22/9/07

Jane Kenyon. De otra manera



Jane Kenyon.
De otra manera.
Traducción de Hilario Barrero.
Pre-Textos. Valencia, 2007.

La desnuda vulnerabilidad de Jane Kenyon titula Hilario Barrero la precisa introducción que ha escrito para presentar su edición bilingüe de esta antología de la poeta norteamericana en Pre-Textos.

Recuerda allí una declaración de Jane Kenyon (1947-1995) en la que poco tiempo antes de su muerte se planteaba la poesía como refugio, como un lugar seguro.

De otra manera
propone una selección significativa de todos sus libros. Entre Para la noche, el primer poema de su primer libro, y La esposa enferma, un texto que escribió y corrigió en su último mes de vida, se recogen en esta antología sesenta textos que representan la evolución poética de Jane Kenyon, sus intereses estéticos y las emociones y preocupaciones de su mundo doméstico y cotidiano.

Poemas que le dieron cierta fama en su país, como La camisa o El pretendiente, y textos que la contienen y resumen en gran medida, como Que venga la noche o Peonías al atardecer, se ponen por primera vez al alcance del lector español e hispanoamericano en un volumen mimado por el afecto, la sensibilidad y el rigor del traductor, Hilario Barrero, que ya había dado una muestra de la poesía de Kenyon en la revista Clarín hace unos años.

El café matutino o la montaña, el paisaje rural en que transcurrió gran parte de su vida se integra y crece en la pequeñez de lo cotidiano, elevado aquí a la condición de materia poética y tratado con la honestidad exacta de la sinceridad del dolor:


entonces supe  que tendría que vivir y continuar viviendo: qué doloroso fue; y todavía qué dolor quema pero no destruye mi corazón.

Los amigos, la casa en la colina, los animales, una nevada en el establo o la enfermedad son algunos de los temas que sustentan esta poesía cercana por su fondo y su forma, porque consuela al lector tras haberle conmovido y transforma en belleza el sufrimiento, con una tonalidad muy parecida a la de la poesía de María Victoria Atencia:


Cuánto mejor es echar leña al fuego que lamentarse sobre la vida. Cuánto mejor estirar la basura en el estiércol o prender la sábana limpia en la cuerda con unas viejas pinzas de madera.

Las peonías y los ratones, los gatos y la ropa del armario, el murciélago y la oropéndola o la basura... Y siempre, por encima de todo eso, la voz de una mujer que mira la precariedad de lo que vive:

Y planeé otro día exactamente igual a este. Pero un día, lo sé, será de otra manera.

 Y sale el lector de este libro delicado y bellísimo conmovido y con una rara tristeza, como si se le hubiese muerto alguien muy cercano.

Santos Domínguez