22/12/15

Navidades de libro. Regalo



José Luis Rey.
Los eruditos tienen miedo.
Espíritu y lenguaje en poesía.
La Isla de Siltolá. Sevilla, 2015.

Espíritu y lenguaje en poesía subtitula José Luis Rey la asombrosa reunión de casi un centenar de ensayos breves que ha escrito "en alabanza de la poesía y por amor a los poetas que me han acompañado siempre" y en los que desarrolla su “propia visión del hecho poético: la poesía concebida como la más alta creación del espíritu, por encima del lenguaje.” 

Y ese es el eje fundamental que vertebra estos ensayos: una inmersión en el mundo poético de los autores, en su espíritu y en su lenguaje, para llegar a una conclusión que de alguna manera estaba en su punto de partida: que “la poesía debe ser espíritu antes que palabra, esencia del decir antes que piedra megalítica de lo dicho.

Juan Ramón Jiménez, inicio y coda de este libro, su alfa y su omega, “en pie hasta el fin”; Rimbaud, “el golfillo del lenguaje”, huyendo siempre hacia adelante; Emily Dickinson, cuya vida “fue un contraerse, volcarse hacia dentro, hacia lo más hondo”; Wallace Stevens y su poesía genesíaca con la que fundó otro mundo; Ungaretti en medio de una noche invernal; Rilke –“¿qué poeta hubo más vivo que él?”-; Dylan Thomas, “ebrio de vida”; García Lorca en busca de otra mano herida; Hölderlin desterrado del cielo; Leopardi, “el poeta del paso fugaz del presente, de la demolición de los sueños”; Shelley, sumergido “en el misterio insondable del mundo” o Claudio Rodríguez en “el paraíso de la epifanía verbal.”

Esos son algunos de los nombres que habitan este libro luminoso y lleno de revelaciones, una casa de la poesía generosa en ventanas y pasadizos que comunican a unos poetas con otros en una transparente geometría creativa. 

“El hombre no creador –escribe José Luis Rey-, el que puede llegar a saberlo todo sin haber hecho nada, es ‘el erudito de una vela’, que se acerca para ver el brillo del Ártico rodeándolo. Los eruditos tienen miedo. Y la viva creación los tortura para siempre.” 

Y no sólo lo dice, lo demuestra: porque, a medio camino entre el lenguaje del ensayo y la prosa poética, con una inusual intensidad de la frase, cargada de sentido y de matices, con un lenguaje no analítico, sino creativo, quizá el único que da acceso a la comprensión de la poesía, cada uno de estos textos aporta al lector en poco más de dos páginas un conocimiento más valioso que la mayoría de los sesudos ensayos académicos de los eruditos a la violeta.


William Shakespeare.
Macbeth.
Ilustraciones de Raúl Arias.
Edición bilingüe.
Traducción de Luis Alberto de Cuenca
y José Fernández Bueno.
Reino de Cordelia. Madrid, 2015.

La tragedia de Macbeth, rey de Escocia es una de las obras imprescindibles de la literatura universal. Quizá no haya mejor manera de inaugurar la próxima conmemoración del cuarto centenario de la muerte de Shakespeare que con esta espectacular edición bilingüe de Macbeth que ha preparado Reino de Cordelia.

Espectacular en el fondo y en la forma, en el formato y en la traducción que ha hecho en colaboración con José Fernández Bueno, Luis Alberto de Cuenca, que en su prólogo -Signifying nothing- recuerda las palabras de Jan Kott en su memorable Shakespeare, nuestro contemporáneo: "La historia en Macbeth es viscosa y espesa como una sopa de sangre."

Y a esa percepción responden las violentas ilustraciones de Raúl Arias, con una paleta que a veces parece untada en sangre, como el trono que Macbeth consigue tras una espiral de asesinatos. Trono de sangre se titula certeramente la adaptación al cine que dirigió Akira Kurosawa en 1957.

Es la tragedia más breve y más intensa de Shakespeare y la que mejor responde a los planteamientos de la normativa clásica del género. Su protagonista, además de ambicioso, es un juguete en manos del destino, sometido primero a los augurios de las tres brujas -el error como desencadenante de la tragedia, ya lo señaló Aristóteles-, a la ambición calculadora de Lady Macbeth y a la carcoma interior de los remordimientos.

