15/10/06

Leyendo en las piedras



Antonio Colinas.
Leyendo en las piedras.
Siruela. Barcelona, 2006.

He tenido que regresar, una vez más, a Petavonium
.

Así comienza un intenso y emocionado viaje por la memoria y por el misterio, entre el mito y la realidad, entre la vigilia y el sueño.

Antonio Colinas regresa a Petavonium con este Leyendo en las piedras que publica Siruela. Como en el poema de su Jardín de Orfeo, a las piedras del tiempo, las piedras de la sangre helada de mis antepasados: la piedra-musgo, la piedra-nieve, la piedra-lobo (...) para poner el oído en la piedra, para escuchar el sonido de la montaña.

Eso, un regreso a los paisajes de la memoria, es este conjunto de dieciocho textos unidos por un protagonista con fuerte contenido autobiográfico, que vuelve a la casa de sus antepasados para desvelar los secretos de su memoria en torno a ese lugar mítico llamado Petavonium, una referencia familiar para los lectores de la poesía de Colinas.

Un espacio exterior y una memoria personal reunidos explícitamente en el título del primer relato. A ese espacio en ruinas de la casa que es el centro del mundo llega un protagonista también en situación de crisis para buscar su origen, para reencontrarse a sí mismo por medio del reencuentro con la naturaleza, con el misterio de las piedras y las montañas.

Memoria y misterio se alían para hablarnos en primera persona, con la prosa depurada y la voz serena de Antonio Colinas, de los temas esenciales de la literatura y de la vida: la muerte, el amor, la naturaleza o el más allá.

Y para reconstruir, con la intensidad del lenguaje poético, un pasado en el que se confunden la realidad y el sueño en un tiempo intrahistórico que vive en la memoria y tiene sus claves en los símbolos de las piedras, un tiempo transitivo que se capta con los sentidos, como se oye la música del tiempo en la piedra del monte.

La piedra salvadora e intrahistórica en la que se buscan, como en los espacios de la memoria, las respuestas desde un paisaje abrasado por soles y cierzos, un centro del mundo que es ese viejo campamento romano de Petavonium.

Allí se espera la nieve bajo el tiempo detenido del paisaje y las piedras.

Santos Domínguez