asumió la crisis finisecular como una crisis de la capacidad del lenguaje como instrumento de representación de la realidad.

Pero evoluciona desde ese simbolismo esteticista a la defensa de la poesía como experiencia religiosa, a una concepción sagrada de la poesía como búsqueda y como iluminación de la realidad, a una actitud visionaria en la que el poeta tiene una consideración sacerdotal, casi mesiánica: como el iniciado en la exploración de lo inefable.

La impresión y la subjetividad, la sugerencia y la intuición, el ritmo y la sonoridad son algunas de las claves de una poesía que ocupa el ámbito de lo sagrado y lo profético, una poesía intermediaria de la divinidad en un proceso de fusión con la naturaleza y de expresión de lo misterioso.



Trescientos poemas de la dinastía Tang.
Edición bilingüe de Guojian Chen.
Cátedra Letras Universales. Madrid, 2016.

Salgo, cuando me place, / a dar un paseo solo, / y es un deleite inefable. / Llego hasta donde termina el arroyo. / Sentado, miro las nubes que nacen, escribe Wang Wei, un poeta del siglo VIII, en uno de los poemas que forman parte del volumen Trescientos poemas de la dinastía Tang, que acaba de aparecer en Cátedra Letras Universales.

En el año 2013 el profesor Guojian Chen publicaba en esta misma colección la insustituible antología Poesía china (siglo XI a. C.- siglo XX), un monumento literario como señala Carlos Martínez Shaw en el prólogo de esta nueva recopilación, que está considerada la antología de referencia de la poesía clásica china, hasta el punto de que actualmente se ofrecen cerca de dos mil ediciones distintas de esta obra en China. La recopiló muy tardíamente, en el siglo XVIII, el anónimo Literato solitario del bosque fragante, y recogía no trescientos sino trescientos trece textos que reflejan el apogeo poético de la poesía china, su edad de oro entre el 618 y el 907.

Con buen criterio, el traductor ha incorporado en un apéndice otros veinticinco excelentes poemas de la época que no figuraban entre los Trescientos poemas de la dinastía Tang, pero que merecen estar en este volumen por su calidad y su representatividad.

Una antología presentada por un amplio y profundo estudio introductorio sobre el contexto histórico y cultural en que surgió esta poesía y sobre los rasgos vertebrales que caracterizan su estilo y su métrica, su ritmo, sus temas o su despliegue metafórico.

Con unas notas mínimas que no perturban la lectura de esta poesía pero hacen algunas aclaraciones imprescindibles, y con una semblanza final de los autores, estos textos abordan, con la brevedad estilizada que los caracteriza, el sentimiento por el paso del tiempo entre la melancolía y la reivindicación vitalista del goce en el presente, el paisaje como reflejo de los estados de ánimo, la soledad y la niebla de los lagos, el amor o la luna en la montaña, la huida del mundo y la vida retirada, las ausencias y las despedidas.

Hay tres nombres fundamentales por la transcendencia de su poesía en esta recopilación: Li Bai (Li Po en otras transcripciones), idealista e imaginativo, Du Fu (Tu Fu), realista y descriptivo, y el bucólico Wang Wei, poeta del campo y del jardín.

Algunos expertos datan el comienzo de la poesía china mil años antes de Homero, aunque el poema más antiguo documentado no es tan antiguo. No es eso, con todo, lo más importante. Lo que explica su universalidad y su vigencia no es su antigüedad, sino su calidad, apreciada en la poesía occidental desde Goethe a Octavio Paz pasando por Alberti o Lorca.

Sobre la importancia de esta recopilación, resalta Guojian Chen que “es, según el consenso de los críticos y los estudiosos chinos, la más difundida, popularizada, comentada, citada y recitada de todas las recopilaciones de la poesía Tang y de toda la poesía china. Se puede decir que es el Quijote poético de China por su calidad literaria, su importancia en la cultura china y su popularidad.”



Juan Carlos Mestre.
La tumba de Keats.
Calambur. Barcelona, 2016.

En un volumen ilustrado por el propio poeta, Calambur recupera La tumba de Keats, el libro con el que Juan Carlos Mestre ganó el Premio Jaén de poesía en 1999. Llevaba algún tiempo descatalogado y esta reedición es una inmejorable oportunidad para acercarse a él por primera vez o para releer sus versos desborados y poderosos.

