14/7/08

Poesía popular de la China antigua




Poesía popular de la China antigua.

Edición de Gabriel García-Noblejas.
Alianza. Madrid, 2008.


Tres mil años tienen los poemas más antiguos que se recogen en esta Poesía popular de la China antigua, que publica Alianza con selección, traducción, prólogo y notas de Gabriel García-Noblejas.

Anónimos, campesinos y orales, son –como ocurrió siglos después en la tradición occidental- una cultura subalterna, alternativa o paralela, a la cultura hegemónica oficial: la de los letrados que gobernaban la China antigua.

Destinados al canto y a la transmisión oral, su destino era el propio de un proceso que pasaba por el anonimato, la vida colectiva y la desaparición, simultánea a la extinción de los modos sociales que explican el sentido de esas canciones.

Este triple proceso, y aquí el paralelismo con otras culturas es evidente también, sólo se cumplió parcialmente. Y, aunque no sabemos en qué grado, como ocurrió con la lírica popular europea de la Edad Media, estas canciones se pusieron por escrito y se aseguró su conservación cuando la cultura oficial las asimiló y las imitó.

El Libro de la poesía desempeña en la literatura china ese momento fundacional y de él proceden la mitad de los textos de esta antología. Textos que tienen –pese a su lejanía espacial y temporal- un cierto aire de familia que los emparenta en su carácter femenino con las cantigas, las jarchas, los villancicos o las cançós.

No sólo la sencillez de su esquema métrico, la aparición de temas universales como el amor o el tiempo, o el cultivo de ciertas estructuras geométricas o reiterativas. Es algo más profundo y menos nombrable, que los liga a la vida y hace que esos textos parezcan siempre nuevos porque forman parte de lo que une tiempos, lugares y civilizaciones: la expresión del deseo o el miedo a la muerte, unidos en un anticipo del carpe diem latino, la canción que alivia la dureza del trabajo o celebra las fiestas y los ciclos estacionales, la que acompaña a la danza o conjura a los espíritus que protegen la casa o amenazan las cosechas.

Resumidos en estos poemas hay trece siglos de vida y de poesía china en la que campesinos sin nombre celebran los ciclos agrícolas, la fertilidad y la recolección, reniegan de las guerras y evocan ríos con orillas propicias para el amor o la nostalgia.

Y en muchas de estas canciones, como en el Japón de Murasaki, como en Europa siglos después, la voz femenina de la elipsis y la sugerencia, el asombro celebratorio o la insinuación melancólica. Una voz femenina, delicada, sencilla y declarativa, que lamenta la separación bajo la luna o cuando cantan los gallos.

Santos Domínguez

11/7/08

Aquella mitad de mi tiempo


Javier Marías.
Aquella mitad de mi tiempo.
Al mirar atrás.
Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores.
Barcelona, 2008.


La infancia, los padres, la juventud o los maestros son algunos de los ejes de Aquella mitad de mi tiempo, un conjunto de textos retrospectivos en los que el escritor, el tiempo y la memoria completan la imagen más personal de Javier Marías y su mundo.

Semblanzas y recuerdos que constituyen lo más parecido a unas memorias, indirectas, involuntarias y fragmentarias, como las califica Miguel Marías en el prólogo escrito para este volumen que contiene, además de ochenta artículos, dos apéndices: el Diario de Zúrich y una entrevista, inédita hasta ahora en español, para The Paris Review. Una amplia recopilación de los artículos más autobiográficos o evocadores de Javier Marías que publica Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores en una edición preparada por Inés Blanca.

Los textos, de variada extensión y diversa procedencia, están organizados alrededor de siete secciones temáticas: la infancia (Entre Nueva Inglaterra y Chamberí); los padres (Como el aire); la juventud (Volatines callejeros); los intelectuales y escritores a los que trató (Benet, Aleixandre o García Hortelano) en Escuchando a los mayores; un homenaje a la generación de los que perdieron la guerra (El mundo en orden); los nobles del reino de Redonda y finalmente la madurez de El mundo en desorden.

Y, como en una novela, sorpresas y emociones que acompañan al lector en su visita al Marías más próximo y sereno, el que escribe en uno de estos textos:

Si nos da tiempo a decir adiós, bien estará y yo no me quejaré.

Santos Domínguez

8/7/08

Habla Walt Whitman


Habla Walt Whitman
Edición de Rafael Cadenas.
Pre-Textos/poéticas. Valencia, 2008.


Con selección, traducción y prólogo del poeta venezolano Rafael Cadenas, Pre-Textos publica en su colección Poéticas una muestra significativa del Withman oral, el que conversaba a diario en Camden con su amigo Horace Traubel.

Es un Withman de viva voz, que tuvo en Traubel a un discípulo que recogió sus conversaciones. Como hicieron Eckermann con Goethe, Boswell con Samuel Johnson, o Guerrero Ruiz con Juan Ramón, las notas recogidas durante cuatro años las publicó aquel Traubel que era más oyente que interlocutor, más admirador que igual, en cinco tomos (With Walt Whitman in Camden) que a mediados del siglo XX seleccionó y organizó Walter Teller con un criterio temático en su Walt Whitman’s Camden Conversations.