La traducción en verso, en ritmos castellanos (endecasílabos o alejandrinos), mantiene la altura deslumbrante del original y se complementa con unas cuantas notas al margen que aclaran el sentido del texto, aunque, como señala Luis Alberto de Cuenca, "leer Macbeth es de por sí una fiesta inolvidable que no precisa de ninguna exégesis."


 Agenda 2016.
Vaso Roto Ediciones. Madrid, 2015.

Vaso Roto celebra el cuarto centenario de la muerte de William Shakespeare con la publicación de una espléndida agenda ilustrada con grabados de los siglos XVIII y XIX y con doce de los textos más significativos del autor que inventó lo humano en la literatura.

Seis poetas mexicanos y seis españoles a los que el clásico de los clásicos cede su voz en doce soliloquios intensos que dan la medida de la fuerza inmortal del autor que, más que ningún otro, es sinónimo de contemporáneo. No hay más que echar un vistazo alrededor para darse cuenta de la vigencia de Shakespeare. Un mundo que sigue habitado por Macbeth y Lear, por Hamlet y por Yago. Aquellos que mejor los encarnan hoy no están en las compañías de actores, sino en la calle, en la política, en la escalera de al lado.

El mundo, el hombre y la vida según Shakespeare, cuyo teatro contiene la totalidad de la realidad: la corte y la taberna, la espada y la corona, la traición y la lealtad, la fama y la muerte, el horror y la risa, la simulación y el secreto.

Porque, como a todos los clásicos que lo son de verdad, a Shakespeare no se le acaba de leer nunca. Y por eso hay que releerlo una y otra vez.



Andrés Trapiello.
Seré duda.
Pre-Textos. Valencia, 2015.

Antes, de joven, creía que no había diarios buenos o malos, sino vidas mal contadas. Ahora me parece más sencillo: el problema de muchos diarios es que cuentan vidas mal vividas, y así, lee uno diarios de escritores no para aprender a escribir, sino para aprender a vivir, escribe Andrés Trapiello en Seré duda, la decimonovena entrega de su Salón de pasos perdidos. Una novela en marcha que publica Pre-Textos.

Veinticinco años después de su inicio con El gato encerrado, se completan con este tomo casi diez mil páginas de esta sucesión de hechos, impresiones y confidencias que se van construyendo como un diario y acaban apareciendo al cabo de los años –este es el diario de 2005- con una distancia que las transforma en novelas.

Precedido de media docena de prólogos –Si por mí fuera, haría libros sólo de prólogos-, este volumen toma su título de una frase frecuente entre los futbolistas que no saben si serán titulares o verán el partido desde el banquillo de los suplentes, pero desde ese enunciado resume una actitud vital afincada en la incertidumbre y alejada de las verdades absolutas.

Porque, como señala en las últimas líneas del libro, cuanto estoy escribiendo está escrito en sueños. Mi vida es sueño. La tuya también. La única certeza.





Rafael Sánchez Ferlosio.
Altos Estudios Eclesiásticos (Ensayos 1)
Gramática. Narración. Diversiones.
Debate. Barcelona, 2015.

Gramática. Narración. Diversiones es el subtítulo al que se acoge el primero de los cuatro volúmenes que irán recogiendo la amplia obra ensayística de Sánchez Ferlosio, que ha empezado a publicar Debate con edición de Ignacio Echevarría.

Este primer tomo -Altos Estudios Eclesiásticos- contiene sus ensayos y artículos más relacionados con la gramática y la narratología. Desde las primeras incursiones (“Personas y animales en una fiesta de bautizo”, “Músculo y veneno” o el prólogo al Pinocho de Collodi), agrupadas en la sección Antigüedades con las dos entregas de la incompleta Las semanas del jardín o Guapo» y sus isótopos, hasta las Diversiones: El castellano y la Constitución o las incisivas réplicas a Lázaro Carreter en las Glosas castellanas o “Adversus Varronem”.

