20/6/14

Octavio Paz. Obra poética


Octavio Paz.
Obra poética 
(1935-1998).
Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores. 
Barcelona, 2014

El hombre y la galaxia regresan al silencio.
¿Importa? Sí -pero no importa:
sabemos ya que es música el silencio
y somos un acorde del concierto.

Esos cuatro versos de un poema fechado en México el 20 de abril de 1996, el último que escribió probablemente, cierran la última sección de la poesía original –luego hay otra de poemas colectivos- de Octavio Paz en la edición que Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores recoge en un tomo que acaba de publicar con el título Obra poética (1935- 1998). Una edición, conmemorativa del centenario de Paz, que sigue la que fijó el poeta en sus Obras completas con la exclusión de las traducciones, que se pueden leer en el volumen exento Versiones y diversiones.

Entre 1935 y 1996, Paz desarrolló una de las aventuras literarias más ambiciosas y duraderas de la literatura contemporánea en español. Poesía y ensayo, intuición y reflexión, conocimiento y sensaciones, ambición expresiva y hondura indagatoria se unen en una obra que se mueve siempre entre la tradición y la modernidad, entre lo clásico y la vanguardia, en un debate que comparte con el grupo del 27 porque Octavio Paz forma parte de la misma cultura, de la misma lengua y casi del mismo momento histórico.

Desde la tensión entre escritura e historia de la poesía comprometida a un enfoque más abstracto y conceptual, entre el testimonio y la revelación, entre la ética y la estética, Paz construyó un mundo poético potente e inconfundible, un universo literario arrancado a la nada de esta noche, / a pulso levantado letra a letra, / mientras afuera el tiempo se desboca / y golpea las puertas de mi alma / el mundo con su horario carnicero, como escribió en Piedra de sol, un poema central en su trayectoria creativa.

Desde un primer ciclo que se resume en Libertad bajo palabra, al que luego seguirían otras direcciones y tentativas, como él mismo las llama, Paz es autor de una poesía cambiante en la metamorfosis del clavel y la roca y atravesada siempre por la profunda conciencia autocrítica del creador que es dueño de su mundo y que ejerce una influencia decisiva en la poesía en español.

Entre lo fugaz y lo perpetuo se alza, como señaló Saúl Yurkievich, la verticalidad de su palabra contra el tiempo horizontal, una integración ejemplar de espíritu y forma, de memoria y presente, de lo intelectual y lo sensorial, de lo racional y lo onírico, del ritmo interior y la imagen externa.

En su evolución de la soledad a la comunión con el mundo y con el otro, en su paso de lo personal a lo universal, la poesía de Paz, mutante y autorreflexiva, sometida a un movimiento de rotaciones y traslaciones, obedece al acorde de la conciencia de un creador que proyecta constantemente su reflexión crítica -la escritura sobre la escritura- sobre una poesía como la suya, que indaga en el vínculo esencial que define cualquier obra: el que se establece entre el poeta, la palabra y el mundo. Lo resumió así en Nocturno de San Ildefonso:

Entre el hacer y el ver,
                                       acción o contemplación,
escogí el acto de palabras:
                                              hacerlas, habitarlas,
dar ojos al lenguaje.
                                   La poesía no es la verdad:
es la resurrección de las presencias,
                                                             la historia
transfigurada en la verdad del tiempo no fechado.

Instalada en la tradición de la ruptura propia de la poesía contemporánea, la poesía de Paz es una integración de tradiciones (occidental, azteca, oriental, la poesía contemporánea, sobre todo del superrealismo), de lo mágico y lo conceptual, del lenguaje y el conocimiento, del tiempo histórico y el tiempo sin tiempo del mito, porque dentro del tiempo / hay otro tiempo quieto: / Es la transparencia.

De la soledad a la trascendencia, en una suma de conciencia e inspiración, la reflexión sobre el lenguaje y su nexo entre lo tangible exterior y lo inefable interior es la base de Trabajos del poeta, uno de sus textos imprescindibles, incorporado a ¿Águila o sol?

Poemas cortos, elípticos y sincopados, o poemas largos de vocación narrativa, discursivos o abstractos como Blanco, quizá la cima de su segunda etapa y de toda su poesía, se combinan en una poesía que busca el punto de encuentro entre el mundo y la conciencia: aprender a ver oir decir / lo instantáneo / es vuestro oficio, porque la escritura poética es /aprender a leer / el hueco de la escritura / en la escritura.

Instalada en un presente perpetuo, en su tiempo circular, la poesía de Octavio Paz es una honda exploración incansable en la identidad y en la realidad, en la naturaleza y en la temporalidad, en la palabra y el silencio, en los límites de la escritura y el conocimiento, a través de un proceso de abstracción que culmina en Salamandra y que en Ladera Este se resuelve en un cambio de actitud intelectual y sensorial ante la palabra y el mundo, que suma la contemplación y la reflexión, porque un poema no tiene más sentido que sus imágenes y el poeta no quiere decir, dice.

En el texto preliminar que escribió para la edición del segundo tomo de su poesía completa, Octavio Paz explicaba así en 1996 su concepción de la poesía:

La poesía, el arte de escribir poemas, no es natural; a través de un proceso sutil, el autor, al escribir y muchas veces sin darse cuenta, se inventa y se convierte en otro: un poeta. Pero la realidad de sus poemas y la suya propia no es artificial o deshumana; se ha transformado en una forma a un tiempo hermética y transparente que, al abrirse, nos muestra una realidad más real y más humana. Los poemas no son confesiones sino revelaciones.

Santos Domínguez