10/3/14

Pero hermoso. Un libro de jazz

Geoff Dyer.
Pero hermoso.
Un libro de jazz.
Traducción de Cruz Rodríguez Juiz
Literatura Random House.  Barcelona, 2014.

Bajo ese título, But beautiful, tomado de un disco de Bill Evans y Stan Getz, se organizan siete historias que arrancan de una escena inicial, real o imaginada, en torno a un músico.

Lester Young, Charles Mingus, Art Pepper, Bud Powell, Chet Baker, Ben Webster y Thelonious Monk son los ejes de un libro que tiene como elemento vertebral un largo viaje en coche de Duke Ellington y Harry Carney durante una gira por los Estados Unidos.

Dos en la carretera en un esquema que recuerda el de una movie road y que da lugar a esas variaciones que mezclan la realidad y la ficción, en un desarrollo libre en el que se mezclan lo narrativo y lo lírico y coexisten la crítica y la imaginación en secuencias casi cinematográficas que obedecen a un ritmo musical.

Un libro no sólo inspirado en esa música, sino sometido a un proceso creativo semejante, porque los textos de Pero hermoso surgen, como en el jazz, de la improvisación, y las variaciones sobre un tema central animan el método de composición de este volumen que publica Literatura Random House con traducción de Cruz Rodríguez Juiz y que contiene momentos como este, dedicado a Chet Baker:

Chet no volcaba nada propio en la música y de ahí nacía el patetismo de su interpretación. La música que tocaba se sentía abandonada. Tocaba viejas baladas y standars con una larga serie de caricias que no conducían a nada ni se disolvían en nada.

Siempre había tocado así y así tocaría siempre. Cada vez que tocaba una nota se despedía de ella. A veces, ni siquiera se despedía. Aquellas viejas canciones estaban acostumbradas a que la gente que las tocaba las amara y las quisiera; los músicos las abrazaban y las hacían sentirse nuevas, frescas. Chet dejaba a la canción sintiéndose despojada. Cuando él la tocaba, la canción necesitaba consuelo: no era la interpretación la que estaba cargada de sentimiento, sino la propia canción dolida. Notabas que cada nota intentaba quedarse un poquito más con él, se lo suplicaba. La canción misma le gritaba a cualquiera que quisiera escucharla: por favor, por favor, por favor.

Y al escucharlo comprendías no solo la belleza, sino la sa-biduría que contenían esas canciones. Si las juntabas todas formaban un libro, una guía onírica del corazón: «Every Time We Say Goodbye», «I Can't Believe You're in Love with Me», «The Way You Look Tonight», «You Go to My Head», «I Fall in Love Too Easily», «There Will Never Be Another You». Lo contenían todo, todas las novelas del mundo no te dirían más sobre los hombres y las mujeres y los momentos que pasan como estrellas fugaces entre ellos.

Cierran el libro un epílogo que analiza la evolución del jazz en los últimos años y una discografía selecta que podría servir de música de fondo a la lectura de estas páginas escritas bajo la doble inspiración de la música y de unas fotografías que se echan de menos en esta edición, que paradójicamente incluye una inexplicable “Nota sobre las fotografías.”

Pese a todo, un libro espléndido que con la fuerza de su escritura transmite la potencia estética y vital de ese mundo raro, autodestructivo y duro pero hermoso.

Santos Domínguez