En el Anexo se incorporan la traducción y las notas de Memoria e informe sobre Víctor de Aveyron, de Jean Itard, que Ferlosio considera como su “mejor producto” en "La forja de un plumífero", un escrito autobiográfico que publicó en 1998, donde aparecen estas líneas que justifican el título de este volumen:

"Tras escribir El Jarama —entre octubre de 1954 y marzo de 1955—, agarré la Teoría del lenguaje, de Karl Bühler, y me sumergí en la gramática y en la anfetamina. Cuando un clérigo da lugar a algún escándalo, la discretísima Iglesia católica, experta en tales trances, lo retira rápidamente de la circulación, y al que pregunta por él, tras haber advertido su ausencia, se le contesta indefectiblemente: «Oh, el padre Ramoneda se ha recogido para dedicarse a altos estudios eclesiásticos»; a mí no me hizo falta ningún obispo que me retirase, sino que me bastó con el inmenso genio de Karl Bühler y la irresistible sugestión teórica y expositiva de su obra —y quizá algo de horror o repugnancia por el grotesco papelón del literato que, tras el éxito de El Jarama, se cernía como un cuervo sobre mi cabeza— para retirarme de la circulación y consagrarme a «altos (o bajos) estudios gramaticales» durante quince años." 

Esta preocupación no puede desvincularse de la labor creativa de Sánchez Ferlosio, porque -como explica Ignacio Echevarría- estos textos reflexivos “sirven de inmejorable puerta de acceso al conjunto de una obra cuya importancia y cuyo relieve no cesan de incrementarse con el transcurso del tiempo” y "son el más palpable testimonio de esa búsqueda, de ese empeño por ir «ensayando y errando» una lengua capaz de decir cosas nuevas de una manera nueva."




Julio Llamazares.
Atlas de la España imaginaria.
Fotografías de Navia.
Ilustraciones de David de las Heras.
Nórdica Libros. Madrid, 2015.


Jauja no es jauja. Jauja es un pueblo de apenas 1.000 habitantes situado en la frontera entre Córdoba y Sevilla que poco o nada se diferencia de cualquier otro de Andalucía. Nada que ver, por tanto, con el imaginario lugar que Lope de Rueda describe en La tierra de Jauja, el paraíso donde a la gente le pagaban por dormir, los árboles daban buñuelos en vez de fruta y las calles estaban pavimentadas con yemas de huevo. La Jauja cordobesa (que rivaliza con la otra Jauja, la de Perú, mayor y más conocida, por ser la verdadera del cuento) es un poblacho andaluz ni mejor ni peor que todos los de su tamaño.

Así comienza Esto es Jauja, el primero de los siete capítulos del Atlas de la España imaginaria, en el que Julio Llamazares reúne los textos que se fueron publicando en sucesivas entregas en el Magazine de La Vanguardia con las fotografías de Navia que también se recogen en un espléndido volumen ilustrado que publica Nórdica.

Un viaje por algunos de los lugares emblemáticos de la España mítica: además de a Jauja, los seis capítulos restantes viajan a Babia, Entre Pinto y Valdemoro, La ínsula Barataria, Las Batuecas, Los cerros de Úbeda y Fuenteovejuna. Lugares que existen y en los que el imaginario popular ha proyectado a través de dichos tradicionales el ensimismamiento, la duda, las ensoñaciones, la distracción, la huida dialéctica o la unidad.

Un peculiar libro de viajes en el que contrasta lo imaginario con lo real para comprobar que en Jauja la gente vive de su trabajo, que hay una Babia dulce, rica y melancólica, que entre Pinto y Valdemoro, al borde de la gran ciudad, hoy pasan miles de coches, la pobreza de Alcalá de Ebro, que en Las Batuecas viven ahora siete monjes en un convento carmelita o que los cerros de Úbeda hoy están sembrados de olivos.


Dorian Lynskey.
33 revoluciones por minuto.
Historia de la canción protesta.
Traducción de Miquel Izquierdo.
Malpaso. Barcelona, 2015.

Dorian Lynskey, crítico musical en The Guardian, recorre la historia de la canción protesta en 33 revoluciones por minuto, un monumental volumen centrado sobre todo en el ámbito anglosajón que publica Malpaso con traducción de Miquel Izquierdo.

Desde Strange Fruit, de Billie Holiday, que Time proclamó en 1999 la canción del siglo, y su denuncia de los linchamientos de los negros, la extraña fruta ahorcada que colgaba de los árboles, al American Idiot que Green Day dedicó a Bush con motivo de la invasión de Irak, un recorrido por la historia, la política, la sociedad y la cultura de las últimas décadas a través de 33 canciones.