Desde su arranque (Esto sucede ante la hora izquierda en que mi vida, / violenta juventud contra el poder de un príncipe, / llama jauría a la verdad y belleza a los puentes derrumbados) hasta el último verso, que reproduce el epitafio de la tumba de Keats en el cementerio protestante de Roma (Aquí yace alguien cuyo nombre fue escrito en el agua), una explosiva sucesión de imágenes ordenadas en el ritmo envolvente y poderoso de sus versos.

Escrito en Roma entre octubre de 1997 y febrero de 1998, acompañado de las ilustraciones del libro de artista Ghetto que el autor realizó a la vez que el poema, en su espacio emerge la sombra de Keats como símbolo de la conciencia irrenunciable del poeta a través de la voz de Juan Carlos Mestre.

El tiempo y la compasión, el amor y la historia, la noche y la palabra arrebatada articulan un intenso y largo monólogo en el que el poeta da voz a las sombras frente al olvido y esgrime la resistencia y la utopía como ética de las derrotas, como épica de la dignidad. Frente a las ruinas de la historia la fuerza resistente de la palabra cuando no importa ya vivir sino la vida, no importa ya morir sino lo humano.



C. P. Cavafis.
Poemas.
Traducción, prólogo y notas 
de Ramón Irigoyen.
DeBolsillo. Barcelona, 2016.

“La relectura de poemas de Cavafis, en 2015 y 2016, para preparar esta edición que publica la editorial DeBolsillo me ha producido un extraordinario placer. En esta relectura he sentido vivísima la poesía de Cavafis cuyos temas esenciales -el sexo, la religión y el conflicto de civilizaciones- son temas eternos, y por eso no envejecen. /..../ El misterio de su poesía es tan profundo que apenas lo vislumbramos levemente”, escribe Ramón Irigoyen en el intenso, irónico y divertido prólogo que ha puesto al frente de la reedición de los Poemas de Cavafis en DeBolsillo.

Un prólogo en el que, además de destacar la carga autobiográfica de la poesía de Cavafis y el erotismo que se convierte en su centro a partir de 1911, se hace un repaso -en el más amplio sentido de la palabra- por las traducciones y los traductores de estos textos al español desde mediados de los cincuenta. 

“He leído –decía Auden- numerosas traducciones de Cavafis, muy distintas entre sí, y puedo asegurar que todas ellas son inmediatamente reconocibles como un poema de Cavafis; nadie más podría haber escrito poemas como esos.”

Pocos poetas tendrán tantos poemas recordables y tan intensos como Ítaca (Mantén siempre a Ítaca en tu mente./ Llegar allí es tu destino), como otro poema de 1911, como Idus de marzo (Ten miedo a las grandezas, alma mía) o los más antiguos Murallas (Desde el mundo exterior –y sin yo percibirlo-, me encerraron), Esperando a los bárbaros (Y ahora ya sin bárbaros ¿qué será de nosotros?) o La ciudad, el poema que Cavafis prefería de entre los suyos, que se cerraba con estos versos desolados: Al arruinar tu vida aquí, en este rincón mínimo, / para toda la tierra tú ya la has destruido.

Iluminados con las agudas notas finales de Ramón Irigoyen, son algunos de los 254 poemas canónicos que seleccionó el propio Cavafis para que se publicaran, incluido En las afueras de Antioquía, el último poema que escribió, que se cierra con estos versos:

Reventó Juliano e hizo correr
-¿qué otra cosa iba a hacer?- que el incendio era obra 
de nosotros, los cristianos. Que diga lo que quiera. 
No pudo demostrarse, que diga lo que quiera. 
Lo esencial es que reventó.





Philip Levine.
News of the World.
Traducción de Juan José Vélez Otero.
Valparaíso Ediciones. Granada, 2016.

Con traducción del también poeta Juan José Vélez Otero, Valparaíso Ediciones publica en edición bilingüe News of the World, un libro de 2009, el último que se apareció en vida del autor, el poeta estadounidense Philip Levine (1928-2015).

Un libro de poemas atravesado por la crítica social y la denuncia de la explotación laboral y de las condiciones de vida de la clase trabajadora en una ciudad industrial como Detroit, en una de cuyas fábricas de automóviles trabajó Levine desde los 14 años, antes de acudir a la universidad y de ejercer como profesor de inglés en la Universidad de Fresno en California.

