3/1/08

La fuga de Atalanta


Michael Maier.
La fuga de Atalanta.
Prólogo de Joscelyn Godwin.
Traducción de María Tabuyo y Agustín López.
Atalanta. Gerona, 2007.


Michael Maier (1568-1622), alquimista y médico de la corte del emperador Rodolfo II de Praga, compuso la que está considerada por los expertos en emblemática la obra más bella del género: Atalanta Fugiens.

Libro ilustrado, composición musical y tratado alquímico, la publicó en 1617, en pleno auge del movimiento rosacruz en los principados alemanes. Y tanto el autor como el editor, Theodor de Bry, y el grabador, Merian, pertenecían a aquella tendencia ocultista emparentada con los viejos cultos herméticos.

Los editores de esta primera traducción completa al español de Atalanta en Atalanta han querido subrayar su triple naturaleza -visual, musical y literaria-, su carácter de obra total. Y para ello, además del material puramente literario del texto, y junto con los grabados de cincuenta emblemas y las cincuenta partituras que acompañan a las imágenes, han editado en un CD las interpretaciones musicales, dirigidas por Michael Noone, de las cincuenta fugas, que se pueden escuchar mientras se contemplan sus grabados y se leen sus epigramas o sus comentarios alquímicos.

La fuga de Atalanta es por tanto un libro para ver, oír y leer, el primer libro multimedia de la historia, como afirma el editor. La casualidad ha querido que su aparición en España coincida con las noticias del lanzamiento comercial de Kindle, un nuevo dispositivo de almacenamiento y lectura que permite la integración de imágenes, música y palabras.

Un artefacto electrónico como ese respondería a la triple naturaleza visual, musical y textual de esta obra que incluye por primera vez en castellano el texto íntegro de Maier, traducido por María Tabuyo y Agustín López y precedido de un prólogo de Joscelyn Godwin, que destaca el carácter misterioso y sugestivo de estos emblemas enigmáticos para la vista, el oído y la mente.

Alquimia y ciencia hermética, epigramas mitológicos e imágenes encauzan los cincuenta mensajes cifrados en un laberinto para iniciados y una obra de fantasía que desde el punto de vista literario responde a un reto lingüístico semejante al de la mística o la poesía: la necesidad de expresar lo inexpresable, traducir a palabras saberes o experiencias inefables e irracionales. Eso obliga a recurrir constantemente a las metáforas y a construir con ellas alegorías que remitan a la realidad y asedien el sentido.

Por eso precisan, como los textos místicos, del comentario que elabore esos símbolos en un sistema coherente y en una lectura del epigrama y del emblema, del texto y la imagen y los organice en torno a unas claves de las que depende su sentido: la exploración de los secretos de la naturaleza, la fuente de la eterna juventud y el incesto, las manzanas de oro de la mitología y el bronce del saber filosófico, la autofagia y el vómito, el equilibrio de los cuatro elementos, el fuego y el oro y la piedra filosofal, las resurrecciones con fuego y Vulcano, Isis y Osiris, el sol y la luna y el árbol de la vida, la rosaleda de la sabiduría y la salamandra inmune al corazón del fuego, Mercurio y Venus son algunos de los temas y de sus protagonistas.

El lenguaje de los lemas, los epigramas y los comentarios, elusivo y alusivo, abundante en imágenes ensaya aquí la aventura de descifrar el jeroglífico, de expresar lo inefable. El material gráfico de los emblemas o su argumentario mitológico no son más que variantes de esos asedios que intenta la imagen verbal, una conjunción de arte y sabiduría, de poesía y filosofía para indagar el secreto del mundo y de la vida o para iluminarlo.

Mucho después de que nosotros seamos ya historia -leemos en el prólogo-, Atalanta Fugiens, libro de emblemas y de música de Michael Maier, seguirá fascinando a las generaciones venideras. Este libro es portador del espíritu de su tiempo: lleva los vahos y los olores del laboratorio del alquimista, los ecos de los coros del Renacimiento, la absorta atención del grabador en su plancha de cobre.


Santos Domínguez