33 biografías de canciones, como ha señalado Lynskey, en las que Bob Dylan, Víctor Jara, The Clash, U2, Public Enemy, o Rage Against the Machine proyectaron su responsabilidad ética como agitadores de conciencias; usaron las canciones como armas arrojadizas contra la injusticia, las guerras, la pobreza o las dictaduras y pusieron letra y música a su compromiso, sus convicciones y actitudes.

Un recorrido que nos devuelve una imagen del mundo contemporáneo, porque, afirma Dorian Lynskey, “las mejores canciones políticas son periscopios que nos permiten ver una parte de la historia.” y "abren una puerta por la que se cuela el mundo exterior"



Carlos Barral.
Memorias.
Edición de Andreu Jaume.
Lumen. Barcelona, 2015.

Carlos Barral publicó entre 1975 y 1988 tres entregas -Años de penitencia, Los años sin excusa y Cuando las horas veloces- de unas Memorias que no llegó a reunir en un volumen como el que acaba de publicar Lumen con edición de Andreu Jaume, que explica en el prólogo –“El escritor Carlos Barral”- que esta es la primera “edición unitaria y coherente de la obra, que circulaba con abundantes arbitrariedades y errores de composición” que se han solucionado en esta nueva edición anotada que, además de una selección de fotografías inéditas, incorpora como apéndice los dos capítulos de recuerdos infantiles que Barral dejó sin terminar a su muerte.

Escritas con una prosa de alta calidad, estas Memorias resumen un balance agridulce de daños y de gozos, desde la sordidez de la posguerra al vitalismo rebelde de los años universitarios a la vejez y el acecho de la desmemoria al final de Cuando las horas veloces:


¿Desde dónde fundaré ahora la nueva memoria? ¿O cómo haré para seguir siendo el mismo y para seguir con los viejos propósitos y los nuevos proyectos? ¿Cuándo y dónde se me ocurrirá lo que debo anotar y dónde garabatearé espacios diarios? Aquí seguramente, pero en medio de un vacío a menudo aterrador, de un universo frío que traspasa el calor de los afectos cercanos. Debe de ser eso el envejecimiento y la desmemoria.



William Beckford. 
Vathek y sus episodios. 
Prefacio de Stéphane Mallarmé.
Edición, introducción y notas 
de Mauro Armiño.
Valdemar. Madrid, 2015.

Una traducción al español de los Episodios de Vathek, de William Beckford (1760-1844) inauguró la colección Gótica de Valdemar y ahora, a punto de llegar al número 100, se edita en versión íntegra Vathek y sus episodios con una nueva traducción de Mauro Armiño, que recorre en su introducción la compleja historia editorial y textual de este “cuento árabe sacado de un manuscrito inédito” –el viejo procedimiento del manuscrito ajeno- que Beckford escribió en francés tal vez bajo la sugestión de la versión francesa de Las Mil y una noches de Galland.

Escandaloso y extravagante precursor de Byron, Beckford tenía 21 años cuando escribió, en tres días y dos noches de enero de 1782, este texto “bajo la influencia –explica Mauro Armiño- del recuerdo de la fiesta-orgía celebrada en el castillo familiar de Fonthill durante las vacaciones de Navidad de 1781.” 

Acogido a dos tendencias muy significativas de la segunda mitad del siglo XVIII: el orientalismo y el horror gótico que anticipan ya el irracionalismo romántico y su tendencia al escapismo, Beckford demostró en Vathek y sus episodios una potente capacidad descriptiva, a la que se refería Mallarmé cuando en el Prefacio de 1876 que reproduce esta edición hablaba de la prosa de Beckford, en la que “todo fluye de manantial, con una limpidez viva, con una ondulación amplia de periodos.” 

Esa fuerza plástica se despliega especialmente en el episodio de bajada a los infiernos que se produce en el Palacio Subterráneo del Fuego, el reino demoníaco de Eblis.  

Probablemente pensaba en esas páginas Borges cuando en Otras inquisiciones escribió estas líneas en las que reconoce en el Vathek de Beckford el primer arquetipo, el prototipo, del terror gótico prerromántico:

“Hay un intraducible epíteto inglés, el epíteto uncanny, para denotar el horror sobrenatural; ese epiteto (unheimlich en alemán) es aplicable a ciertas páginas de Vathek; que yo recuerde, a ningún otro libro anterior.”