Poesía de la experiencia, de línea clara y fondo testimonial, de un poeta que escribe no sólo para denunciar la injusticia, sino también para comprenderse a sí mismo,  para tomar conciencia de quién es, de su pasado y de su espacio vital a partir de la memoria, y para tener una clara noción de su lugar en la sociedad.

La infancia, la guerra civil española, la destrucción de la naturaleza, la solidaridad y la conciencia de clase o el choque entre la vida y la literatura en ese espléndido poema que es Días de biblioteca, marcan las señas de identidad poética y vital de un hombre que escribe con esa “pasión disimulada” que destaca en su prólogo el traductor, quien subraya que “la poesía de Philip Levine no es nada hermética ni esotérica, está hecha con palabras llanas, con versos precisos y accesibles que a lo largo del libro van creando un flujo y reflujo de emoción y sinceridad humana; y una magistral construcción del mundo personal y colectivo asequible a todo lector por su estilo narrativo, aunque no exento de profundo lirismo y templada trascendentalidad.”




Santos Domínguez

24/6/16

Carlos Barral. Usuras y figuraciones


Carlos Barral.
Usuras y figuraciones. 
Poesía completa. 
Edición, prólogo y notas de Andreu Jaume.
Epílogo de Malcolm Otero Barral.
Lumen. Barcelona, 2016.

En una declaración repetida que dice menos de la seguridad del personaje en su poesía que de la importancia central que le daba a su obra poética, Carlos Barral se reconoció a sí mismo como el mejor poeta de su generación. 

Se podría discutir, aunque no iba muy desencaminado el autor de esta poesía imprescindible y de una calidad más que notable, eclipsada en parte por su labor como editor y en parte por unas memorias que le han dado más reconocimiento que la poesía que estaban destinadas a explicar como textos auxiliares y subsidiarios, aunque “insoslayables para la cabal comprensión de su poesía", como explica Andreu Jaume en el prólogo a su espléndida edición -seguramente la definitiva- de Usuras y figuraciones, el volumen que publica Lumen con la poesía completa de Carlos Barral que cierra un epílogo –“Yo te  saludo, de vuelta”- de Malcolm Otero Barral.

Desde Metropolitano y Diecinueve figuras de mi historia civil, dos libros cerrados, hasta la obra abierta y en marcha que recogen las diferentes secciones de Usuras, un libro que el autor veía en proceso de crecimiento, la poesía de Carlos Barral desarrolla una trayectoria coherente desde el punto de vista estético y moral, al margen de las modas y en busca de su propia médula estilística y ética, de su identidad expresiva y argumental.

Una identidad poética que le importó más que nada y que Barral definió como poesía de la experiencia –“toda mi poesía lírica es autobiográfica”, explicó. Eso sí, sobre ese fondo autobiográfico puso en su escritura un filtro intelectual que marca distancias con lo meramente emocional y lo directamente confesional. 

Por sus textos, enfriados metálicamente con una exigente elaboración verbal y con distancia a veces irónica, atraviesan el recuerdo del padre y Calafell, Yvonne y el amor, el Mediterráneo y la ciudad, el paso del tiempo y el miedo a la muerte y a la decadencia intelectual o a la decrepitud, su apellido industrial o la figura de su nieto.

Desde la abstracción de Metropolitano, un libro de trabajada composición y brillo metálico, al hilo autobiográfico de Diecinueve figuras de mi historia civil, contrapunto poético de sus memorias, hay en la poesía de Barral una constante exploración en la carga etimológica de las palabras y un estilo muy elaborado y alejado del lenguaje funcional. 

A una de las cimas de esa poesía, Hombre en la mar, el poema que culmina el segundo de esos libros, dedica Andreu Jaume un análisis iluminador de los temas, las actitudes y el tono de una poesía que desde Usuras tiene como centro el tema del deterioro y su correlato temático en el último tomo de sus memorias, Cuando las horas veloces, y que da lugar a un texto tan memorable como este Vaciado del miedo:

Tan de repente no. No de improviso.

Despierta en lo remoto
como un perro enroscado a un lejano rumor
o sube por los miembros como una fiebre dulce,
un quebranto apenado con burbujas de grito;
un cóncavo reflejo
que excava las entrañas mansas del animal.