De esos libros, que en el fondo son el mismo, y de otros dos (Notes and Fragments, editado por Richard Bucke y Walt Whitman’s Workshop, de Clifton Joseph Furness) proceden los materiales que ha seleccionado y traducido Rafael Cadenas para esta antología del Withman conversacional.

Está aquí la ideología vital de Withman, tan anclada en el existir cotidiano; sus preferencias estéticas (¿Hay algo mejor en la literatura que las mejores cartas?); su admiración por Shelley o Shakespeare y su antipatía por Samuel Johnson; sus críticas a la política norteamericana, su pacifismo y su repugnancia por la religión (Me agobia ya bastante el hecho de que los hombres peleen por sus religiones como para desear discutirlas) y por las iglesias ( La iglesia no es lugar para un hombre después de que éste ha logrado su crecimiento), pero también su reflexión sobre la escritura propia y ajena, sus notas de lectura o de trabajo sobre Hojas de hierba, su laboratorio y su taller literario en el que nada se improvisaba.

Quien lee esto, no toca un libro, toca a un hombre, escribió Withman en Hojas de hierba. Basta con cambiar leer por oír para entender el sentido de un libro como este, tan complementario de la obra poética de su autor.

Santos Domínguez

5/7/08

José Tomás. De lo espiritual en el arte


Fernando González Viñas.
José Tomás.
De lo espiritual en el arte.

Berenice. Córdoba, 2008.

En el extremo del vértice más alto a veces se halla un solo hombre. Su contemplación gozosa es igual a su desmedida tristeza interior. Los que se encuentran cerca de él no lo entienden, y con indignación, lo acusan de loco o impostor. De esta manera vivió Beethoven, denostado y solo en la cumbre.

Como un discurso intelectual, como si Kandinsky -de quien son esas líneas y de quien toma título este libro que publica Berenice- hubiera debutado en la Maestranza, aborda Fernando González Viñas la tauromaquia de José Tomás.

La actitud de este torero ante la vida y ante la muerte, su recogimiento ensimismado, convierten su toreo no sólo en un peligro y en una verdad incómoda, sino en un ejercicio espiritual en el que olvidarse del cuerpo es el primer paso hacia una mística similar a la del samurái, con el que le familiarizó, a través de la lectura de Mishima, Antonio Corbacho , la persona que más ha influido en la formación de José Tomás.

Entre la interpretación y la biografía, entre lo filosófico y lo artístico, el aficionado sólido que es Fernando González Viñas ha escrito un libro que compagina la documentación de unas imágenes no siempre bien reproducidas con un paciente trabajo en las hemerotecas. Y esa doble labor la ha pasado por el tamiz de su experiencia como espectador de las faenas de José Tomás.

La autenticidad de su toreo, la guerra fría con Ponce, que le vetó repetidamente para evitar comparaciones enojosas, la diferencia entre el toreo superficial y de ventaja y la tauromaquia profunda de José Tomás son algunos de los capítulos que aborda finalmente la distancia entre el tomismo y el tomasismo para concluir con estas líneas resumen el sentido del libro y lo conectan con la cita de Kandinsky:

Sí, José Tomás es un loco. No cabe duda. Y es un sueño del que hace partícipes a muchos locos que coinciden con él en señalar lo espiritual del arte como un motivo para vivir y para, si es preciso, dejarse la vida en una plaza de toros.

Santos Domínguez


2/7/08

Voces en Ruidera


Francisco García Pavón.
Voces en Ruidera.
Rey Lear. Madrid, 2008.


Rey Lear reedita, con un prólogo de la hija del autor, Sonia García Soubriet, Voces en Ruidera, la novela más cervantina de las que Francisco García Pavón escribió en torno a Manuel González, Plinio, el jefe de los municipales de Tomelloso. Ambientada en los parajes cervantinos del Campo de Montiel que García Pavón mostró en La cueva de Montesinos, su recuperación es una buena oportunidad para redescubrir, treinta y cinco años después, su capacidad narrativa y para comprobar lo bien que ha resistido el paso del tiempo esta novela que fue la que más problemas le ocasionó con la censura.

De todas las novelas del ciclo policial de Plinio, quizá ninguna muestre más madurez ni más calidad que Voces en Ruidera. Brilla en ella mucho más el prosista que el novelista, y la admirable altura literaria de muchas de sus páginas es superior a la intriga de corte policial o a una acción que se pierde con frecuencia en excursiones descriptivas y afluentes de varia lección, desde la receta minuciosa de los galianos a la elucubración sobre el tiempo y la memoria.

Y se agradece, pese a todo, que la mirada de García Pavón, tan acomodada al difícil horizonte oretano, se fije en la ancha llanura manchega de Tomelloso a Argamasilla o se duerma en la hondura de espejo quieto de las lagunas de Ruidera. En ese paraje -ninguno más sorprendente ni misterioso en la ruta de don Quijote- se desarrolla este libro espléndido que viene a confirmar cuánta razón tienen los que afirman que la literatura vive en el adjetivo, en el territorio del matiz.

Santos Domínguez