Cinco llaves del mundo secreto
de Remedios Varo
Atalanta. Imaginatio Vera.
Gerona, 2015.

Como una revelación y a la vez como un misterio define la pintura de Remedios Varo Alberto Ruy Sánchez en el prólogo –“Cinco pájaros que salen del hielo”- que abre el espectacular libro con el que Atalanta aborda el universo creativo de  Remedios Varo (Gerona, 1908- México, 1963) a través del enfoque multidisciplinar que sustenta los textos de Tere Arcq, Fariba Bogzaran, Peter Engel, Walter Gruen, Janet A. Kaplan y Sandra Lisci.

Cinco llaves para entrar en un mundo secreto y mágico: la llave esotérica que nos abre un nuevo modelo visual del universo; la llave arquitectónica que da paso a sus moradas del inconsciente y a su escenografía onírica; la llave literaria con la que accedemos a una pintura esencialmente poética y narrativa; la llave surrealista que nos permite entrar en los símbolos de este entramado pictórico y la llave onírica con la que penetramos en el fondo psicoanalítico de muchos de estos desconcertantes y magnéticos cuadros.

Una pintura en la que lo delirante forma parte de un sistema coherente de símbolos y formas, de manera que su discurso plástico, como señala Alberto Ruy Sánchez, “establece una rigurosa lógica del sinsentido” a partir de un complejo sistema conceptual y simbólico cuyas claves se explican detalladamente en este libro a partir de decenas de espléndidas ilustraciones que reproducen la parte fundamental de la obra pictórica de Remedios Varo.



William Hope Hodgson.
La casa en los confines de la tierra.
Traducción de José Luis Piquero.
Ilustraciones de Sebastián Cabrol.
Hermida Editores. Madrid, 2015.

Espléndidamente ilustrada por Sebastián Cabrol, Hermida Editores  recupera La casa en los confines de la tierra, una novela de terror cósmico de William Hope Hodgson que apareció en 1908 y que, con traducción de José Luis Piquero, acaba de publicar en una cuidada edición que rescata uno de los títulos fundamentales del género.

Una obra con una potencia visionaria que influyó decisivamente en los relatos de Los Mitos de Cthulhu, de Lovecraft, que escribió estas líneas sobre ella en El horror sobrenatural en la literatura: "Quizá la mejor de todas las obras de Hodgson, nos habla de una casa solariega y tenebrosa en Irlanda, centro de una encrucijada de horribles fuerzas cósmicas y acosada por blasfemas monstruosidades que surgen del abismo. El peregrinaje del espiritu del protagonista a través de ilimitados años-luz de espacio cósmico y kalpas de eternidad, y su visión de la muerte del sistema solar, constituyen algo casi único en la literatura popular. Y en todas partes se manifiesta el poder del autor para sugerir vagos horrores acechantes en escenarios naturales."

Un viaje que se remonta desde el horror de los siniestros seres ocultos que acechan al protagonista hasta los confines del tiempo y el espacio en un trayecto que anticipa la ciencia ficción contemporánea y la experiencia interestelar del astronauta de Kubrick y Arthur C. Clarke en 2001. Una odisea del espacio.



Jaime Gil de Biedma.
Diarios
1956-1985.
Edición de Andreu Jaume.
Lumen. Barcelona, 2015.

Cuando están a punto de cumplirse 25 años de la muerte del poeta a principios de enero de 1990, Lumen publica los Diarios de Jaime Gil de Biedma entre 1956 y 1985, con edición de Andreu Jaume, autor también de un espléndido prólogo que conecta estos diarios con la actividad poética y la evolución personal e ideológica del autor de Las personas del verbo.

El único diario que Gil de Biedma había publicado antes de morir fue el Diario del artista seriamente enfermo (1974), una versión autocensurada del Retrato del artista en 1956, la edición definitiva que dejó preparada y que apareció póstumamente, en 1991.

A ese primer diario se unen ahora los diarios inéditos que van de 1959 a 1965, sus años más fecundos poéticamente, agrupados bajo el título Diario de ‘Moralidades’, a los que se suman el Diario de 1978 y el Diario de 1985.

El Diario de 'Moralidades', el más importante de los inéditos, además de incluir reflexiones personales o políticas, íntimas o morales, refleja el proceso de composición de los poemas de un libro como Moralidades, que se publicó en 1966 y que se convertiría en un título central en su producción poética.