Viene luego hacia fuera
y el paso se hace frágil
y el gesto como vidrios
y la sílaba torpe y el pecho de ansiedad.
Y un abismo sin techo donde pesaba el cuerpo,
en los hilos del aire o en la memoria o sombra
del henchido de nada que pugna por seguir.

Algo anida en los huecos, algo oscuro,
un fardo ya de muerte
o su muda quietud, la no invocada
cuenta:
             el miedo tan extraño,
decrépito, infantil,
                                 peor que lo temido. 

Un tono muy oscuro que se suaviza en Lecciones de cosas, que tiene como destinatario a su nieto Malcolm Otero, que, antes de las notas que el propio Barral redactó para la edición de Usuras y figuraciones en 1979, remata así su epílogo: “Ya no queda nada, apenas la memoria que alimenta la nostalgia. Pero están al menos estos versos en los que el poeta entró en combate con la lengua, duelos a veces a florete, en ocasiones a sable, para dejar constancia poética de un mundo que no ha de volver.”

Santos Domínguez

22/6/16

Sánchez Ferlosio. Gastos, disgustos y tiempo perdido



Rafael Sánchez Ferlosio.
Ensayos 2.
Gastos, disgustos y tiempo perdido.
Edición de Ignacio Echevarría.
Debate. Barcelona, 2016.

En un artículo de 1980 hablaba Sánchez Ferlosio del deporte como una actividad que “no cría más que gastos, disgustos y tiempo perdido.” De ahí surge el título elegido para organizar el segundo tomo de los ensayos ferlosianos, que publica Debate en una edición cuidada y anotada por Ignacio Echevarría.

Un volumen que recoge las colaboraciones en prensa de Sánchez Ferlosio desde los años setenta. Superado ya su retiro para dedicarse a los altos estudios eclesiásticos que se agruparon en el primer volumen, El País, Diario16 o ABC acogieron en sus páginas decenas de artículos de opinión en los que comentaba la actualidad política y cultural de España en las últimas cuatro décadas. De esas colaboraciones en prensa no se recogen en este tomo los pecios, que se han publicado recientemente bajo el título Campo de retamas, ni sus frecuentes cartas al director.

Fueron, aunque abundantes en algunos momentos, colaboraciones poco continuadas, esporádicas casi siempre, escritas desde la perspectiva insobornable de “un francotirador que -como señala Ignacio Echevarría en la presentación de este volumen- sin vínculos partidistas de ninguna clase /…/ discierne con insólita precocidad y contundencia los asuntos neurálgicos del acontecer nacional.”

La identidad nacional y los nacionalismos periféricos, las fuerzas armadas y el terrorismo, la censura y la tortura, la derecha y la evolución del PSOE, la educación y los medios de masas, los fastos del 92 o el Prestige estuvieron en el objetivo de la agudeza y la independencia de Ferlosio, en su mirada distante y lúcida.

Organizado en cinco partes presentados por un irónico prefacio parabólico, “Breve historia de un dinero malgastado”, el lugar central lo ocupa el apartado “Mas no todos los tiempos son unos”, que recopila en tres secciones más de cincuenta artículos que tienen como eje los variados asuntos nacionales recogidos en volúmenes como La homilía del ratón o La hija de la guerra y la madre de la patria.

El último apartado –“El anti centenario”- se centra en el quinto centenario de la conquista de América –“Cinco siglos de Historia y desventura” es uno de los artículos que aparecen como prolegómeno- y en las celebraciones del 92. Un apartado que tiene como centro el ensayo “Esas Indias equivocadas y malditas.”

Completa el volumen un anexo con la entrevista que Ferlosio le hizo al naturalista Miguel Delibes de Castro sobre los incendios forestales tras el incendio de la sierra de Guadalajara en el verano de 2005.

Además de las notas finales del editor, escuetas y oportunas, un exhaustivo índice onomástico permite la localización rápida de referencias a personas, partidos, instituciones o acontecimientos que fueron objeto de la atención de estos artículos que en conjunto constituyen una contra-crónica de la España reciente y de su historia.

Santos Domínguez

20/6/16

Somerset Maugham. Lluvia y otros cuentos



William Somerset Maugham.
Lluvia y otros cuentos.
Prólogo de Vicente Molina Foix.
Traducción de Concha Cardeñoso.
Atalanta. Ars brevis. Gerona, 2016.

