13/1/14

Grossman. Eterno reposo y otras narraciones

Vasili Grossman.
Eterno reposo y otras narraciones.
Traducción de Andréi Kozinets.
Galaxia Gutenberg /Círculo de Lectores. 
Barcelona, 2013.

Desde el cementerio Vagánkovskoie, situado junto a las vías de la estación de Bielorrusia, se puede ver a través de los arces que crecen allí cómo pasan a toda velocidad trenes con destino a Varsovia y Berlín, las ventanillas relucientes de los vagones restaurante, los trenes expreso de color azul que circulan entre Minsk y Moscú, además de oír los frecuentes silbidos de los trenes de cercanías y notar cómo tiembla la tierra al paso de los pesados convoyes de mercancías.

Cerca del cementerio discurre la carretera Zvenigoródskoie, transitada por turismos y taxis de carga que transportan bártulos a las dachas de los alrededores. Junto al cementerio se encuentra el mercado del mismo nombre. Desde el cielo llega el estrépito provocado por los helicópteros que sobrevuelan la ciudad, al tiempo que resuena, ampliada por la megafonía, la voz nítida del jefe de la estación, encargado de componer los convoyes que parten de la estación.

En el cementerio, mientras tanto, reinan la paz y el descanso eternos.

Así comienza Eterno reposo, uno de los ocho cuentos de Vasili Grossman que publica Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores.

De esa narración, fechada entre 1957 y 1960, toma el título esta espléndida selección que muestra por primera vez en español los relatos que Vasili Grossman escribió entre 1953 y 1963, cuando estaba en plena madurez creativa y llevaba a cabo esa obra maestra que es Vida y destino.

Vida y destino que concurren en todos estos relatos de un Grosmann dueño ya de un mundo propio y de un tono narrativo que a veces recuerda a Chejov y a veces a Bábel: la relación problemática entre el individuo y el poder, la conciencia ética y la libertad, la dignidad y la violencia; la vida cotidiana en los años del terror estalinista y de la invasión alemana cruzan los ocho relatos que se reúnen por primera vez en castellano con traducción de Andréi Kozinets.

Seleccionados por Tzvetan Todorov, organizados cronológicamente y variados técnicamente -alguno más cercano a la novela corta que al cuento-, estos relatos quizá no son perfectos, pero son una demostración de la enorme eficacia narrativa de Grosmann, que aporta a su escritura no solo su solvencia literaria, sino la fuerza del material vivo procedente de su propia experiencia personal sobre la violencia de la naturaleza humana, de la guerra o del estado.  

Y eso le permite escribir sobre la tripulación de un hidroavión norteamericano que parte de una isla del Pacífico para lanzar la bomba atómica sobre una ciudad japonesa; sobre la guerra sufrida desde el zoo de Berlín por los animales en una alegoría sobre la libertad y la violencia; sobre una maternidad de Rafael en la que la belleza tiene una dimensión exclusivamente humana que triunfa sobre el nazismo; sobre la corriente subterránea de violencia que discurre bajo las relaciones familiares: los celos o la codicia, el dominio o el tedio; sobre los cementerios como metáforas de la sociedad y como continuación paradójica de la vida; sobre la mirada de una niña rescatada de un orfanato y adoptada por el responsable de la desaparición de sus padres; sobre un maltratado mulo de carreta en un regimiento de infantería; sobre la rutina melancólica de un ingeniero tímido, autobiográfico y solitario destinado en una peligrosa mina de gas o sobre un atractivo y despreocupado médico de balneario bajo la invasión alemana.

Como el resto de su obra, estos textos reflejan la ejemplar vinculación de literatura y testimonio que recorre la intensa escritura narrativa o documental de Grossman y son, pese a todo, una afirmación –como escribe en La Madonna Sixtina- en la fe de que la vida y la libertad no son más que una, y de que no hay nada por encima de la humanidad del ser humano.

Santos Domínguez