5/6/15

Félix Grande. Las calles

Félix Grande.
Las calles.
Epílogo de Pilar Cáceres y Alberto Gómez.
Carpe Noctem. Madrid, 2015


Acaba de cumplir medio siglo Las calles, una novela con la que Félix Grande obtuvo en 1965 el premio Eugenio D'Ors de novela breve de tema social .

Se publicó en Cuadernos Hispanoamericanos y apareció en un volumen prologado por Santos Sanz Villanueva en 1980. Y aunque sea una obra menor, casi desconocida en el conjunto de su producción, o precisamente por eso, hay que empezar resaltando el admirable ejercicio de rescate de este título inencontrable. El esfuerzo que hace Carpe Noctem con esta edición es una excelente manera de rendir homenaje a un nombre fundamental en la literatura contemporánea.

Con Dostoievski, Kafka y Camus al fondo, esta es una novela urbana, como anuncia su título. Pero es un texto que está más cerca del existencialismo que del realismo social incluso técnicamente: una novela social nunca se hubiera construido con esa perspectiva subjetiva de un protagonista-narrador. Y así como Félix Grande nunca escribió poesía estrictamente social, tampoco en Las calles o en los relatos que escribiría después se atendría a las convenciones del objetivismo y la distancia narrativa.

Lo impedía su implicación solidaria, la piedad ante la desgracia o la solidaridad con la pobreza en la que se mueve ese protagonista en el que no es difícil rastrear un fondo autobiográfico -el insomnio, el espanto para no entrar en otros detalles- que es el que alimenta también su poesía, que no por casualidad reunió con el significativo título Biografía. Es un protagonista que tiene mucho que ver con el Félix Grande que evocaba Francisco Umbral  cuando lo recordaba en los años 60, recién llegado a aquel Madrid aún en posguerra.

El miedo –escribimos libros porque tenemos miedo dijo en su última conferencia- y la insumisión, la compasión y la vergüenza se convierten, como en el resto de la obra de Félix Grande, no solo en el motor de la escritura, sino en su materia prima.

Por eso Las calles es una obra relacionada con Música amenazada, un libro de poesía escrito prácticamente a la vez y con el mismo telón de fondo, con el mismo decorado urbano y sobre todo con el mismo paisaje moral, con la misma actitud de un sujeto poético semejante.

Y es que la voz que habla en ese libro es muy parecida a la del narrador protagonista de Las calles con la soledad, la pobreza o el desvalimiento al fondo. Escribía en uno de los poemas centrales de Música amenazada:

A mi alrededor 
seres infelices de todas las edades; 
asemejados por el sufrimiento 
en mi recuerdo reunidos de dolor. 

Es un panorama donde viven el sufrimiento y las humillaciones, la calamidad y la desgracia en medio de una ciudad sin pájaros ni esperanza, en la que –como en Música amenazada- el protagonista cobra un sueldo de hastío y de temor. mientras iba nevando sobre tanto infortunio. 

Pero en ese panorama caben también la solidaridad y la rebeldía, la insumisión ante el poderoso, esa “ética de la pobreza” a la que aluden en su epílogo Pilar Cáceres, que dedicó su tesis doctoral a la importancia de la memoria y el trauma en la obra de Félix Grande, y Alberto Gómez, el editor de Carpe noctem, que está preparando su tesis sobre el Félix Grande articulista.

Y entonces la escritura se convierte en forma de desquite, en venganza frente a la estructura piramidal del poder representada por esos vicarios delegados de la autoridad que constituyen uno de los rasgos kafkianos que afloran en este texto.

Es cierto: en Las calles hay algo de oficina siniestra y de metáfora kafkiana y hay un paseante que nada tiene que ver con el flâneur diletante de Baudelaire: es un hombre pobre a la intemperie,  un ser desvalido en medio del frío y de las calles inhóspitas de la gran ciudad, porque este es un libro lleno de sombras y de noches, de angustias y calles vacías, pero también de rebeldía y de compasión. 

Entrando en un terreno más estilístico, si es verdad que la literatura reside en el adjetivo, la espléndida adjetivación que aparece en este relato combina ya precisión e intensidad de una manera muy característica en la escritura de Félix Grande.

Es verdad que la frase no tiene todavía la solemnidad con que la vertebraría su prosa, que era la manera de respirar de su conciencia individual y social, pero el estilo apunta ya a lo que iba a ser la prosa potente e inconfundible de Memoria del flamenco o La balada del abuelo Palancas.

Si Libro de familia fue en su condición de punto final de su trayectoria literaria un resumen de su obra, si en Música amenazada están ya los temas esenciales de su poesía, en Las calles hay un primer esbozo del universo temático que Félix Grande desplegará durante medio siglo y de la ejemplar actitud ética que lo acompañará siempre. 

Santos Domínguez