6/2/10

Un libro levemente odioso


Roque Dalton.
Un libro levemente odioso.
Prólogo de Antonio Orihuela.
Baile del Sol. Madrid, 2009.



¿Para que debe servir
la poesía revolucionaria?
¿Para hacer poetas
o para hacer la revolución?

Esa es una de las preguntas esenciales de este libro lleno de certezas y de dudas que se resuelven finalmente en sarcasmo, en ironía o en rabia indisimulada.

Un libro levemente odioso es un póstumo de Roque Dalton, que probablemente lo escribió a comienzos de los años 70. Cuando se publicó por primera vez en México, a finales de los ochenta, Elena Poniatowska escribió un prólogo en el que evocaba así a su autor, asesinado el 10 de mayo de 1975:

No, los vientos no huyeron de su asombro
y su cara.
Roque Dalton
asesinado a los cuarenta años
fue siempre,
hasta el último momento,
un sorprendido,
un cielo tomado por asalto,
una risa interrumpida.

Un póstumo que ha ido ganando actualidad a costa de una historia lamentable, que - a su pesar- ni lo ha enterrado por completo ni ha dejado envejecer versos como estos:

¿Qué es el asalto de un Banco
comparado con la fundación de un Banco?

Está en este libro, recuperado ahora por Baile del Sol en su Biblioteca Roque Dalton, el menos póstumo, el más actual de los libros del salvadoreño, que escribió proféticamente en sus páginas Prometo no llegar a viejo, encomendó sus versos a una cita de Nicanor Parra ( Me da sueño leer mis poesías/ y sin embargo fueron escritas con sangre), practicó la ironía en estas dos Actividades culturales de esta semana:

Conversatorio sobre
poesía conversacional.

Mesa redonda sobre
el círculo vicioso.

Fue combativo sin contemplaciones en MIS MILITARES III:

LOS H. P. (HIJOS PRÓDIGOS)

Los soldados ingleses mataron
chipriotas,
árabes,
tanganikenses,
georgianos,
persas,
hindúes,
pakistanos,
chinos,
turcos,
polinesios.

Los soldados ingleses hoy matan
irlandeses.

Así retorna el tigre al hogar,
a la cultura cristiana,
a la civilización occidental.

Así hermana el tigre a los hombres:
en la patria, en la cultura de la muerte.

Y reflexionó sobre la relación del poeta con la vida:

NO TE PONGAS BRAVO, POETA

La vida paga sus cuentas con tu sangre
y tú sigues creyendo que eres un ruiseñor.
Cógele el cuello de una vez, desnúdala,
túmbala y haz de ella tu pelea de fuego,
rellénale la tripa majestuosa, préñala,
ponla a parir cien años por el corazón.
Pero con lindo modo, hermano,
con un gesto propicio a la melancolía.


Está en este libro todo Dalton, en estado puro, quiero decir impuro:

Así en la iglesia como en Gólgota

Ganaron los ladrones:
dos a uno.

o

El talento es pura gana de molestar a los demás.

Santos Domínguez