5/3/07

Susan Sontag. Cuestión de énfasis




Susan Sontag.
Cuestión de énfasis.
Traducción de Aurelio Major.
Alfaguara. Madrid, 2007.


“La prosa de un poeta es la autobiografía del ardor”, escribía Susan Sontag a propósito de la prosa de Marina Tsvietáieva. Y bien se podría aplicar esa definición a su propia prosa, especialmente a su obra crítica y ensayística.

Lecturas, Miradas, Aquí y allí son las tres secciones en las que se organiza el libro de Susan Sontag que con el título Cuestión de énfasis acaba de publicar Alfaguara. Es una recopilación de ensayos y artículos, muchos de ellos inéditos en español, en los que Susan Sontag habla de otros novelistas, proyecta su mirada sobre el cine, la fotografía o la pintura y habla de sí misma, de su actividad literaria y de sus compromisos ideológicos.

Fue una de las últimas publicaciones de quien en el momento de su muerte en 2004 se había convertido en una de las voces más interesantes de la narrativa norteamericana y en uno de los modelos de la conciencia moral de los intelectuales y su compromiso con la política, la justicia y la sociedad.

Ensayos críticos que tienen, además de la lucidez y la inteligencia de Susan Sontag, una virtud que debería exigirse a toda labor crítica: la invitación a leer el libro del que habla o la incitación a ver el cuadro o la película sobre la que escribe.

A propósito de Contra la interpretación (1966), otro volumen de ensayos de Susan Sontag, decía Carlos Fuentes, que esos textos no son sólo grandes interpretaciones, sino culminaciones de las obras analizadas.

Desde el análisis de la prosa de una poeta, una introducción a la prosa de Marina Tsvietáieva, al epílogo sobre Brodsky y sus Fragmentos de Leningrado, van recorriendo estas páginas las claves de la literatura ajena y de la propia en una actividad que funde lectura crítica y escritura, profundidad analítica y capacidad creativa.

Una actividad que es inseparable de su labor como novelista y en la que Sontag invita a la lectura y analiza en prólogos, artículos y ensayos la obra de Machado de Assis, Sebald o En la belleza ajena de Zagajewski. O hace una profunda reflexión sobre la escritura a propósito de Barthes y un análisis escueto y certero del mundo narrativo desgarrador que nos transmite la voz de Walser.

La obra de Danilo Kis y de Gombrowicz, el prólogo a una traducción inglesa de Pedro Páramo en el que destaca la importancia de esta novela en la literatura del XX o una carta a Borges, admirativa y afectuosa, diez años después de su muerte, completan esas Lecturas de la primera parte.

La segunda, Miradas, ofrece un repaso a la historia del cine con motivo de su centenario, una reflexión sobre las novelas adaptadas al cine a propósito de Fassbinder y su adaptación de Berlin Alexanderplatz; una aproximación al teatro de marionetas bunraku o a los jardines como obra de arte y como lugar para la fantasía.

La pintura de Hodgkin, la presentación de un espectáculo de danza o una exposición de pinturas sobre bailarines, la importancia de los fluidos en las obras de Wagner y su relación con lo acuático, la fotografía italiana en su centenario, Mapplethorpes y un texto sobre fotografía y feminismo completan esa segunda parte centrada en la mirada de Susan Sontag.

En la parte menos homogénea, Allí y aquí, es donde Sontag se muestra más personal: así, cuando habla sobre el papel del lector, sobre la escritura y la lectura, sobre su mundo novelístico o sobre el viaje como material literario.

Una reflexión sobre el papel de los intelectuales en la política y en la sociedad, su conocido texto sobre el montaje de Esperando a Godot en la Sarajevo asediada del año 93 o la denuncia del genocidio y el abandono a su suerte de la población bosnia, conviven en esa última sección del libro con un ensayo sobre la poesía de Brodsky y un agudo artículo sobre la traducción.

Todo eso, que es mucho, es lo que ofrece esta recopilación que bien podría quedar como el testamento estético y moral de aquella admirable escritora que fue Susan Sontag.

Santos Domínguez