“Exotismo y malicia” titula Vicente Molina Foix el prólogo escrito para Lluvia y otros cuentos, la recopilación de relatos de W. Somerset Maugham que publica Atalanta en su colección Ars brevis con traducción de Concha Cardeñoso.

Doce relatos de un escritor extraterritorial, como define el prologuista a este narrador eficaz, aunque muy alejado del canon del cuento contemporáneo. Opositor militante de los relatos de Chéjov y los efectos suspensivos de sus finales abiertos, Somerset Maugham se empeñó en construir relatos cerrados, con giros inesperados en sus desenlaces sorprendentes y efectistas,

Armados sobre un argumento consistente, apoyados en un uso ágil del diálogo y en la soltura en el manejo de registros ligeros o graves, los relatos de Lluvia y otros cuentos reflejan la eficiencia de un narrador con oficio y la solvencia de un escritor marcado por la influencia de Maupassant y más cercano al cuento decimonónico que al del primer tercio del siglo XX

Con una oralidad teatral que ha favorecido y facilitado su adaptación al cine, en los cuentos de Somerset Maugham a menudo se produce el choque entre la libertad sexual y la represión, entre la sensualidad y la hipocresía, entre la mirada occidental y las costumbres asiáticas sobre el telón de fondo de las localizaciones exóticas de estas narraciones, entre las que Lluvia, el título más conocido del autor, casi una novela corta, es la más representativa.



Santos Domínguez

17/6/16

Thomas Merton. Oh, corazón ardiente


Thomas Merton.
Oh, corazón ardiente.
Poemas de amor y de disidencia.
Edición y traducción de Sonia Petisco.
Editorial Trotta. Madrid, 2016.



Permanece inmóvil, 
escucha a las piedras del muro. 
Quédate en silencio, tratan de 
pronunciar tu 

nombre. Escucha 
al muro susurrando. 
¿Quién eres? 
¿Quién 
eres? ¿A qué 
silencio perteneces?

Así comienza En silencio, uno de los textos más significativos de Thomas Merton (1915-1968), en la traducción de Sonia Petisco. 

Forma parte de Oh, corazón ardiente, la antología de poemas de amor y de disidencia que publica la editorial Trotta en edición bilingüe preparada por Sonia Petisco, que dedicó su tesis doctoral al estudio de la creación, la crítica y la contemplación en la poesía de Merton.

Una antología bilingüe con la que –como explica Fernando Beltrán en su presentación- “se inicia un nuevo y necesario reconocimiento de la poesía de Thomas Merton, sin la cual sólo sería posible una comprensión parcial de su pronunciamiento profético.” 

Trapense en la abadía de Getsemaní (Kentucky), donde tuvo de novicio a Ernesto Cardenal, y anacoreta en Monte Carmelo, Merton es el místico más importante del siglo XX en Estados Unidos. 

Frente a los límites expresivos de la palabra, su poesía explora el territorio de lo inefable, la música callada o el balbuceo de un vuelo silencioso o la soledad sonora de las ínsulas extrañas que vienen de San Juan de la Cruz y dieron título a uno de sus libros más conocidos, The Strange Islands.

Escritos entre 1940 y 1966, los textos poéticos de Thomas Merton son el resultado de su búsqueda personal y de ese continuo, cambiante y conflictivo diálogo con el mundo en el que Sonia Petisco encuentra la clave esencial de esta poesía en la que la metáfora se convierte en brújula, en instrumento de exploración.

Esa búsqueda, que desde el silencio pasa por la palabra y vuelve al silencio en un viaje de ida y vuelta hacia el despojamiento expresivo y al olvido de sí mismo, se expresa a veces en la suave voz baja de la poesía contemplativa y a veces se convierte en voz apasionada y tempestuosa.

En ese viaje poético y vital, que pasa de la contemplación al diálogo con lo exterior, de lo devocional a la solidaridad, al pacifismo y a la preocupación social, hay desde el origen un conflicto que poco a poco se va resolviendo: entre el silencio y la palabra en un itinerario personal y poético que desde el abandono y la negación del mundo llega al compromiso con los demás.

No es el único conflicto: aunque más limitada en el tiempo, la experiencia desgarrada de un amor tardío durante cinco meses de 1966 se resolvió en la composición de algunos de sus textos más intensos. 

