3/11/07

El ataque contra la razón


Al Gore
El ataque contra la razón
Debate. Barcelona, 2007

El ataque contra la razón, escrito por el antiguo vicepresidente de Estados Unidos y publicado en España por Debate, es fundamentalmente una crítica y dura descripción de la situación política de los Estados Unidos bajo el gobierno de George W. Bush, quien derrotó a Gore en las elecciones presidenciales del año 2000.

Para Gore los años de gobierno tras los atentados del 11 de septiembre han supuesto un enorme deterioro de la situación interna y exterior de su país. El senador acusa a Bush de rodearse de un conglomerado de neocons, evangélicos integristas, directivos de multinacionales petroleras y otras gentes de mal vivir que han conducido a los Estados Unidos a una dramática realidad política.

Empieza Gore culpándoles de fomentar el miedo al terrorismo entre los estadounidenses con la única intención de mantener a la población sumisa (“el miedo es el enemigo más poderoso de la razón”) ante cualquier decisión gubernamental. El objetivo de este miedo inoculado a través de los medios de comunicación no sería otro que conseguir mayores parcelas de poder para la presidencia, que con la excusa de la guerra contra el terrorismo amordaza a cualquier tipo de oposición (mediática, política o ciudadana), tachándola de antipatriótica.

En este contexto destaca la promulgación de la Patriot Act, ley que autoriza al gobierno a prácticas abiertamente anticonstitucionales como las escuchas telefónicas indiscriminadas, la lectura de correos electrónicos o registros domiciliarios sin autorización judicial.

Al Gore acusa sin rodeos a Bush de sobreactuación al exagerar la amenaza terrorista para alterar los equilibrios constitucionales en favor del poder ejecutivo, que durante su presidencia ha ninguneado al Congreso y al Senado y ha amenazado la independencia judicial. Y todo ante la apatía del electorado, que entre el miedo y la resignación ha aceptado la devaluación del régimen político y los recortes de libertades individuales.

Pero además la actuación internacional de la administración Bush, basada en el unilateralismo más flagrante, que ha llevado a Estados Unidos a promover la legalidad del ataque preventivo, al menosprecio de la ONU y a la violación de numerosos tratados internacionales como la Convención de Ginebra o los acuerdos medioambientales de Kyoto, han desacreditado la imagen internacional de su país de una forma que hoy parece irreparable.

Gore se pregunta por qué evidentes mentiras como la posesión de armas de destrucción masiva por Irak, o la colaboración entre Saddam Hussein y Bin Laden pudieron llegar a ser creídas por la mayoría de sus compatriotas (sorprende que incluso hoy, cuando los que las urdieron han reconocido tácitamente su falsedad, casi el 40 % de los norteamericanos sigue pensando que los que tripulaban los aviones del 11 de septiembre eran iraquíes y que Saddam tenía armas atómicas).

Decisiones tomadas por incompetentes, expertos que son apartados cuando sus informes no coinciden con los deseos de sus superiores, asesores de medioambiente que trabajan para corporaciones petroleras y gerentes que anteponen sus creencias religiosas a los intereses públicos, son algunos de los síntomas del ataque contra la razón al que alude el título elegido por Al Gore.

El panorama que describe este libro, a mitad de camino entre el ensayo político y una dramática jeremiada, es deprimente: el electorado estadounidense, alejado de las urnas y terriblemente desinformado, las elecciones decididas con anuncios televisivos, los medios de comunicación cada vez más concentrados (ni la CNN, ni la CBS, de la Fox mejor no hablemos, alzaron su voz contra las mentiras de la guerra contra Irak) y maniatados, configuran un escenario perfecto para que un grupo de lunáticos gobierne el país a su antojo. Y como se trata de un país que es la única superpotencia mundial, y cuyos líderes dicen estar en guerra contra el terrorismo en un conflicto que durará generaciones, esto deja en manos de su presidente, comandante en jefe de su gigantesco ejército, los destinos del mundo.

Cuando estas cosas las escribe Chomsky o las filma Michael Moore, siempre es fácil pensar que son exageraciones apocalípticas. Pero cuando las firma alguien que es miembro desde la cuna de la élite estadounidense es tiempo de asustarse.

Lo que queda meridianamente claro tras la lectura del libro es que media un abismo intelectual y moral entre aquellos ilustrados que fundaron los Estados Unidos de América (como Jefferson, Madison y Hamilton, citados profusamente en el libro) y las personas que han dirigido la Casa Blanca los últimos años.

También parece ya evidente que cuando en noviembre de 2000 los norteamericanos, por medio de unas elecciones muy reñidas (de hecho Gore sacó un puñado de votos más que Bush), con unas papeletas impropias de una potencia tecnológica y con un conteo de votos que apestaba a pucherazo, al final se quedaron con el tonto.
Jesús Tapia