Este volumen no es una autobiografía ni una biografía literaria, pero sus páginas aportan una información fundamental para conocer en su dimensión total la obra de uno de los poetas fundamentales de la segunda mitad del siglo XX.


Antonio J. Durán.
El universo sobre nosotros.
Çrítica. Barcelona, 2015.

Desde la portada, que avisa de la relación entre Don Quijote y Einstein, esas dos constelaciones, El universo sobre nosotros propone un viaje que tiende puentes entre la ciencia y las humanidades para hacer un recorrido deslumbrante por la historia de la ciencia y la literatura a través de la magia del cielo nocturno, desde la astronomía griega a Newton pasando por la Odisea y el Quijote.

Y de Newton a Einstein casi a la velocidad de la luz de la mano de Antonio J. Durán, que une a su condición científica de catedrático de análisis matemático una capacidad narrativa que se ha concretado ya en dos novelas.

En este magnífico volumen se unen esas dos capacidades, el conocimiento científico y el talante del contador de historias para llevarnos del caos al cosmos, de la coreografía astral y las danzas planetarias a los agujeros negros, desde un firmamento con fantasmas a la imagen de un universo en expansión a partir de la gran explosión.

“El propósito de este libro -explica su autor- es mostrar cómo ha cambiado el relato que la ciencia ha ido haciendo de lo que observamos en el cielo, desde la astronomía griega hasta la cosmologia actual. En cierta forma, las teorías del universo se configuran como si fueran relatos literarios” porque –añade- “se podría decir que una buena teoría científica es una colección de excelentes metáforas.”

Desde el cielo barroco del Quijote, con el que Cervantes cambió decisivamente la forma de contar el mundo, al cosmos vanguardista de la teoría de la relatividad, con la que Einstein cambió también la forma de relatar el universo sobre nosotros.


Paul Claudel.
El ojo oye.
Traducción de Juan Ramón Ortega Ugena.
Vaso Roto. Madrid, 2015

El arte que crea, alienta y palpita titula su prólogo Juan Ramón Ortega Ugena, traductor de El ojo oye, una colección de ensayos sobre arte que Paul Claudel publicó en 1946 y que acaba de publicar en español Vaso Roto.

“Lo que espera Claudel -escribe el traductor en ese prólogo- es oír a los cuadros /…/Apoyándose en las notas que tomaba en su ubicuo Diario, Claudel desgrana las impresiones que la vista de obras pictóricas, musicales, arquitectónicas, de diferentes objetos artísticos… le provocan.”

En el primer ensayo, Introducción a la pintura holandesa, explica Claudel esa suma de sensaciones ante la pintura: “entenderíamos mejor los paisajes holandeses, esos temas de contemplación, esas fuentes de silencio, que deben menos a la curiosidad que al recogimiento, si aprendiésemos a prestarles oído al mismo tiempo que por los ojos alimentamos nuestra inteligencia con ellos.”

Con esa actitud meditativa, Claudel propone un recorrido por la pintura española del Greco y Velázquez, Zurbarán o Goya; hace breves exégesis de algunos cuadros de Rembrandt o Tiziano; eleva la vista a las vidrieras de las catedrales francesas de los siglos XII y XIII; recorre la catedral de Estrasburgo o se deja arrebatar por la música, porque si " la pintura detiene al sol. La arquitectura petrifica la proporción y la escultura, la actitud… La música nos arrastra con ella "

Con una inusual capacidad de penetración en su mirada, con sensibilidad meditativa y silencio contemplativo, un conjunto de certeras incursiones de Claudel en busca "de lo fugitivo, de lo inmaterial y de lo instantáneo."



Jacobo Siruela.
Libros, secretos.
Memoria mundi.
Atalanta. Gerona, 2015.

Seis ensayos reúne Jacobo Siruela en el volumen Libros, secretos, que publica Atalanta en su colección Memoria mundi.

“Un libro de paso, en palabras de su autor, un libro del camino, que reúne textos misceláneos” que abordan las claves ocultas que permiten vencer la resistente oscuridad de cinco libros de secreto hermetismo: el manuscrito Voynich, compuesto en un alfabeto desconocido e ilustrado con imágenes de plantas fantasmagóricas y diagramas alejados de la realidad -“seguramente el texto más inaccesible de nuestra cultura”-, las planchas sin texto del Libro mudo y su alquimia barroca o el babélico Finnegans Wake de Joyce.