Sutil y contradictorio, su trayectoria es un intento de dar respuestas a dualidades como la relación entre contemplación y escritura, entre palabra y silencio, entre creación y crítica, entre el yo y el  mundo. 

En el reflejo de ese proceso conflictivo y de la voluntad de Merton de superarlo se conjugan influencias muy diversas: ingleses y americanos como Blake y Gerard Manley Hopkins, Whitman y T. S.Eliot, la Beat generation y la teología contemporánea o la  poesía en español de San Juan de la Cruz, García Lorca o Ernesto Cardenal.

Influido por la mística zen, su evolución refleja esa reconciliación de las dualidades conflictivas y su viaje hacia el silencio y el diálogo con el mundo, como en el poema que abría esta reseña, que termina así: 

Oh, permanece inmóvil, 
mientras estés vivo, 
y todas las cosas que te rodean 
están hablando (no las oigo) 
a tu ser, 
a través de lo Desconocido 
que hay en ti y en ellas. 

Procuraré, como ellas, 
habitar en mi propio silencio: 
aunque sea difícil. El mundo entero 
está misteriosamente incendiado. Las piedras arden, 
hasta ellas 
me abrasan. ¿Cómo puede un hombre permanecer inmóvil 
vislumbrando todas las cosas en llama? ¿Cómo puede atreverse 
a quedarse junto a ellos cuando 
todo su silencio 
es fuego?

Alguna vez indicó Merton que sus poemas suenan mejor en español. La espléndida traducción de Sonia Petisco en esta cuidada edición bilingüe es una buena manera de comprobarlo. 

Santos Domínguez

15/6/16

El Bosco. Visiones y pesadillas


Nils Büttner.
Hieronymus Bosch El Bosco.
Visiones y pesadillas.
Traducción de Miguel Ángel Pérez Pérez. 
Alianza Editorial. Madrid, 2016.

“El mundo que pintó El Bosco, en el que se mezclan objetos que no tienen nada que ver entre sí y otros supuestamente inánimes cobran vida, es análogo a una visión del mundo en la que criaturas mitológicas como antípodas y acéfalos servían como prueba del infinito poder creativo de Dios. Aun siendo una era de descubrimientos, en vida del Bosco la gente no había desechado su creencia en tan increíble e insólito bestiario. Los mapas de la época muestran que criaturas fantásticas, antes confinadas a la periferia del globo, ahora se podían encontrar en las tierras recién descubiertas. Así pues, cabe suponer que los seres grotescos del Bosco fueron tan imitados porque confirmaban los peores miedos de sus contemporáneos. El que criaturas tan increíbles existían era tan incuestionable como la constante presencia del mal en el mundo.”

Ese párrafo forma parte de Hieronymus Bosch El Bosco, del profesor de Historia del arte en Stuttgart Nils Büttner, un libro que publica Alianza Editorial de manera casi simultánea a su primera edición en inglés, en la londinense Reaktion Books, con traducción de Miguel Ángel Pérez Pérez. 

Desde el primer apartado -Visiones y pesadillas, epígrafe que sirve también de subtítulo a este volumen espléndidamente editado y pródigo en ilustraciones- hasta el final interpretativo, diez capítulos ahondan en un universo de pesadilla que fue la respuesta plástica de aquel irrepetible artista a la locura del mundo y a una sociedad ininteligible en al que sin embargo tuvo mucho prestigio y una posición social acomodada.

Diez capítulos que abordan el análisis de su trayectoria, de su evolución estilística, de los temas de su pintura y su repercusión en la cultura contemporánea, con especial atención al análisis de cinco obras fundamentales de las veinte que son incuestionablemente suyas, una vez descartadas las muchas atribuciones de dudosa autoría: Las tentaciones de San Antonio, la Mesa de los pecados capitales y El juicio final, El carro de heno y El jardín de las delicias. 

Una guía de lectura, sí, porque los cuadros del Bosco requieren una lectura además de una contemplación que permita entender la singularidad plástica de aquel artista que creó híbridos imposibles, símbolos y visiones que son resultado del sueño, de la pesadilla o de una imaginación desbordada y torrencial que le hizo ser apreciado y famoso ya en vida. 

