16/11/06

Che Guevara. Una vida revolucionaria


Jon Lee Anderson.
Che Guevara. Una vida revolucionaria.
Traducción de Daniel Zadunaisky y Susana Pellicer.
Crónicas Anagrama. Barcelona, 2006.


Cuando en 1997 se cumplían treinta años de la muerte de uno de los iconos representativos del siglo XX, Ernesto Che Guevara, se editó en EE. UU. por Grove Press esta monumental y seguramente definitiva biografía cuya traducción al español publica la editorial Anagrama en su colección Crónicas, en un grueso tomo de formato amplio.

La escribió Jon Lee Anderson, un riguroso reportero que ya se había interesado hace años por la guerrilla latinoamericana y que el año pasado obtuvo el premio Reporteros del Mundo por La caída de Bagdad, que publicó también Anagrama.

Este libro tiene su origen en la revelación de un general retirado del ejército boliviano, que en 1995 le confesó al autor de esta obra su oscuro papel en el entierro secreto, en la ocultación del cadáver del revolucionario cubano-argentino.

A lo largo de sus casi ochocientas apretadísimas páginas, se desarrolla esta biografía documentada y minuciosa, que Lee Anderson ha escrito con sostenido pulso cronístico y creciente apasionamiento hacia la figura admirable de aquel idealista cercano y hermético a la vez.

¿Qué impulsa a un hombre como Guevara, perteneciente a la alta sociedad argentina, primogénito de acomodada familia, médico y con un físico irresistible para las mujeres, a sumarse a la aventura revolucionaria en Sierra Maestra hasta su entrada en Santa Clara y su ascenso a las máximas responsabilidades económicas e ideológicas de la revolución cubana? Y después de coronada esa empresa, ¿qué le lleva a luchar en el Congo y luego en Bolivia hasta la muerte en octubre del 67?

Jon Lee explora las claves de esa personalidad compleja en su juventud inquieta de diarios y velomotores en la que se gesta la ideología del Che y su impulso de un hombre nuevo en una nueva sociedad.

Demostrando la compatibilidad del fervor y el rigor, de la documentación de los hechos y los testigos y la fascinación por la complejidad del personaje, el autor traza la biografía poliédrica de un revolucionario como Guevara, emblema inagotable de la utopía entre idealistas y jóvenes inquietos.

Épico y fanático, generoso y pragmático, ingenuo e inflexible, economista y médico, el Che es un mito contemporáneo que para cumplir su destino y alimentar su leyenda murió como los héroes jóvenes y admirables de las mitologías antiguas, como una víctima de la envidia de los dioses mayores, más poderosos que los héroes de todas las tragedias.

La biografía, como no podía ser menos, es también un libro de viajes que tiene sus estaciones más importantes en las capitales de la revolución, de La Habana a Argel, y en los campos de batalla guerrillera de Sierra Maestra, el Congo o Bolivia.

Se manejan en este libro por primera vez una serie de fuentes documentales y testimoniales que hasta ahora se habían mantenido en el secreto o en el silencio: así, la viuda del Che, Aleida March, que rompió un silencio de décadas en las que nunca había hablado de la figura de su marido, o los militares bolivianos que lo custodiaron sus últimos días lamentables antes de la ejecución; así los archivos del gobierno cubano, consultados por Anderson en exclusiva, los diarios inéditos del Che, publicados aquí parcialmente, o los archivos gráficos y confesionales del Teniente Coronel Selich, que lo interrogó con una confusa mezcla de odio y admiración.

Y ahora es inevitable recordar que uno de sus verdugos, el capitán Félix Rodríguez, al servicio de la CIA, heredó a su muerte el asma de Guevara, que lo ha llevado estos años como llevan los campesinos bolivianos las reliquias que pudieron recoger de aquel guerrillero que, ya muerto, parecía un Cristo contemporáneo y latinoamericano.

Todo ello, junto con la pericia periodística del biógrafo y el abundantísimo material fotográfico incorporado en dos encartes interiores, hacen de este el mejor libro escrito sobre la figura de aquel idealista en el que convivieron de forma excepcional la grandeza de la utopía y el sacrificio con la imperfección admirable del héroe cansado, de aquel Ernesto Guevara de quien dijo Sartre que era el ser humano más completo de nuestra época.

Luis E. Aldave