Y además del ensayo más amplio, el inicial Libros secretos, el volumen contiene otros cinco ensayos de diverso calado y varia lección:  Un examen de la vida y la obra de la poeta francesa Valentine Penrose, una de las musas del surrealismo- y su libro La condesa sangrienta; la recuperación de El vampiro. Un mito moderno, el texto prologal de su antología Vampiros; una reinterpretación de la epopeya de Gilgames y una reivindicación de los mitos antiguos como productores de sentido, como interpretaciones del mundo; el análisis del sueño como metáfora absoluta, como una de las grandes imágenes ontológicas de la vida. Y, finalmente, una reflexión sobre las fotografías del japonés Masao Yamamoto, El mensajero de la naturaleza.

Más allá de su condición miscelánea, más allá de la mera reunión de textos, los ensayos de Libros, secretos producen una impresión unitaria: son una suma de exploraciones que buscan iluminar el secreto o delimitar el contorno de lo opaco que se resiste a las indagaciones.

Porque en este libro, profusamente ilustrado, juega un papel decisivo la mirada a los libros y al mundo, una mirada que asume la zona de sombra que permanece siempre en el secreto. Y por eso tienen las imágenes tanta importancia en estas páginas, no sólo como meras ilustraciones de acompañamiento, sino como desarrollo o como soporte de la palabra.


Peter Mendelsund.
Qué vemos cuando leemos.
Traducción de Santiago del Rey.
Seix Barral. Barcelona, 2015.

En su colección Los tres mundos Seix Barral publica Qué vemos cuando leemos, un asombroso libro, repleto de ilustraciones y de reflexiones sobre la lectura de Peter Mendelsund, uno de los más prestigiosos diseñadores de portadas del mundo.

Una fenomenología con ilustraciones, como indica el subtítulo, porque la imaginación lectora es fundamentalmente visual, está construida sobre las imágenes que pasan por la mente del lector mientras lee. Pero esa imaginación visual, que se nutre de la experiencia y la memoria de cada lector,  mira más hacia dentro que hacia fuera, usa el ojo interior del que hablaba Wordsworth y crea imágenes propias de cada lector.

Porque imaginar es ver imágenes, un acto creativo que suscita la lectura y estas imágenes que vemos cuando leemos son personales. Lo que no vemos es lo que el autor imaginaba cuando estado escribiendo un libro. Dicho de otro modo: cada narración está hecha para que la sometamos a una transposición, para que la traduzcamos con la imaginación; para que la traduzcamos mediante asociaciones personales. Es decir, es nuestra.



Upton Sinclair.
Entre dos mundos.
Traducción de Pablo González-Nuevo.
Hoja de Lata. Gijón, 2015. 


Tras El fin del mundo, el título que inauguraba la serie Historia narrada, Hoja de Lata publica Entre dos mundos, que Upton Sinclair escribió a distancia suficiente de los hechos para tener perspectiva del telón de fondo panorámico en el que transcurre la peripecia de Lanny Budd.

La época de entreguerras, entre el Tratado de Versalles y el crack de Wall Street en 1929 es el periodo que abarca este novelón de casi mil páginas en el que la paz da lugar a la explosión vitalista de los felices años veinte y a la especulación con un dinero que parecía crecer en los árboles.

En aquel fin de época se estaba enterrando el mundo anterior a la Gran Guerra y se estaban poniendo los cimientos de los totalitarismos y el desastre económico.

Con el contrapunto sostenido de la acción novelesca y la crónica periodística, aquel sueño degeneró en pesadilla, en el despertar de la fiesta y en una mala resaca de la borrachera como en la canción que se evoca al final de estas páginas, cuando los nubarrones de la historia asoman ya en el horizonte: “Porque esta noche seremos felices, felices seremos / y mañana sobrios estaremos.”