Lo onírico y lo monstruoso, las alucinaciones y los enigmas, las parábolas y los refranes, el simbolismo alquímico y las fantasmagorías alucinadas alimentan el universo visual de esta pintura que representa los vicios y los placeres efímeros, las vanidades y la lujuria, la sátira social o la crítica anticlerical a través de unos cuadros que miran al interior del hombre más que a lo exterior.

El esfuerzo de interpretación de Nils Büttner permite al lector/espectador entender el contexto histórico del que brota la obra del Bosco, la mentalidad que sustenta su obra y la imagen de la vida y de la muerte que sostiene su simbología. 

Ese es el mayor mérito de este estudio imprescindible: la fijación de un marco interpretativo de los cuadros como espacios de reflexión para el espectador. Y el resultado es un  completísimo y detallado análisis de sus pinturas, de la  composición narrativa que articula sus trípticos y de la tradición iconográfica de la que forma parte el pintor.

Cuando se cumple el quinto centenario de su muerte y con la exposición que ofrece el Prado hasta el once de septiembre, este libro es una inmejorable herramienta para entender la singularidad de sus pinturas desconcertantes, que –señala Büttner- “no han perdido ni un ápice de su fascinación en estos últimos 500 años.” 

Santos Domínguez

13/6/16

Los jinetes del alba

Jesús Fernández Santos.
Los jinetes del alba.
Reino de Cordelia. Madrid, 2016.

Cuando se cumplen algo más de treinta años de su primera edición, Reino de Cordelia reedita Los jinetes del alba, la novela que Jesús Fernández Santos publicó en 1984.

Por entonces habían pasado otros treinta años desde la aparición de su espléndida novela Los bravos y su prosa había ganado en consistencia sin perder capacidad narrativa y había conseguido una calidad de página que en esta obra se aprecia desde las primeras líneas -"Bajo la vaga luz del alba, el caballo se detuvo. Su breve alzada le hacía parecer más pesado, dejándole apenas asomar la cabeza sobre el bosque de piornos y jara. Quizás por ello nadie oyó tampoco su leve trote, casi tan suave como el sedal castaño de sus crines."-hasta las últimas: "La brisa anima en las ventanas algas y mimbres que rizan la tranquila superficie. La infanta, disfrazada de Virgen, mira y calla en torno a medida que las estrellas huyen y aparece en lo alto la mancha de la luna, iluminando muros, silencios, ecos, retazos de una historia que jamás debiera volver a repetirse."

En Los jinetes del alba, ambientada en la montaña leonesa en los días agitados de la revolución de Asturias de octubre de 1934, Fernández Santos integró los recuerdos infantiles del niño de la guerra que fue, los relatos orales sobre hechos y personajes que tienen como telón de fondo aquellas vísperas de la guerra civil en unos paisajes en los que transcurre gran parte de su mundo narrativo.

Esa es la base de una novela que se sostiene, al cabo de los años, en la potencia de su estilo, en la construcción magistral de los diálogos, en la articulación de acciones y temas en el conjunto del entramado narrativo de la novela y en la capacidad de reconstruir un pasado más próximo que el de otras obras como Extramuros, Cabrera o La que no tiene nombre.

Más cercana al presente por cronología y por la repercusión de sus consecuencias, en el fondo su carácter histórico –aun siendo importante- no es lo fundamental porque la voluntad que atraviesa esta novela, como las otras citadas, es la de indagar en el sentido de la existencia humana, en la relación conflictiva del hombre con el mundo, con los demás y consigo mismo.

Y así la historia se actualiza en la lectura del presente, lo histórico importa menos que lo intrahistórico y lo cotidiano adquiere un significado simbólico como imagen de la vida. Por eso, más allá de la anécdota argumental y de sus límites espaciales y temporales, Los jinetes del alba tienen un sentido profundo y universal.

Porque, por encima de la peripecia individual de los personajes, por encima del convulso contexto histórico y social en que la sitúa su autor, la novela –como toda literatura que se precie- propone una interpretación de la realidad y de la vida. 

Y, como siempre en los cuentos y las novelas de Fernández Santos, hay aquí también una admirable voluntad de estilo, una prosa consistente, brillante y eficaz. Por eso la meritoria adaptación cinematográfica de la serie de televisión que dirigió Vicente Aranda está, pese a su valor artístico, muy por debajo de esta novela insustituible.

Santos Domínguez