29/9/06

Caminando por las Hurdes


Antonio Ferres y Armando López Salinas.
Caminando por las Hurdes.
Fotografías de Luis Buñuel y Oriol Maspons.
Gadir. Madrid, 2006


Como ya han señalado otros viajeros que nos precedieron en este viaje, y nosotros mismos hemos comprobado, tras cruzar La Alberca, en la raya de Salamanca, al llegar al Portillo de la Cruz se traspasa una frontera, se da un salto en la Historia. Hacia las Batuecas y hacia las altas lomas que se alzan sobre los valles hurdanos se abre un gran silencio, un callar angustioso para los que saben que hay hombres viviendo entre las angosturas de las sierras de la alta Extremadura; en la tierra sin tierra, en la triste «tierra de jambri».

Con esas palabras cerraban Antonio Ferres y Armando López Salinas el prólogo a la edición de 1960 de Caminando por las Hurdes, un clásico ya de la literatura de viajes en España.

Aquel ya lejano año, Ferres y López Salinas publicaban en la Biblioteca Breve de Seix Barral Caminando por las Hurdes, un libro de viajes que era mucho más que el mero relato de un recorrido por aquellas tristes tierras que eran entonces. Era el testimonio moral de una bajada a los infiernos que enlazaba con los reportajes de Unamuno y con Tierra sin pan de Buñuel.

Un accidente evitó que los autores tomaran fotografías de los paisajes y los paisanos, pero lo suplieron con algunos fotogramas del documental de Buñuel, porque el panorama físico y humano de la comarca no había cambiado apenas en aquellos casi treinta años. Aparte de la palabra de los testigos, la veracidad de la información queda demostrada con las fotos que hizo en 1960 Oriol Maspons y se incorporaron al libro.

Se tradujo a varios idiomas y en 1974 se hizo una edición de bolsillo de 6.000 ejemplares que circularon con fluidez.

Editorial Gadir acaba de recuperar aquel Caminando por las Hurdes en una edición muy cuidada que incorpora algunos fotogramas de Buñuel que no estaban en las impresiones anteriores.

Es una buena oportunidad para comprobar un par de cosas. La más llamativa, el cambio que se ha producido en el paisaje hurdano, en aquella antigua tierra sin tierra y en sus habitantes en estos años.

Y en segundo lugar, la calidad literaria de un texto que sus autores definían como un libro de relatos y que casi cincuenta años después mantiene, si no su vigencia social, sí su alto valor literario y testimonial de un tiempo pasado, doloroso y superado.


Santos Domínguez