Sinclair lo publicó en 1941, cuando ya había estallado la Segunda Guerra Mundial y podía preguntarse en el texto inicial: ¿Cuánto durará todo esto? No puedo precisarlo. Depende en gran medida de dos figuras públicas y bien conocidas ya: Hitler y Mussolini. ¿Qué serán capaces de hacerle a la humanidad y cómo responderá la humanidad ante dichos actos? Me resulta difícil creer que cualquiera de los dos se resigne a una muerte pacífica. Tan  solo espero sobrevivir a ambos para poder contarlo. Y, ocurra lo que ocurra, Lanny Budd estará lo suficientemente cerca como para contarlo.

Eso ocurriría al año siguiente, en Los dientes del dragón.



Winsor McCay.
Malditas pesadillas indigestas.
Planchas completas 1904-1906.
Traducción de María Robledano.
Reino de Cordelia. Madrid, 2015.

Reino de Cordelia edita las planchas completas que Winsor McCay publicó entre septiembre de 1904 y abril de 1906 con el título Malditas pesadillas indigestas.

Son una parte de los cientos de historietas que el padre del cómic contemporáneo fue publicando en el New York Evening Telegram hasta 1913 con el seudónimo Silas con una enorme variedad de situaciones en cada una de las tiras, que ocupan una página y desembocan en una última viñeta en la que el durmiente comprueba aliviado al despertarse que todo ha sido una pesadilla provocada por haber cenado rarebits, las típicas tostadas galesas de queso gratinado con cerveza y especias.

Dream of the Rarebit Fiend era el título de esa serie dirigida al lector adulto que inevitablemente refleja, con una mirada a menudo crítica, la intrahistoria de los Estados Unidos en la primera década del siglo XX a través de su reflejo de la indumentaria y los transportes, la política y la inmigración, el béisbol y el circo, el alcohol y el paisaje urbano o de personajes populares en la época en el terreno de la política, los negocios o el deporte.

De esa manera, quizá impremeditada, estas historietas, espléndidamente editadas en la colección Los tebeos de Cordelia, constituyen la crónica de la mentalidad de un país, un tiempo y una sociedad como la americana de comienzos del siglo pasado.



Marie Belloc Lowndes.
El huésped.
Traducción de Susana Carral.
Menoscuarto. Palencia, 2015.

Bajo la niebla de un Londres aterrorizado por los crímenes de Jack el Destripador –el Vengador en la novela- transcurre El huésped, una novela que Marie Belloc Lowndes publicó en 1913.

El sostenido suspense del relato, a caballo entre la novela de terror y la de detectives, explica que sirviera de base a la primera película de Hitchcock, una cinta muda de 1927 que el director tituló como la novela -aquí se tradujo absurdamente como El enemigo de las rubias- y subtituló Una historia de la niebla de Londres.

Hasta cuatro películas más –la última, Misterioso inquilino, de David Ondaatje- se han basado en la fuerza de esta intriga envolvente en la que se combinan el desasosiego y el desconcierto, la sospecha y el pánico psicológico, la apariencia y la culpa en torno al excéntrico señor Sleuth, el huésped afable y discreto que se instala sin equipaje en casa de los Bunting.

Con una nueva traducción de Susana Carral la recupera Menoscuarto en su colección Cuadrante nueve.


Albert Robida.
En lo alto de la torre.
Traducción de Julián Gea.
Ardicia. Madrid, 2015.

Ardicia publica, con traducción de Julián Gea, En lo alto de la torre (1895), una novela corta del francés Albert Robida (1848-1926), junto con Verne el más significativo autor de literatura de anticipación fantástica.

Visionario e imaginativo, previó en su obra los medios de transporte y comunicación del futuro, pantallas murales que emitían noticias ininterrumpidamente y permitían algo parecido a una videoconferencia o los problemas medioambientales que ocasionaría el progreso.

A la vez fábula y parábola, En lo alto de la torre se desarrolla en Flyssemugue, donde Narcisse Gurdebeke obtiene el puesto de vigilante de la torre del ayuntamiento, encargado del carillón de la iglesia, director de la banda municipal y archivero.

Ejercerá ese empleo cuarenta y cinco años y vive con su mujer y sus siete hijos en una torre de seis pisos separada del suelo por cuatrocientos veinticinco escalones que no invitan a bajarlos y subirlos a diario.

En la torre, a ochenta metros del suelo, en busca de autosuficiencia y de contacto con la naturaleza, construirá jardines colgantes y un huerto, mantendrá una granja elevada y fabricará un arroyo en lo alto. Y ahí empezarán a surgir algunos problemas.

Santos Domínguez