10/6/06

Viaje sentimental por Francia e Italia



Laurence Sterne.
Viaje sentimental por Francia e Italia.
Traducción, edición y postfacio de Max Lacruz Bassols.
Funambulista. Madrid, 2006.

El Viaje sentimental por Francia e Italia, la última obra que publicó Laurence Sterne, es el título elegido por los editores de Funambulista para abrir una colección de Grandes clásicos en la que ya ha aparecido también el hasta ahora inédito Roderick Hudson, de Henry James, y en la que se recuperarán, en nuevas traducciones, textos tan interesantes e inencontrables como el Jean Santeuil, de Marcel Proust.

El criterio de selección de títulos es el de su transcendencia en la configuración de la literatura actual. Esa es su filosofía y su propuesta: la recuperación de clásicos incontestables de la literatura de los siglos XVIII, XIX y XX que, inexplicablemente, permanecían olvidados, y que ahora vuelven a ver la luz en ediciones cuidadísimas, en tapa dura, y con nuevas traducciones.

La colección la abre, decíamos, una nueva y cuidada traducción que Max Lacruz ha hecho del Viaje sentimental por Francia e Italia, de Laurence Sterne, la obra que consolidó su fama literaria y uno de los textos fundamentales de la literatura inglesa. Se narra en él la deambulante peripecia de un errático y jovial párroco: el mismo Yorick (alter ego del propio Sterne) que aparecía en Tristram Shandy. Con el modelo itinerante de la novela picaresca, se cuenta aquí la minúscula peripecia de un viaje por el continente.
Un viaje que empieza cuando Yorick coge en Dover la diligencia con la que inicia el viaje hacia Calais. Muy pocos años antes, William Hogarth había terminado un lienzo que sería famoso: En la puerta de Calais. Está en la Tate Gallery y el centro del cuadro es un fraile que podría haber alternado con Yorick.
Pero no se trata de un libro de viajes, sino de algo menos y de algo más. Como en sus modelos picarescos y cervantinos, el viaje no es aquí más que un pretexto, el eje constructivo en torno al cual se organizan los acontecimientos y los personajes con los que se cruza el narrador y con los que se articula una reflexión sobre la vida que entronca sorprendentemente con la mentalidad contemporánea. Y quizá ahí radique lo más acertado de esta elección: en la recuperación de un texto de una modernidad pasmosa. Un texto híbrido de narración, ensayo y libro de viajes en el que los acontecimientos y los personajes construyen, con enorme libertad y una estructura apoyada en la digresión y la anécdota, una alegoría de la existencia.

Laurence Sterne publicó este Viaje sentimental apenas tres semanas antes de morir. Ocupó la vicaría de Sutton-in-the-Forest, cerca de York, y su condición de clérigo no le impidió llevar una vida licenciosa y festiva, y leer a Rabelais, Cervantes y Burton en casa de su amigo John Hall-Stevenson. Sterne se dio a conocer como escritor a los cuarenta y cinco años, cuando publicó un escandaloso panfleto satírico.
Ese mismo año comenzaría a publicar su obra más famosa, Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy, que tiene en español una traducción excelente de Javier Marías.
Después de un viaje por Francia e Italia durante siete meses de 1765, empezó a escribir este Viaje sentimental, este juego de la edad madura que agotó, con la colaboración eficiente e involuntaria de su amante Elisa, su cuerpo y su valentía y se publicó en febrero de 1768. Tres semanas después, una gripe se le complicó con su tuberculosis crónica, y murió de pleuresía el 18 de marzo de 1768.
Su muerte la sintieron más en Francia y en Alemania que en la puritana Inglaterra.
En España fue una autor desconocido durante mucho tiempo. En 1821 se tradujo por primera vez este Viaje sentimental. Su Tristram Shandy corrió todavía peor suerte. La primera traducción al español es de 1975. Sí, de hace poco más de treinta años, aunque sus ecos nos habían llegado a través de Borges, Lezama o Cortázar.

Santos Domínguez